Capítulo 21. Una despedida a través del tiempo


¡¡Tachaan!! ¡¡Aquí tenéis el ULTÍMO CAPÍTULO!! Que ganas de que lo leáis y que ojalá os guste :,)

A mi personalmente me ha encantado escribirlo, bueno toda la historia pero más en este capítulo jajaj bueno me callo ya XD


Después de haber disfrutado la tarde con mi abuela subí a mi habitación ansiosa, como un niño pequeño cuando recibe sus regalos. Y ahí estaba, tal y como la dejé: la cama deshecha, apuntes repartidos sobre la mesa y parte del suelo, el portátil medio abierto sobre mi cama. A mi lado se encontraban las cosas de mi hermana, Teresa, la cama perfectamente hecha, cada cosa en su sitio, tal y como lo había dejado.

Miré el calendario y aún quedaban tres meses para su regreso. Supe apreciar aún más a mi hermana con mi viaje a Narnia. Aprendí valores que nunca los había tenido en cuenta, y que en el fondo estaba agradecida.

Me tumbé en mi cama sintiendo la suavidad de las mantas y el colchón mullido, asimilando todo lo que había vivido.

-Si supieras Teresa todo lo que me ha pasado, no te lo creerías.

Aquella tarde decidí organizar mi habitación, me di una gran ducha dando las gracias por el agua caliente y el rico olor de los jabones. Después dispuesta a bajar abajo para ver la televisión con mi abuela, una luz iluminó el pasillo que estaba casi oscuro. Asustada, fui con pasos cautelosos hacia la habitación de mi abuela. Quizá sería una luz de la lámpara de noche que se había dejado encendida. Abrí la puerta y mi corazón dio un vuelco. Ahí estaba el famoso armario. El armario que perteneció a mi bisabuela Polly, después de su muerte se lo obsequió a mi abuela, antes de que marchara hacia Ámsterdam a vivir.

-Aslan... ¿eres tú?-sonreí de felicidad.

Iba a volver a verles, no había pasado ni siquiera un día de mi marcha que ya podía volver, iba a volver a Edmund. Emocionada por verlos, abrí las puertas y la luz que irradiaba el armario se apagó y solo colgaban grandes abrigos y algunos zapatos esparcidos.

-Parece que no será así.

Salí del armario, cerrando las puertas y me fui de la habitación.

-Sé que volveré a Narnia cuando menos me lo espere. Tendré que esperar.-me encogí de hombros entristecida.


Habían pasado casi dos meses de lo sucedido. Mi mente ya se había acostumbrado a mi vida en Ámsterdam, tal y como era previsto, sin embargo todos los días me acordaba de los Pevensie, Jill, Eustace, Reepichep, de todos. Jamás olvidaría la gran aventura y la amistad que nos unió.

Me vestí, cogí mi mochila y mis apuntes y salí de casa haciendo el menor ruido posible para no despertar a mi abuela. Cada minuto, cada segundo que pasaba sentía mis nervios a flor de piel debido a un examen muy importante que tenía, no podía fallar de ninguna manera. Cuando salí de casa agradecí el aire fresco matutino y seguí mi camino hacia la facultad.

-¡Hannah!-me detuve al oír mi nombre y me giré.

-Hola, Katleen.

-¿Cómo llevas el examen?-me preguntó.

Katleen era una compañera de clase que, días después de volver de Narnia, ambas coincidimos en los pasillos por llegar tarde y me atreví a entablar conversación con ella. Gracias a mi viaje a Narnia conseguí tener más confianza en mí misma para hacer amigos, y así fue. Cuando conocí a Katleen me presentó a su grupo de compañeros y que a lo largo de las semanas íbamos teniendo más afinidad.

-Bien, estoy nerviosa, ayer repasamos mucho.

La chica se echó hacia atrás su mechón rubio y rio.

-Lo haremos bien, ya verás.

Durante todo el trayecto hacia la universidad fuimos repasando los apuntes, al vivir en el mismo barrio quedamos varios días de la semana para estudiar y ayudarnos mutuamente, mientras que los otros días íbamos a la biblioteca con el resto del grupo. Llegamos a la facultad donde nos esperaban el resto del grupo. Durante la espera del timbre fuimos repasando antes del examen.

-¡¡Venga chicos, aprobaremos!!-animó Berg. El chico no paraba de mover las hojas mientras que su cara iba poniendo diferentes muecas debido a los nervios.

-Berg, cuando termines la carrera, dedícate en psiquiatría, por tu bien.-bromeó Ria.

-Muy gracioso.-contestó el susodicho.

-Venga chicos, vamos para adentro.- dijo Jenkin, otro chico del grupo.

-¡Vamos a por ello!-animó Katleen.

