21: Un diamante
A veces, por curiosidad, navegaba por los cursos de arte que ofrecían distintas escuelas. Estaba en uno de esos momentos, frente a la pantalla de su computadora blanca, sentada en un sofá del jardín de su casa, descubriendo cuántas opciones había en cada punto del mapa donde Colin había puesto un dedo. No tenía preferencias. Nunca había soñado con entrar a una escuela en específico porque no hacía mucho tiempo que le nació la idea. Puso una mano sobre su pecho cuando abrió la entrada de un blog en línea que hablaba sobre escuelas de arte en Boston. Le gustaba pensar en grande cuando se trataba de él. No quería dejarles espacio a las dudas «Si no...». Se imaginaba, y mucho, mudándose a Massachusetts con su amor. A pesar de no encontrarse a gran distancia de la isla de Manhattan, no había estado más que un par de veces en la ciudad de Boston. No tenía mucho que decir sobre ella porque no la conocía, no como a Los Ángeles, mucho menos como a Nueva York, pero si Boston la aceptaba podían hacerse amigas. Absolutamente todo dependía de una carta de aceptación que debía llegarle a Colin el año entrante.
—Mi Emmy hermosa. —Bianca salió al jardín. Acababa de llegar, y lucía un hermoso y fresco vestido largo con estampado de flores. Emma minimizó todas las ventanas, dejando la computadora con la selfi de ambos como pantalla, miró a Bianca con una sonrisita cerrada—. Tu papá no está en casa. Ya lo noté. No soy de creer en esas cosas, pero se percibe un aura distinta cuando él está y cuando no. Oh —se rio—, por supuesto que no en mala forma.
—Sé a qué te refieres. No sé si sea un aura, pero todo está mucho más silencioso en su ausencia. Salió con Gael. No me invitaron. Creo que se trata de uno de esos días padre e hijo —cerró su computadora, poniéndola en el sofá, a su lado—. ¿Acompañarás a Gi a París este año?
—No quiere que lo acompañe —se sentó en un sillón de enfrente.
Emma abrió su boca creando drama.
—No puedo creerlo. Siempre espera que estés a su lado.
—¿Qué te puedo decir? —se encogió de hombros. Emma pensó que Bianca se pondría a llorar ahí mismo—. Mi Gi creció. Su relación con Gael lo hizo desprenderse de mí.
—Casualmente, la relación con Gi hizo que Gael se desprenda de Faith.
En fin, hijos únicos, y varones.
—Ambas estamos sufriendo. —Bianca rio.
Emma sonrió. Amaba la manera tan madura con la que Bianca vivía toda esa relación fuera de serie. Faith había tenido un amorío de juventud con su novio, de donde salió Gael, y ahora Bianca tenía a Gael como novio de su hijo, y a Faith como nada menos que consuegra. Emma nunca había pensado que su familia fuese normal. Su familia siempre había sido la más rara del círculo, y también la más genial.
—Todas las madres son así con sus hijos varones. Hasta Hol lo es con mi hermano.
—No sé porqué.
—Bueno. Los especialistas se han dedicado a tratar de darnos explicaciones desde hace siglos.
—Por supuesto, pero una no necesita entenderlo cuando lo vive, solo... lo vive, y no es consciente.
—Ajá.
—Y luego están los papás con sus niñas.
Emma rio, diciendo:
—Eso lo tengo claro.
—La niña de Jakey está por cumplir 22 —dio mini aplausos.
—S-sí... —Emma inhaló hondo, y luego se deshinchó—. Ya no soy una niña, claro está.
Bianca quiso entender a qué se debía esa inhalación y esa exhalación que la desinfló como a un globo, lo más rápido que se le ocurrió fue todo lo que le había pasado. La entendía. Cuando ocurren situaciones que nos sobrepasan a veces queremos hacernos tan pequeños como cuando teníamos la edad suficiente para que alguien más nos proteja. A Bianca le pasaba, a todos les pasa, solo que a otros con mayor intensidad.
Bianca optó por pasar de tema. Eso de los niños y de los bebés no era el mejor asunto que tocar con Emma o frente a ella. Todos lo sabían.
—¿Y ya elegiste qué ropa usar el lunes? —sonrió.
—Sí —respondió, hinchándose poco a poco otra vez—. Compré un vestido rojo y corto hace unas semanas.
—Y tus amigas vendrán —afirmó.
