Capítulo 13. El verdadero reencuentro
¡¡Hola a todos!!
Me he demorado muchísimo, lo sé, a demás dije en comentarios que actualizaría a finales de Mayo, y se que no he subido, pero últimamente me he sentido desanimada y desmotivada que no he tenido ganas de escribir, pero claro, no podía dejaros tanto tiempo sin actualizar, y ahora estando algo mejor por fin os traigo nuevo capítulo. Antes de dejaros leer quiero deciros que este capítulo es muuy largo, al fin al cabo he tardado mucho en subir, así que esta es la forma de deciros perdón. Ahora me callo y os dejo leer xD
Cuando el Viajero del Alba fue trasladado hacia el puerto de Cair Paravel no perdimos ni un segundo en comenzar con la restauración del navío. Día tras día arreglábamos cada parte del barco. Todos los habitantes se pusieron en marcha para dejar el navío impoluto. Peter, Lucy y Jill (junto con el resto del habitantes) se encargaron en limpiar por dentro el barco, en cambio, Susan, Edmund, Eustace, Reepicheep y yo, lijábamos la madera, restaurábamos los armarios, sillas... y cosíamos la vela.
Y llegó el día de partir hacia el gran mar de Narnia. En aquel momento yo me encontraba en una de las torres de Cair Paravel, con la mirada puesta en el hermoso mar acompañado del ruido de las olas. Sentía los nervios a flor de piel. Estaba tan eufórica en poder explorar el gran mar y sobretodo encontrar la respuesta respecto a mi gran duda.
Cogí una mochila y guardé algo de ropa en ella, también cogí mi bolso junto con mis pertenencias. Drinian nos informó que no hacía mucha falta en llevar tanta ropa, pues en el barco habría vestimenta de sobra para el viaje. Según había oído el viaje estaba programado para meses, ya que siempre podría suceder algún improvisto y siempre se recomendaba llevar más comida de lo debido para evitar cualquier problema.
Una vez preparada salí de mi habitación e ir en busca del resto del grupo. Cuando salí de mi hospedaje, toda la fortaleza estaba repleta de telmarinos y narnianos, ajetreados y moviéndose de un lado para otro, algunos de ellos cargaban armaduras en sus manos, o baúles llenos de ropa y calzado. Cuando empecé a caminar, cada dos por tres debía de esquivar a la gente, ya que algunos iban corriendo. Conseguí salir de Cair Paravel, descendí hacia el puerto y ahí mismo me topé con los Pevensie, Scrubb y Pole, sentí un gran alivio al verlos.
-¡Por fin os he encontrado!-Dije, acercándome hacia ellos.
-Tan poco era tan difícil.-Contestó Lucy, entre risas.
-No sabes la de gente que he tenido que esquivar. Está todo Cair Paravel ajetreado.
-Es normal. Si tú supieras las veces que hemos viajado en la Época Dorada...-Dijo Lucy-¿Verdad, Ed?
-Oh si, y que lo digas.-Respondió su hermano, sin prestar mucha atención a su hermana. Su mirada se centraba básicamente en el navío.
-¿Estáis listos para surcar los mares de Narnia, queridos amigos?-Preguntó el príncipe, que llegaba acompañado por su madre, y por Reepicheep.
-¡Y tanto, príncipe!-Exclamó Lucy.
-Es genial que vayamos a viajar en barco. Me has hablado tantas veces del Viajero del Alba, Scrubb.-Le dijo Jill a su amigo, Eustace.
-Te encantará, Pole. Mientras que no te marees como yo.-Respondió el aludido.
Posé mi mirada en el barco, el sol chocaba en la proa con forma de dragón dando una imagen digna de ver, y es que el Viajero de Alba no poseía un gran tamaño como otros barcos, pero su estética era maravillosa.
Entonces ya llegó el momento, los marineros avisaron de que todo estaba listo. Según el príncipe, en total seriamos unos cincuenta los que viajaríamos. El barco no poseía la suficiente capacidad para aguantar a más personas. Vi como Drinian se despedía de su madre, mientras que el resto de habitantes se iban acercando al puerto para decir adiós. Los primeros en subir fuimos nosotros. Mis piernas cada vez me fallaban más debido a los nervios, sin embargo conseguí cruzar las escaleras para acceder al navío, y una vez que estaba en la cubierta, me quedé sorprendida en cómo era el barco. Unas hermosas escaleras de madera dirigían hacia el castillo de popa. En medio de estas escaleras posaba una puerta con acceso hacia el interior.
-¿Qué te parece, Hannah?-Me preguntó Lucy, poniéndose a mi lado dando un salto.
-Es...maravilloso, no tengo palabras.
-Pues ya verás el resto. ¡Vamos a despedirnos de la gente!-Lucy cogió de mi brazo llevándonos con los demás.
Asomé la cabeza para observar como los telmarinos, minotauros, sátiros y algún enano se adentraba al barco.
-¡¿Estáis todos?!-Gritó un hombre desde la caña de timón.
-¡Ese será el capitán durante este viaje, majestades!-Nos dijo Drinian mientras que ajustaba algunas cuerdas de la vela. -¡Su nombre es Lord Poll!
-¡Majestades!-Nos saludó el capitán mientras movía el timón.
-Esto es maravilloso.-Dijo Susan, risueña.
-Seguro que te mareas.-Le bromeó su hermano mayor.
-Anda, cállate Peter.-Le respondió su hermana, riendo.
