Capítulo 6


Esos ojos...ese cabello de hámster tan lindo que tiene, ese diminuto ronquido que me acompañó al amanecer. Sí, no puedo hacer más que sonreír, todos mis músculos responden de forma positiva a su persona, como el mejor de los placeres. Maldición, maldición... ¡MIL VECES MALDICIÓN!, se supone que es un lunes, ¡LUNES!, ¿por qué estoy feliz? (sí, ya sé por qué...pero no quiero nombrarlo, ni siquiera pensar en eso, es agotador).

Lucharé con garras y dientes para que su nombre sea tragado por la tierra, solo necesito una amistad, no amor...todavía no estoy para esas cosas, mis estudios primero, sí señor. El año que viene ingresaré a la Universidad y seré una profesional y...y eso, punto. El amor es malo, hiere a las personas y las deja débiles, mis padres no parecen amarse y nunca me molestó, mis tíos lo hacían y ahora ella está sola...no deseo que algo así me pase, no.

Pero mi cerebro parece no escucharme hoy porque sigue haciéndome sonreír como idiota, bueno, ¡que haga lo que quiera!

Y para mi sorpresa me levanto con nuevas energías, salto suavemente y voy a por ropa limpia, un vestido verde manzana y unas sandalias marrones con tirillas de cuero, me ato el cabello en una coleta alta y ajustada (sí, AJUSTADA, cosa de que mi condenada cabeza entienda que no estoy para sus delirios hoy).

Decido ir a la cocina porque siento olor a comida y cuando hay eso de por medio puede haber un muto que lo romperé a patadas para llegar a ella (suena desesperado, pero soy así a la hora del desayuno).

Y efectivamente, mi tía está metida hasta las narices depositando manteles, mermeladas y cubiertos. Cuando me ve sonríe de oreja a oreja como si le hubiese hecho un regalo:

-¡Buen día Lily!, ¿qué tal unas tostaditas?-me pregunta esa maraña de cabello castaño oscuro vestido en ropa de domingo (aunque sea lunes).

Le devuelvo la sonrisa mientras me acerco a darle un beso de saludo.

-No podría ser mejor.

Ella oculta algo...tiene ese rubor infantil que solo le da cuando una cosa le produce gracia. Pero como por lo que veo no planea compartir su dicha conmigo pregunto un tanto curiosa:

-¿Qué pasa?

Niega con la cabeza sin mover ni un poco sus labios, genial, justo ahora sufre uno de sus ataques de silencio, pues bien, yo también puedo jugar ese juego.

Nos sentamos a devorar tostadas y yo a tomar mi deliciosa chocolatada helada (amo la leche fría con chocolate, al diablo con el vino, el dios Dionisio debió haber auspiciado esto).

Ella rompe su voto (sí, el de silencio para situaciones determinadas).

-¿Y bien, qué piensas hacer con el día libre?

Considero muy seriamente no responderle para que vea lo que se siente, pero eso sería demasiado vengativo de mi parte:

-Nada importante, solo voy a ir de compra con mis amigas.-continúo destrozando corteza de tostada con mermelada de higo entre mis dientes.

Asiente feliz, la tía es así. Si no utilizas los días libres de forma provechosa vienen sus sermones sobre la juventud y sus aventuras en esa etapa de su vida....entre ellas la primera vez que decidió depilarse (lo había hecho con la ayuda de su hermano, un luchador profesional. Así que aquello debió haber sido una total masacre).

Toma de su café sin apartar los ojos de mi persona...¡¿Qué quieres tía, desarrollar poderes telepáticos?!,ya habla.

Y como si me hubiese leído la mente (comienza a asustarme) suelta una risita nerviosa:

-Alguien está muy feliz hoy-hace una pausa para beber otro sorbo-y el motivo tiene nombre y apellido.

¡Ja!, ¡mentira!, sí tiene nombre...pero ni idea de su apellido. Lily, no es posible que con dieciocho años sigas con esas tonterías de escuela, bah, de secundaria. ¡No importa!, mejor trata de desviar su atención con otra cosa mientras te alimentas con tostadas...que no son panqueques.... ¡LILY, POR FAVOR!