—Sí. Y mis amigos. Pensé en invitar a Jason, aunque no sé, no me gustaría que su papá apareciera. Roy es genial, pero no conoce a Colin, así que se pondrá algo intenso, y no quiero que Cole se ponga incómodo porque eso me incomodará a mí también, así que lo de Jason está en veré.
—¿Crees que su papá se autoinvite?
—Puedes esperar todo de Roy —rio—, pero Carrie, su esposa, es un ángel. Se parece a ti.
Bianca se sonrojó inmediatamente, poniendo una mano sobre su corazón.
—¿Crees que soy un ángel? Gracias, mi amor.
—Sé que eres todo lo opuesto a mi papá, y no me refiero a que él sea malo, sino a que es alocado.
—Muy bien —soltó una carcajada—. No sé qué diría él si te escuchara.
—Se ofendería, claramente. Y daría sus razones por las que tú no eres el ángel que aparentas.
—Bueno. Mejor que no te escuche —bromeó.
Emma se limitó a sonreír. Le parecía importante llevarse de lo más bien con la señora novia de su querido pa, además, Bianca era realmente un ángel, hasta su risa más descontrolada sonaba pacífica, era dulce con ella, con sus dos hermanos, era como la madrastra que nadie pidió, pero que de alguna manera les hacía falta, porque su pa se merecía alguien que lo amara y aceptara con cada pedazo bueno, imperfecto, y alocado. Eran una familia.
—¿Y cómo está Cole? —preguntó Bianca.
—Bien.
—¿Qué dice por tu cumpleaños? —sonrió, subiendo su pierna derecha sobre su izquierda.
—Eh. —Mucho. Decía mucho.
—¿Eh? —ladeó su cabeza.
¿Qué significaba eso?
—No consiguió permiso para salir temprano esa noche —le contó. Anoche, cuando llegó del departamento, se acostó en su cama para llorar dramáticamente mientras Estela dormía a su lado—. Me sentí mal por eso, y no lo culpo de nada, pero lo tomé como una gran injusticia del cielo porque llevo tiempo planeando mi fiesta.
—Lo sé, cariño. Qué mal. Cole trabaja mucho.
—Sí. Pero...—se sacudió toda su frustración— hace mucho por mí, por los dos.
—Se nota —asintió—. Debe sentirse tan mal como tú.
O peor.
Emma afirmó con su cabeza.
—Es el mejor novio del mundo.
—¡Hola a mis reinas! —Jake aplaudió una vez bajo la puerta del jardín. Gael asomó su cabeza por curiosidad. Emma sonrió, mirando cómo su papá se acercaba a ellas por el sendero de piedras—. ¿Qué tal? ¿Ya terminaron de acuchillarme a mis espaldas? —se acercó a darle un beso en la cabeza a Emma.
—Cuánto egocentrismo tienes para creer que de lo único que podemos hablar es sobre ti —dijo Emma.
—Pero sí hablamos sobre él. —Bianca dijo la verdad, pero lo hizo sonar como una broma.
Jake se sentó en el reposabrazos del sillón de Bianca, y le dio un beso en la mejilla a la señora novia.
—No me sorprende. Soy una persona extrañable.
—Gael, escúchalo. —Emma se cubrió su cara con sus manos, fingiendo rabia por cómo era su papá.
Gael llegó hasta ellos, saludando a Bianca.
—Hola, Bia.
—Hola, cariño.
Y él se sentó al lado de Emma.
—Vengo a sentarme con ustedes porque ya comencé a extrañar a pa.
—De pronto, tengo ganas de perdonarte por hacerme pasar hambre la otra vez —habló Jake.
—¿Qué pasó la otra vez? —preguntó Bianca.
—¿La historia larga o la historia corta? —Emma ya se sabía la historia de memoria.
—La historia corta. La otra vez quemé la comida. Punto. —Gael no iba a permitir que su papá alargara la historia con sus detalles exagerados. Era hora de que la olvidara, se la había contado a un camarero del restaurante al que fueron juntos. «El otro día, mi hijo, este chico, casi quemó nuestra casa por hablar con su novio. Yo solo quería comer pollo»—. Por qué mejor no le cuentas qué estuvimos haciendo, pa.
—Fuimos a probar pasteles. —Y a comprar regalos. Sobre todo, a comprar regalos.
—Lo común es que te lleves a la novia para eso —pensó Emma.
—Lo gracioso es que de verdad había una pareja probando pasteles —comentó Gael.
—¿Qué es más importante que una boda que definitivamente no está en los planes? —Bianca sonrió.
—¿Por qué mejor no me arrancas el corazón? —Jake miró a Bianca.
