64: Por toda la constelación de Leo

Se dieron un tercer beso, y la canción Yellow de Coldplay comenzó a sonar. Emma se quedó boquiabierta.

—Sorpresa —le dijo Colin.

—¿Qué? —rio, tapándose la boca en el momento en que él la guiaba hasta el camino de pétalos amarillos para caminar como marido y mujer, esposito y esposita por primera vez.

En ese instante, todos sus invitados encendieron bengalas estrellitas en sus manos, formando un pasillo para ellos.

Emma no entendía qué estaba pasando.

—Selene me dijo que debía preparar algo especial —le explicó Colin al oído, mientras caminaban unidos de los brazos—. Estrellita está con nosotros, no de la manera en la que quisiéramos, pero es parte de nuestra historia, por ende, vive en nosotros.

Emma se detuvo cuando llegaron al extremo del camino. Llorando, se puso de puntitas para abrazarlo del cuello, y sollozó con fuerza. Colin le besó la mejilla, y siguió hablándole al oído mientras la música sonaba y sus invitados rebosaban de alegría con llantos y las más grandes sonrisas.

—Te amo para siempre —la abrazó con fuerza—. Y nuestra estrellita siempre cuidará de ti. Estoy tan orgulloso de ti, de ser esposo de una mujer tan increíblemente fuerte. Eres el amarillo de mi vida.

—Tú eres el azul de la mía, ¡tú eres el azul de la mía! —sollozó.

La sujetó del mentón con sus manos y le dio un beso en la frente.

—Enciende una estrellita conmigo —pidió.

Dave se acercó con una bengala y un encendedor, se los entregó a Colin como si entregase una ofrenda real. Colin le dio la bengala a Emma para que ella la sostuviera cuando él la encendía. Con un suave roce de fuego, la bengala se encendió en estrellitas. Colin abrazó a su esposita de costado y le dio un beso en la sien, mientras ella lloraba viendo el destello en su mano.

Él había traído a su estrellita a la celebración, para ella, y ella la sentía, sentía la presencia de aquel Ser de una manera que nunca había sentido jamás. Miró el cielo, estrellas dispersas cubrían el manto nocturno. Una gran gibosa menguante brillaba recordándole que todas son fases. Que nada es permanente. Ni la felicidad ni el dolor. Que, por esa razón, debía disfrutar de los buenos momentos y no darse por vencida cuando atravesaba los malos. Pero nada podía ser demasiado malo si lo atravesaba con él.

—Te amo bien —dijo Emma.

Colin la miró y le dio un besito en los labios.

Cuando la bengala se apagó, siguieron su camino hasta el interior de la casa. Afuera, los asistentes del servicio les indicaron a los invitados que pasaran a la recepción que tenía lugar en el jardín, justo al lado de donde se había realizado las ceremonias. Dave llegó hasta ellos con una gran sonrisa, bastante acelerado por todo, pero con una sonrisa. Su primera asistente les acercó dos vasos con agua a los nuevos esposos. Colin rechazó el agua, pero Emma bebió del vaso como si acabase de caminar por el desierto del Sahara.

—Tómense su tiempo. —Dave los calmó—. Dios. Muchas felicidades a los dos, por cierto. Disculpen. Todo ha sido extremadamente emocional, hasta para un tipo que ha vivido más de cien bodas. Felicidades, de corazón.

—Gracias —dijo Colin.

—Tómense su tiempo para el primer baile —repitió—. Emma, traeremos tu maquillaje por si quieres retocarte algo. ¿Necesitas algo? ¿Necesitan algo? ¿Un dulce, más agua? ¿Un trago?

—Mi desodorante. —Emma bajó el vaso vacío sobre la bandeja que sostenía la asistente.

—Tu desodorante, sí. Se lo di a Jazmín. Aguántame un momento. —Dave desapareció, hablando con Jazmín a través de su intercomunicador.

—No hueles —dijo Colin.

—Por si acaso —contestó ella.

—Emma —La que se hacía llamar Jazmín apareció con el desodorante en aerosol y el neceser de maquillajes—, aquí tienes, preciosa. ¿No quieren tomar asiento? No necesitan apurarse. Tómense todo el tiempo que necesiten. Sus invitados van a comer canapés y a beber mientras tanto. ¿Les gustaría algo de eso? ¿Canapés? ¿Una copa de champaña, vino? ¿Más agua?

—Yo no —habló Colin.

—Estamos bien. Gracias. —Emma tomó su desodorante y el neceser.

