47: Tres carreteras

Cerca de las cuatro, Emma regresó de su primera prueba de vestido.

Primera prueba, es decir, se había probado apenas el esqueleto, y Anna le había cortado el ruedo de acuerdo a su estatura con los pequeños stilettos blancos que se había comprado de Jimmy Choo. Eran unas auténticas cenicientas, no eran de cristales, claramente, pero parecían sacadas de un cuento de hadas con las elegantes perlas blancas que tenían adelante. Estaba emocionada. En cuatro días tenía su segunda prueba con el vestido armado. La tercera prueba sería la definitoria. La última, en la semana de la boda. Por cierto, Bianca se estaba portando como una auténtica madrina llenándola de palabras dulces como «El vestido quedará perfecto y serás la más hermosa de todas las novias», además, se interesaba mucho por cómo iba marchando la planeación final. Emma estaba feliz de contar con ella.

—Hola, Jeffrey —saludó cuando llegó a su casa.

—Señorita Emma —contestó el empleado mientras bajaba las escaleras con un vaso con hielos y la bebida terminada. Notó a Bianca detrás de Emma y la saludó también—. Jake se encuentra arriba, en su recámara. —Los empleados no sabían llamarlo señor Miller, tenían indicado llamarlo por su nombre.

—Gracias, Jeffrey. —Bianca le dio un corto abracito a Emma para cerrar la tarde con ella, y caminó a las escaleras.

—Jeffrey —dijo Emma—, ¿puedes subir mis zapatos arriba? —extendió su brazo con la bolsa de Jimmy Choo en la mano—. Ah, y mi bolso también.

—Por supuesto que sí, señorita. —Jeffrey dejó el vaso sobre un mueble por un rato y agarró la bolsa y el bolso—. Déjeme decirle, señorita Emma, que todos estamos emocionados por su matrimonio y deseamos que Dios los bendiga siempre.

Emma sonrió.

—Gracias, Jeffrey.

—Busco a Estela y se la traigo —dijo, subiendo las escaleras.

—Sí, por favor —siguió sonriendo.

A continuación, decidió ir por esa bebida que su pa había estado tomado y que tenía pinta de ser té helado, sin embargo, no pudo completar su antojo, pues alguien tocó el timbre. Normalmente ella no atendía la puerta, pero decidió que iba a mirar, se puso de puntitas para ver por el orificio y vaya sorpresa se encontró al otro lado.

Abrió la puerta.

—¡Jason!

—¡Futura señora Emma!

—Futura señora Oschner querrás decir.

—Claro —rieron.

Jason no estaba distinto a mirada de Emma, pero Emma no parecía Emma a mirada de Jason. Solo en ese momento él había sido completamente consciente de cuánto tiempo hacía de la última vez que se vieron. ¡Meses, y los suficientes para que ella se convirtiera en una muñeca! Siendo honesto, Emma era hermosa. Siendo honesto, Colin se había ganado la lotería amorosa. Se quedó absorto, viéndola con ese elegante pantalón blanco de cintura alta.

Dios mío... ¿En qué momento. . .

—¿En qué momento creciste? —le dio un abrazo que ella respondió.

Jason era tan alto que Emma alcanzó a olerle el frente del hoodie.

—¡Cielos! —Ella rio—. No sé cuántas veces me han dicho lo mismo desde que anuncié mi compromiso, pero normalmente me lo dicen mis tíos, ¿sabes? No mis amigos.

Jason rio.

—Yo te vi crecer, hermosa.

En todos los sentidos, la había visto crecer.

Tal vez no había sido un espectador permanente, pero la había conocido en cada fase.

—Bueno, sí —aceptó, sin borrar su sonrisa.

—Te preguntarás ¿a qué se debe mi visita? Pues, esta mañana llegó la invitación a mi apartamento y estaba desayunando, Emma, casi me atraganto con unas moras —contó, y ella solo pudo reír de felicidad, de entusiasmo, de lo enamorada que estaba de su Cole—. Necesitaba decirte personalmente: gracias por la invitación.

—Jason —lo sujetó de la muñeca—, eres mi familia, mi familia californiana.