Gael y Emma rieron.
—¡Tu cumpleaños, Emmy! —Bianca lo ignoró por completo.
—Yo les dije qué clase de pastel quiero —les recordó Emma.
—Y lo encargamos exactamente como lo quieres. —Jake aclaró—. Pero la señora de la pastelería nos dio muestras de otros sabores, y yo no me niego a la comida gratis. Nos sentamos y disfrutamos. Le di 5 estrellas cuando salimos de ahí.
—Sí se las dio —dijo Gael—. Hasta escribió una reseña.
—Bien. Entonces, cenamos juntos en familia. —Jake abrazó a Bianca de costado. Lo cierto es que cuando nadie lo estaba mirando era el novio más amoroso—. Cocinaré yo, ya que Gael definitivamente no sabe, y la florecita solo cocina para su noviecito. ¿Sabías, rubia? ¿Sabías que ahora florecita cocina? Pero solo para Colin Oschner.
Emma puso sus ojos en blanco, levantándose del sofá con su computadora.
—Para que sepas, mi soufflé es de-li-cio-so. Cole lo dijo.
—Mentiras piadosas. Cole siempre pensando en los sentimientos de los demás.
—No es mentira.
—Prepárame un soufflé, y veremos.
—Tienes razón. Solo cocino para mi noviecito —sonrió, abrazando la compu.
—Mi corazón se hizo cenizas como el pollo de tu hermano.
—¡Por favor! —exclamó Gael.
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Después de cenar macarrones con queso y jugar varias partidas de Uno con su familia, en las que a Gael lo abrazó una buena racha, Emma se sentó en su cama con las piernas cruzadas, enfrente tenía a su computadora abierta en su cuenta de Netflix, se sabía de memoria el documental de Miss Americana, estaba a punto de ponerlo una vez más cuando Estela se subió a su cama, modelando hasta ella como la súper modelo que era en su Instagram.
—Mi niña linda —la atrapó rápido, agarró su celular y se tomó varias selfis con su gata—. Mira que guapa eres, Esteli —puso la pantalla frente a los grandes ojos azules, pero Estela solo quería limpiarse las patas.
Se quedó mirando una de las selfis, en todas estaba sonriendo, y decidió postearla.
emmamillerb: Esteli es una roba cámara
En seguida le llegaron comentarios de sus amigas, y de Olimpia.
olimpiaiv: qué bella mi Emmy!
Vio cómo entre sus notificaciones apareció un me gusta de Esmeralda, y, seguidamente, una videollamada de la misma apareció en la pantalla de la computadora. Sonrió emocionadísima, y aceptó la videollamada. Alzó sus brazos con entusiasmo, más o menos gritando:
—¡Hola, mejor amiga!
—¡Hola! —gritó Sídney desde atrás de Esmeralda.
Esmeralda rio, tapándose un poco la boca con una mano.
—Hola, mejor amiga —respondió. Se veía en penumbras.
Ese semestre, Esmeralda y Sídney habían tomado la decisión de vivir en un mismo departamento, aunque cada uno tenía su propia habitación. Era su tercer año estudiando en Oxford. Les faltaba solo un poco más para graduarse. Eran un gran dúo en su faceta de estudiantes.
—¿Pero qué hora es allá? —preguntó Emma.
—Son las 6 de la mañana, señorita Emmy. —Sídney se metió en lo que se suponía que era una videollamada de mejores amigas—. Aquí madrugamos para hacer actividad física, ¿sabes? Me subo a mi cinta en 5 minutos.
—¡Qué bien! Yo también despierto temprano para salir a correr —les contó.
—Vimos tu foto con Esteli —comentó Esmeralda en medio de una gran sonrisa. Mencionar la actividad de Emma en Instagram siempre venía con Estela—. ¿En qué momento creció tanto? Aún recuerdo lo pequeña que era.
—Mi niña come bien —agarró a Estela para enseñarla en la cámara—. Cole le compró este collar. Tiene un localizador para que nunca se pierda de mí. Una App me muestra en tiempo real dónde está ubicada.
—¡Me encanta! —Esmeralda no era fanática de los gatos hasta que conoció a Estela.
—¿Colin le compró un collar a tu gata? —Sídney miró la pantalla—. El lunes es tu cumpleaños. A ver si se decide a regalarte el bendito anillo de una vez por todas. Ya es hora. Dile que suficiente con los collares para gatos, que se ponga los pantalones, y te dé un diamante bien grande.