-Despediros, estamos a punto de partir.-Nos dijo Reepicheep.
Los Pevensie, Scurbb, Pole y yo, alzamos nuestras manos y gritábamos "¡Adiós, hasta pronto!"
Los habitantes de Cair Paravel gritaban deseándonos buen viaje. Soltaron las cuerdas que se agarraban al puerto, y el navío comenzaba a moverse. Soltaron las velas dejando que el viento las acariciara y proporcionándonos movimiento.
Poco a poco tanto Cair Paravel, las montañas y la playa, se empequeñecía surcándonos en el mar.
-Hasta pronto, Narnia...-Susurré mientras que todo aquel maravilloso paisaje desapareciera ante mis ojos, y se perdiera entre el mar.
Vi como mis amigos se habían adentrado en el barco, por parte de ellos había oído que querían charlar con el príncipe, pero yo decidí explorar el barco, me causaba bastante curiosear. Veía como los marineros movían algunas cuerdas, otros traían barriles. Me dirigí hacia la proa, e intenté acercarme hacia la proa con forma de dragón. Mis labios saborearon la sal y la fuerte brisa acariciaba mi cabello con mucha fuerza. Dejé mi bolso y mi mochila a un lado e intenté subirme a la cabeza del dragón.
-¿Qué estás haciendo?-Oí una voz de tras de mí, voltee mi mirada topándome con Edmund.
-Explorar.-Le contesté.
-Ahora no es el momento, Drinian nos ha dicho que debemos reunirnos con él.
Asentí y volví a coger mis cosas, colgué el bolso en mis hombros y la mochila sobre mi espalda. Seguí al pelinegro que me dirigió hacia el interior del barco, llegamos a un gran salón en donde se encontraban todos.
-Ahora ya estamos todos.-Dijo el príncipe.- Como iba diciendo, nos dirigimos hacia la isla de Galma, ahí avisaremos al Duque en el estado que está Narnia, intentaré conseguir ayuda por parte de él.
-¿Recorreremos todas las islas?-Preguntó Lucy.
-Esta vez no. Sé que con Caspian lo hicisteis, pero no ahora. Una vez atravesada Galma pasaremos de las siete islas y nos dirigiremos hacia el norte.
-¿Qué hay en el norte?-Inquirió Susan.
-No sabemos, según mi madre me ha dicho que debemos dirigirnos hacia el norte. Es extraño, pero según me ha dicho que ahí podremos encontrar la isla de los tres volcanes.
-Su príncipe no debe olvidar en poder encontrar a la Bruja de los Mares.-Intervino Lord Poll.
-Cierto amigo, cierto. Eso es todo, ahora os diré cuales serán vuestras habitaciones y así dejar vuestras cosas.
Salimos de aquella sala, y seguimos al príncipe para que nos dijera cuales serían nuestras habitaciones. Una vez llegados a una puerta, el príncipe se paró y dijo:
-Esta vez tendréis que dormir las cuatro, somos tantos que hemos tenido que ajustas algunas cosas.-Dijo el príncipe.
Cuando las abrió una gran habitación se presentaba ante nosotras, a su izquierda había una litera y a su lado opuesto otra, al fondo había una mesa de madera redonda con algunas sillas alrededor, y con un gran ventanal dando unas vistas al hermoso mar.
-Hospedaros con tranquilidad, ahora llevaré a vuestros hermanos y a Eustace a su habitación. Tendréis que compartir conmigo y con Reepicheep, que lo sepáis.
Dicho eso, el príncipe cerró la puerta dejándonos a las cuatro solas. No tuvimos problema alguno para instalarnos. Dejé mis cosas en la litera de abajo, mientras oía a Susan subirse a la cama de arriba.
-Veo que ya os habéis instalado.-La puerta se abrió y tras ella apareció Peter acompañado por su hermano y su primo.
-¿Estas bien, Scrubb?-Preguntó Jill, desde su cama.
El rostro de su amigo comenzó a tornar un color amarillo.
-Tengo que subir a la cubierta.-Una vez dicho aquello, el muchacho salió corriendo.
-Tendré que darle mi poción curativa, eso le ayudara a calmarse.-Dijo Lucy. Sacó de su cinturón un frasco y se levantó de su respectiva cama para ir hacia donde su primo.
-Pues yo me voy a echar un rato, estoy agotada.-Dijo Susan.
-¿Ya estás pensando en dormir, Su?-Inquirió su hermano, Peter. Esta hizo caso omiso y oí como se introducía en su cama.
-Yo iré a ver como esta Eustace.-Intervino Edmund.
-Voy contigo.-Le dijo Jill.
Al cabo de un segundos los dos desaparecieron dejándonos a Peter, a Susan (oía como respiraba con tranquilidad, lo cual significaba que ya se había dormido) y a mi solos.
-¿Vamos con los demás?-Me preguntó Peter. Asentí y los dos salimos de la habitación.
El día transcurrió de forma serena y agradable. Durante toda la tarde disfrutamos de un duelo que participaban el príncipe y Edmund, ya que Edmund tenía fama en Narnia por ser el mejor espadachín, y derrotándole al príncipe se vio que nadie le podía regatear su buena fama. Después de aquello todos cenamos en un gran salón disfrutando de una velada tranquila.
El cielo guardaba una noche tranquila, la marea acariciaba el barco mientras la luz de la luna formaba un puente con su luz. Como otra noche, me era imposible conciliar el sueño, y me encontraba en la cubierta, mis brazos se apoyaban mientras que mi mirada no paraba de posarse sobre la luna llena.