—Claro que sí. Somos familia —le sonrió.

—No podía dejarlos fuera, ni a ti ni a tus papás. Tal vez no estamos en contacto permanente, pero siempre recordaré los veranos Hamilton-Grant-Miller.

—Veranos inolvidables —le apoyó—. Sobre mis padres, me dijeron que iban a llamarte en cuanto podían, para felicitarte y agradecerte por la invitación, sucede que salieron de vacaciones, pero no te preocupes porque estarán aquí para el esperado 8 de octubre.

—Oh, cielos —puso una mano sobre su pecho—. No tienen que agradecerme nada. Será una boda pequeña, con no más de cuarenta invitados, así que definitivamente soy yo la agradecida porque estarán presentes.

—¿Cuarenta invitados? ¡Vaya!

Conocía a Emma como una chica cerrada e introvertida, pero había imaginado una boda enorme con socios de sus padres. Lo típico que uno espera de una familia como la de ella.

—Sí —lo estiró del brazo, metiéndolo a la sala—. Cole es una persona extremadamente cerrada y nuestra relación se característica por lo íntimo. No queremos un montón de desconocidos bebiendo vino —rio. En el pasado, había asistido a alguna que otra boda de amigos de la familia donde ella era la desconocida... sin el vino, claro—. La boda será aquí en mi casa, bueno, eso ya lo sabes —se echó a reír, sentándose en el sofá.

Jason sonrió.

Esa risa nunca se había escuchado tan... viva.

—Lo íntimo muchas veces sabe mejor —se sentó al lado de ella.

—Exactamente.

—Entonces, ¿qué les regalo?

—¡Ay! Nada de nada. No te preocupes por eso.

—¿Cómo no? Debo regalarles algo. Es lo menos que puedo hacer después de que me invitaran a tomar su vino —bromeó.

—Hablo en serio, Jason. No pedimos regalos —dijo seriamente.

Su tío Jamie les iba a regalar dinero, porque ella le había aclarado que lo único que necesitaban era ahorrar para el futuro. En la invitación no habían agregado ningún detalle sobre obsequios.

—Bien... —hizo una pausa. Notó que ella hablaba en serio—. Está bien, Emma. No les daré regalos, pero sí mis más grandes buenos deseos. Esperen que sean felices por siempre.

—Jason —presionó su labio inferior contra sus dientes—, gracias. Cuéntame qué andas haciendo. —No se seguían en Instagram por razones que ni ellos entendían. Emma había borrado su antigua cuenta y había olvidado seguir a Jason de vuelta. Así que no sabían mucho.

—Nada —rio—. Quiero mudarme por una temporada a Suiza.

—¿Hablas en serio? —se maravilló.

—Sí. Ya sabes, aventuras en nieve —sonrió—. Quiero escalar todo lo que pueda y descubrir lugares nuevos, pero, joder, no se lo menciones a nadie que mi mamá aún no lo sabe.

—¿No está acostumbrada a tus aventuras?

—Lo está, pero siempre quiere enterarse de ellas antes que todos.

—Claro. No te preocupes. Tu secreto está a salvo conmigo —le guiñó un ojo.

Jason le sonrió. Emma era demasiado linda.

—¿Y tú? ¿Qué haces o cuáles son tus planes? Independientemente a la boda.

—Bueno —miró hacia la puerta, después se acercó a susurrarle—. Cole aplicará a la premed; con suerte, Harvard lo aceptará, bueno, lo aceptará —aseguró y sus ojos brillaron de orgullo hacia su amorcito—, así que él seguirá estudiando, a mí me encanta el arte, tal vez me meta alguna escuela de arte, pero ¡shh! También es un secreto. Ni lo he hablado con Cole.

—Tu secreto está a salvo conmigo —le guiñó también.

Emma soltó una carcajada.

—¡Jason Grant! —Jake gritó cuando atravesó la puerta de la sala.

—Jakey. —Jason se puso de pie y se saludaron con un abrazo.

—¿A qué se debe el privilegio? —puso una mano sobre el hombro de él.