Emma sonrió, bajando a Estela que se fue de ella.
—¿Y tú cuándo le regalas un diamante bien grande a Esme? ¿Eh?
—Eso no es justo. Yo no te molesto delante de Colin.
Esmeralda se limitó a soltar una risita.
—Tú te lo buscaste. —Emma lo señaló con su índice.
—Mejor me voy a hacer ejercicio. Dejaré que las mejores amigas se pongan al día. Te quiero, primita.
—¡Hablamos pronto! —gritó porque él ya se había ido de la cámara.
Esmeralda miró por encima de su pantalla, y se escuchó el ruido de una puerta cerrándose, después miró a Emma con una sonrisa que ella supo interpretar. Estaba pasando algo, pero Emma no tenía idea de qué podía ser.
—Mi súper sensor de Emmy traspasó fronteras, un mar, y vibró en un continente distinto. El problema es que no viene con identificador del asunto, solo sé que algo está pasando. ¿Qué sucede, Esme? —se puso más seria.
—¿Qué sucede, Emmy? Nada realmente interesante —rio.
—¡Ay, por favor! ¿Pasa algo con Sid? ¿Desacuerdos en la convivencia?
—Ay, no, Emmy —bufó, golpeando el aire con una mano en total despreocupación.
—¿Entonces? Puedes decirme lo que sea. ¿Tu mamá está bien?
—Mi mamá está muy bien gracias a Dios.
—Esmeralda.
Esmeralda inspiró profundamente, y llevo sus manos a su cabeza, hundiendo sus dedos en su corto cabello rizado que iba hasta sus hombros. Por cada segundo que transcurría sin saber qué estaba pasando, Emma se ponía cada vez más ansiosa y se preocupaba un poco más. Esmeralda quería decirlo, pero sentía incomodidad en el medio, además de ser su mejor amiga, Emma era la mismísima prima hermana de su novio.
—Tiene que ver con Sid, sí. De pronto me acuerdo que eres su prima.
—Amiga, soy su prima, pero primero soy mujer.
—No te preocupes. No es nada grave.
—Esme, me estás volviendo loca.
—Ya —resopló—. Es que por fin nos acostamos.
Emma asintió despacio, se resistió para no decir nada que pudiera sonar inapropiado para el momento. Hubiese reaccionado de forma distinta, pero estaba claro que la primera vez de Esme no había sido digna del color rosa. Esmeralda y Sídney estaban por cumplir dos años de noviazgo, pero muy apenas había llegado a los toqueteos encima de la ropa, bueno, eso hasta hacía unos meses, es que ella se había criado en un ambiente donde la primera vez de una mujer es un asunto serio, y estaba sesgada por ello, hasta que su libido dijo «Basta de vivir en la Edad de Piedra», además, Sid le había propuesto vivir juntos. Cabe resaltar que la madre de Esmeralda entró en pánico por la convivencia de su hija con su novio.
—Nos acostamos 3 veces —especificó.
—Ajá. —Emma movió la cabeza en señal de atención.
—Es que no sé cómo decirlo —suspiró.
—Esme, me asustas. Dios. No te pongas nerviosa. Dios. Yo siempre te he hablado de mi vida sexual, desde el primer instante en que nos hicimos amigas —rio tan solo un poco, recordando el momento, hasta que se acordó de todo lo malo que había vivido ese verano. Odiaba que una nube gris siempre tapara sus lindos recuerdos, y tenía varios que se resumían en personas. Esmeralda, ¡Gael!, Gillou... Cada vez que la nube gris amenazaba con dañar su día soleado, se esforzaba por pensar en esas personas, en las risas, en los abrazos que había compartido con ellas.
—Pero Colin no es mi primo ni somos amigos —señaló.
—Pero tú sí eres mi mejor amiga. Y lo serás incluso si Sid está lejos de ti, cosa que espero que no pase.
—Está bien. Te lo contaré porque me urge un consejo, y mis otras amigas no me entenderían de la misma manera que tú lo haces. Nos acostamos 3 veces. ¿Bien? La primera vez no fue placentera para mí, simplemente no sentí nada, pero me dije que estaba bien porque no todas tenemos esa suerte la primera vez, pero pasó lo mismo en la segunda, no sentí nada, y así en la tercera. He llegado a la peor de las conclusiones. Sid es... malo —cubrió su cara de la vergüenza cuando terminó de contarlo, pero se sintió realmente liberada después de hacerlo.