-Una noche tranquila, ¿No crees? -Oí como una voz me preguntaba, al principio pensaba que era Lucy, o a otro de sus hermanos, Scrubb o Pole, pero cuando giré mi mirada noté como mi corazón dio un vuelco tremendo. Era una tortuga la que me estaba hablando.
Tragué saliva y parpadeé varias veces intentando asumir lo que estaba viendo en aquel momento.
-Eres Hannah, ¿verdad?-Me volvió a preguntar el animal.
-Si.-Le dije intentando articular la palabra.
-¡Por el Mago Orión, por fin te he encontrado!
-¿Cómo?
-Deberías saber quién soy, a no ser que no hayas leído la leyenda.
-¿Qué leyenda?-Titubeé.
Entonces me di cuenta a quien tenía al lado mío. Era Cyprus... La famosa tortuga que era amiga del Mago Orión y que su leyenda contaba, que aquella persona que fuera encontrada por la tortuga seria la Bruja de los Mares. No podía dar crédito en aquel momento...entonces era yo la Bruja de los Mares. ¡Todo coincidía! El Collar Celestial y mi encuentro con la tortuga Cyprus. El puzle poco a poco iba encajando y todo aquello iba cobrando sentido.
-Cyprus...eres tú...
-Por fin te has acordado.-Dijo el animal, riendo.
-Entonces, yo soy la Bruja, esto es increíble.
-Así es, y como sabrás beberás ir conmigo hacia Ciudad del Mar para conocer al Gran Mago Orión.-Me informó el reptil.
-Imposible, hay agua de por medio ¿Cómo voy a acceder a aquella ciudad si debo atravesar el agua?
La tortuga sonrió y dijo:
-No debes preocuparte por eso. Confía en mí.
Suspiré y acepté la propuesta de la tortuga, no obstante la inquietud de atravesar el agua me invadía cada parte de mi cuerpo. Llevé la mirada hacia la tortuga pero esta ya se encontraba en el agua, su caparazón lleno de colores vivos se mecía debido a la marea.
-¡Venga, Hannah!
Suspiré y sin más dilación salté. El agua (según nos había contado Drinian, en aquel momento estaba helada) para mí fue como meterme en agua tibia. La tortuga antes de sumergirse en el mar, me dijo:
-Agárrate a mi caparazón, yo te guiaré hacia Ciudad del Mar, tú mientras tanto mueve tus pies para avanzar más.
Asentí. Tal y como dijo Cyprus, mis manos se agarraron a su caparazón y ambos nos sumergimos dentro del agua. Abrí los ojos y pude vez perfectamente las profundidades del océano, me fue extraño el poder ver a la perfección el mar, ya que los seres humanos no tenemos la capacidad de ver con claridad bajo el agua, pero para mí fue como abrir los ojos al exterior, al igual que la respiración, mis pulmones respiraban sin problema alguno y de mis labios salían las burbujas que poco a poco formaban un baile entre ellas mientras que ascendían hacia arriba.
Moví mis pies con todas mis fuerzas y poco a poco estábamos a punto de rozar la arena. Me quedé anonada de la belleza marítima. Aunque fuera de noche, podía ver los hermosos corales, las anemonas y a las miles de colonias de peces que paseaban de un lado para otro. Con una mano, acaricié las anemonas, las algas y algunos tiburones, que en un principio temía por ellos. En aquel momento me sentía tan segura de mi misma, que, solté mis manos del caparazón de Cyprus y me dejé envolver por la belleza del mar. Atravesamos rocas, acaricié los pinchos de los erizos de mar, ¡e incluso podía tocar a las serpientes marinas!
Después de atravesar aquella gran belleza lo único que se nos presentó fue el mar ausente de rocas.
-Estamos a punto de llegar a una corriente marina.-Me dijo la tortuga.
-No sabía que podemos hablar debajo del agua.-Dije sorprendida.
-Eres la Bruja de los Mares, lo cual es normal que lo puedas hacer. Venga, no perdamos más tiempo.- Agarré de nuevo el caparazón de Cyprus y continuamos con nuestro camino.
Durante todo el trayecto ambos estuvimos en sumo silencio, pero entonces, vimos la corriente marina. Esta recorría una distancia extremadamente larga, era recta, pero fijándose bien al fondo, formaba un tirabuzón. De repente, Cyprus, se paró de golpe ante este fenómeno, me acerqué hacia el mientras que movía mis brazos y mis piernas, y una vez cerca de él, le pregunté:
-Debemos pasarla por encima, ¿verdad?
-Para nada, Hannah, debemos cruzarla.
Entonces noté como mi corazón pegó un vuelvo, ¿adéntranos en la corriente marina? ¡Qué narices!
-¡¿Estás loco?!
-Cálmate.
-¡No!-No podía calmarme, como iba a hacerlo, tan solo ver aquel fenómeno de la naturaleza me causaba más miedo.
-Deberás cruzar la corriente marina quieras o no, pues es el único camino hacia Ciudad del Mar.
-¿No hay otro?-Pregunté, con la esperanza de encontrar otra manera de acceder a la ciudad.
-No.
-Maldita sea...
