43: Colin Oschner & Emma Miller
Ese lunes, Colin había decidido almorzar en un restaurante particular.
Tenía su laptop abierta sobre la mesa, estaba esperando su orden, mientras escuchaba su playlist compartida con Emma. Y hablando de Emma, entró en línea para darle una noticia.
Emmy: hoy me reúno con Dave y con la banda !!
Apenas habían decidido qué banda querían en su fiesta. Dave le había mandado a Emma un montón de links de vídeos de bandas con las que acostumbraba trabajar, y ella y Colin se pasaron la madrugada mirándolos a través de una videollamada, pues, después de que Emma abrazara a su pa, se quedaron a cenar, y, luego de hablar con Colin al respecto, ella decidió quedarse en su casa. No vivir juntos hasta casados, eso decidieron.
«—¡Eso lo hará más emocionante! —había dicho Emma.»
Colin había pensado que las emociones de ambos ya estaban al tope de lo que podían estar. En fin, solo faltaban dos semanas. Así que, Colin pasó esa noche a solas en el depa con Esteli. Una compañía que solo dormía. Además, Emma se comportó como toda una madre preocupada, le había preguntado al menos tres veces si Estela había cenado. Ya el chofer había pasado a buscar por la mañana a Estela, antes de que Colin se fuera a la universidad.
Colin: GENIAL
Emmy: Ya pensaste en nuestro primer baile? :)
Mierda. Por supuesto que no.
Colin: Lo siento!
Colin: Estaba preocupado por todo el asunto de dónde vamos a casarnos y quién no va a casar.
Colin: Además, estaba planeando nuestra luna de miel :)
Era verdad. Pero, para ese lunes al mediodía, ambos dramas estaban solucionados. Iban a casarse en el jardín de Emma como lo habían pactado desde un primer momento, y ya tenían a Selene. Además, la luna de miel estaba pagada y reservada.
Podía empezar a preocuparse por su primer baile.
Colin: Voto por cualquiera de Andrea!
Sonrió. Colocó la ventana de Spotify frente al chat, y buscó en la playlist de ambos alguna canción de Andrea Bocelli.
«—¿Qué me dices de un clásico como Andrea Bocelli?
—Él sonará en mi boda.
—¿En tu boda con Joe Jonas?
—No. Con el amor de mi vida.
—Asegúrate de invitarme».
Emmy: Esa me gusta, amorcito
Colin entrecerró sus ojos, tardó un segundo más en darse cuenta de que ella estaba mirando lo que él estaba escuchando. Sonrió mucho, lo suficiente para que una mujer, otra clienta del restaurante, se fijara en su sonrisa que gritaba «¡Enamorado!».
Colin: A mí también:)
Emmy: AAH ALTO AHÍ.
Colin: ¿?
En un minuto, Emma le mandó un archivo Word a Colin.
Él lo abrió:
Te invito a ensayar conmigo nuestro primer baile
Lugar: nuestra sala
Día: martes, 22 de septiembre
Hora: después de cenar juntitos (dah)
Llevar: GANAS DE BAILAR... y ropa cómoda
¡¡No faltes!!
Cariñosamente, tu (ya casi) esposita.
Favor confirmar asistencia.
Colin no podía parar de sonreír. Decidió llamarla.
—Ciao —dijo Emma con el más bobo acento italiano.
—Buenas tardes —habló con un tono serio y sofisticado—. La llamo para confirmar mi asistencia al ensayo de nuestro primer baile. Con todo respeto, debo añadir que mis ganas de bailar contigo siempre las llevo en mi bolsillo.
—¡Oh! ¡Oh! ¡Perfetto!
Colin se echó a reír.
—¿Te descargaste Duolingo o qué?
—No me lo vas a creer, amorcito.
—En realidad, ya nada que venga de ti me sorprende, corazón.
—Sí pagué por una aplicación de idiomas. Ya sé decir «La cuenta, por favor».
—Me encanta que hayas empezado por lo que está relacionado con comida.
—Búrlate ahora, pero, cuando llames al camarero, y ambos se queden mirándose incómodamente porque no son capaces de entenderse, me pedirás que le diga «Il conto per favore» para así salvar tu traserito.
—Claro. Porque, por lo general, los camareros de regiones turísticas no son políglotos y tampoco entienden de lenguaje no verbal.
—¡Aaj! —se enojó—. No me pidas que llame a la recepción para pedir toallas limpias.
—Por favor, ten piedad de mi traserito que ruega por toallas limpias —suplicó, aguantándose la risa.
—¡Tengo mucha hambre! —se quejó, pasando de tema, porque así era ella. Podía hablar de muchas cosas en un par de minutos, además, su hambre conseguía distraerla—. Estoy en la camioneta, esperando a Gael para ir a comer, sabes.