Nos dirigimos hacia el examen, reinados todos por los nervios. Nos adentramos en el aula y dimos el último repaso antes de estar horas examinándonos.

-¡Terminamos!-anunció Jenkin alzando los apuntes, a medida que íbamos bajando las escaleras de la facultad.

-Oye Hannah.-me dijo Ría.-Vamos a ir a una cafetería nueva de la ciudad a celebrar el fin de los exámenes, vienes ¿no?

-Claro-contesté entusiasmada.

Cuando continué andando con las chicas noté la presencia de alguien, como si le conociera. Me giré de soslayo y mi cuerpo se congeló por completo. Un chico idéntico a Edmund estaba a varios metros de mi. Iba vestido con unos vaqueros, un abrigo negro y una bufanda gris rodeando su cuello.

-No vienes, Hannah-la voz de Katleen me sacó de mis pensamientos y tragué saliva sin dejar de mirar al chico.

-¿No me reconoces, Hannah?-su voz era idéntica a la de Edmund. No podía ser él. Imposible. Él había regresado a su época junto con su familia.

-Soy Edmund, Edmund Pevensie.

Le miré detenidamente y corrí hacia él, debido a ello ambos casi caímos al suelo.

-No puede ser...¿Eres Edmund? ¿El justo?-bromeé sin poder evitar que mi voz temblara.

-Soy yo Hannah, mira.-El chico sacó de su cuello el collar celestial.

-¡Hannah!-me di la vuelta y mi grupo de amigos me esperaba anonadados ante la situación.

-¡¿Pero no veis que está con su novio?-gritó Jenkin, haciendo reír a todos. Edmund y yo apartamos nuestras miradas que se habían encontrado con nuestro reencuentro. Sentí como mis mejillas me ardían debido al incómodo momento.

-¡Muy mal Hannah, no nos has dicho nada de él, ya nos pondremos al día con tu "amiguito"!-me dijo Katleen señalándome con el dedo.

Asentí sin poder hablar debido a los nervios acumulados. Se despidieron de mí entre risas y de prometerles decirles quién era Edmund. Era evidente que no les podía contar la verdad, pero ya tenía pensado algo. Edmund sería un chico de intercambio que conocí hace meses en la facultad. Era una locura, pero no podía decir otra cosa.

Cuando nos quedamos solos ambos nos miramos y pudimos evitar reírnos. Aquello no podía ser cierto, parecía un sueño. Un maravilloso sueño.

-Bueno Hannah-dijo el chico frunciendo sus labios y metiendo las manos en los bolsillos-¿Te estarás preguntando cómo he llegado a tu época y por qué?

Asentí agitada y ansiosa, deseando saber cómo diantres había venido a mi siglo. El chico me contó que antes de volver a su hogar, el Collar Celestial poseía el poder de conceder un deseo, solamente uno y debía ser en Narnia, ya que la Tierra perdía su eficacia. Nadie sabía esa información, Aslan al ser el creador del collar era el único que lo sabía y que lo confesó a los hermanos Pevensie, a su primo y a Jill. Edmund debió quedarse un poco más en Narnia para conjurar el deseo y no hubo problema pues, el tiempo al ser diferente en Narnia que el de la Tierra no tendría problemas al volver. Mientras tanto, sus hermanos, su primo y Jill estaban esperándole en casa.

-¡Dios mío!-grité de emoción-Esto es increíble.

El chico me contó que le sorprendió el cambio que había sufrido a lo largo de los años, al ser un "viaje en el tiempo" Aslan le recomendó no hablar a sus hermanos y a nadie del cambio de la sociedad, para evitar alteraciones, era mejor evitarlo.

-¿Cuánto tiempo puedes estar aquí?-le pregunté cortándole su charla sobre saltos en el tiempo. Quería aprovechar el máximo tiempo con él.

-Dos horas.

-Entonces ¡vamos!

Le cogí de la mano llevándome conmigo para enseñarle Ámsterdam y que conociera la tecnología del siglo XXI. Los dos recorrimos los canales de la ciudad, paseamos por las largas y calles decoradas por los árboles su cultura que él no conocía, sus famosos edificios, le enseñé toda la tecnología a lo que él respondía como un niño al ver tanto artilugio. Le invité a ver grandes museos y al ver que el tiempo se acaba, nos dirigimos a un parque donde la soledad y la tranquilidad reinaba.

-Es fascinante lo que ha cambiado todo-dijo Edmund, mirando asombrado alrededor.

-Mucho...

-Hannah-el chico me miró que me hizo sentir cosquillas en mi estómago y que a su vez comenzaba a ponerme nerviosa.

-¿Sabes por qué he elegido venir aquí?

Negué sin dejar de sentir nervios y cosquilleo por todo mi cuerpo.