—Sentémonos un rato —le propuso Colin. Ella tenía los ojos hinchados del llanto, tal vez debían tomarse un tiempo de verdad. La sujetó de la mano, llevándola a la sala de estar, donde se sentaron en el sofá.

—Quiero a Esteli —les comunicó a los empleados.

—La gata, sí —dijo un tipo.

—Ugh. Le dijo gata. —Emma negó con la cabeza.

—Vamos a despedirlo —bromeó Colin.

Emma se puso el desodorante en cada lado.

—Tengo axilas disparejas —le contó con seriedad.

—¿Qué? —Él rio.

Emma levantó sus brazos.

—Tengo vellos en la izquierda, ¿no ves?

—¿Estás tratando de seducirme?

—¡Es lo que pensaba hacer! —lo tomó de sus muñecas—. Seducirte con mis axilas disparejas. Amorcito, no se suponía que te darías cuenta. Pero, en fin, ¿funcionó? ¿Quieres robarme para desprender mi vestido mientras nuestros invitados comen pizcitas de pepperoni y se preguntan dónde estamos?

Colin rio, recostándose en el sillón.

—Es mi sueño frustrado.

—No te preocupes. Mi cuerpo y mi alma serán todos tuyos en la luna de miel.

—Te amo —la miró fijamente. Dios. Amaba todo de ella. Desde sus sudorosas axilas disparejas hasta la tonta manera que tenía de hacer bromas sobre ellas 5 minutos después de haber dado el frente a sus seres queridos y el Universo entero—. Mucho. Te amo mucho.

—Y yo a ti. Mucho más.

Colin abrió el neceser y se adueñó del labial nude de ella. Le pintó los labios mientras Emma sacaba su barbilla hacia él. La gatita sagrada llegó segundos después para acompañar a sus ¿papis?

—Oficialmente somos una pequeña familia. —Emma la sacudió despacio, Estela estaba sobre su regazo. Colin se limitó a sonreír mientras las miraba—. Ugh. Ser mami soltera por tanto tiempo ha sido ¡agotadoorrrr!

—Nunca fuiste mami soltera... —susurró.

—Sí, sí que fui —lo miró. Su tono de voz era demasiado serio como para tratarse de una broma—. Tú solo eras el novio de mami.

¿Solo? —rio— ¿Solo era eso?

—Estoy hablando desde el punto de vista de Estela, Colin.

—Claro.

—Pero, ahora, Esteli es oficialmente tu niña también.

—Me encanta —la miró a los ojos—. Me encanta la idea. Somos una pequeña familia, absolutamente.

—¡Oh Cole! A Esteli le encantará su nuevo hogar —recostó su sien sobre el pecho de él, abrazando a Estela. Colin le acarició la cabecita a esa gatita linda mientras besaba la cabeza de su nena linda.

Veinte minutos después, se sentían listos para seguir. Se colocaron en la puerta, observando a sus invitados sentados en mesas redondas de manteles blancos y centros de mesas de girasoles y madera. La temática de la boda era rústica. Había una pista de baile cuadrada en el medio, de suelo de tablero de ajedrez, cuadrados blancos y negros. Arriba de la pista había un techo de lucecitas de Navidad, y enfrente un pequeño escenario de madera para la banda y el DJ. Dave les tocó el hombro para indicarles que todo estaba listo para el primer baile.

—¿Lo hacemos? —Colin miró a Emma.

—Como en nuestra salita —contestó.

Pusieron un pie fuera de la casa, caminando de la mano a la pista de baile. Sus invitados le aplaudieron con energía, pudieron escuchar a Olimpia gritando que los amaba. Entonces, Emma lo sorprendió a él, a todos; se sacó los Jimmy Choo nupciales y las medias blancas, quedándose descalza.

—Como en nuestra salita —repitió.

Colin sonrió con todos sus dientes.

Joder. Qué mujer.

A continuación, se pararon en medio del tablero gigante, frente a frente. Perfect Symphony de Ed Sheeran con Andrea Bocelli comenzó a sonar para ellos. Colin la tomó de una mano y la sujetó de la cintura, balanceándose despacio mientras se miraban completamente rendidos al otro.

—Luces como una princesa con esa vincha. No te dije.

—No me lo dijiste —sonrió más.

En ese momento, cuando el verso de Andrea comenzó, Colin la hizo girar en una coreografía que Emma siguió dejándose llevar.

—¿Practicaste, amorcito? —preguntó con asombro.