-¡Nos vemos en el otro lado, Hannah!-Me gritó Cyprus, que ya se encontraba en el interior de la corriente marina.- ¡Si quieres ir a Ciudad del Mar deberás cruzar por aquí! ¡Recuerda, el mayor tesoro de la vida es lo que uno disfruta!-Después de aquellas palabras, la tortuga se dejó llevar por la fuerza del mar. Ahora si estaba completamente sola, con el sonido de la corriente marina.
Medité las palabras de Cyprus, ¿Y si tenía razón? ¿Y si en realidad aquella corriente marina sería algo divertido y yo lo estaba llevando al extremo? De algo estaba segura, no lo sabría hasta comprobarlo. Entonces debía cruzar, no había otra opción. Suspiré y agarré mi colgante para asegurar que estaba conmigo.
-Allá vamos...
Moví mis brazos y piernas y noté la tremenda fuerza del mar. Grité debido a la adrenalina, y me veía como giraba sin parar debido a su fuerza, intenté estirar mis brazos y piernas, una vez conseguido, no paraba de girar pero para ser sincera, era una sensación increíble y única. Visualicé el final de esta corriente, llegaba el momento del tirabuzón. La fuerza iba aumentando y a veces no podía ver nada debido a que mi pelo era azotado debido a la fuerza. Cuando llegué al tirabuzón, no paraba de dar vueltas y notaba como me mareaba más. Cerré mis ojos dejándome llevar. La presión del mar poco a poco se iba suavizando hasta que de repente, noté como salí de la corriente marina topándome con Cyprus.
-¿Y bien?-Inquirió con una sonrisa pícara.
-Si te soy sincera, ha sido genial.
-Lo sabía. Venga, sigamos, queda menos para llegar.
Asentí, y antes de seguir con mi camino, miré por encima del hombro la corriente marina, deseando cruzarla otra vez. Cyprus y yo estuvimos un gran rato nadando, no sabía cuándo íbamos a llegar, y no había ninguna señal de nada. Pero me confundí, una enorme roca iba apareciendo a medida que avanzábamos, parecía como una gran muralla, recorría una larga distancia perdiéndose en el mar, mientras que su altura era como unos cuarenta metros.
-Debemos ascender para llegar.-Me informó Cyprus.- Agárrate a mi caparazón, llegaremos antes.
Coloqué mis manos en el caparazón del reptil y poco a poco íbamos ascendiendo. Cada vez que avanzábamos más, notaba mis nervios a flor de piel, por el hecho de conocer Ciudad del Mar, y al Mago Orión. Entonces llegamos, la muralla desapareció y ahí estaba Ciudad del Mar, ante mis ojos.
-Bienvenida a Ciudad del Mar, Hannah.
No era como yo pensaba, pequeña y discreta, no, en absoluto, era una gran metrópolis, tan grande como las famosas ciudades de donde yo venía.
La ciudad estaba rodeada por una muralla rocosa, sus edificios hechos de piedra que bien tallados estaban marcando sus ventanas y tejados, eran altos y coloridos, en el epicentro de la ciudad destacaba un gran edificio, poseía cuatro torres con las cúpulas de color rojo y unos grandes ventanales. Di gracias a la tortuga que me ayudó a avanzar debido a mis nervios.
-¡Aquí estáis, amigos!-Dijo mi acompañante.
Fijé la mirada a unos animales muy conocidos para mí. Eran Hipocampos. Estos poseían una cola larga y fuerte. Vinieron unos cuantos y me rodearon.
-Tranquila, son unos seres magníficos. ¡Llevad a la Bruja de los Mares en dirección al castillo!
Uno de ellos fue hacia mí con mucha velocidad, hizo un movimiento con la cabeza que he hizo sentarme sobre su lomo.
-Agárrate a él, y con muchísima fuerza.
Antes de que Cyprus acabara su frase, el animal nadó con una velocidad extraordinaria que casi caí de su lomo.
-¡Vete más despacio!- Pero el animal hizo caso omiso a mis palabras. Atravesamos la ciudad con una velocidad casi inexplicable. Vi que Ciudad del Mar era habitada por seres como, sirenas, tritones, tortugas, hipocampos...
El animal paró de golpe que salí rodando chocándome con una sirena.
-¡Por el Gran Mago Orión! ¡La Bruja de los Mares ha llegado!
Me encontraba tan desconcentrada que ni sabía lo que estaba pasando. Muchas sirenas y tritones fueron hacia mí, algunos me miraban extrañadas y otros alegres.
-¿Cómo te llamas?-Me preguntó una de ellas.
-¿Cuántos años tienes?-Me preguntó una segunda voz.
-¿De verdad eres tú?-Inquirió otra voz.
-¡Pues claro que es ella, pedazo de peces! ¿No veis que es una humana? Lleva el Collar Celestial y puede respirar bajo el agua. Si no fuera la Bruja de los Mares ya estaría muerta por no soportar la presión del mar y la carencia del oxígeno. -Respondió otra, de mala gana.
-Yo...
-Acaba de llegar y ¿ya la estáis molestando?-Preguntó Cyprus, que venía acompañado de otra decena de sirenas, tritones e hipocampos.
-¿Seguro que es ella? Mirándola no parece ni una Bruja.
-Claro que lo es, Nell.-Respondió la tortuga.-Sígueme, Hannah.
Pero no fui sola junto con Cyprus, todas aquellas sirenas y tritones fueron conmigo preguntándome por mi nombre, edad y cual era mi origen. Quería responder a sus preguntas pero me sentía tan abrumada que no podía.
