41: Selene
Antes de arrancar con el capítulo, me emociona enseñarles esta ilustración de nuestros niños, que corresponde al capítulo 30. Representa la selfi que publicaron en Instagram para anunciar su compromiso frente al resto de su familia y amigos <3 ¿Le gusta? Etiquétame en Instagram si la guardas y usas. ¡Quiero ver!
Sin más que agregar, empecemos...
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Emma estaba nerviosa por conocer a Selene. En todo el camino al café, que no se ubicaba lejos del condo, creó conversaciones en su cabeza. No conocía a Selene de nada, pero en su cabeza le había dado voz y una imagen de cómo se suponía que se veía. En su imaginación, Selene era agradable como Eugene. En su imaginación, Selene era una versión femenina y mayor de Eugene. Por otro lado, Colin condujo en silencio, era de mañana, estaba calmado. Por mucho que tuviera que enfrentar ese domingo, su cabeza estaba teniendo flashbacks del sexo mañanero que habían tenido justo antes de que él se levantara para ir al yoga.
Su calma tenía todo el sentido del mundo.
—Cole.
—¿Hm? —la miró una vez. Sí, necesitaban entablar una conversación o él iba a acabar con una erección—. Corazón, no te atrevas a dudar de que le caerás bien o lo que sea. Escuchaste a Eugene, su tía está encantada por todo. Sinceramente, tengo un buen presentimiento.
—No es solo eso...—mordió su labio inferior—. Es que me parece que huelo mal.
Colin la miró otra vez, con el ceño arrugado, pensando en que no la olía desde ahí.
—Acércate —pidió.
Rápidamente, Emma se desabrochó el cinturón de seguridad, y, arrodillándose en el asiento, se inclinó para que Colin la oliera. La olfateó como un can buscando droga. Buscando droga en el sobaco de Emma. Ella estaba usando un vestido naranja con un suéter azul marino, y no olía mal, por lo contrario, se sentía su rico, y característico, aroma a cítricos que no cambiaba ni con las estaciones del año.
—Hueles bien —dictaminó. La agarró de la mano cuando Emma se sentó de nuevo con el cinturón abrochado—. ¿Por qué tan nerviosa?
—Es importante —apretó la mano que la sujetaba en un intento por calmarse. No olía mal, pero apostaba a que pronto olería a cabra—. Es la tía de nuestro amigo, de tu mejor amigo del alma, y sí deseé esto desde un primer momento, pero parece demasiado perfecto, sabes, y soy nueva en esto de que las cosas me salgan bien.
—Te entiendo. Pocas cosas me han salido bien en esta vida.
Él pensó que ella era la única buena cosa.
Y ella había pensado en su compromiso.
—Espero que le caigamos bien —dijo Emma.
—Si tú sonríes, nos salvarás, la distraerás de mí.
—Cole —frunció su ceño, mirándolo.
—Te casarás con alguien que fácilmente cae mal. Espero que puedas acostumbrarte a ello. Aún puedes añadirlo a la lista de contras.
—No sé de dónde sacas eso —se enojó.
—De la evidencia empírica —rio.
Siempre haciendo de su «defecto» una broma.
—Pues, se pueden ir al carajo. —Esas palabras le salieron como un escupitajo—. Malo para ellos que se pierden de tener a la persona más genial del mundo en sus vidas, bueno para Emmy quien así puede tener más de Cole —le besó la muñeca con fuerza.
—¿No me compartes? —bromeó, moviendo las manos de los dos.
—Te comparto con Esteli, y eso ya es mucho —rio a carcajadas.
—Esteli, Esteli...—canturreó, tratando de no perder la paciencia por el tráfico.
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Cuando llegaron al café, los nervios de Emma se dispararon al límite. Con sus manos, se planchó la falda del vestido varias veces mientras esperaba que Colin rodeara la Benz hasta la acera donde estaba ella. Él decía de sí mismo que no caía fácilmente bien, ella no estaba segura de cómo ella caía. ¿De espalda? ¿De cabeza? ¿De pies como una gata? Se secó su sudorosa y pálida mano con la manga de su suéter antes de sujetar la mano de él.
