I
Bastó unos segundos de observar aquel rostro pálido y demacrado para confirmar sus sospechas.
—Sí, ella era mi madre.
Apartando la vista, la otra persona en la habitación asintió con profesionalismo y subió la sábana blanca cubriendo el cuerpo inerte de la mujer, un contenedor en el que residió su madre. Su mente parecía calma, pero sólo era la calma antes de su tormenta interior. A medias escuchó al médico forense decirle que la encontraron en su apartamento tras ser reportada por algunos vecinos.
—¿Cómo falleció? —Se atrevió a preguntar aunque no hacía falta que otro se lo dijera para saberlo.
—Sobredosis de morfina.
Al final su vició la terminó matando, debió saberlo cuando tenía doce años y la encontró consumiendo droga a escondidas de su padre. Fue ingenuo, demasiado al pensar en la promesa que ella le hizo en desesperación en que no le dijera nada a su padre, que solamente era un poco de morfina que le ayudaría a sobrellevar sus migrañas intensas, nada de qué preocuparse.
En cambio, todo empeoró, y tenía la ligera sospecha que esto sólo era el comienzo.
De regreso a recepción lo estaban esperando. Internamente agradeció tener un apoyo en estos momentos, dentro de esa habitación tuvo que contenerse para no llorar frente al médico, componer un temple que no sería derribado fácilmente, pero una vez que la realidad lo golpeó ferozmente arrastró sus pies por los pasillos en busca de su amiga y padre de esta que lo acompañaban cuando recibió la llamada.
Vio a la chica de largo cabello azabache esperando por él y segundos después vislumbrarlo con un gesto preocupado. Después de observarlo y notar el quiebre en su mirada, se acercó rápidamente a él extendiendo sus brazos dispuesta a darle un abrazo.
—Mikoto —susurró su nombre esperando que no notara inmediatamente su debilidad.
—¿Es ella? ¿En verdad es tu madre? —preguntó la chica consternada recibiendo un asentimiento y pronto permitió que lo rodeara con sus gentiles brazos—. Oh, Ryuichi... lo lamento tanto.
No había necesidad de hablar, con una mirada lo comprendió.
Ryuichi recibió el abrazo reconfortante de su amiga de la infancia, y otras palmaditas en su espalda del hombre que lo acompañaba, estaba seguro que lo veía con cierta tristeza y lástima.
No podía culparlo, incluso él mismo sentía lástima de su propia madre.
Su vida comenzó a torcerse a los doce años después de que mamá le prometió que no consumiría irresponsablemente la morfina. Siendo un niño, inteligente sí, pero bastante apegado a mamá le creyó y guardó el secreto a su padre. Pero ¿Quién hubiese sabido que su madre no cumpliría su promesa?
En secreto ella siguió consumiendo. Siguió inyectándose la muerte misma.
Hasta el día de hoy, su padre no ha querido decirle porqué decidió separarse de ella y llevarse a su hermana menor y a él a vivir a parte, pero Ryuichi cree que la base principal fue la enfermedad de Oyuki, quizás su madre no soportó que tuviera Leucemia y en lugar de afrontar la situación decidió refugiarse en las drogas. Tampoco podía preguntarle a ella porqué se llevó sus razones a la tumba.
Tuvo la esperanza en ese entonces que su madre fuera a rehabilitación y dejara las sustancias nocivas, pero lo único que obtuvo fue la certeza de que jamás aceptaría su ayuda y se hundiría más y más en las drogas. Que lamentable. Ryuichi no tiene tacto en decir que llegó a tener lástima de la mujer que le dio la vida, antes de los trece años ella era una persona serena y amorosa, pero la droga le hizo perderse en sí misma, por lo consecuente perdió el amor de su hijo y esposo; en el caso de Oyuki era otro tema, con tal de que esa mujer la visitara robaba dinero que padre tenía ahorrado y se lo daba esperando la próxima visita.
Claro, ¿Cómo una niña de nueve años no creería en tal blasfemia si quería más que a nada en el mundo sentir el amor de mamá?
Ryuichi tuvo muchos conflictos con su madre por ello.
—¡Hijo por favor, sólo necesito un poco de dinero! —Aquella mujer se aferraba a él en la entrada de la puerta, casi arrodilladas tomando de su cintura, mirándolo suplicante. ¡Suplicaba para saciar su vicio!—. Sólo un poco ¿sí? Será la última vez que te pida.
—Eso dijiste la semana pasada —hastiado, se retiró de su agarre y la levantó por los brazos, mirándola fijamente con el enojo bullendo en su interior—. No regreses si es para pedirle a Oyuki dinero, sabes que esos ahorros son para sus medicamentos ¿y aún así tienes el descaro de exigir? Si no ayudas mínimo deja de empeorar las cosas.
Lágrimas. Su madre lloraba y gemía desesperada a que le diera el dinero, con el paso del tiempo se volvió inmune a sus expresiones. Por más que le llorara no le daría absolutamente nada. Ya estaba cansado y tan decepcionado de ella que llegó a su límite después de tantos años.
—¡Ryu-Ryu por favor!
—¡No me llames así! —exclamó de pronto alejándola, ¿Cómo se atrevía a intentar tocarle su vena sensible? Aquel apodo cariñoso era el que utilizaba cuando era niño, con tanto cariño que ahora aborrecía escucharlo de sus labios—. Que no se te olvide que perdiste todo el derecho cuando preferiste la droga sobre tus hijos ¿Es que acaso nosotros no somos suficientes para aliviar tu desdicha? ¡Tus hijos están aquí sufriendo mientras tú te sumerges en tu miseria!