-Tía, soy una chica centrada...estás completamente equivocada en lo que sea que pienses.-y haciéndome la intelectual irgo mi espalda y coloco las manos en forma de triángulo (una demostración de autoridad según un artículo de lenguaje corporal).

Ella tuerce la boca aguantando la risa:

-No sabes ni lo que pasaba por mi cabeza.

-¡Da lo mismo, está mal!-escupo de una y le doy un beso en la mejilla antes de salir corriendo a mi cuarto en una maniobra de huida al estilo Misión Imposible, solo que sin la explosión, la música de tan-tan-tan-tan y la musculatura de un súper agente (ah, pero si el protagonista sufriera lo mismo que yo también se vería ridículo).

Estoy vistiéndome para ir al centro comercial con mis amigas, Marion va llevarnos en su auto y por lo que entendí será un día largo, ella ama las compras.

Termino usando una blusa celeste, cabello suelto, unos vaqueros azules y botas. Así como me gusta.

Tocan frenéticamente la bocina en la calle así que corro a despedirme de la tía, porque sé que solo ellas podrían usar el claxon así sin temer por el titán hembra.

Un coche plateado, creo si no me equivoco, que se trata de un fíat. Helen está atrás en el asiento del medio, por lo que me coloco adelante para completar el triángulo de plática.

-¡Iremos de compras!...¡Siii!- Marion tiene el cabello atado en un moño bajo, es negro y sus ojos son oscuros. Es algo tímida y hasta puede pasar por desanimada, pero tiene mucha chispa, de verdad.

En eso suena mi celular y contesto sonriente:

-Hola, hola Frank de los panqueques perfectos, ¿cómo estás?-me muerdo el labio inferior para suprimir la emoción y la risa porque mis amigas tratan de bombardearme en silencio, ya puedo imaginármelo "¿Quién es Frank?,¡¡¿QUIÉN ES?!!, ¿hace panqueques?"

-¿Lily?, ¡lo siento, dije que iba a hablarte pero la verdad es que me equivoqué de teléfono y tengo que llamar ahora, nos vemos!-y corta. Uh...decepción, pero no tengo tiempo a reaccionar porque las chicas se me lanzan encima.

-¡Cuando lleguemos a la sala de comidas!-grito y me cruzo de brazos, no pienso contar absolutamente nada hasta llegar allí.

Las dos me ven pasmadas desde diferentes ángulos en esta pequeña mesa redonda de café en el shopping.

-¡Oh por Dios!, ¿tuvieron sexo?, ¿romance alto y salvaje?-Helen me observa con ojos brillantes, es prima de Marion y la menor del grupo, pero me sorprende con sus acotaciones, posiblemente sea porque mi nivel de pudor está por lo aires, pero bueno.

-¡No, claro que no!-me sonrojo al tope.

Marion interviene:

-¡Eso no importa!...es rubio, de ojos azules y lo tuviste sin camisa a tu merced toda una noche...¡por lo menos lo hubieras hecho cocinar sin ella también!.-su sueño desde que la conozco es tener a un chico con esas características, además de adinerado, por supuesto. He intentado pincharle el globo millonadas de veces, pero siempre se encarga de mantenerlo bien inflado.

Sacudo la cabeza:

-Eso es asqueroso, no pienso comer masa con bellos de pecho.-mi gesto de contrae al imaginarme su deliciosa masa siento contaminada por aquello.

-¡Pero igual sería perfecto!-se lleva una mano al pecho-¡¿Te imaginas comer un puchero mientras lo ves sin camisa?!-y ya está sumergida en sus extrañas fantasías románticas...espera, ¡No puede fantasear con él!,¡ES MÍO!...¿Q-qué dije? Emmm, él no es de nadie, solo suyo.

-Necesitas caminar, urgentemente.-la tomo del brazo y tiro de ella para ponerla de pie. Helen nos sigue muy entusiasta.

-Huy...¿podemos ir a la feria anime-manga que acaban de instalar en el centro de la ciudad?,¡porfaaa!

Marion y yo cruzamos miradas, ella no entiende un pomo de estas cosas, pero yo, que me crie junto a un hermano con una obsesión enfermiza por Drangon Ball Z (me obligaba a llamarlo Goku en la escuela), sé de lo que habla.

Helen me saca de mi ensoñación con un suave codazo.