-Me quería despedir de ti y en Narnia no lo hice como deseaba. Cuando Aslan me contó que el collar te concedía un deseo, mis hermanos, mi primo y Jill me animaron en ir hacia donde ti porque...

-¿Por qué?-arrastré mis manos entre ellas nerviosa. El chico frunció sus labios y me miró fijamente.

-Porque llevo enamorado de ti desde que te conocí.

-Edmund yo...

-Sé que lo nuestro no funcionará, pero solo quería verte una última vez. Prefiero cruzar el limbo del tiempo para verte una última vez que gobernar en un reino lleno de talismanes.

Sus palabras me habían dejado sin habla, todo me temblaba, estaba feliz, feliz porque Edmund me quería como yo le quería, pese a que todo aquello se hiciera polvo en tan solo unos minutos.

Le miré y poco a poco ambos nos íbamos acercando cada vez más. Edmund inclinó la cabeza al igual que yo dejándonos envolver por un beso. Sentía como los nervios recorrían todo mi cuerpo, mi estómago reinaba una bomba de cosquilleos y como la felicidad me invadía. Juntamos nuestras narices, nos miramos sin dejar de esbozar una sonrisa a la vez que nuestras manos se dejaban enlazar entre ellas.

El tiempo que le quedaba, estuvimos abrazados en la cómoda hierba decorada por margaritas y acompañados por los frondosos árboles. Charlamos sobre Narnia, nuestras aventuras y desventuras, entre risas pero en el fondo una tristeza innegable.

-Hannah- miré como el brazo de Edmund iba desapareciendo al igual que todo su cuerpo.

-Edmund...no- acaricié su rostro, cogió de mi pelo acariciándolo por última vez.

-Adiós, Hannah-rocé sus mejillas con mis manos y le besé antes de su marcha.

-Adiós, Edmund...-sentí como una brisa que me envolvía por todo mi cuerpo y abrí mis ojos cristalizados. Él ya no estaba.

Suspiré sin dejar de mirar a una hilera de árboles los cuales segundos antes estaba Edmund a mi lado.

Me tumbé en la hierba asimilando todo lo que había ocurrido.

-Hasta siempre, Edmund.


NARRA LUCY

Todo aquello había sido una locura, mi hermano Edmund había viajado hasta la época de Hannah para decirle que la quería. Era tan bonito pero a la vez tan doloroso, nunca me imaginé que el amor fuera tan complicado y que llegase a lastimarte de tal manera.

A la espera de Edmund, Susan permanecía regia leyendo un libro en la mesa que había en el salón, Peter miraba varias fotos de cuando éramos pequeños, mi primo, Jill y yo permanecimos callados, nadie quería hablar ante el cómodo silencio que se había formado entre nosotros.

-Quién diría que Edmund haría tal cosa por amor.-comentó Jill rompiendo el silencio.

-Tiene que darse cuenta que por mucho que le quiera, esa relación no tiene sentido.-confesó mi hermana pasando otra página leída de su aburridísimo libro.

-Lo sabemos, Su.-dije.

De pronto una luz al lado de la chimenea comenzaba a nacer y vi como el rostro de mi hermano iba apareciendo, poco a poco su cuerpo se iba materializando. Tras ello todos nos abalanzamos sobre él y no había que preguntar nada, su rostro estaba dibujado por una tímida sonrisa entristecida, al fin al cabo mi hermano sabía que a saber cuándo volveríamos a ver a Hannah. Era una pregunta con una difícil respuesta. La echaba tanto de menos, se me hacía raro no estar con ella, charlando y riéndonos entre nosotras.

Me senté en el sofá contemplando como Eustace vacilaba a Edmund ante su llegada, solo para chinchar o quizá para animarle, viniendo de mi primo, nunca se conocía sus intenciones. Susan daba consejos de que así era el destino teniendo que aceptar, y Peter y yo solo observábamos la escena. No sabía que decirle a mi hermano, nunca me había enamorado, no sabía que era amar a otra persona pero viendo como estaba Edmund, era evidente que no era agradable.

Me levanté del sofá queriendo alegrar la situación a lo que les pregunté:

-Voy a ir a por unas galletas, ¿queréis algo?- me levanté, ajusté mi falda y al ver que ninguno me respondía me dirigí a por mi comida. Cogí unas galletas y dirigiéndome al pasillo, unos suaves toques sonaron en la puerta.

-¡Lu mira a ver quién es! ¡estás más cerca!-gritó mi primo.

-Ya voy.

Cuando abrí la puerta una enorme sonrisa se me salió sin quererlo. ¡Que gran sorpresa!

-¡Chicos! ¡Es el señor Digory y la señora Plummer!-avisé contenta.