—Pensé que habías comido con Gen.
—Ese fue nuestro brunch —le faltó añadir «Dah».
—Claro. —También eso había sido hacía apenas media hora—. Bueno. Yo me encuentro esperando mi almuerzo. Ordené albóndigas porque amanecí loco.
—¡Dios! —gritó dramáticamente. Su chofer la miró por el retrovisor—. Oschner, la policía de las albóndigas te está esperando fuera del restaurante.
Colin rio en silencio, se frotó la barba, terminando por cubrirse la boca con la mano.
—Mi nena linda —sonrió hasta que sus ojos se entrecerraron.
—¡Ay! —se acordó—. Olvidé decirte que mi niña te dio 5 estrellitas doradas cuando regresó a casa. Al parecer, ¡eres la mejor mamá postiza del mundo! No me extrañó nada. Si no fuera porque yo sí la extrañé les permitiría otra pijamada antes de la boda.
—No te imaginas qué pijamada tuvimos. —En la madrugada, se había despertado, y Estela estaba sobre su cabeza. Cómo no. Al parecer, su cabeza, su cabello, equivalía a un trono para gata sagrada—. Nos divertimos. Ya queremos que me case contigo para vivir juntos.
—¡No se apuren! Tendrán una vida entera para dormir juntos.
O, mejor dicho, una vida de Estela.
—Te amo fuerte, mi nena linda —susurró, mirando el teclado, entonces, alzó su mirada, y vio a Alan entrando desde la puerta trasera del restaurante cuando se suponía era su día libre. O no. Como si supiera de los días laborales de Alan. Se miraron, se saludaron agitando sus manos, Alan exageró el saludo, Colin quiso pedir para llevar. Demasiado tarde, Alan estaba caminando para allá—. Corazón, mándame un mensaje cuando puedas.
—¡De... acuerdo! —exclamó ella—. Te informaré todo todito sobre las buenas nuevas.
—¿Es Emma? —Alan se acercó todo todito a la mesa.
—No..., sí. —Colin tosió una vez—. Sí, hablamos luego, corazón.
—¡Meh! —Alan se quejó—. Quería decirle hola.
—No sabía que estabas trabajando, Al —miró su computadora, minimizando la invitación que ella le había hecho, también pausó la música angelical para escuchar a un demonio.
—Mi turno empieza en 20 minutos —comentó, acercándose al asiento de Colin para echarle un vistazo curioso a la pantalla—. ¡Guau! ¿Es la invitación para la boda? —se sentó al lado de Colin, empujándolo para hacerse espacio en el asiento acolchonado.
—Sí. La elegimos esta mañana.
El diseño estaba frente a ellos. Era una invitación sencilla, sin cubierta, pretendían que se dirigiera a sus invitados dentro de un lindo sobre. La tarjeta era marrón claro y tenía ilustraciones de girasoles en la parte superior e inferior, las letras eran verdes. Habían tenido dos opciones más, pero ambos decidieron que esa era la indicada para ellos dos. Emma había escrito lo que quería que dijera en la invitación y Colin la había aprobado sin ninguna objeción.
¡ESTÁS CARIÑOSAMENTE INVITADO A NUESTRA PEQUEÑA BODA!
PORQUE QUEREMOS CELEBRAR NUESTRA UNIÓN CIVIL Y ESPIRITUAL CON LAS PERSONAS MÁS IMPORTANTES DE NUESTRAS VIDAS, ¡Y TÚ ERES UNA DE ELLAS!
COLIN OSCHNER
&
EMMA MILLER
JUEVES, 08 DE OCTUBRE / 6 P.M.
709 N CANON DRIVE, BEVERLY HILLS
—Emma escribió eso. —Alan lo afirmó en su cabeza y lo pronunció en voz alta—. Me contó Eugene que su tía los casará finalmente. ¡Ah! Con él hablé sobre su regalo, por cierto.
—Al, no tienen que regalarnos nada —se miraron—. En serio. Viviremos en el depa por el momento, y ahí tenemos todo lo que necesitamos. No se preocupen.
—Demonios. Yo quería regalarles una mini parrilla de Target.
—No te preocupes —reiteró.
—Escúchame, qué bueno encontrarte porque me está preocupando mucho un asunto en particular. —Y ahí estaba, la razón por la cual Colin quiso huir cuando lo vio—. Faltan 17 días para el gran día, y Eugene insiste en que no quieres una despedida de soltero.
—No la quiero —confirmó. Eugene le había advertido que Alan estaba siendo bastante insistente con ese tema a pesar de que este le dijera que él no quería una despedida de soltero.
—¿Emma tendrá una?