Juntos entraron al café, que olía a chocolate caliente y galletas, buscando a una persona que no conocían. Colin le soltó la mano, como una cuerda que se rompió, al buscar con su mirada a Selene. Emma se quedó mirando un exhibidor de dulces, no, se quedó mirando a una niña rubia, de no más de siete, que se encontraba mirando el exhibidor como si fuera la octava maravilla del mundo.
—Amor. —Colin la llamó.
Emma cerró la puertita que conducía a su madriguera vacía, y lo miró, descubriendo que Colin tenía en la mira a quien aparentemente era Selene. Una mujer de piel trigueña, de al menos cincuenta años, en una pequeña mesa redonda para dos, estaba disfrutando de una bebida verde, era la única sin un celular al lado, era ella y su bebida. No hubo dudas de que se trataba de Selene, más allá de reconocerla por una foto que Eugene le había mandado a él la noche anterior, la mujer estaba vestida con una túnica púrpura y un palazzo blanco, tenía el cabello recogido con un moño enorme, bastante peculiar para un clima semiotoñal.
—Es ella —aseguró Colin.
—De acuerdo —tomó aire—. Vamos.
Colin volvió a sujetarla de la mano y caminaron cerca el uno del otro hasta la mujer.
—¿Selene? —preguntó él.
—¡Ooh! —Selene se levantó de su silla con la más brillante sonrisa. Emma pensó que, en realidad, no se parecía en nada a Eugene, no debían ser parientes sanguíneos—. Hola, hola.
—Hola. —Colin sonrió, y de veras—. Ella es mi novia Emma, mi prometida...
Emma sintió como si la hubiesen empujado al frente en medio de una clase. No supo cómo saludar a Selene, optó por pasarle una mano.
—Es un enorme placer conocerte, Selene —sonrió.
Selene la sujetó de la mano, y, antes de que pudiera decir que el placer era de ella, se quedó en blanco como si su casete hubiese rebobinado hasta el inicio y Selene se hubiese perdido o descolocado. Sacudió su cabeza, colocando la cinta en su lugar, y dibujó una sonrisa más luminosa que la Torre Eiffel cuando cae la noche.
—Emma —cerró sus ojos, sintiendo sus propias palabras—, el placer es mío, ángel.
Colin colocó su mano sobre el hombro de Emma, guiándola hasta la silla frente a la de Selene. Selene tuvo un segundo para analizar a Colin. Un hombre respetuoso, le había hablado con respeto y amabilidad al teléfono, demasiado atento con su prometida, no acostumbraba estrechar las manos de extraños.
—Nos preocupaba no llegar a tiempo. —Emma hablaba dulcemente mientras Colin arrastraba una silla para sentarse al lado de ella—. Perdón. No sé cómo estás emparentada con Eugene. Estaba tan nerviosa por conocerte —confesó— que no se me ocurrió preguntar.
—¿Nerviosa por conocerme? Nada de eso. —Selene se fijó en cómo Colin puso su mano sobre la de Emma, que estaba sobre la mesa, también se fijó en que ambos tenían los mismos tatuajes de infinitos. Eso le pareció una buena señal—. Estoy casada con el primo de la mamá de Eugene. Por cierto, otra vez, gracias por tenerme en cuenta para oficiar la ceremonia más importante de sus vidas.
—Dios. —Emma llevó una mano a su pecho. Ya no estaba nerviosa—. Gracias a ti por decirnos que sí. Cole es católico —comenzó a contar, y Colin supo que no necesitaba hablar por los siguientes minutos—, pero yo no. Mis padres no son religiosos ni espirituales. Crecí en una familia agnóstica, por decirlo de alguna manera. Antes de conocer a Cole, no creía mucho, sabes, especialmente porque he vivido situaciones muy duras que siempre me han hecho pensar «No le importas a nadie, mucho menos a una divinidad», además, me preguntaba por qué, si existe una divinidad buena, me pasaban cosas malas. Pero todo cambió cuando conocí a Cole. Siento que una inteligencia superior lo puso en mi camino, además, el amor que siento por él es sobrenatural, es demasiado intenso, es un cúmulo de energías que no puedo explicar.