—Bueno. —¿Qué debía decir a continuación? Esme esperaba que le diera la bendita cura a su mal—. ¿Te ha dado sexo oral? Para mí, es una de las vías más rápidas para tener un orgasmo.
—¿Si me ha dado sexo oral? Eso creo, amiga.
—¿Tan malo fue?
—¿Qué debo hacer?
—La clave del sexo es la comunicación, ya sabes.
—Es que... tal vez le hice creer que es bueno —arrugó su entrecejo. Emma entreabrió su boca, pero Esmeralda siguió hablando—: Tal vez le hice creer que es un dios. ¿Qué haces tú en estos casos?
—El asunto es que Colin sí sabe lo que hace —rio.
Bien. No debió decir eso. Esme estaba en modo estrés al otro lado. Se sintió como una amiga idiota.
—Habla con él —sugirió, tratando de tapar su metida de pata con seriedad que se transmitía a través de su voz y de sus ojos—, es lo que debes hacer en estos casos, no hay otra opción ni otra cura, pero, ¡Esme!, no es el fin del mundo, apenas fueron 3 veces, no esperes que se conozcan desde ya —la animó, sonriéndole. Le hubiese dado un gran abrazo si se encontraba a su lado—. Estarán bien. Tal vez sea un poco incómodo porque le hiciste creer que sí te gustaba lo que hacía, pero hablar no solo mejorará tu vida sexual, también reforzará tu relación. ¿Sabes a lo que me refiero? Hablar es lo más importante a la hora de fortalecer los lazos.
—Temo que lo tome mal...
—Esme, con todo el dolor del mundo te digo que si lo toma mal es una mala señal.
—Eso lo sé —mordió su labio inferior, preocupada—. No sé si soy tan buena llegando a los demás con mis palabras. Tal vez deba escribirlo antes de decirlo en voz alta, pero ya. Olvídalo, olvídalo. ¡Cumples 22, Emmy! ¿Sigue en pie lo de la fiesta? Dime que sí. ¡Desearía tanto poder estar contigo ese día!
Emma sonrió, y dijo:
—Sigue en pie.
—¿Husmeaste entre las cosas de Cole para ver tu regalo?
—La verdad es que le pedí que no se preocupara por regalarme algo.
—Tal vez sí te regale un anillo —sonrió, guiñándole un ojo.
—Bueno. Lo dudo —se sonrojó, mirando el teclado—. Pero... sí hemos hablado al respecto, Esme —contó con mucha ilusión, viendo a la cámara y a la pantalla otra vez. Esmeralda se tapó la boca—. Lo sé —rio, inclinando su cabeza sobre su hombro derecho—. Pero aún no hemos concretado nada, solo lanzamos comentarios como cuando estemos casados, pero no va más allá de eso, no hemos hablado de la fecha ni nada. Todo el tiempo me pregunto qué pasará por su mente cuando piensa en eso. Dios. Eres única persona a quien se lo cuento —miró fijamente la pantalla, donde Esmeralda se encontraba derritiéndose de amor.
—Te juro que no hay forma en que la yo pueda perderme esa boda.
—Y yo espero que estés ahí, sea la fecha que sea —dejó salir una risita.
—Bueno. Tal vez el anillo en serio esté muy cerca —aplaudió despacito.
Emma esbozó una media sonrisa, diciendo:
—Sí, tal vez yo termine comprándole uno —soltó una carcajada.
—¡Oh, Dios! ¡En serio quieres casarte ya! —gritó. Emma puso una cara severa, diciendo «¡Sh!» con su índice frente a sus labios. Esmeralda se tapó la boca por un segundo—. Tranquila. Sid se pone sus auriculares y el resto deja de existir por un momento. Estoy jodidamente emocionada.
—Es que, si todo sale de acuerdo al plan, mi Cole será estudiante de premed en un año.
—Joder. Tienes razón. Tiene un año para ahorrar para el anillo más hermoso.
—No me importa el anillo. Te juro que no. No es importante.
—Bueno. Discrepamos en algo. Siempre he querido un buen anillo.
—A Sid siempre le han parecido importantes esas cosas. Ahora solo tienes que enseñarle cómo hacerte un oral, y el resto está resuelto —bromeó. Esmeralda rio, dándole la razón—. ¿Cómo va la convivencia?
—Bien —comentó—, pero no dormimos juntos. Eso también me facilitó hablar sobre el temita hasta hoy.