-¿Y bien?-está impaciente por obtener respuesta.

Sonrío un poco, solo lo suficiente como para dar a entender algo de iniciativa:

-Está bien, pero será otro día...hoy hay que complacer a Marion revisando celulares en la sección de tecnología.

En seguida capta la idea y automáticamente estrecha su celular con fuerza.

-¡No, es mi bebé!-y por la cara que tiene, parece que de verdad lo cree así.

-¡Tu bebé ya debe jubilarse!-bromeo mientras intento tomarlo de entre sus brazos.

Pero ella se aparta como niña pequeña que no quiere la cosa.

-Lo voy a cambiar un día de éstos... ¡pero pobrecito!, después de lo bien que se portó conmigo, ¿voy a dejarlo así como así?-me está haciendo sentir como una desalmada asesina de ancianos. Niego en reprimenda:

-Me corrijo, no necesitas caminar, necesitas un novio antes de que te cases con ese aparato.-lo señalo con extrañeza.

Después de una hora de discusiones cuyas razones están muy por fuera de lo normal, la convencimos de ir a ver una tienda de teléfonos...o como bien le dije "Escuché que el empelado rubio está disponible".

Al observar toda esa cantidad de pantallas descomunales me vi tentada a revisar el mío, solo por si acaso. No llamada, no mensaje...ah sí, uno de mi hermano "querido":

IANGUANTABLE:

Oye idiota, adivina esto: ¿Quién es libre, feliz y no tiene ninguna deuda que pagar?


No puedo evitar sentir como litros de jugo de limón y vinagre se vierten en mi boca para formar una expresión desagradable. Veamos mis opciones:

1) Ser inteligente e ignorarlo, pero arriesgarme a que conteste su misma taradez y amargar mi tarde.

2) Tragarme el cerebro y responder "¿No lo sé, quién?" con la posibilidad de hacerlo enojar o que sea tan estúpido como para no entender el sarcasmo vía SMS (lo último es 100% probable).

3) Ser tonta e inteligente al mismo tiempo y responderle con una de las mías.

Pienso lógicamente, analizándolo todo guiada por mi fría y calculadora mente...al demonio,¡¡Quiero salirme con una de las mías!!

YO:

Pues te tengo otra adivinanza, hermanito del alma: ¿Qué guardas en tus pantalones, es reducido y completamente inútil?

¡Toma!, ¡esa Lily! No lo pude haber hecho mejor. Pero toda mi satisfacción se evapora cuando leo el otro mensaje:

IANGUANTABLE:

Algo que no has visto en tu vida, querida ;)


Lanzo un bufido exasperado antes de meter mi teléfono en el bolsillo y olvidar su existencia (o sea la de mi hermano, por supuesto que no ignoraría mi celular).

La tarde se vino rápido tras horas de ver locales de la A a la Z (ida y vuelta, sí señor). Ya cansada de moverme y con el hambre de un neandertal, fuimos a la plaza de comidas y esta vez no para conversar, sino por algo mucho, mucho mejor (nadie puede culparme por amar a la comida, ¡es encantadora!).

Me compro un helado de tres bolas (chocolate, menta y cereza, todo bañado en chocolate. Mi santo grial para días calurosos...y otros no tanto).

Ellas en cambio se apuntan a un almuerzo más convencional, que consta de pizza con mozzarella (ni crean que no me van a convidar).

Estamos más que felices comiendo cuando aparece una cuadrilla no del todo confiable y se sienta en frente con sonrisa burlona. Le echo una mirada analítica para saber a qué podríamos enfrentarnos:

Líder: Una pelirroja de ojos claros y gran delantera. Cintura mínima y postura de "mírenme que aquí estoy". Por mis grandes conocimientos en superficialidad (desgraciadamente forma parte de mi familia) ese físico no lo obtuvo por esfuerzo...nop, eso es más que artificial.

Segunda al mando: Una rubia estilizada (ella sí trabajó por eso), tiene exenciones y...¿esa nariz es nueva? Vaya, tiene el aspecto se serlo.

Tercera al mando: Una chica de cabello negro, muy, muy pálida y algo pequeña. Usa gafas y su postura no es tan forzada como las otras. Ya me he dado cuenta por como la tratan que solo es una empleada. ¿Por qué la gente así necesita tener personas adulándola todo el tiempo? Pero peor aún, ¿cómo es posible que ella se deje usar así? No entiendo.

