Las Cosas que No nos Dijimos (2/3)
Parte Dos; un conejo rojo quiere ser invisible ante el mundo
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Bodoque no había bebido tanto jugo en polvo en toda su vida.
Siempre había tenido recaídas, días felices, días horrendos o simplemente días. Su estado de ánimo sube y baja cual olas en un océano. Pero hoy no era un océano, era un tsunami, únicamente trayendo desgracias y lastimando a la gente.
–Eres un bueno para nada, deberías tirarte de un puente–Dijo al mirarse al espejo después de echarse agua en la cara. Lleva está semana sin dormir bien, y al igual que Tulio, no quiere ver a nadie.
Juan Carlos ya se ha dicho de todo. Desde fracasado, hasta desperdicio de oxígeno. Pero está vez, una palabra nueva se añadió a su lista: cobarde.
Cobarde por no querer salir de casa. Cobarde por no ignorar los comentarios de la gente. Cobarde por no querer ver a Tulio. Cobarde por no querer confesarse a Tulio. Cobarde por no arriesgarse a besar a Tulio. Cobarde por no haberle demostrado su amor antes. Cobarde por limitarse a pensarlo y no en hacerlo.
–Maldito cobarde...muérete de una vez–Se dice frente al espejo. Sale del baño y se deja caer en el sofá. Mirando el techo, tratando de ordenar sus ideas. Él ya había estado en el foco del escándalo, pero nunca de una forma tan íntima. Ya había surgido aquello de la tercera temporada con el "Extra, extra, Tulio Triviño y Juan Carlos son novios". Pero pasó de moda muy rápido, esto no. Esto es un desastre.
Bodoque cierra sus ojos e indaga en sus recuerdos. Sabe el momento exacto en que su corazón empezó a later por Tulio Triviño. Todo se remonta a cuando eran niños, y eran exploradores de la patrulla Apumanque.
–Lo recuerdo muy bien...–Dice Juan Carlos en voz alta antes de abrir ese baúl de recuerdos en su cabeza...
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Para el par de niños, perderse era lo normal. Siempre que salían a explorar terminaban en medio de la nada. Con ocho años, Juan Carlos y Tulio ya habían formado una amistad y eran inseparables. Pero eso no evitaba que pelearan, y siempre que se perdían terminaban discutiendo.
Casi siempre por culpa de Tulio y su estupidez andante.
–No puedo creer que le hayas dejado el mapa a Juanin, ni siquiera sabe hablar–Comenta el pequeño Juan Carlos de ocho años–Y peor aún, ni siquiera vino al campamento.
–Bah, tonterías, no necesito un mapa–Responde el pequeño Tulio de también ocho años.
–No, necesitas un cerebro.
Ambos niños caminan sin rumbo por el bosque, cruzando por un pequeño río y tratando de no pisar algunos insectos. Llegan a una zona roscosa, no han avanzado mucho ya que no ven a nadie a la redonda.
–Hay que volver–Sugiere Juan Carlos, la tensa atmósfera del bosque empieza a asustarlo, al contrario de Tulio quien sigue bastante tranquilo.
–Puedo sentirlo, no falta mucho–Pero lamentablemente la suerte de les terminó. Escuchan ruidos extraños, ambos niños se detienen, y en menos de un minuto se dan cuenta de que están siendo acechados.
Tulio casi de inmediato toma la mano de Bodoque, quizás para sentirse seguro o para decirle al niño mitad conejo de que no pasa nada. De igual forma, Bodoque envuelve su mano con la de su amigo.
El animal que los acecha aparece, se trata de un puma, quién camina lentamente alrededor suya, con la mirada fija en sus presas. Tulio quiere gritar pero el aire se le escapa de los pulmones, también empieza a temblar.
–A la cuenta de tres nos damos la vuelta y corremos–Susurra Juan Carlos, tratando de mostrarse seguro–Uno...dos...¡tres!
El par de niños corren dándole la espalda al animal quien rápidamente se abalanza tratando de capturarlos. Se convierte en una persecución, un puma corriendo y mostrando los colmillos contra un par de niños gritones. Y como era de esperarse, gana el puma quién se abalanza sobre Bodoque, capturandólo.
–¡Sigue corriendo!–Grita el pelirrojo mientras su pierna derecha es mordida levemente por el puma, quién comienza a arrastrarlo para devorarlo en un sitio mejor.
Pero Tulio no hace eso, equivaldría a abandonar a su mejor amigo. Tulio nunca piensa las cosas dos veces antes de hacerlas pero en esta ocasión eso es bueno; toma una rama gruesa de un árbol tirando en el suelo y lanzando un grito de guerra corre hacia el animal.