—Bueno, es que yo recibí el privilegio de ser invitado a la boda real, así que necesitaba venir a agradecérselo a su majestad, además, hace tiempo que no nos vemos, ¿no les parece?

—Absolutamente —suspiró—. La boda real, ¿eh?

—Nos tomó de sorpresa a todos.

—Pues a mí no —aseguró. Emma se limitó a sonreír porque no sabía qué decir, no quería interrumpir—. ¿Te quedas a cenar, Jason?

—Me encantaría, la verdad. —Qué emoción. No iba a tener que cocinar.

—Qué bueno que hagan planes, pero esta noche tengo mi noche de chicas —Emma se adelantó a decirles—, así que espero que la pasen bien.

—Con Jakey siempre se pasa bien, Emma —le dijo.

—¡Adoro a este chico! —exclamó Jakey—. Ojalá Colin dijera esas cosas de mí.

Emma se puso seria.

—¿Qué? —Jason rio—. ¿Tu yerno no te respeta?

—No hablen de Colin —pidió ella. Ambos la miraron y no tardaron más de un segundo en darse cuenta de que hablaba malditamente en serio. ¿Ahora estaba prohibido hablar sobre Colin? —Eh —Emma no se arrepintió de lo que dijo—, voy por té helado. —Y se marchó.

La noche de chicas en casa de Gen siempre era un gusto, pues su cocinero hacía la más rica comida japonesa, por supuesto, un sushi de dioses, además, los deliciosos dulces. La primera vez que Emma había probado un postre japonés había sido en casa de Gen, al papá de esta le encantaba el buen comer y tenía su cultura bien arraigada.

—¿Necesitan algo? —les preguntó Gen.

Las tres estaban sentadas en colchones tirados en el suelo de la habitación de ella. La habitación de Gen era minimalista, su casa era de cristal, había ventanales en cada rincón, pero Gen siempre mantenía con cortinas las de su habitación.

—Estamos bien —contestó Escarlata, quien tenía su celular encima del colchón, se estaba deslizando el inicio de su Instagram.

Gen miró a Emma.

Emma estaba masticando el sushi, comiendo de más. Tenía un plato lleno en el lugar donde Escarlata tenía un celular, además, iba por su segunda botella de soda japonesa, porque el papá de Gen no compraba Coca-Cola.

—Emmy.

Emma se cubrió la boca, diciendo:

—¡Todo está delicioso! —Con la boca llena.

—Escarlata...

Carla agarró su celular.

—Lo siento —lo escondió bajo una manta—. Es que no sé de Agnes desde que anocheció, chicas. Perdón. Todo está rico y ya me llené. Gracias, señora Gennie, eres de lo más amable —juntó sus manos e inclinó su cabeza como en una reverencia.

—¿Te preocupa tu Agnes? —le preguntó Emma mientras seguía comiendo, cruzó sus piernas a lo indio, y tomó una botella que tenía enfrente.

—No. Es que me ha hecho un hechizo y ahora quiero saber en dónde está todo el tiempo. No puedo dejar de pensar en ella. Me siento enferma.

Gen se limitó a mirarla, pues no sabía qué decir, no tenía experiencia, en cambio, Emma seguía comiendo porque en su cabeza no entraba la idea de parar, estaba tan concentrada en el sushi que hasta Escarlata pasó a segundo lugar.

—Nos acostamos —soltó Escarlata como una confesión.

Emma la miró, entreabrió su boca llena de sushi.

—¿Ya?

—¿Cómo que «ya»? —Escarlata suspiró, se cubrió la cara con sus manos, y alzó su barbilla como mirando al techo.

En ese momento, el sushi pasó a segundo lugar para Emma.

—¡Perdón! ¡Perdón! —la agarró de los brazos, haciendo que se destapara.

—¿Creen que sea demasiado pronto? —Carla estaba feliz por haberse acostado con la chica que le encantaba, pero no dejaba de preguntarse si había sido demasiado rápido.