—No es miseria ¡Yo necesito la morfina para vivir! —Los destellos de lucides brillaron en los ojos de la mujer, pero tan pronto como aparecieron se fueron, y Ryuichi lo lamentó profundamente—. ¡Siempre duele! ¡Siempre! ¿Qué otra cosa quieres que hiciera? Tu padre no me apoyó con mi tratamiento y tuve que buscar una solución.
—¿Tratamiento? ¡Lo que tú tienes es una adicción! Se te brindo apoyo, pero no quisiste rehabilitarte —gruñó bastante fuerte dándose la media vuelta con intenciones de entrar.
Pero ella no lo dejó, agarrándolo del brazo impidiendo que se fuera.
—Ryu-Ryu, por favor... ayuda a tu madre.
Una súplica, como si le estuviese pidiendo lo más sagrado del mundo.
Terminó por romperlo y decepcionarlo. Había guardado la esperanza de que ella dejaría sus vicios y volvería con ellos. No sería el caso, la realidad le pegó con fuerza y no pudo hacer más que cerrar los ojos y dejar escapar un suspiro parecido a sollozo. Dolía, y mucho, saber que tu madre se hundía cada día más en la adicción y un día terminaría muerta.
Giró su rostro para verla con tanta desdicha.
—No se puede ayudar a alguien quién no quiere ser ayudado.
Fue la última vez que la vio con vida.
Sea lo que sea, decir que no se arrepiente de sus palabras sería hipócrita, siempre anheló a la versión de su madre de sus trece años no a la drogadicta que se convirtió después. Lo desilusionó a él, le dio esperanzas a que mejorarían y volverían a hacer una familia: terminó siendo un fraude y su corazón se enfrío ¿Qué esperaría de los demás si su propia sangre le mentía?
Su relación con ella no fue la mejor, incluso ahora de pie frente a su tumba tomando de la mano a Oyuki que lloraba en brazos de Mikoto, quería estar en otro lugar en estos momentos, pero permanecía ahí por respeto a la mujer que fue su madre y por su hermana, pese a todo ella necesitaba el consuelo.
No lloró después de derrumbarse frente a Mikoto y tampoco cuando Oyuki se arrojó a sus brazos. Lo único que lo abrumó fue el presente y el futuro. Su madre murió y a consecuencia de ello quedaron solos —tampoco es que ella fuera de mucha ayuda—. ¿Y su padre? No podía hacer nada estando encerrado en una celda en una prisión.
Ryuichi tendría que hacerse cargo de todo ahora.
—Te ayudaremos, no estás solo. Confía en mi un poco más ¿Sí? —Cada vez que Mikoto le daba su apoyo la miraba con profundo agradecimiento.
¿Cómo no sentir gratitud? Los padres de la chica le brindaban ayuda cuidando a Oyuki y llevándola al hospital, varias veces pensó en dejar sus estudios y enfocarse a trabajar, pero tras una tendida plática con su padre en su visita mensual decidió que la mejor forma de asegurar su futuro era prepararse adecuadamente, así tendría suficiente presupuesto para tratar mejor la enfermedad de su hermana.
Tendría que estudiar y trabajar. Nada que no haya hecho desde que padre fue encarcelado y él tuvo que hacerse cargo de la supervivencia de su hermana. La única diferencia era que no había ninguna mujer agazapada en la puerta esperando su llegada para pedirle dinero.
Con el pasar de las semanas se dio cuenta que el vacío en su corazón persistió, la presencia de su madre pudo ser irritable y a cierto punto fastidiosa, pero el pensamiento continuo de que nunca volvería lo llevó a un punto de quiebre.
Y empeoró dos meses después cuando un policía arribó a casa, bajando su sombrero y mirándolo con pena.
—Lamento informarle que su padre fue hallado muerto en su celda.
Ante la noticia no pudo más que soltar lágrimas silenciosas, callado y contemplando al oficial que procedía a darle la información. ¿Por qué pensó por un instante que a los dieciséis años su vida mejoraría?
Fue un iluso.
Demasiado ingenuo.
Lo que no sabía era que esto apenas era la punta del iceberg de sus años venidieros teñidos de rojo escarlata.
Hola, Hola de nuevo!
Ya les había extrañado un montón -abrazos para todas (os)-
Una vez más comenzamos este... ¿fic? como decirlo hahaha historia.
En fin, ¡la precuela de El Sonido del Silencio! Centrado en la historia de Ryuichi, un joven de diesicies años que comete el enorme error de involucrarse en el mundo de los yakuza con tal de conseguir sustentar el tratamiento de su hermana enferma. La historia se centrará en lo que llevó a Ryu en el transcurso de su vida conforme a lo que se mencionó en ESDS, pero que no tocamos a profundidad ya que aquello no era su historia, esta es su historia.
No necesitan leer el fic El Sonido del Silencio para entenderle al principio, a demás estaré explicando. Así que no se preocupen si son lectores nuevos que están a ciegas, disfruten de la lectura.
Eso sí, los capítulos serán cortos ya que esto estaba planeado principalmente para un One-Shot, pero decidí hacerlo una historia corta para no saturarlos de información. La actualización planeo traerla cada semana o cada dos semanas dependiendo de mis horarios. Por lo pronto, el capítulo 2 lo estaré subiendo mañana y el capítulo 3 la próxima semana.
En fin, ¡muchas gracias por venir aquí!
Nos leemos luego,
Alela-chan fuera.
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