—Bueno. Me alegra que la convivencia vaya bien. ¡Uf! Casi se me olvida. ¡Mira, mira! —levantó su muñeca derecha. Esmeralda se tapó la boca en shock, esa fue su única reacción. ¡No podía creerlo! ¡Un tatuaje nuevo! —. Lo sé —rio—. Me hablas de diamantes, pero tal vez esta sea nuestra forma de compromiso
—¡Me encanta, Emmy! No me digas que Cole tiene uno igual.
—En el mismísimo lugar —sonrió.
—¡Por Dios! ¡Los amo demasiado! No quiero ser tu dama de honor, ¡quiero ser la jueza que los case!
—Oh, cielos —rio, tapándose la boca con una mano. Eso le pareció muy gracioso.
—Me encanta. En serio. —Esmeralda continuó con el mismo tono de voz entusiasta.
Emma miró cómo la pantalla de su móvil se encendió con una notificación de Colin en su selfi de Insta. Le había comentado un emoji de corazón amarillo. Cómo no. Alguien de pocas palabras cuando se trataba de la vida en línea. Le respondió con un emoji de corazón azul.
—Mi amorcito ya se reportó —comentó, se había perdido un instante en su celular.
—Trabaja hasta tarde, eh —observó.
—¡Si supieras! —miró al techo, cubriéndose los ojos con sus manos.
Ahí mismo, la videollamada de Colin apareció en la pantalla donde estaba Esmeralda.
—Esme, tengo que colgar porque Cole me llama, y tengo una charla pendiente con él.
—Okey dokey. A ver si esta noche me animo a seguir tu ejemplo.
—¡Sí! Tienes que hablar con Sid —sonó a una especie de amenaza de mejor amiga.
Oschner: Holaaaaaaaa
Oschner: Te extrañoooo
Emma sonrió al leer los mensajes.
—Hablamos luego, mejor amiga —dijo.
Finalizó la videollamada con Esme, y se deslizó hasta la de su amorcito. Colin apareció en seguida, cenando espárragos y champiñones salteados con parmesano y un poco de pollo, se encontraba sentado en la esquina de su mesa, sin camiseta, usó su tableta para llamarla.
—Hola —se dijeron al mismo tiempo.
Él con la boca llena y ella con el corazón lleno.
—No te llamé antes porque me puse a cocinar. —Colin levantó su plato para enseñárselo. Emma se inclinó hacia la pantalla inconscientemente, como si pudiese oler la comida, estaba sonriendo—. No sé de dónde quité las ganas, pero compro en la tienda, así que debo dejar de ordenar comida... o debo dejar de comprar en la tienda.
—Se ve delicioso, amorcito —juntó sus manos.
—Son espárragos. ¿No viste? —rio.
Es que no estaba del todo concentrada.
—Estaba esperando que me llamaras —empezó a decir— porque necesito recordarte algo.
Colin frunció su ceño.
Y ahora de qué mierda se había olvidado.
—¿Qué? —bajó su tenedor.
—Que eres el mejor novio del mundo, y que valoro absolutamente ¡todo! lo que haces por mí, por los dos, por nuestro amor. Ya sé. Anoche me fui en un mal momento. Debí quedarme hasta calmar las aguas, pero me frustré mucho, mucho, terminé enojada con el mundo como toda una malcriada, pero necesité pasar por ese momento para abrir los ojos y darme cuenta de que, por supuesto que quiero que estés conmigo, pero tú haces que cada día de mi vida sea una celebración, como una fiesta de cumpleaños todos los días. Te amo fuertísimo. Lo siento si te has sentido mal en todo este tiempo. Eres el regalo más grande que he recibido.
—Emmy.
Dios mío.
Quería atravesar la pantalla y llenarla de besos.
—Sé cuánto piensas en mí. —Aún no había terminado—. Sé que te encantaría pasar todo el día de mi cumpleaños conmigo, pero ahora las cosas son así, y no necesitamos afligirnos por eso, porque yo sé que tenemos una vida para celebrar juntos nuestros cumpleaños. Te amo, mi Colin, eso era lo que quería decirte, eso era lo que quería recordarte. Mi amor es paciente. Mi amor te respalda. ¡Celebraremos el día en que te hayas sacado a Cohen de encima! Pero antes debe darte esa cartita firmada.
—No sé qué decir.
—Entonces no digas nada, mi amor —sonrió, sacudiendo su cabeza.
—Me refiero a que estoy shockeado. ¿Eres real?
—Tan real como que eres brillante.
Colin sonrió, contemplándola en la pantalla.