–¡Suéltalo!–Grita Tulio golpeando al animal en la cabeza dejándolo aturdido. Aprovechando el momento, Tulio toma a Bodoque, cargandolo en la espalda y sale corriendo con toda la fuerza que sus piernas le permiten, sin mirar hacia atrás.
Llegan de nuevo junto al río, Tulio baja a Juan Carlos con cuidado quien tiene una pequeña herida en la pierna, no es grave pero es suficiente para preocupar a Tulio.
–Ufff por poco–Dice Triviño jadeando y con sudor en la frente–¿Estás bien?
–Ammm si...no puedo creer que te hayas lanzado a ese puma.
–Y no puedo creer que casi te devoran.
–No importa de...
–¡Claro que importa!–Tulio lo mira a los ojos–Si hubiera traído el mapa no nos habríamos perdido y no nos habríamos encontrado a ese puma y no te hubieras herido y...
Tulio empezó a llorar, muy pocas veces se ha armado de valor, tiene miedo, es un llorica pero si hay algo detesta es que otros paguen las consecuencias. En especial Juan Carlos, su mejor amigo, y la mejor persona que conoce.
El pequeño pelirrojo se acerca y trata de limpiar sus lágrimas con las manos sucias. Ambos están hechos un desastre.
–Gracias por salvarme, mi héroe–Dice Bodoque con una gratificante sonrisa, calmando a Tulio–El campamento no ha de estar lejos.
–Pero...
–No te preocupes, si algo pasa, yo te protegeré está vez.
Afortunadamente no pasó mucho para que un guardabosques los viera y los ayudaría a regresar al campamento. Juan Carlos contó con entusiasmo como su mejor amigo lo salvó de un puma. Tulio se llevó buena reputación a raíz de eso. Puede que incluso le subió el ego.
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Desde entonces, Bodoque no ha podido pensar en alguien más. Ni siquiera cuando quiso hacérsela de malote y salir con varias chicas. No pudo enamorarse porque su corazón ya pertenecía a alguien más.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando llamaron a la puerta. Juan Carlos se levanta, se estira un poco y se asoma por la ventanilla, se trata de Mario Hugo y Policarpo. El pelirrojo les abre la puerta.
–¿Y ahora ustedes que quieren?
–Estamos preocupados por ti, todo el mundo lo está–Responde Policarpo, un atractivo hombre de traje y cabello negro.
–Si, no nos gusta verte así–Añade Mario Hugo, un joven albino con orejas de chihuahua.
Bodoque no tuvo de otra que dejarlos pasar, el cielo nublado da a entender que lloverá pronto. Estando dentro, el pelirrojo vuelve a dejarse caer al sofá. Mario y Poli deciden animarlo.
–Bien ¿y qué harás respecto a Tulio?–Pregunta Mario mientras se sienta a su lado.
–¿Respecto a qué? Ni siquiera quiere verme–Dice Juan Carlos.
–Es obvio que ustedes dos se quieren ¿qué acaso no harán nada?–Comenta Policarpo quien también se sienta en el sofá.
–Tulio tiene miedo, como siempre, además ¿qué sugieren que haga si toda la televisión nos está acosando?
–Seguir aumentando el hype–Sugiere Policarpo–Darle a la televisión lo que quiere, una confesión de su parte.
–¡Exacto!–Añade Mario Hugo–Quizás invitarlo a salir, o pedirle matrimonio...
–Oye, quiero tranquilizar a Tulio, no matarlo de un infarto–Responde Juan Carlos, además, tanto él como Tulio le tienen miedo al compromiso–Invitarlo a salir...¿cómo si en cuanto ponga un pie fuera de la casa habrá un paparazzi?
–Nosotros nos encargamos de eso–Exclama Policarpo–Desviar las atenciones del espectáculo es nuestra especialidad.
Juan Carlos tuvo que aceptar el plan. Si quiere recuperar algo de su relación con Tulio, tendrá que arriesgarse. Además, desde años ha querido salir con Tulio, pero nunca se atrevía. Debe luchar o lo perderá para siempre.
–Esta bien, confiaré en ustedes–Dice Bodoque–Lo primero es pedirle esa cita a Tulio.
El pelirrojo se levanta del sofá y camina a su habitación, rebusca en su armario, tratando de encontrar algo con que camuflarse. Se pone un chaleco amarillo, botas rojas, un gorro de lana para ocultar sus orejas de conejo y un paraguas.
–¿No sería mejor que lo llamaras?–Pregunta Policarpo.
