Parte única.
Nota: Me aproveché de posicionar este fic cuando estos dos eran unos adolescentes... y porque el Claude de esa época (antes de exterminar a todos en el palacio) me parece lindo y súper mancillable.
... y porque tampoco quiero leer todo Princesa Encantadora otra vez. Ya me urge una tabla donde digan en cuáles capítulos aparece Athanasius, su pasado con Claude y sus momentos con Nette.
Día 1: Celo Alfa.
...
El sólo hecho de que le era difícil moverse y sentir su cuerpo sudoroso y afiebrado, ya era un mal comienzo de semana para él.
Si había cosas que odiaba de ser un alfa, además de tener expectativas impuestas por tus allegados, eran estos días de calor junto con la necesidad de anudar, impregnar olor y preñar; definitivamente, odiaba su casta.
Pero sobre todo, odiaba el que su rut le pegase fuerte.
Soltó un suspiro exasperado, ni siquiera tenía fuerzas para alcanzar para llamar a una sirvienta o pedir que trajeran algún omega o a esta ambiciosa beta de Penélope para que le ayudase en estos momentos. Sin ganas, recostó su antebrazo sobre sus ojos.
Tal vez si dormía, podría sentirse mejor.
Athanasius estaba a punto de dormirse y descansar el resto del día cuando el chirrido de la puerta de su habitación abriéndose ligeramente, atrajo su atención, quitando su brazo de su vista. Topándose así, con el intruso en su cuarto.
Algo en su interior se removió inquieto y ansioso al ver a Claude en su habitación, con ese ceño semi fruncido y esa mirada enjoyada brillante mirándolo con seriedad. Apretó la mandíbula ante esta necesidad de someterlo y volverlo un desastre como en ocasiones ocurría, no obstante, apartó la mirada y pasó saliva al sentir reseca la garganta.
A Athanasius no le importaba acostarse con su medio hermano, lo que le preocupaba (y no le gustaba admitir) era perjudicar a este por sus instintos primarios a flor de piel.
– No deberías estar aquí, Claude... mucho menos ahora.
Le fue inevitable no sonreír muy brevemente ante su bufido.
– ¿Oh? ¿Acaso estabas preocupado por mí?
– Eres un tonto si eso es lo que crees – pese a sus palabras negatorias, Claude se acercó hasta su cama y se detuvo a un paso. Para Athanasius no pasó desapercibido el cómo su ceño se frunció un poco más luego de la mirada rápida que le dio a su deplorable estado –... ¿estás enfermo?
Athanasius se sorprendió un poco, ¿acaso Claude...?
Sabía que su hermanito no entraba en las tres castas comunes (Alfa, beta, omega), y si no fuese porque había leído por ahí alguna vez en sus ratos libres y luego de las aburridas, además de extenuantes clases para heredar el trono, no entendería la razón por la que Claude era rechazado y no sólo por sus orígenes.
Y en cuanto confirmó sus sospechas, no dudó en explicarle que era un caso especial y que pocas veces se daba en la familia imperial: un zeta.
Athanasius miró de reojo al menor, quien todavía seguía parado a un pie de distancia de su lecho, mirándole con infantil confusión sobre su estado. Probablemente, porque era la primera vez que lo veía tan débil y no con esa avidez que mostraba cuando intimaban.
(Obviamente iba a aprovecharse de esto).
–... ¿Por qué no te acercas y lo compruebas tú mismo, hermanito?
Claude entrecerró los ojos, desconfiando de las intenciones de su hermano mayor. Aunque no le gustara admitirlo, tras encontrarlo entre las sábanas con su (ex) prometida, parte de la confianza que le tenía se había roto y muy en el fondo, esperaba una explicación medianamente decente para lo que había hecho ese día; preguntándose si Athanasius prefería a Penélope, no sólo por su belleza sino también, por tener una casta bien definida y no ambigua como la suya.
...Pero incluso así, él todavía quería creer en Athanasius, un poco al menos.
Vacilante, acortó la distancia y en cuanto estuvo por acercar su mano a la frente de Athanasius, este lo tomó rápidamente por la muñeca, jalándolo y tirándolo a la cama con él. Y sin oportunidad de procesar la situación o replicar, los labios de Athanasius se encontraron con los suyos; primero con suavidad para minutos después tornarse fogoso, haciéndole cerrar los ojos y dejarse hacer.