Selene sonrió, asintiendo con la cabeza en señal de escucha.
—Cole no quiere que nos casemos por iglesia. No quiere que me bautice.
—No quiero que lo haga por mí —explicó este.
—Pero yo quiero una ceremonia trascendental. Trascendental como nuestro amor. Entonces, ¡una boda espiritual se me ocurrió! —Emma estalló de emoción—. Pero esto de organizar una boda espiritual es más difícil de lo que parece cuando no tienes idea de cómo funcionan realmente o cuando no conoces a alguien que pueda guiarte. Mi wedding planner ha organizado un montón de bodas espirituales, pero yo necesito algo propio —se sujetó del cuello de su vestido, aferrándose a él como si fuese su corazón—. Empezando por querer que la persona que oficie la ceremonia sea alguien especial. Y como Eugene es nuestro mejor amigo, una noche mencionó que tenía una tía que había oficiado una boda, se me hizo perfecto.
—Es perfecto, Emma —dijo Selene.
—¿Eso crees? —sonrió, mirando a Selene, mirando a Colin.
Colin parpadeó dulcemente para ella.
—¡Por supuesto! Todo está perfectamente planificado. Mira —puso sus manos sobre la mesa, dibujando como un mapa invisible—, en términos simples, las bodas espirituales son un regalo de nuestros antepasados, para la unión de dos almas gemelas. Y vaya que existen muchos tipos de ceremonias, lo ideal es elegir una con la que se sientan identificados, una que resuene en sus pechos. Empecemos por lo fácil, cuéntenme brevemente cómo se conocieron.
—En la universidad —dijo Colin—. Fuimos amigos primero. . .
—Pero yo me enamoré al instante. —Emma se metió a la narración de Colin, riendo, porque reír son cosas que una enamorada hace con frecuencia.
—Ambos lo hicimos —aclaró él—. Nos enamoramos en seguida.
—¿Tienen el mismo tatuaje? —señaló Selene.
—¡Así es! —Emma levantó su muñeca y la de Colin—. Es un infinito, pero nos gusta llamarlo ocho volado. Verás, el número ocho está presente en nuestra relación desde siempre. Nos hicimos novios un 8 de noviembre de 2018; duramos 8 meses —Colin no quería que ella contara esa parte—; nos dimos un tiempo —Y ya lo hizo—; regresamos 8 meses después. Decimos que nuestro amor es como un ocho volcado —rio, tapándose la boca—. Ya. Sabemos que el infinito no es un número, lo sabemos bien, Cole es físico, además, pero es una broma nuestra, bueno, broma no es, nuestro amor sí es infinito. Por eso los tatuajes. Por eso nos casaremos un 8 de octubre.
—¿También tienen unos lobos?
—Eso no tiene que ver con nuestra relación. —Colin se cubrió el lobo con su mano.
—Veo unos números ahí, Colin.
—Emma nació en 1998.
—Vaya. Sí están llenos de 8. El 8 indica abundancia, ¿saben?
—¿Abundancia de amor? —Emma bromeó.
—Es probable. —Selene le sonrió—. Entonces, se habían dado un tiempo.
—Sí. Pasamos situaciones bastante duras —explicó ella.
Colin tosió una vez, a continuación, levantó un brazo para llamar a una camarera.
—Pero su amor ha sido más fuerte.
Selene lo entendía todo.
Un amor que se había puesto a prueba y había salido vencedor.
—Exactamente. —Emma sonrió, no podía parar de hacerlo. Le había caído bien Selene, casi al instante, así que esperaba que ellos le hayan caído bien también.
Una camarera se acercó a ellos.
—Hola. ¿Puedes traerme un agua? Por favor. —Colin acarició el hombro de Emma para captar la atención de esta—. ¿Quieres ordenar algo, corazón?
—Eh, quiero un té helado. Por fis. —Emma miró a la camarera.
—En seguida —contestó la joven, alejándose.