-Amigos, como ya sabéis, el castillo está ausente de agua, lo cual solo Hannah podrá entrar, ahí mismo se topará con el Mago Orión. Os avisaremos si surgen otras novedades, de momento correr la voz de que ella ha llegado y que el Gran Mago está por recibirla.
-Asique su nombre es Hannah.-Oí como decía una sirena.
Las criaturas asintieron y azotaron sus fuertes colas desapareciendo de allí.
-¿Cómo que debo entrar solo yo, Cyprus?
-El castillo no hay agua, solo el Mago Orión vive ahí, con su magia hace que el agua no se introduzca y quede al margen. Ahora para acceder, deberás atravesar las puertas que permanecen cerradas, podríamos ir por los ventanales, pero debido a la magia que deposita el Gran Mago no se puede.
-¿Y cómo la atravieso? No puedo, es imposible.
-Oh claro que puedes, utiliza el poder del Collar.
Fruncí mi ceño sin comprender sus palabras. Entonces mi colgante, la pequeña piedra comenzó a brillar. Esta irradiaba un color azul potente pero a su vez suave.
-¡Entra!
Nadé como pude y conseguí atravesar las dos grandes puertas que adentraban al enrome castillo. Debido a la carencia de agua caí al suelo. Me levanté con dificultad debido a mi caída. Mi vestimenta se encontraba seca al igual que mi cabello, lo cual me fue extraño, debería estar mojada de arriba abajo. Tragué saliva e intenté buscar al Mago, pero lo único que había era unas grandes columnas color crema que recorrían gran parte de la entrada, en su techo abovedado posaba un gran dibujo de un león matando a una mujer, mientras que en segundo plano aparecían rostros de narnianos luchando a sangre fría. La pintura era digna de ver, hermosa y con sumo detalle. Fijándome más en ella, vi los rostros de los Pevensie, no podía dar crédito, entonces, Aslan era un león.
Oí unos pasos ligeros obligándome a girar mi cabeza haciéndome topar con un hombre, este llevaba una túnica azul oscuro, su barba puntiaguda rozaba casi el suelo y en sus manos traía con él un cetro mágico, podía verse que era de cristal y en la parte superior descansaba una piedra, idéntica a mi collar.
-¿Eres tú, el Mago Orión? -El hombre asintió y me sonrió.
-Veo que ya controlas bien tus poderes.-Me dijo.
-¿Poderes? No tengo ninguno.
-¿Y cómo me explicas el haber entrado aquí? Se requiere magia para acceder aquí.
-Bueno, mi collar ha empezado a brillar.
-Entonces tus poderes están empezando a florecer en ti, pero deberás trabajarlos, algunos pueden llegar a ser muy letales.
-¿Entonces de verdad que voy a tener poderes?-Pregunté sorprendida.
-Ya los tienes, proceden del collar. Pero antes de ir al grano, acompáñame Hannah. ¿Tendrás hambre, no?
-Bueno, he cenado algo de pescado.
El mago asintió y le seguí.
-¿Puedo hacerte una pregunta?
-¿Solo una? Pensaba que me ibas a estallar con muchas más.-Dijo el hombre riendo, mientras que recorríamos el castillo.
-¿Quién ha pintado el mural de la entrada?
-Yo la pinté.
-Es maravillosa, de verdad.
El mago no dijo palabra alguna, y yo preferí quedarme callada, no quería parecer una charlatana.
La sala en la que ambos entramos era muy inmensa, era circular y en su pared descansaban miles y miles de libros en estanterías, el techo estaba formado por una cúpula que a través de ella podías apreciar el mar y como pocos rayos de la luna lo atravesaban.
Me coloqué en medio de la habitación mientras que Orión chasqueó sus dedos y en sus manos traía una manzana. Me la lanzó y la atrapé con mis manos.
-Mi fruta favorita... gracias.-Dije y seguidamente di un gran mordisco.
El mago no dejaba de clavar sus ojos azules sobre mí.
-¿Ocurre algo?-Le pregunté.
-Ha pasado tanto tiempo...-dijo sin apartar su mirada. -Has crecido mucho desde la última vez, Hannah.
-¿Ultima vez? Es mi primera vez que piso este mundo.-Por muy segura que sonara mis palabras pude ver en los ojos del mago que no era cierto.
-Debes saber la verdad, antes de que tire el tiempo hacia adelante.
-¿Qué verdad?-pregunté temblando.
El hombre suspiró y dijo:
-Te voy a mostrar algo, pero prométeme que no preguntaras, no hablaras y sobretodo no dirás nada hasta que esté todo mostrado.
-No te lo puedo prometer si no me dices lo que está pasando.
-No tienes otro remedio que hacerlo, Hannah.
Suspiré y deje mi cabezonería hacia un lado y asentí.
El mago se colocó en una esquina, alzo sus manos junto con su cetro, pronunció unas palabras inatendibles para mí, su piedra que descansaba en su cetro comenzó a brillar con mucha fuerza. Poco a poco todo lo que había a mí alrededor iba despareciendo mientras que el lugar en el que estaba se iba sustituyendo por otro, y a medida que pasaba los segundos el lugar iba cogiendo forma a un sitio muy familiar.
-No puede ser...-El lugar en el que se había sustituido era mi antiguo hogar.
-¡Abuelo!-Oí como decía alguien.
Al ver a la persona que había pronunciado aquellas palabras mi alma se congeló. Era yo de niña. No podía dar crédito a lo que estaba viendo, era mi sueño lo que se estaba proyectando, lo sabía perfectamente, pues en aquel momento se encontraba Teresa y como los tres charlaron sobre el juego, y como Teresa y yo corríamos hacia el piso de arriba.