—Carla —Emma le apretó las manos—, nunca será rápido si ambas estuvieron en la misma sintonía, si era lo que ambas querían —sonrió y le dio un golpecito en el brazo—. Ahora entiendo porqué estás tan pendiente de ella. Me pasó lo mismo después de hacerlo con Cole la primera vez. El cerebro entra en un estado de alerta, solo quieres saber de la otra persona.

—Bueno. Esta es la primera vez que me pasa —sonrió forzosamente.

—¿En serio? —se sorprendió.

—Sí, y eso me asusta un poco —admitió.

—Es normal, es normal que te asuste un poco —le acarició los nudillos, dándole ánimos—. El amor puede asustar la primera vez. La idea de hacerse vulnerable produce muchas inseguridades, pero, cielo mío —miró el techo, aullándole a la luna para que esta le recordara que ella no quería vivir sin él—, no existe nada mejor que ser vulnerable con otro.

—Confío en ti, Emma Miller. Pero joder —se cubrió la cara otra vez.

—¿Cuándo pasó? —le preguntó Gen.

—Apenas ayer, amiga —se acostó boca arriba, en el colchón, y largó un suspiro que decía mucho. Estaba aterrada y le encantaba al mismo tiempo—. En su casa, en su cama, me morí un rato, descubrí que Dios es mujer, regresé a su cama y concluí que nunca antes me había sentido tan bien. Me tocó de una manera en la que nunca nadie me había tocado.

Gen se quedó callada. No tenía respuestas, solo preguntas.

—Me hechizó, claramente —continuó Carla, cerró sus ojos, poniendo sus manos sobre sus pechos—. Chicas, hasta me imaginé abandonando a Milena para mudarme con ella. Por supuesto que mi imaginación está volando. Agnes no parece que quisiera una rommie.

—Bueno...—Emma sonrió, ladeando su cabeza—. No serías su rommie, serías su novia.

—¡Aaah! —volvió a sentarse—. ¡No le des alas a mi imaginación!

Emma soltó una carcajada mientas Escalarta la miraba con una cara medio rabiosa.

—Emmy —dijo Gen en el medio.

La risa de Emma disminuyó lentamente para molestar a Carla, tomó otro rollito con los palillos, y miró a Gen.

—¿Sí, Gennie? —llevó la comida a su boca.

Gen observó cómo Emma robaba los rollitos del plato de Carla, poniéndolos en el plato vacío de ella. Después miró a Carla, quien tenía las manos inquietas, luchaba para no sacar su celular de la almohada. Eran sus mejores amigas, sus hermanas, cielos. Si no hablaba con ellas, ¿con quién más?

—¿Cada cuánto tienes sexo? —soltó.

—Eh —detuvo los palillos con el sushi frente a su boca, batalló para no mirar a Escarlata y Escarlata se esforzó para no mirar a Emma—, bueno. Tengo sexo cuando tengo ganas —rio. Por alguna razón, se ruborizó— y cuando puedo. ¿Por qué la pregunta? —decidió meterse el sushi en un intento por restarle importancia para que Gen no se sintiera apenada.

—Porque —Realmente, no sabía qué responder— tengo curiosidad.

—Bueno —sonrió—. Todos hemos pasado por esa curiosidad —dejó los palillos sobre el plato y se estiró para apretarle la mano a Gen—. Tienes suerte porque tienes dos mejores amigas para resolver todas tus dudas. Gennie, puedes preguntarnos lo que sea.

—¿Es más placentero tener sexo con un chico o una chica? —preguntó de una vez.

La pena se había ido.

Emma miró a Escarlata.

Escarlata entreabrió su boca, y dijo:

—Bueno, Gennie. No es que sea chico o chica, es la persona, sabes a lo que me refiero.

—Sí.

—Pero no te mentiré que me encantan las chicas —se tapó la cara y volvió a acostarse boca arriba. Emma rio, mirándola, después regresó a Gen.

—¿Te dolió la primera vez? —le preguntó Gen a Emma.

—Eh, s-sí..., pero estaba increíblemente nerviosa —lo recordó con una sonrisa—, por eso me dolió, no estaba completamente relajada, lo gracioso es que yo creí que sí lo estaba.

—Debes ser la chica más feliz del mundo —pensó— porque te casarás con el mismo.