En silencio, Selene los estaba estudiando. Eran distintos. Completamente distintos. La energía de ambos era diferente la una de la otra, pero se compenetraban perfectamente. Él era serio y de pocos amigos. A ella le costaba dejar de sonreír. Selene estaba segura de que Emma tenía más que un par de amigos en su bolsillo. Ella era de energía cálida y a él le costaba demostrar calidez, pero con ella sabía cómo arder.
—¿A qué se dedican? —preguntó.
—Cole tiene un grado en física, actualmente es asistente de un científico importante en la universidad. Yo pinto —rio, le pareció graciosa esa diferencia dicha en voz alta.
—¿Pintas? —Selene sonrió. No imaginó que Emma se dedicara a algo distinto al arte—. ¿Vas a una escuela de arte? Qué hermosa manera de unir el arte y la ciencia en una relación.
—No voy a una escuela, por ahora —sonrió más.
Colin miró a Emma.
«Por ahora».
—No solo pinta. También es buena dibujando. —Emma se sonrojó, ladeando su cabeza, mientras escuchaba cómo él presumía los talentos de ella—. Le gusta hacer bocetar diseños de vestidos, pero no le muestra a nadie, además, es una excelente bailarina, y, si la escucharas cantar, creerías que los ángeles existen.
—Creo que los ángeles existen. —Selene miró a Colin, con una sonrisa cerrada, después a Emma para contemplarla. Emma parecía frágil, sus brazos eran finos, era de estatura corta, quién diría que sobre sus hombros cargara tanto talento para tres formas de arte.
—Yo también —dijo Colin.
—¿Me recuerdan qué edad tienen?
—Cole cumplirá 25 en noviembre. Yo tengo 22, los cumplí este mes.
—Aún tengo 24. —Colin miró a Emma.
Emma miró a Colin.
—Lo siento —rio.
—¿No quieres cumplir 25, Colin? —preguntó Selene.
—Realmente, ahora me da igual —contestó, aunque no sabía qué tan honesto estaba siendo. Emma puso una mano sobre la pierna de él, esperando que le siguiera dando igual en un mes—. Con Emma no sabemos de envejecer. Nos conocimos cuando yo tenía 22, y ella 19, estaba a días de cumplir 20, y, sinceramente, nos veo, y creo que nos vemos más jóvenes que hace dos años o, mejor dicho, no sentimos más jóvenes, bueno, de esa manera me siento yo. —Escuchó cómo Emma susurró «Yo igual»—. Con ella puedo permitirme reír, divertirme, hacer cosas que ni en mi adolescencia me permití hacer, o en mi propia niñez.
»Emma es... celestial, un ser lleno de luz. Es la mujer con la que quiero casarme y criar niños, es la niña con la que quiero sacarme los tenis y jugar Twister o saltar en el trampolín de un parque de trampolines. No soy el hombre más divertido, a veces las pequeñas cosas pasan frente a mí sin que las note, pero Emma me mantiene en la línea. Puedo hacer toda una presentación magistral sobre ella. En mi mente, la tengo en un trono. Es mi mejor amiga.
Colin cerró su boca, y se dio cuenta de que Emma estaba llorando.
—Mi nena linda —le susurró cerca de la oreja.
—Lo siento. —Emma se dirigió a Selene, riendo—. Lloro mucho.
—Bueno, linda —El corazón de Selene se llenó de ternura—, se vale llorar ante palabras tan lindas. Al parecer, Colin no necesitará escribir sus votos —bromeó con una cálida sonrisa en el rostro—. ¿Lees mucho, Colin? No me refiero a la universidad.
—Sí. Cuando me da el tiempo.
—¿Poesía?
—Lo normal.
—¿Lo normal? No a todo el mundo le gusta la poesía.
—A Cole también le gusta el arte. —Emma sacó un pañuelo de su bolso y se limpió la nariz—. Le gusta la literatura tanto como a mí; ambos amamos mirar pelis; ¡amamos! la música, Dios, nos encanta intercambiar canciones, tenemos una playlist conjunta en Spotify. La música fue de las primeras cosas de las que hablamos cuando salimos juntos, como amigos, y el arte renacentista, cielos, lo adoramos. A Cole le gusta la pintura, así que tiene suerte de casarse con una chica que lo único que hace es pintar —soltó una carcajada.