Mareándose un poco ante el olor a ron y peonías que provenía de Athanasius, embriagándolo y nublando su mente de a poco. Pasó sus brazos por su cuello, atrayéndolo más hacia él y ronroneando suavemente de gusto, obteniendo un ronroneo de vuelta junto a una ligera caricia en su mejilla.
Caricia que bajó hasta su cuello en cuanto Athanasius rompió el beso, dejándolo agitado y ahora, necesitado. Tal vez lo había contagiado con lo que sea que tenga, y eso podría explicar el aumento gradual de su temperatura.
Athanasius casi rió ante su expresión ofuscada, desabotonando su camisa sin prisa y sin resistencia de su hermanito.
– ¿Qué me hiciste, Athanasius? – gruñó Claude, temblando ante las caricias dadas en su pecho y los ligeros pellizcos en sus pezones. Athanasius sonrió contra su piel antes de mirarlo otra vez.
– Nada realmente, hermanito... sólo... haciendo que me ayudes un poco – observó con agrado el cuerpo expuesto de Claude, esa piel blanca y suave que había mordido, acariciado y besado en esas ocasiones. Él es incluso más bonito que Penélope, si los compara.
(Athanasius no quiere admitir que de alguna manera, lo ha extrañado).
Ignora las punzadas de dolor en su cabeza –y tal vez, un dolor fantasma en su pecho–, sintiéndose desesperado (y un poco asustado) por lo que esto significaba.
¿Por qué? ¿Por qué no podía tener un momento de paz? ¿Por qué él? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué...?
– ¡Athanasius!
La voz de mando de Claude pronunciando su nombre lo sacó de su trance y aunque su lado alfa estuviera sintiéndose amenazado, el que su hermano sostuviera su rostro le hizo darse cuenta de lo que estaba pasando.
Había mordido con fuerza el torso de Claude, provocando una herida sangrante y siendo este el motivo por el cual su hermano tuvo que pararlo; el dolor en su mirada y el sabor ferroso en su boca eran la evidencia. La culpa lo embargó.
No era esto lo que quería, no era esto lo que había querido hacerle– no de esta manera.
– C-Claude, yo... yo...
– Estabas... ¿intentando marcarme?
Athanasius no supo qué decir en ese momento. Claude lo miró con curiosidad, casi inocente.
– ¿Estabas intentando marcarme, verdad?
– Yo... eso... ¿qué?
...
Al final, Athanasius terminó levantándose de la cama (no sin antes esconder a Claude con las sábanas de la cama) y pidiéndole a una de las mucamas agua, medicina para curar heridas y vendas. Pidiendo amablemente que le fuesen estas cosas entregadas ipso facto.
Definitivamente esta no había sido su idea para pasar su rut con Claude –aunque este último no haya accedido inicialmente y tampoco, estaba enterado de ello–.
Suspiró, volviendo a pasar lo que quedaba de la venda en su torso, con una sonrisa resignada y cansada.
Ignoró por su propio bien las risas de este maldito antecesor suyo.
– Lamento que las cosas hayan... terminado así, Claude – miró por una última vez las vendas en el torso de su hermano, suspirando ligeramente mientras tomaba su distancia y miraba por unos segundos la puerta –. Está bien si quieres irte, no voy a... ¿qué estás haciendo?
Claude, quien en ese momento estaba acomodándose en la cama y estaba por cubrirse con una de las sábanas, posó su vista en su confundido hermano mayor; casi sonriendo ante su rostro sorprendido y descolocado por sus acciones.
Se reservó su diversión, parpadeando en su dirección –. Descansar... me duele un poco la mordida que me diste – la apena en los ojos de su hermano no pasó desapercibida, aunque no era eso lo que buscaba y quería en este instante; bufó ligeramente antes de darse la vuelta y cubrirse con la tela –. Voy a quedarme aquí un momento.
Athanasius lo observó en silencio, como si procesar la situación fuese complicado, aunque, en realidad, estaba siendo hilarante. Cubrió su rostro, conteniendo una risa nerviosa y en cambio, se acercó a su propia cama.
– De acuerdo, entiendo pero ¿puedo tener algo de espacio en mi propia cama?
Claude lo miró por sobre su hombro, entre receloso y bromista –. No.
Athanasius rió levemente, levantando la sábana y metiéndose a la cama para después, abrazar al menor por la espalda.
Los dos sabían que si la emperatriz los encontraba en su habitación, tendrían problemas pero era algo que por esta vez, pasarían por alto.
Sólo por esta vez.
-Traumada Taisho
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