—No te mentiré —miró hacia abajo, a su infinito, tocó su dedo anular donde, solo por ese momento, no tenía su anillo—, sí lo soy. Pero, quizá, esta noche Carla tiene el lugar de la chica más feliz del mundo —sonrió, tocándole el brazo a Carla—. Mira lo hechizada que está.

—Amiga, creo que son sus dedos —dijo Carla.

Emma dejó escapar una risita divertida que Gen interrumpió.

—Emmy —habló medio insegura, y Emma la miró—, tal vez nunca escuches las disculpas de ella, yo quisiera disculparme en nombre de ella. Todas las cosas que te ha dicho la última vez que nos vimos... Lo siento, Emmy.

—Gennie... —susurró. Miró hacia abajo con sus ojos lacrimosos. No podía creer que Gen sintiera le necesidad de pedir disculpas por una persona que no valía su intento—, no lo hagas —pidió finalmente.

Escarlata se sentó poco a poco, eso no lo había visto venir, en especial porque Emma les había pedido que ya no mencionaran a Alicia de ninguna manera.

—Sé que te lo hemos dicho demasiadas veces, pero somos felices por todo lo que está aconteciendo en tu vida —dijo Gen todavía—. Eres la mejor amiga que siempre deseé tener.

—Y sé que no debería recordarlo —se metió Carla—, pero, personalmente, creo que serás una buena mamá. Carajo, serás mejor que la mía, eso seguro.

Una lágrima resbaló sobre la mejilla de Emma, quien la secó rápido.

—Prométanme que siempre seremos amigas —les suplicó, mirando a cada una con más lágrimas marcando huellas sobre su piel—, aunque tomemos caminos distintos, prométanme que tendrán mi número escrito en una agenda.

—Hermana —dijo Carla—, solo tú usas una agenda escrita en pleno 2020, pero te prometo que cada uno de mis terapeutas sabrán de ustedes.

Emma y Gen sonrieron.

—No quiero tomar caminos separados —habló Gen, ahora aterrada por la idea de separarse de ellas cuando llevaba tan poco tiempo disfrutándolas—. No quiero tenerlas lejos.

—Bueno. —Emma pensó en Colin, en la boda, en Boston, y fue feliz en contra de los deseos de Gen, fue feliz pensando en el abanico de posibilidades que se abrirían pronto delante a ella, fue feliz pensando y sin temerle a lo desconocido. Pero ¿cómo temerle a lo desconocido si lo enfrentaría al lado de él y con él? —. Ahora estamos juntas.

—Así es, señora —dijo Carla—. Estamos juntas.

Emma les sonrió y se estiró para abrazar a Gen, agarró a Escarlata del brazo para unirla, y se abrazaron con suficiente fuerza para iluminar tres carreteras.


HOLA, HOLA!<3

Espero que estén bien. Yo estoy bien, tal vez con un poquito de cov1d en mi sistema, pero bien (es la primera vez que me enfermo de cov1d, siento que batí un récord). Manden a sus aliens curativos a mi habitación (donde me encuentro aislada jajaja). En fin, no se preocupen que estoy bien <3 (nadie se preocupa, lo sé).

¿QUÉ LES HA PARECIDO ESTE CAPÍTULO? Por si perdieron el hilo (después de una semana), es una continuación del capítulo anterior. Yo nunca me cansaré de decir que amo a mis tres hadas mágicas<3 & que Gen y Carla son de las mejores personas que Emmy pudo conocer.

Por otro lado, ¡JASON! ¿Inesperada su visita (su aparición en la historia)? ¿Sí? ¿No? ¡QUÉ RECUERDOS EN ESE DEPARTAMENTO! Estoy segura de que le vecino de Jason piensa igual.

Bueno. Espero que estén felices, que les haya gustado & nos leemos pronto.

AH AH AH... AGUARDEN.

Casi me olvido de dar una notición. Ya tenemos fecha para la revelación del título de la nueva historia, de la portada, y  de, claramente, quién será el/la protagonista. Agenden el 8 de julio, la revelación será vía Instagram<3

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