—Entonces, a ambos les gusta la pintura.
—Así es —contestó Colin—. Ella pinta y yo me maravillo.
—Se me ocurre algo —dijo Selene, cerrando un ojo.
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Ese mediodía, después de reunirse con Selene, reunión que acabó con cinco estrellas, almorzaron tortellini en la terraza de un restaurante que se llamaba La Toscana que, a pesar de tener una gran selección de vinos, no era sofisticado. Las mesas eran de madera, los manteles a cuadros rojos y blancos, había una plantita como centro de mesa. Sonaba una mezcla de cantantes italianos como Ramazzoti. Era la primera vez que pisaban ese lugar, Emma lo había hallado, como un restaurante cercano a ellos, en el Google Maps, pero, dado lo delicioso de los tortellini, el buen vino, y la amabilidad de los empleados, podían hacer de ese lugar, su lugar, además, no quedaba lejos del depa. Era brillante.
En cierto momento, una mujer de piel dorada y cabello rizado se acercó a preguntarles si la comida y el servicio era de su agrado, pronto se dieron cuenta de que la mujer no solo era italoamericana, sino que también era la dueña del establecimiento. Emma, a sentirse a gusto con la extraña, terminó contándole que estaban por casarse y que iban a conocer la Riviera italiana en su luna de miel. Colin tenía un choque discrepante cada vez que ella hacía eso. A él no le gustaba que una extraña se parara al lado mientras trataba de acabar sus tortellini, ni qué decir relacionarse con dicha extraña, pero su boca se bañaba en dulzura, un sabor más puro y deleitante que el vino, cuando ella charlaba con desconocidos. Escucharla siendo amable, verla sonreír a los demás, y asombrarse de lo pequeño, le recordaba porqué estaba perfectamente enamorado de ella.
—¡Oh, mil gracias! —Emma aceptó en sus manos la tarjeta del restaurante que la mujer le pasó, reaccionó como si le estuviesen entregando una estatuilla del Oscar—. Qué amable. Lo pegaré con un imán en el refri.
La mujer los dejó para acercarse a otra mesa donde se encontraba una familia.
—Acabarás tu plato, eh —señaló Emma.
Colin se limpió los labios con una servilleta de tela.
—Estos tortellini son la reina de las pastas que he probado hasta ahora.
—Pero, amorcito, recuerda que pronto comerás pasta auténtica —sonrió.
—Lo recuerdo. Lo recuerdo todo el tiempo —agarró su copa de vino, se dieron un besito en los labios, y él dio un suave sorbo al vino—. Te amo.
—Yo te amo más —sonrió, demasiado cerca de la boca de él.
Entonces, él se vio completamente obligado a arrancarle esa sonrisa.
—¿A qué hora vamos a tu casa?
Emma tocó su barbilla pensativamente.
—Mmm, a las 8:60.
—Le dije a tu papá que estaríamos ahí.
—Ya sé —robó un menú de la mesa vacía de al lado—. Pero antes quiero postre.
Colin se quedó mirándola, callado, con esperanza de obtener un buen resultado al final del día. Hasta el momento, ella no había cambiado su estado de ánimo alegre.
—Mmm, creo que pediré un tiramisú, pero no te apures en terminar tus tortellinis, solo me anticipo a mirar el menú. Quiero más agua, ¿y tú?
∞
¡Qué capítulo más divertido de escribir! Adoré a Selene desde el momento en que nació en mi mente <3 ¿No les ha dado la idea de que esa mujer sabe cosas? Como la verdadera identidad de Emma... Mmm. Díganme: ¿Selena les ha caído bien? <3
Por otro lado, Emma luce mucho más tranquila, ¿no? Al final, parece que su papá tenía razón al esperar que ella se calme, bueno, parece, (adelanto) eso lo descubriremos en el próximo capítulo.
Aaaaay, y ya. Este es uno de esos capítulos sencillitos que tienen un espacio aparte en mi corazón, además, todo el capítulo (releerlo) me ha transmitido una paz. ¿La sintieron también?
Cuéntame cuál es tu parte favorita del capítulo, y nos encontramos en el 42 :)
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