—No hagas preguntas —sonrió, moviéndola, Emma era ligera como a pluma—. No necesitas saber cuántos vídeos de bailes miré en línea.

—Hiciste trampa, amorcito —rio.

—No me culpes por querer impresionarte.

Emma se detuvo lentamente antes de seguir bailando. Dios. Su pecho ya no soportaba tanto amor. Sentía que iba a estallar en cualquier momento en fuegos artificiales verdes ellos. Entonces, en el minuto 3:30, en medio de un dueto final de Ed y Andrea, Colin la tomó de la cintura con sus dos manos, y la elevó, haciéndola girar con él como la Tierra gira sobre ella misma. Emma puso sus pies en puntitas mientras lo miraba desde arriba con una sonrisa. Unos segundos después, poco a poco, la bajó hasta que sus labios se unieron con un beso apasionado.

Y la melodía de la canción se apagó dando lugar a más aplausos.

Los pies de Emma tocaron el suelo.

—Te amo —se apartó, sus manos se soltaron despacio, a medida que ella se alejaba para ponerse sus zapatos con extrema urgencia.

Dave llegó rápido a ayudarla a ponerse las medias y los tacones.

—Le encantará —dijo en medio de una sonrisa.

Emma llenó sus pulmones de aire y se dirigió al escenario. Por otro lado, Selene tomó de los hombros a un Colin completamente confundido, y lo sentó en una silla que colocaron frente al escenario.

Él... él no podía creer lo que estaba pasando.

—Apréciala. —Selene le sonrió—. Tu esposa practicó día y noche para este momento, con todo su amor y con un coach.

¿Un coach? ¿Era eso lo que ella hacía cuando le decía que estaba ocupada siendo novia?

Esa nena...

Emma se paró en medio del escenario con un micrófono, miró, por encima de su hombro, a los miembros de la banda, y les dio una señal con la cabeza para que empezaran. El hombre del teclado inició con una melodía que Colin estaba seguro de conocer.

Emma acercó sus labios al micrófono.

You don't need a lot of money...

Era Tattooed Heart de Ariana Grande.

Su voz tembló, sus manos sudaban alrededor del micrófono, cerró sus ojos, continuando con la canción. Colin se cubrió la boca y lloró, lloró fuerte. En menos de 10 segundos, estaba cubierto de mocos y lágrimas.

Emma abrió sus párpados, mirándolo directa y exclusivamente a él, tal como Jane le había aconsejado, entonces, su voz se estabilizó, las noches de entrenamiento vocal dieron frutos, y pudo emitir cada uno de los rangos que la interpretación exigía. Pudo sonreír mientras le cantaba a él, a su amor, a su esposo. En seguida entró en confianza, moviéndose en el escenario a la par que conseguía las extensiones más altas de su voz soprano.

Su público lloraba, pero ellos no importaban. El centro de su mundo se encontraba en ese hombre de lágrimas dulces. Lo apuntó con su índice.

—And kiss me, underneath the moonlight... —señaló el cielo.

Colin se puso a temblar al escucharla cantar las notas finales. Era un ángel. Ella era lo más cercano que él iba a estar del cielo. Con ese vestido blanco y esa vincha azul era pureza celestial.

(...) on your tattooed heart.

Él se puso de pie, antes que nadie, para aplaudirla.

Emma dio un brinco emocionado al recibir los aplausos de todos, incluyendo el de la banda. Se sonrojó. Cada uno de los presentes la ovacionaron como si fuese la cantante del siglo. Y ella nunca había cantado frente a tantas personas. Agachó su cabeza agradeciendo los aplausos. Le pasó el micrófono a un hombre, y, en lugar de bajar por las escaleras, se sentó en el escenario y bajó por el frente para el reencuentro en brazos de su amor.

—¡Nena linda! —Colin lloró en el abrazo—. ¡Cómo se te ocurre sorprenderme de esta manera! No estaba preparado para escuchar tu hermosa voz. Emma, mi nena linda, cántame, cántame siempre. Quiero una vida escuchando tu hermosa voz en cada rincón de nuestro hogar. ¡¡Te amo bien!!

—Cole —rio, en medio del abrazo.

Pocas veces se lo escuchaba con esa euforia.

—¿Qué? ¿Qué? —la tomó de la cabeza para verla a los ojos.

—Mi amor por ti se extiende por toda la constelación de Leo.

—¡Vaya! ¡Eso es demasiado!

—Eso escribí en mis votos.

—Me los leerás completo, ¿cierto?

—En Italia.

—En Italia.

Fin del tercer libro.

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