VI. El pacto
Dispuesta a irme de cubierta alguien me agarró del brazo, observe de reojo contemplando al joven Rodrick.
—¿Podemos hablar señorita? Si no os importa. Vamos a mi camarote.
Asentí levemente y me dejé guiar por él hacia su camarote. Estaba alerta por si acaso. Rodrick sonrió al notar el recelo que tenía hacía su persona.
—Puedes estar tranquila. No te haré nada que no quieras –Me observo y habló con la picardía que emplearía cualquier pirata —Nosotros respetamos a nuestros pasajeros, sobretodo si es una dama –Se sentó contemplandome serio. Su semblante cambió instantáneamente —Ahora que sabes el secreto del capitán ciego, no puedo dejarte ir. Espero que comprendas la razón.
Le miraba con el ceño fruncido, su tono brusco y la forma de hablar tan informal que tenía, me ponía nerviosa. Todo el tiempo que estuve en Gribbland me había acostumbrado a hablar como los nobles. Encogía mis hombros con levedad mirándolo.
—Explique la razón por la cual queréis retenerme en vuestro barco. No intente ocultarme más de lo que debería, es justo que sepa toda la información.
Empezaba a cansarme de la situación en sí, tenía ganas de tomar el aire y olvidarme de todo lo que había visto anteriormente. El hombre se sorprendió por mis directas palabras. Se había quedado callado unos minutos observando el mapa que había plasmado en la mesa.
—El capitán tiene un pacto importante que cumplir, no puedo dejarte libre por la simple razón de que no puedo confiar en nadie, una palabra al respecto y todo se acabará y moriremos ¿entiendes? Creo que eres una mujer inteligente y especial para entender lo que te estoy diciendo.
—Bien y ¿vos sois lo suficientemente inteligente para saber por qué soy especial? El capitán no es idiota, supo con solo olerme lo que soy realmente. La mayoría de vuestros hombres no han navegado jamás, son simples vagabundos que buscaban una vida mejor ¿Me equivoco? Otra minoría son piratas agazapados en su propio miedo. Cualquier pirata hubiera intentado abusar de una mujer.
Había observado durante todo este tiempo el comportamiento de cada uno de ellos. Lo tenía claro.
—No me equivoqué contigo. Eres inteligente. De acuerdo bonita, podemos llegar a un trato –Colocó sus pies sobre la mesa con brusquedad pudiendo apreciar en las suelas de sus botas la sangre que había pisado recientemente, incluso había algún que otro pequeño trozo de carne incrustado.
Le miraba expectante, esperando una respuesta por su parte. Mi paciencia se estaba acabando y solo tenía en mente la misión en la cual me involucré. El joven pirata me sonrió, su mirada reflejaba tranquilidad. Ahora él tomaba mi papel.
—¿Estarías dispuesta a ayudarme a encontrar una reliquia a cambio de tu libertad? Siéntete afortunada, no hago esto por nadie. Me has gustado, no eres nada común, por lo que te confío esta misión –Entre sus manos tenía un mapa, el mismo que estaba anteriormente sobre la mesa antes de que colocara sus mugrosos pies en la misma —También debo decirte que debo colocarte una marca para asegurar tu regreso.
—¿Una marca? –Pregunte con seriedad.
—Sí, es un pacto al fin y al cabo, pero debo advertirte que habrá veces que no te sentirás bien. Tendrás algunos síntomas.
—¿Que tipo de síntomas? Quiero asegurar mi integridad.
—Tienes que acostumbrarte a ella, al principio puedes sentirte cansada, mareada y con fiebre.
Me quedé pensativa por unos segundos, pero llegué a una conclusión y afirme con la cabeza a lo que me dijo.
—Bien, entonces yo también te dejaré una marca –Mis modales a la hora de hablar se estaban perdiendo por completo. Ese pirata me ponía de los nervios.
—¿Que tipo de marca señorita? Espero que sea placentero –Sonríe con picardía que con mi mirada firme terminó desvaneciéndose.
—Bien, no estoy para perder el tiempo. También tomaré mis propias medidas. Es solo una marca para asegurar vuestro pacto.
Me aproxime a él dibujando con la punta de una flecha sobre la piel de su brazo un símbolo rúnico. El joven hombre me miró y me dejó hacer la marca para a continuación colocar su mano sobre mi muñeca y plasmar otro símbolo muy distinto al mío. Era enigmático.
—Mujer, cumple con tu misión, espero que no me decepciones por que he apostado todo por tí. Comprueba el mapa y no ignores su contenido. Podré comunicarme contigo a través del símbolo. Cuando anclemos en Braavos comenzará todo.
—¿Me consideras inteligente no? Pues no hay nada más que hablar –Un atisbo de molestia se apoderó de mi rostro.
—Te considero inteligente para guardar el secreto. No creo que seas tan estupida como para ir diciéndolo a todo el mundo. Tu vida está en juego y lo delimita esa marca. Puedes retirarte a descansar. Ha sido un día duro –El joven no parecía molesto con mi actitud, todo lo contrario, le resultaba divertido verme de esa forma
—Buenas tardes Rodrick –Sin pensarlo dos veces salí rauda del camarote. Necesitaba tomar el aire y despejar mi mente.
Me senté en un barril que había en cubierta abriendo el mapa y contemplando su contenido; la isla del basilisco estaba plasmada en el mapa, según había escrito, la reliquia tenía forma de un basilisco rodeando una esfera con un extraño idioma. Nadie jamás había conseguido encontrarla ¿Sería una leyenda? No lo sabía con certeza pero ese sería mi destino después de concluir con mi otra misión. Volví a enrollar el mapa con cuidado y lo guardé en mi bolsa de cuero para protegerlo de la humedad. Realmente no me gustaba que ese hombre hubiera cedido fácilmente ante mis palabras, tenía un mal presentimiento respecto a ello, pero no había otra opción, debía cumplir con mi cometido si no quería salir perjudicada. Deje la mente en blanco y cerré mis ojos relajandome gracias a la brisa del mar que me envolvía con su mejor fragancia.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top