—Sinceramente, no hemos hablado al respecto, pero imagino que sí, con sus amigas.
—¡Rayos! —resopló, mirando el techo—. Sin dudas, eres el aburrido de tu relación.
—Y con orgullo —sacó su botella blanca de aluminio del bolsillo de su mochila y la bebió, era agua. Podía darle 3 estrellas al restaurante por la lentitud y porque su cajero le estaba tocando los nervios y recién era lunes.
—Las despedidas de soltero son importantes —continuó diciendo—. No me digas que piensas que te drogaremos y te vendaremos los ojos para llevarte a un club nudista. Por favor. Jamás le haríamos eso a Emma. Ni que fuéramos unos animales.
Estaba hablando en plural, y Colin quería que dejara de hacerlo.
—En sus despedidas de soltero, la gente actúa como si fuese su único día de libertad.
—Joder. Deja de sobrepensar las cosas por una vez en tu vida.
Colin minimizó el diseño de la invitación de su boda, entonces, su ventana de chats se puso en primera plana. ¿Esa acción? El peor error de su insignificante vida. Alan leyó la mitad del nuevo mensaje que Eugene le había mandado a Colin. «Cuándo vamos por el traje?». ¿Que qué? ¿El traje? Más vale que se encontraran hablando sobre un traje para Eugene. Alan no quiso quedarse con la duda, y, de un segundo a otro, manoseó la computadora para entrar al chat. Tuvo tiempo de leerlo por encima antes de que Colin la cerrara.
Perro: Voy mañana a LA
Colin: El TRAJE.
Perro: Tranquilo! Esta semana los tendremos resuelto ;)
Colin: Dios
Colin: Necesito ver a Emma con su vestido o lo que sea que usará
Perro: Yo también
Perro: Cuándo vamos por el traje?
—¿Se refieren a tu traje? —miró a Colin, con la boca entreabierta.
—Sí...
—Gracias por tenerme en cuenta —se alejó, acercándose a la orilla del extremo del asiento, con intenciones de marcharse de la mesa. Se sintió traicionado de todas las formas en las que uno puede ser traicionado por su mejor amigo. Y Colin decidió mentirle.
—Estudias y trabajas —dijo con tranquilidad, como si no fuese un traicionero de mejores amigos—. No quiero molestarte. No sé si estarás libre, sabes. Con Eugene es más fácil coordinar ahora que tiene vacaciones por tiempo indefinido.
—Colin —resopló en forma de regaño—, claramente, tengo tiempo para ayudarte a elegir tu traje, con gusto lo haré. —Colin se preguntó qué clase de traje terminaría usando si le agarrara la locura de dejarlo en manos de Alan—. ¿Cuándo vamos a elegirlo?
—Eh... —miró el plato de albóndigas que venía hacia ellos desde lejos—, en la semana.
—Estupendo. Oye, ya que estamos hablando sobre eso, ¿debo usar un traje también?
—Usa lo que quieras, Al.
—No tengo traje.
—No necesitas uno.
—Sí lo necesito, si se casan mis mejores amigos.
—No será esa clase de boda.
—Bueno... Igual le escribiré a Emma a preguntarle qué debo usar.
—Bien —guardó su computadora dentro de su mochila para que el camarero pudiera bajar el plato frente a él. No sabía que había ordenado su peso en espagueti y albóndigas. Era un plato enorme—. Oiga —le dijo al camarero—, nunca me trajo mi soda.
—Lo siento. Ahora te la traigo —contestó el muchacho.
—Cole —Alan lo miró después de observar el plato—, ¿cómo andas?
—Eh... —agarró su tenedor, enfocado en su almuerzo—, bien.
—Lo noto y me alegra mucho —apretó el hombro de Colin.
En ese momento, Colin se sintió como un... hijo de su madre.
—Al —suspiró y todo—, perdón. Soy un mal amigo.
—No lo eres. Hasta me prestas dinero.
—A veces me sacas de quicio.
—Lo sé —rio, tomándolo como un hecho gracioso.
—No, en serio. Debo ser más paciente con las personas. Todas tienen una paciencia increíble conmigo. No me esfuerzo por cambiar ese lado mío. Y me casaré con la mujer más dulce y noble del mundo. Muchos dirán que ni siquiera la merezco.
—Y a ti qué carajos te importa lo que puedan decir los demás —bufó. Además, le parecía poco probable que dijeran eso porque solo sus seremos cercanos estaban enterados de la boda y todos ellos estaban de acuerdo con que Colin se merecía a Emma tanto como Emma se merecía a Colin—. Colin, yo te entiendo. En serio.
—Bien. —No sabía si eso le hacía sentir mejor—. Te mandaré un mensaje para lo del traje, pero debo tenerlo arreglado para esta semana.