Recibí con alegría a los dos señores. Hace tiempo que no vimos al señor Kirke y fue una alegría poder disfrutar de su compañía. Les invité a entrar al salón, nuestros padres no estaban así que podíamos charlar tranquilamente. Mis hermanos y yo nos sentamos en un sofá, Jill optó sentarse en una silla y Eustace en el sofá pequeño.

El señor Kirke nos miró a todos con su característica sonrisa y su alegría.

-Bueno niños, ¿qué otra aventura habéis vivido?-preguntó ajustando sus gafas redondas.

-Ha sido maravilloso-dijo Jill, entusiasmada.

-No para otros.-comentó mi hermano Peter, que miraba a Edmund entristecido.

-Las aventuras no siempre tienen un final feliz.-dijo el señor Kirke.

-Y más si se trata de amor.-intervino la señora Plummer.

Edmund sonrió y pidiendo disculpas subió a su habitación con la excusa de que estaba cansado y que tenía que estudiar. Quería acompañar a mi hermano, a darle mi apoyo pero sabía que solo iba a ser un estrobo en aquel momento. Lo mejor era dejarle solo, a que asimilara todo lo que había ocurrido. Kirke y Polly asintieron comprendiendo la situación. Durante un buen rato estuvimos charlando animadamente. La señora Plummer pidió ir un poco al jardín, pues nos confesó que últimamente sentía mareos y que el aire fresco le ayudaba, el señor Kirke se ofreció para acompañarle quedándonos Peter, Susan, Eustace, Jill y yo solos.

-No se si os habéis dado cuenta, pero-comentó mi hermana, dibujando una sonrisa - La señora Plummer lleva el mismo colgante que él te dio Hannah, Lucy.

Todos miramos atónitos, el collar era idéntico al que la señora Polly llevaba en su cuello según Susan. No comprendíamos nada, pero Susan fue más lista que nosotros a lo que dijo otra vez:

-¡Claro! ¡El collar que te regaló Hannah es el mismo! Ninguno se puede desintegrar pues son de diferentes épocas...

-¡Serás pajarraca Hannah! ¡Es familiar de Hannah! ¡Por eso llegó a Narnia! porque es familiar suyo, dentro de muchos años lo será... ¡Es increíble! ¿No os dais cuenta?-gritó Jill con entusiasmo.

-Todo tiene sentido-corroboró Susan.

-¡Tengo ganas de ver la cara de mi primo!-rio Eustace.

-No se lo va creer cuando se lo contemos-añadió mi hermano, Peter.

Era increíble, ahora todo tenía sentido, Hannah nunca nos confesó del por qué la adquisición del collar, quizá por no alterar nada, pero nosotros ya lo descubrimos. Polly tenía una hija, que por legado familiar se lo entregaría a su hija y así llegar hasta Hannah en un futuro.

-¡Caracoles!-gritó la señora Polly-¡¿Qué es todo este alboroto, niños?-inquirió la mujer, sentándose en su respectivo sitio junto con el señor Kirke.

-No podemos decirle nada, señora.-interrumpió Peter.- Cosas de niños.

Todos sonreímos ante el comentario de Peter. Polly se apoyó más en el sillón abanicándose con la mano, mientras que el señor Kirke no dejaba de reírse. Miré el cuello de la señora intentando ver su colgante que estaba entre un pañuelo y ahí estaba. Sonreí sabiendo que de alguna manera, estaríamos conectados con Hannah.

-Bueno, voy a traer un té.-Susan se levantó con buenos modales y se dirigió a la cocina.

Mientras tanto rogamos al señor Digory que nos contase más historias sobre Narnia, para deshacernos de la tristeza de nuestra última batalla. Aunque al descubrir lo del Collar Celestial, parecía que nuestro ánimo había mejorado algo. Ojalá que el ánimo de mi hermano Edmund mejorase cuando le confesaríamos el legado del collar, quizá aquello le subiría el ánimo. Aún así tendría nuestro apoyo, éramos una familia y la familia debía de darse amor y apoyo.

Mientras tanto, todos nos acomodamos, cogimos una taza de té caliente acompañado por deliciosas pastas y nos dejamos envolver por las hermosas historias de los dos señores.



¡Bueno! ¿Y que tal? ¿Os ha gustado el viaje de Edmund para despedirse de Hannah? Este Edmund es todo un romántico en el fondo jajaja xD

Ay no me creo que este sea el capítulo final, per estoy feliz de terminar la historia que llevaba mucho tiempo sin publicarse y agradeceros a vosotros por vuestras lecturas, votos y comentarios, me alegráis muchísimo en serio. Bueno os dejo para que os vayáis preparando para el epílogo xDD

¡Besos!

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