–No me respondería, además, quiero pedírselo cara a cara.
–Si, es lo mejor–Comenta Mario Hugo, quién tiene algo de experiencia en eso de pedir citas, gracias a sus intentos con Patana.
–Cierren la puerta al salir–Dice Bodoque antes de abrir el paraguas y adentrarse en la lluvia que recién estaba empezando.
Afortunadamente nadie lo reconoció, tampoco había mucha gente, todos corriendo intentado ocultarse de la lluvia. Bodoque se sabe de memoria la dirección de Tulio de tantas veces que ha ido. Llega a la increíble mansión con iniciales "TT" escritas en el portón.
Conoce tan bien a Tulio que sabe que no responderá si toca el timbre, entonces la única vía es colarse en su mansión.
Juan Carlos sube por el portón (si, el idiota de Tulio no tiene alarma de seguridad ni nada por el estilo), cayendo en el jardín. Decide llamar desde la puerta trasera, dando unos golpecitos en la puerta de cristal. A causa de la lluvia su aspecto no es el mejor, lleno de barro y mojado de pies a cabeza. Tuvo que abandonar el paraguas en alguna parte para subir.
Tulio echa un vistazo, y se asusta al ver una silueta de chaleco amarillo y gorro esperándolo en el jardín.
–¡Que miedo! ¡Un ladrón! ¡Se parece al niño de Eso pero más crecidito!
–¡No idiota, soy Juan Carlos!
Entonces Tulio abre la puerta, la lluvia se intensifica más. Bodoque entra dejando charcos de agua a su paso.
–¿Qué hacías allá fuera con este tiempo?–Pregunta el presentador de noticias.
–Necesitaba verte–Explica Bodoque mientras exprime sus orejas–Necesito preguntarte algo.
–Nadie te vió venir aquí ¿verdad?
–No, escucha...
–¿Estás seguro? Quizás te vió un periodista y...
–¡Olvídate de los demás, Tulio!–Bodoque lo desafía con la mirada–Préstame atención a mí, necesito preguntarte algo.
Tulio sólo pudo callarse y escuchar. Se sintió como un perdedor, lleva toda la semana extrañando a Bodoque y ahora que lo tiene enfrente suya, no puede dejar de pensar en el escándalo, en la gente, en el chisme y en las portadas de revistas. Tulio es más egoísta de lo que creía.
–Bien ¿qué quieres preguntar?
Bodoque siempre fue bueno en las palabras, pero está vez su mente está en blanco; así que decide hablar sin pensar, liberando sus sentimientos.
–¿Saldrías conmigo?
Ahora es Tulio quien se quedó sin palabras. Su mejor amigo de toda la vida preguntando por una cita, con esa carita de pena, mojado por la lluvia. Vino hasta aquí únicamente para preguntar eso...Tulio quería tomarlo de los hombros y besarlo en ese momento.
–Si...si, está bien ¿cuando?
–Mañana por la noche, pasaría por tí a las 8:00.
–Yo tengo auto, mejor yo paso por tí.
–Oh, está bien–Bodoqur nunca había estado más nervioso en toda su vida.
Hay un pequeño silencio incómodo. La lluvia se ha bajado un poco.
–Será mejor que me vaya–Comenta Juan Carlos–Entonces... mañana a las 8:00.
–Si...¿no quieres que te lleve? Sigue lloviendo.
–¿Te arriesgarás a que nos vean?
Tulio no dijo nada, retirando la oferta y acompañando a Bodoque a la puerta.
–Tulio...nuestros amigos se preocupan por nosotros, valoremos eso ¿si?–Dice Juan Carlos.
–Si–Entonces Tulio recuerda la visita de Patana, debería llamarla para disculparse. Toma un paraguas cerca de la puerta–Ten, cuídate y no bebas jugo en polvo.
–Ja, y tú no veas telenovelas mexicanas hasta tarde–Fue la primera vez en todo este tiempo que ambos compartieron una sonrisa. Quizás no todo está arruinado.
Bodoque se va, y de inmediato Tulio se lleva ambas manos a la cabeza para soltar un suspiro largo. Está nervioso pero también... increíblemente emocionado. Tendrá una cita con Juan Carlos Bodoque, su querido amigo el cual se sabe que los sentimientos son mutuos.
Mañana será el día de aclarar algunas cosas, entre ellas, confesarse directamente y esperar el "yo también te amo".
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La siguiente parte ya es la última jsjsjs <3 espero que les esté gustando y de nuevo gracias por leer.
¡Los quiero! 💕💕
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