—¡Muy bien!
⠀
Esa noche, en la sala de su casa, Emma había firmado contrato con la banda liderada por un vocalista masculino, además, aprovechando su día, en la tarde, había firmado contrato con una mujer, y su agrupación compuesta por tres mujeres violinistas y una violonchelista que se hacían llamar Las cuatro estaciones, ellas iban a tocar en la ceremonia, en cambio, la banda había sido especialmente contratada para la fiesta.
—¿Puedo darte una lista de canciones especiales? —Emma se encontraba sentada en el borde del sofá, con sus piernas juntas y sus manos cerca de sus rodillas. El vocalista, quien también era el representante de su propia banda, estaba sentado en un sillón al lado del sofá.
—Por supuesto. Por supuesto que sí —le sonrió. Se llamaba Marco, tenía alrededor de cuarenta, usaba trencitas en su cabello marrón oscuro. Se había presentado en casa de Emma con unos pequeños lentes oscuros. La música de la banda era increíblemente variada, pero Emma había sido clara con un asunto:
—He visto que tocan jazz —le había dicho hace rato.
—Así es. —Marco había sonreído con orgullo—. Nos piden mucho.
—En mi boda no quiero nada de jazz. Nada —aseveró.
—Supongo que tampoco nada de blues y soul.
—No, quiero decir —sacudió su cabeza—, sí, R&B/Soul como Boyz II Men está permitido, de hecho, quiero que cantes I'll Make Love To You. Es el jazz lo que no quiero escuchar.
—De acuerdo, señorita. I'll Make Love To You. No me olvidaré.
Y de esa manera lo habían acordado.
—Ya habíamos hablado de I'll Make Love To You —dijo él.
—Sí, pero tengo unas cuantas más que me gustaría añadir.
—Florecita. —Jake chocó contra la reunión. No tendía idea de que había un desconocido con trencitas en su sala. Acababa de despertar de una siesta no planeada y tenía mucha hambre—. Ehm, hola, sujeto que no recuerdo —se acercó a estrechar la mano de Marco.
—No lo recuerdas porque no lo conoces. Marco es el líder de la banda que estará en mi boda —se puso de pie, esperando que Marco entendiera que estaba lista para cerrar la reunión.
Marco lo entendió y se levantó, diciendo:
—Es un placer. Eres el padre de la novia, ¿cierto?
—¿Qué me delató? ¿La belleza?
Y Marco se echó unas cuantas.
—En realidad, creo que tienen los mismos ojos, ¿no?
—Gracias por notarlo, Marco.
—Eh —Emma dio un par de pasos hacia la puerta de la sala—, ¿Marco? —lo llamó.
—Sí. —El hombre la miró, pero, antes de seguirla, apretó, una vez más, la mano del padre de la novia—. Un placer —repitió, porque era todo un respetuoso, Emma lo había notado cuando hablaron por teléfono y en la reunión había sido todo un hombre atento.
—Gracias. Te enviaré la lista de canciones especiales —dijo ella, cerrando lentamente la puerta de la casa. Cuando la cerró en su totalidad, su papá la invadió con palabras.
—Tengo hambre. Ordenemos McDonald's o Domino's. ¿O prefieres salir? Podemos salir a comprar en el AutoMac y comemos en la camioneta.
—Le pedí a Diana —La mucama— que subiera un emparedado a mi recámara.
—¿Cenarás eso? —se indignó—. ¿Un emparedado?
Emma lo esquivó, caminando a las escaleras.
—Sí. Tengo cosas que hacer —subió rápido, de a dos escalones—. Una boda no se planea sola. —Ella pretendía usar esa excusa en las siguientes dos semanas—. Será otra noche.
—Claro... —No supo si lo escuchó—. ¡Quizá mañana!
∞
HOLA, HOLA
Entonces, ¿ya estamos todxs oficialmente invitados a la pequeña boda del siglo? Lo tomaré como un sí, aunque el novio termine echándonos a todxs. <3 JAJAJAJ.
Pero ¿para qué adelantarnos a la pequeña boda? cuando todavía queda ensayar el primer baile. Colin y Emma ensayarán su primer baile mientras yo (y ustedes) ensayamos nuestras lágrimas. Oh síiiii. Al menos ya sabemos que bailarán una de Andrea Bocelli (creo que eso ya lo sabemos desde el primer libro muajaja), la pregunta es cuál de todas las canciones.
¿Quién más quiere ver (leer) a Cole eligiendo su trajecito?<3
Además, necesito decir que Emma aprendiendo italiano en una App es lo que no sabíamos que necesitábamos.
CUÉNTAME CUÁL ES TU PARTE FAVORITA DEL CAPÍTULO<3<3 & nos leemos en algún momento.
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