-¿Qué está ocurriendo, Mago Orión?-Miré al mago, su silueta era nítida y apenas se le podía apreciar en aquella escena.
-Sigue a tu antigua tú y observa.
Subí al piso y seguí a la pequeña Hannah.
Vi el hermoso armario de mi bisabuela y me adentré en el llevándome a aquel supuesto bosque.
-¡Vaya, no sabía que el armario de la abuela tenía un bosque!-Le oí decir a mi pequeña yo.
Cerré mis ojos tapándolos con mis manos pensando que ocurría como en aquel sueño, pero no fue así, el agujero que tragaba todo a su paso no estaba, todo seguía igual.
-Vamos a llegar tarde al banquete que la reina ha organizado, y todo por tu siesta, Trumpkin. ¿Qué dirán sus majestades? La impuntualidad es algo que no me lo debo permitir y tú lo sabes.
-¡Bobadas! Llegamos bien, confía en mí por una vez en tu vida como tejón.
-Trumpkin, mira eso.
-¿Es una niña?
-Eso parece.
-Pasa de ella, corre vamos.
-¡Insensato! No vamos a dejarla sola, vamos a preguntarle, quizá se haya perdido, pobre.
Vi como aquellas dos criaturas, Trumpkin y Buscatrufas se acercaban a la pequeña Hannah, mientras que yo me acerqué hacia ellos.
-Hola, querida ¿te has perdido?
-¿Qué sois vosotros dos?
-¿No nos ves? Somos un tejón y un enano.
-¡Sabía que existían los enanos! mis padres nunca me creen y mi hermana tampoco, es lo que tiene ser la pequeña de la casa. ¿Cómo os llamáis?
-Yo soy Buscatrufas.-Dijo el tejón agachando su cabeza.
-Yo Trumpkin. -Dijo este de mal humor.
-Puedes llamarle el enano gruñón.-Susurró el tejón a mi pequeño yo.
La pequeña Hannah rio y dijo:
-Un placer, mi nombre es Hannah.
-Quizá suene extraño Hannah, pero, ¿eres una hija de Eva?
-¿Hija de Eva? No, mi madre se llama Magalí.
-No, me refiero si eres humana.
-¡Pues claro que lo soy! ¿Qué pensabais que era?
-Un espectro.-Dijo el enano, rodando los ojos.
-¡Trumpkin!-El tejón le dio un codazo a su compañero, pero este solo rodó sus ojos y preguntó:
-¿De dónde provienes?
-De mi casa de mi abuela, de ahí.-Respondió ella señalando la dirección con su dedo índice.
-No puede ser... ¿Estás pensando lo mismo que yo, Trumpkin?
-Sí, que llegaremos tarde al banquete.
-¡Por la melena de Gran León, no! ¿Te acuerdas de donde provenían El Sumo Monarca Peter y sus tres hermanos?
-Creo que era un lugar llamado "Tierra". Que nombre más original.
-¿Cómo se llama el lugar de dónde vienes, Hannah?
-La tierra, ¿por qué?
-¿No te parece extraño que una Hija de Eva acceda a Narnia del mismo mundo que El Sumo Monarca Peter?
-Un poco, ¿Qué debemos hacer, tejón?
-Vamos a llevarla al banquete, el rey Levian sabrá que hacer.
Vi como los tres empezaron a moverse dirigiéndose hacia la fortaleza. Sentí una corazonada lo cual les seguí. Los tres recorrieron Narnia llegando hasta la gran fortaleza de Cair Paravel. Aunque seguía viendo aquello no comprendía nada, una red de confusión se tejió en mi cabeza sin poder deshacerse por mucho que pensara en ello.
-¡Por fin habéis llegado!-Vi como un sátiro se acervaba hacia los tres invitados.
Los acompañados se adentraron en Cair Paravel envolviéndose en aquel gran banquete.
Pude ver al rey Levian, en aquel tiempo era un rey joven, su melena era castaña y su carisma se reflejaba en su rostro, este iba acompañado por una hermosísima mujer, pero algo me dejó anonada, no era Esmeralda, esta poseía unos ojos avellana y una larga melena ondulada y rojiza como el fuego.
-¿Y tú eres?-Preguntó la reina.
-Hannah.
-Es un gran honor que hayas venido a este banquete, pequeña, debes de venir muy lejos.
-No te creas, he venido desde un armario, ¡¿No es increíble?!
-Y tanto.-La reina rodeó a la pequeña Hannah sobre sus hombros y la guio hacia una mesa de comida.-Quédate aquí y come algo, ahora regreso, ¿de acuerdo?
-¿Crees que puede ser ella, la Bruja de los Mares?-Preguntó la reina a su marido, y a un grupo de soldados.
-¿No es muy joven? A demás, no posee el Collar Celestial.
-Debería venir Alsan, él tiene respuesta para todo.-Dijo un solado narniano.
-Aslan aparece en el momento en el que menos te lo esperas, pero no penséis que vendrá. Debemos pensar por nosotros y averiguar por qué ella está aquí.-Intervino Buscatrufas.
-Podría quedarse unos días, y averiguar, iré leyendo libros, tu madre seguro que me ayuda, Levian.-Dijo la esposa del rey.
Levian asintió y a continuación apareció una mujer algo mayor acompañado de un hombre de su edad.