Actuó como si no la conociera en el momento en que pensó que se enfadaría con él de por vida. Sabía que su amor era paciente y que lo respaldaba, es solo que a veces, con las distracciones cotidianas, le dificultaba un poco más darse cuenta de sus pensamientos errados. Ella tenía razón al decir que él hacía mucho por los dos, pero no como obligación, era un verdadero placer, como aquella gente que se dedica a cuidar sus jardines, lo hacen por amor a sus plantitas y también por el placer. El cuidado, y lo que hacía por su relación, podía compararse perfectamente con la jardinería, y sentía un tibio en medio de su pecho porque ella lo notaba, notaba cuán importante era para él sembrar, regar, cuidar.
No sabía que ella lo valoraba, lo sentía.
—Te amo bien. Y sí me sentí mal, estresado —confesó—, pero ya no —sonrió.
—¡Quiero darte un enorme beso! —levantó sus manos, estrujando algo invisible.
—Yo quiero que me des un enorme beso, y también quiero darte uno. Hermosa selfi con Estela, por cierto.
—¿Te gustó? —se estiró para agarrar a Estela, poniéndola frente a la cámara. Le levantó una patita como saludo—. Hola, Cole. Te echo de menos, mu-cho.
—No me echa de menos —rio, regresando a su comida—. Tú fuerzas esa relación, corazón.
—Ella sabe que te opones a su cariño. Te pide disculpas en nombre del gato que se comió a tu cobaya.
—Hay disculpas que no se pueden aceptar —bromeó, pero era cierto—. ¿Ya van a dormir?
—No. Íbamos a mirar Miss Americana otra vez. Oye, no mencionaste la clase a la que asististe con Cohen.
—Ah, nada interesante, por eso no la mencioné.
—Daría mucho por meterme a una clase donde estés como suplente.
—Ya no seré suplente, solo pasó una vez.
—Bueno. Hubiese querido verte en tu escenario.
—Me viste haciendo el ridículo cuando presenté mi trabajo del posgrado.
—¡Por Dios! ¿Cómo que el ridículo? Hasta pude entender una parte de todo lo que dijiste.
—No sé. Estaba nervioso, pero verte ahí me tranquilizó, aunque te hayas ido pronto.
Después de que presentara aquello con lo que había quemado parte de sus neuronas durante dos semestres, y el comité dictaminador lo había aprobado, ella se había acercado a felicitarlo luego de encontrar un espacio entre los maestros que se acercaban a hablarle personalmente.
—¡Felicidades! —le había dicho con todas las ganas de saltar a besarlo en los labios.
—Emmy, viniste —la abrazó.
Un abrazo fuerte, lleno de añoranza.
—¡Claro! Estuve allá atrás en todo este tiempo. Gael me acompañó —le había contado. Gael la había acompañado, pero no se acercó a felicitar a Colin inmediatamente porque quería que Emma tuviera su momento a solas.
—Te vi, pero... ¿allá atrás? ¡Tu lugar está en la primera fila! —le dio otro abrazo. Literalmente había reservado un asiento para ella que se había quedado vacío durante toda la presentación.
—Oschner —le había llamado Cohen desde alguna parte.
Emma quebró el abrazo, observando a las grandes mentes que habían ido a escucharlo a él, y que de seguro querían seguir hablando con él. No quiso arruinar el momento, el momento de él, así que optó por marcharse.
—Bueno. Nos vemos otro día, ¿verdad?
—¿Qué? No. Salgamos a cenar.
—Eh...
Había sido difícil para ella negarse. Verlo obteniendo un logro más fue demasiado para su corazón. Le había prometido que siempre estaría en la primera fila, pero, en tiempos donde se sentaba en la última, su alma golpeaba con fuerza la ventana al querer llamar la atención del alma de él. Se había puesto linda para captar su interés, pero se arrepintió después de sus abrazos. Mantenerse al margen de amigos con la persona que más amaba en el mundo muchas veces se había sentido como un campo de batalla donde ella siempre salía perdedora. Colin había salido a celebrar esa noche con sus dos amigos, pero pasó todo el rato deseando que ella se encontrara allí con él.
—Esta vez será distinto —le aseguró ella—. Celebraremos con champaña.
Colin rio, y dijo:
—No te gusta la champaña.
—Pero es lo que la gente hace.
—No es lo que nosotros hacemos.
—Tienes razón. Tenemos que encontrar una forma de celebración propia.
—Claro —le siguió la corriente.
La imaginación de ella no tenía límites, y él siempre trataba de encajar siguiéndole.
—Porque tienes una vida llena de logros por delante, y debemos tener algo nuestro.
