IV. Mjolnir, el protector

La noche se tornaba cada vez más fría, aunque para mí era reconfortante. Estaba sentada apoyando mis brazos levemente sobre la mesa concentrada consultando las runas, lo que me contó Cristoph me tenía preocupada. Despues de contemplar las runas mantuve mis ojos cerrados y mi semblante relajado. El tiempo transcurría pero para mi se había detenido. Abrí mis ojos llevándome una de mis manos a la boca; no me lo podía creer. Las runas me aconsejaron sabiamente y me ayudaron a ver más allá junto a mi videncia; La familia de Cristoph se encontraba dentro de una jaula, en muy malas condiciones; Sus aspectos eran lamentables con múltiples moratones y cortes en las extremidades. Los tripulantes agarraban sus cabellos con firmeza hasta tal punto de arrancarlos, la escupían y desgarraban su ropa. Las niñas lloraban atemorizadas intentando buscar el consuelo de su madre, la cual estaba siendo torturada. Me levanté de la mesa temiéndome lo peor; desconecté instantáneamente mi mente quedándome en blanco, no quería ver lo que sucedería a continuación.

Observe a Cristoph que dormía plácidamente en la cama. Me acerqué a él arrodillandome a su lado, colocandole un amuleto que siempre llevaba conmigo; Simboliza el martillo del Dios Thor, que protege y transmite la fuerza necesaria a su portador. Era lo menos que podía hacer por él en estos momentos. Me levanté y me fuí hacía el escritorio sentándome y tomando una pluma. Decidí escribir a un buen amigo mío que es marinero de aguas saladas. Conocía cada rincón del mundo; Las runas me indicaron que el barco se dirigía a Braavos. No tenía tiempo que perder.

Querido Atross de aguas bravas

Necesito más que nunca tu grata ayuda. Hay un barco con el símbolo de un calamar sobre las velas que se dirige hacía Braavos. Tienen secuestradas a la madre y hermanas de un niño que me encontré en un bosque cuando me dirigía hacía la ciudad de Lys. Confío en vos para poner fin a todo esto. Tomare un barco y partiré hacía tu encuentro.

Aldara Dryslade

Había calentado un poco la cera para después sellar el sobre. Hugin me miraba esperando a que le entregará la carta. Se la ofrecí y luego acaricie su plumaje

—Debes volar hacía Braavos y entregar esta carta a Atross, el marinero de aguas bravas.

Hugin graznaba con afirmación alzando el vuelo en cuanto abrí la ventana. Abrazaba el cielo nocturno con sus alas. Cerré la ventana y me senté contemplando el cielo que una vez contemplaron mis antepasados.

—Cristoph, Mjolnir te protegerá en mi ausencia –Murmure para mí misma

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La brillante luz de sol me había despertado; sabía que hoy era el día.
Me levanté con levedad observando como Cristoph aún dormía plácidamente, no quería despertarle al verlo cansado, pero era necesario para explicarle mi ida. Me acerqué acariciandole el cabello, llamándole con suavidad. Cristoph abrió los ojos por la insistente llamada, me miró y me dedico una cálida sonrisa

—Puedes irte tranquila, sé que estarás bien –Dijo incorporándose sin apartar la mirada de mí.

—¿Como sabéis que me voy?.. acaso vos..

—Escuché la conversación que tuvistes con las sirvientas. Fue casualidad, ya que iba al retrete.

—Entiendo.. entonces solo cumplid con vuestra parte. Esperadme a que vuelva y mantente a salvo –besé su frente y me incorporé.

Cristoph me miraba en silencio; por un momento agradecí de corazón que entendiera la situación y actuará adecuadamente conforme a ello. Tome mi bolsa de cuero y salí de la habitación. Cristoph se tumbó de nuevo percatandose del amuleto que le di acariciando con sus pequeños dedos el mismo.

—Lo cuidaré hasta que vuelvas –susurró cerrando sus ojos tranquilamente para caer de nuevo en un profundo sueño.

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