-¿Cómo estáis, Rilian?
Según mis cálculos, aquel suceso ocurrió hace años, ya que Rilian aún seguía vivo, y Levian era aún joven.
-No podría estar mejor, gracias señor.
El mago Orión me mostró en como supuestamente yo pasaba allí los días en Narnia, como charlaba con todo el mundo, e incluso me enseñaron a la pequeña Hannah a usar el arco y la espada.
-Quiero presentarte a alguien Hannah. Ven Drinian, no seas vergonzoso.
En aquel momento los tres nos encontrábamos a las afueras del castillo, concretamente en el puente levadizo.
Una diminuta cabeza con un cabello dorado asomó su mirada detrás del vestido de su madre.
Mi pequeño yo se acercó hacia él y le entregó una figurita de madera.
-Mira lo que me han dado el señor tejón, te lo doy, yo tengo muchos. Toma.
-Gracias...-Dijo el joven Drinian, mientras que sus mofletes cogían más color del que ya estaba. -¿Es un león?
-Es Aslan. ¿Sabes que el mató a la Bruja Blanca?
-Sí...
-Hannah ha llegado hace unos días y ya controla la historia de Narnia, a ver si tú coges ejemplo eh Drinian.-Le dijo su madre, risueña.
-Sí, madre.
-¿Quieres jugar conmigo, Drinian? Podemos ir de caballeros mientras que viajamos por sitios desconocidos.
-Vale.
-¡Pues ven conmigo! ¡Mira, aquí están todas las figuritas que he hecho con el tejón! ¿No son increíbles?
El niño solo asintió y ambos se sentaron enfrente del otro, su madre se adentró en el castillo no sin antes decirles a unos de los guardias que controlaran a los dos pequeños.
-¿De dónde vienes?-Preguntó el rubio.
-De Ámsterdam.
-¿Dónde está eso?
-Está muy cerca, hace unos días crucé el armario de mi bisabuela y me encontraba aquí.
-¿Volverás?
-Claro, debo irme, seguro que me estarán buscando, pero te prometo que volveré y seguiremos jugando. Pero tranquilo, primero jugamos y luego avisare que debo irme.
Drinian solo asintió y los dos estuvieron jugando un gran rato, pero entonces algo ocurrió.
-Pero mira que tenemos aquí.
Uno de los lobos de Jadis se encontraba en el puente levadizo, observé a los dos soldados pero ambos yacían muertos en el suelo rodeados por su propia sangre.
-No os mováis, no compliquéis las cosas.-Dijo uno de esos lobos.
-¿Qué queréis de nosotros?-Preguntó Drinian, mientras que se levantaba y sus ojos azulados se iban cristalizando.
-Solo queremos un poco de carne humana, ¿no es así, compañero?
-Así es, haced todo sencillo y todos saldremos ganando.
-¡Dejadnos en paz!-Vi como gritó la pequeña Hannah, mientras que su cuerpo temblaba.
Drinian cogió le cogió la mano y antes de que pudieran escapar uno de esos lobos intentó abalanzarse sobre los dos pequeños, pro entonces, mi yo se giró, estiró una de sus manos como modo de defensa y una enorme bola de fuego salió de sus manos. Los lobos salieron ilesos y corrieron sin parar perdiéndose en las profundidades del bosque.
-¡¡Hannah!!! ¡¡Drinian!!-Levian, su mujer, Adalet, Rilian, Buscatrufas, Trumpkin y varios soldados acudieron a la escena del suceso. Drinian no hacía más que llorar debido al susto, pero yo no paraba de fijar mi mano, pues esta estaba intacta, no había rasguño de ningún tipo.
-¡¡ ¿Qué ha pasado?!!-Preguntó Levian a su hijo, mientras que su mujer me daba la mano y me dirigía con ellos. Otros de los soldados envolvieron con telas los dos cadáveres alejándolos de allí.
-¿Qué narices ha pasado, Levian?-Preguntó la mujer de Levian a este.
-No lo sé, Irithn, no lo sé.
El mago me mostró como marchó aquel día: Cair Paravel cerró sus puertas y nada más hacerlo acostó a Drinian y a la pequeña Hannah. Mientras tanto los dos monarcas permanecían en sus aposentos charlando sobre lo sucedido.
-Debemos llamarlo, Levian.-Dijo Irithn, mientras que se asomaba a una de las enormes ventanas que daban paso al magnifico mar de Narnia.
-¿A quién?
-A Orión, debemos llamarle, si han sido los enemigos de Jadis, debemos saber cómo han huido, es extraño que no hayan matado a nuestro hijo y a Hannah.
Después de una larga charla entre ambos reyes por fin se afirmó la llamada hacia el Mago Orión, pero antes acudieron Adalet, su esposo, Trumpkin y Buscatrufas.
-¿Cómo hay que llamarle?-Inquirió el tejón.
-Debemos pronunciar estas palabras todos a la vez, e intentaremos que venga.
Todos pronunciaron unas palabras para atraer al mago, y en menos que cantaba un gallo apareció.
-Mago Orión, es un honor conoceros.-Dijo Levian.
-El placer es mío, su majestad. Sé la razón por la que habéis llamado. Ella está aquí.
-¿Quién?-Inquirió el enano.
-La Bruja de los Mares.
-¿Dónde está?-Preguntó el rey.
-Ella es Hannah Patterson.