—Tenemos una vida llena de logros por delante —corrigió. Emma parpadeó dos veces, y después asintió con la cabeza—. Pero te lo dejaré a ti porque mi mente es bastante limitada en ese aspecto.
—¡Qué dices! Eres ocurrente.
—No.
—Ya sé. Podemos comer helados Häagen-Dazs de galletas y crema en nuestra cama.
Nuestra.
—Me encanta —dijo él, sonriéndole.
—¡Y abrir una botella de Dom Perignon!
—O podemos comprar muchos helados en lugar de eso.
—¡Estoy emocionada!
—Sabes que no necesitamos celebrar un logro para comer helados en la cama, ¿no?
—Silencio —llevó su índice a sus labios, callándolo. Colin pensó que no podía evitar ser el aburrido de la relación, le salía automáticamente, lo que no sabía es que el cerebro de Emma lo consideraba divertidísimo—. Ay, no te conté. ¡Hablé con Esme!
—¿En serio, mi nena? —le sonrió.
—Sí. Hablamos sobre su convivencia con Sid. Parece que se llevan bien.
—Bien por ellos.
También hablaron sobre un anillo y una boda...
—Te amo mucho, mi Cole.
Colin levantó su celular frente a la pantalla.
—¿Me tomaste una foto? —Emma rio, arreglándose el cabello.
—La miraré antes de dormir —dijo en serio.
—Espera. Tómame otra con mi niña —agarró a Estela, abrazándola frente a la cámara.
—Otra más para mi colección de mi nena linda y Estela —tomó la foto, sonriendo como si se encontraran tomándosela a él, después se detuvo a mirar lo que capturó. Le encantó la sonrisa de su nena.
—Debe llamarse mi nena linda y la gatita más hermosa del planeta.
—Bueno. En algo tienes razón. Estela tiene su encanto.
—¿Serán sus ojos? —Emma miró los ojos de su gata.
—Tal vez. Las mejores cosas vienen en azul.
—Oh, ¡qué engreído! —lo vio, encontrándolo con una sonrisita.
—No es cierto. Las mejores cosas vienen en amarillo.
—Podemos decir que las mejores cosas vienen en verde.
—¿Verde?
Claro. La combinación de ellos dos.
—Lo acepto porque tienes razón —dijo él—. Siempre preferí las manzanas verdes.
—Los espárragos.
—Y las sandías.
—Los árboles. ¡La rana René! —gritó Emma.
—Oh, Dios —rio.
La rana René era el personaje favorito de Los Muppets de Colin.
Y también era su meme favorito.
—Las uvas —siguió él.
—Y los tréboles.
—Tus ojos.
—Qué seductor, Oschner.
—Te amo. Las mejores cosas vienen contigo.
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HOLAA<3 FELIZ 18 DE FEBRERO.
¿Qué les ha parecido este capítulo? ESMEEEEEE<3 No sabías que necesitabas leerla hasta que apareció, ya sé. Es que Emma tendrá muchas amigas, pero Esme tiene un lugarcito especial en mi corazón. ¡Fue la primera mejor amiga real de nuestra Emmy! ¿Qué dicen ustedes? ¿A cuál de las amigas de Emma le tienes más cariño?
Punto importante: Cole y Emmy están bien<3 Bueno. No es que hayan estado mal, saben a qué me refiero. ¿Sabías que Emma tomaría de esa manera la breve ausencia de Colin en su cumpleaños o pensaste que se enfadaría?
¿Alguien más contando los capítulos para leer el cumpleaños de Emmy con 22 (taylor's version) de fondo? Deberíamos hacer de 22 el himno de Emmy<3 Bueno. Ya lo es. La gente no quiere pareja. La gente quiere una serie de Emma con música de Taylor en el soundtrack. Sí, señora.
Y bueno. EL DIAMANTE BIEN GRANDE, adjetivo patrocinado por Sídney Hamilton. ¿Cuándo llegará? Emma, saca esa tarjeta de crédito ¡ya!, que Colin anda moviéndose encima de una tortuga o de un caracol o una mezcla de ambos.
JUGEMOS: Para ti, ¿cómo sería la propuesta de matrimonio perfecta de Emma y Colin? ¿Será que la leeremos en este libro? Recuerden que faltan dos libros más<3
(Lo he repetido tantas veces, pero muchxs no están enteradxs de que Emma no es una trilogía, la tengo planeada para que dure un poquito más)
Nos leemos en el capítulo ¡22!<3
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