En eso la pelirroja abre la boca solo para liberar un susurro musical típico de esas chicas que guardan la histeria compulsiva solo para algunas circunstancias tales como meter lío o exigir.

-Katy, tráenos una malteada baja en grasa y unas tostadas integrales con mermelada sin azúcar. Ahora.

Aguantamos la risa como podemos... ¿en serio? Yo no comería eso ni aunque me pagaran. Acabamos ignorándolas mientras devoramos nuestra deliciosa, suculenta y grasienta comida. Todo va bien hasta que escucho unas risas cómplices venir desde aquella mesa.

-Si siguen comiendo así terminarán como cerdas.-la pelirroja habló y las otras, como buenas mascotas que son, aplauden.

Oh...¡mira tú que interesante! Así que a la rojita le gusta hablar de la gente, pues bien. Puede hacerlo tranquila.

Nos miramos entre nosotras con una idea en mente...después de todo es mi día libre y estas muchachas ladran pero no muerden.

-Ya saben chicas,-sonrío divertida-si seguimos comiendo así terminaremos con sus caras.-sacudo el dedo índice para dar énfasis-¡Tengan mucho cuidado!

-Tienes razón.-agrega Marion, tomándose la cara como si diera un grito dramático-¡No podemos permitirlo!

-Sería todo un trauma.-Helen sonríe satisfecha.

Nos ponemos cada vez más rojas hasta que no soportamos la carcajada. Así de simple, nos destornillamos sobre la mesa. Tanto es así que algunas personas se voltean a vernos. Unos chicos incluso ríen con nosotras por nuestra gran estrategia.

Para mi sorpresa el núcleo de brujas no solo nos fulmina con la mirada, sino que se levanta todo ceremonioso y se dirige hacia nosotras.

-¿Tienen algún problema?-la roja se cruza de brazos y levanta una ceja finísima.

Hacemos de cuenta que no existen hasta que no queda más opción que voltearnos a ver que quieren.

-No-me hago la idiota-para nada, ¿Marion, Helen, ustedes?

-Claro que no.-Helen es quien habla primero.

-¿Problema? No que yo sepa.

El fósforo andante no está dispuesta a dejarnos en paz, porque en cuanto su cabecita crea una contestación (que por cierto tardó varios minutos) la escupe:

-Uhg, no puedo esperar otra cosa de unas gordas come grasa.-nos mira con desdén, elevando aún más su larga nariz respingada-Y tú, pobre perdedora, ¿sabes cuantas calorías tiene tu mugriento helado?

En ese mismo instante la cuerda que sujetaba mi temperamento hizo "plinck", puede meterse con nosotras, puede meterse con nuestra figura, pero nadie, repito, nadie... ¡PUEDE METERSE CON MI HELADO!

Salto de una y clavo la mirada en ella con el odio de mil pirañas asesinas. Mis amigas también se ponen de pie, expectantes.

-No eres quien para insultar algo tan delicioso de esa manera.-muevo mi mano con cucurucho y todo para enseñárselo, pero calculé mal el peso y la longitud, en otras palabra mi exquisito, perfecto y aun no terminado helado fue a parar a su nueva, cara y blanca blusa de diseñador.

Juro que todo quedó en silencio, ambas nos miramos atónitas con los ojos bien abiertos...no...puedo...creerlo.

-¡¡Mi blusa!!-chilla desesperada, saltando y sacudiéndose como recién salida del manicomio.

-¡¡Mi helado!!-grito, es una catástrofe, una barbaridad. ¡Ni siquiera lo había terminado! ¡Desgracia la mía!

La chica transforma su voz en un gruñido salvaje, dispuesta a pelear.

-Ah no señora, yo no soy de esas...lo lamento por tu blusa pero más por el gran amigo que perdí.-señalo el chorrete de colores en toda la tela de su pecho y abdomen.

Sin agregar ni una palabra más nos damos vuelta y empezamos a correr.

-¡Me la pagarás, perra!-grita para hacerse oír por todo el corredor.

Seguimos con nuestra fuga entre risotadas infantiles...definitivamente, este día libre ha sido muy divertido.

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