Vi como todos los presentes en aquel momento quedaron petrificados, ni siquiera vi un ojo parpadear por parte de ellos. Vi como el Mago les explicó que yo era la Bruja de los Mares, y el hecho de no tener el Collar Celestial no tenía nada que ver, pues la magia de Narnia era tan inteligente que sabía elegir, no obstante, el mago sabía que era bisnieta de Polly Plummer, y que hace mucho tiempo su cuello era custodiado por aquel objeto, y el mismo sabía yo era la Bruja.
Yo, en cambio, no podía asimilar lo que estaba viendo en aquel momento. Antes de seguir en mis pensamientos, el mago cambió la escena y la sustituyó por otra. En dicha escena se encontraban los mismos personajes.
-¡No puedes borrarle la memoria, Mago Orión! ¡Va en contra de su voluntad!-Gritó el rey.
-Debo hacerlo, puede ser peligroso para ella. Si regresa a su hogar se acordara de Narnia, querrá volver y estará en peligro. Los lobos que han sobrevivido en aquel ataque ya habrán informado a sus aliados y que pensáis que harán, atacar.
-¿Volverá?-Preguntó Irithn, con un hilo de voz.
-Tendrá que hacerlo, pero cuando regrese no se acordara de nada.
-¿Y qué pasa con nosotros?-Inquirió Trumpkin.
-Tendré que borrar la memoria todo aquel que ha tenido relación con Hannah, para que jamás piensen que la Bruja estuvo aquí.
-Drinian... ¿Qué pasa con él?
Orión miró a la madre, en sus ojos se podía ver dolor. El mago la miró y le dijo:
-Se le borrara la memoria. Sé que ha establecido una buena amistad con la chica, pero debo hacerlo, lo siento.
-Hazlo.-Dijo Levian-No podemos seguir con esto, cuanto antes se nos borre la memoria más antes terminamos. Empieza ya, Mago Orión.
Todo el grupo asintió con tristeza en su mirada. El mago asintió.
-Cerrad vuestros ojos.
Todos hicieron caso a las palabras del mago, este pronunció unas palabras y aquella escena, como todas las que se me habían mostrado se fueron pasando como si estuviera rebobinándose hasta llegar a una escena muy diferente. Todo mí alrededor cambió y la imagen que se adaptó fue la habitación de mi abuela, mi pequeña yo permanecía dormida tumbada en la cama.
-Mira en donde se ha metido nuestra Hannah.-Mi abuelo entró junto con mi hermana.
-¿Significa que he ganado?-Preguntó mi hermana, entusiasmada.
-Habéis empatado.-Dijo mi abuelo, mientras que cogía a la pequeña Hannah cargándola en sus brazos. Mi hermana solo rodó los ojos y dijo:
-No es justo. Quiero la revancha.
-De acuerdo, pero antes salgamos de aquí, ya sabes que a vuestra abuela no le gusta que entréis en su habitación.
Antes de que los tres salieron del cuarto de mi abuela, mi abuelo miró el armario.
-Cierra el armario, Teresa, como se entere de que ha sido abierto me veo troceado por la señora.
Teresa rio ante el comentario y cerró la puerta.
-Es el armario más extraño que he visto en mi vida.
-Lo es, pero para vuestra abuela es muy especial. Venga, vámonos.
Y todo aquello desapareció volviéndome a la realidad. Yo seguía en el centro de aquella habitación.
-¿Me borraste la memoria, Mago Orión?-Pregunté con toda la impotencia del mundo.
-Sabes por qué lo hice.
-¡¡Fue en contra de mi voluntad!!
Me sentía llena de coraje y tristeza. El mago había borrado todos mis recuerdos, era como si me había arrebatado una parte de mi vida.
-¡¡Cuando llegué a Narnia "por primera vez", les grité a los Pevensie y al rey Levian pensando que era una broma, y tú ahora me enseñas que me borraste la memoria por que a ti se te antojó!!
-¡Era por tu seguridad, Hannah! ¡¿O es que no te has dado cuenta?!-Di un gran respingo ante el grito del mago.- ¡¿Crees que me satisfació ver como os borraba la memoria a todos?! ¡No, en absoluto!-El mago echó un gran suspiro intentando relajarse y prosiguió:
-Como todo niño, la curiosidad predomina en su personalidad, y sé que si no te hubiese borrado la memoria anhelarías poder entrar en Narnia, al igual que la reina Lucy cuando regresó a su mundo. Sabía que si volverías habrías sido atacada por el enemigo y estarías muerta, pero al borrarte la memoria a ti y a todos conseguí manteneros todos a salvo, pero sabía una cosa, todo aquel que entra en Narnia regresa. Y tú lo has hecho.
Conseguí relajarme y una vez que me había tranquilizado pregunté:
-¿Me volverán a recordar?
-No, una vez que empleas el hechizo del olvido no se puede retornar.
Sentí un gran vacío en mi corazón, tan solo pensar que Busctrufas, Trumpkin, Adalet y Levian jamás se acordarían de mí, y el pobre Drinian, aquel niño tímido y reservado que por fin encontró una amiga para jugar, se le borró la memoria sin saber que tuvo a alguien en que confiar y poder ser el mismo.
¡¡Taachaaan!!
Así que si, Hannah accedió a Narnia cuando era niña.
Y bien, ¿Que os ha parecido? Espero que os haya gustado el capítulo.
Intentaré publicar el siguiente pronto, y tranquilos, no me demoraré tanto. XD
!!Besos y gracias por todo vuestro apoyo de verdad!! <33
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