01

6:00 de la mañana en Nueva York, una excelente hora para empezar el día, una hora de ejercicio, un baño caliente, un rico desayuno y por supuesto el llegar al trabajo temprano, mientras caminas por las tranquilas calles de la ciudad, ya era hora para empezar el nuevo día de hoy.
Me encantaba salir y observar a las mismas personas de siempre, Nueva York tenía sus propios encantos.

-Buenos días Yansi -saludo cordialmente el viejo señor de los periódicos.

-Buenos días, Nick- conteste alegremente.

-Ahora iras caminando al trabajo.

-El auto de Camille se descompuso así que le preste el mío.

-Claro que ella ande en auto y tú a pie- la burla del viejo Nick era muy clara en especial cuando comenzó a reír levemente.

-Es mi jefa podría despedirme- bromee, mire brevemente el semáforo peatonal, estaba en verde, me despedí con un gesto con la cabeza mientras continuaba mi camino.

-Que tengas un buen día Yansi- grito Nick antes de tomar un periódico.

-Igualmente Nick- respondí mientras giraba un momento para observarlo.

A pasos firmes y seguros continúe mi camino, me encantaba mirar alrededor y notar los cambios de cada calle, incluso los más pequeños como una nueva maseta de flores en la cafetería que estaba cruzando la calle, aunque los cambios grandes era los más notorios. Me detuve un momento y observe aquel negocio que hace semanas habían estado remodelando, miraba ahora con colores alegres el lugar, frases de canciones adornaban el vidrio, junto con un enorme cello, una oleada de amargos recuerdos llegó a mi mente y sabía que esa era la señal para apartar la mirada y continuar mi camino.
Después de unos cuantos edificios más llegue a mi trabajo.
Nada como ser la gerente de un restaurante de cinco estrellas, nada como tener mucha suerte, buena más bien un gran golpe de suerte y varios años de duro trabajo.

-Vaya pero si es Yansi, la puntual aunque no tenga auto- bromeo Camille en lo que observaba su reloj.

-Ya te lo he dicho levántate temprano y lo lograras todo con éxito.

-Soy la jefa puedo levantarme tarde si quiero- bromeo Camille- por cierto quería decirte que el día de hoy nos iremos temprano.

-¿Tendrá una cita con tu chico "sexy"?- pregunte pícaramente para jugar con ella.

-Si lo se mi novio es muy sexy, pero no, hoy no saldré con el.- tomo una breve pausa mientras me miraba, sabía que estaba buscando las palabras correctas para decirme lo que pasaba.-Tendremos una reunión temprano y durante la noche un cliente me pidió un concierto, de cello. Por lo que dejaré a cargo a James.

-Ya veo, está bien- respondí con una sonrisa sincera, en verdad agradecía lo considera que Camille era conmigo, en especial con ese pequeño problema.

-Y aprovechando que saldrás temprano que tal si vas y te diviertes- dijo Camille coquetamente. Bien Camille la considera término, sabía que no duraría demasiado.

-Hace mucho que no voy al zoológico a ver los animales- respondí en broma.

-No empiece señorita Duval.- me reprimió mientras me señalaba de manera amenazante con su dedo índice.- sabe a lo que me refiero deberías ir y salir con un chico.

-¿Un chico?- pregunte algo disgustada y ella lo sabía.

-Estas en tus 25 años, sé que dices que ahora mismo no te importa pero cuando menos te lo esperes yo estaré casada con mi sexy novio y mis tres hijos mientras tú serás la tía loca de los gatos.

-Prefiero los perros- corregí de inmediato, si sería la tía loca solterona, prefería que mi casa estuviese lleno de perros y no de gatos.

-Yansi, estoy hablando enserio. Ve sal y conoce a un chico.

-Está bien, pero primero quiero ser la tía loca de los perros.

-Tu pequeña diablillo- dijo Camille mientras me apretaba las mejillas con ternura, o al menos siempre mencionaba eso cuando era un poco más pequeña.

-Iré a empezar a arreglar todo- dije con la excusa para soltarme de Camille.

-Estoy comenzando a preguntarme quien es la jefa y quien es la empleada.

-Ya te lo dije cuídate, que cuando menos te lo esperes me adueñare de tu restaurante- bromee mientras fingía una risa maléfica.

-Ojalá que también te adueñes de las deudas.

Respondió lo suficiente alto para que la escuchara, a pesar de que su tono de voz sonaba bromista, sabía que en realidad era una indirecta para que la ayudara en algo que estaba comenzando a tener problemas.

-Si todo está perfecto- le respondí al chef.

-Yansi, los de la orquesta han llegado temprano-comento uno de los meceros- podrías avisarle a Camille.

Observe hacia su oficina estaba hablando por teléfono, no quería interrumpirla.

-Está bien, yo iré- dije mientras salía a recibir la orquesta.

-Por favor, pasen- dije mientras lo recibía en una habitación especial- si necesitan algo más pueden avisarme.

-Muchas gracias señorita- comento el encargado de la orquesta, quien estaba cargando un cello.

-De nada.- Dije para tratar de salir, en cuanto trate de salir choque contra Camille.

-Yansi, te vez algo pálida... Creo que deberías irte ahora mismo.

-Si eso hare- dije mientras me dirigía por mis cosas.

Al parecer, no había sido un buen día hoy, necesitaba cambiar eso, ¿que podría hacer?.
La verdad es que si llevaba mucho tiempo sin ir al zoológico, ya se el acuario, eso también sonaba muy bien.
Mientras caminaba por el parque observe a una mujer ya de avanzaba edad caer al suelo, inmediatamente salí corriendo a su encuentro.

-¿Se siente bien?- pregunte algo preocupada.

-Estoy bien- respondio amablemente la señora con cierto acento en su voz.

-Déjame ayudarla- conteste mientras la ayudaba a sentarla en una silla del parque, acto seguido comencé a guardar las cosas que se le había caído del bolso, había muchos medicamentos- podría llevarla al hospital.

-Estoy bien, señorita.

Había demasiados medicamentos puede que ella estuviese enferma, ya había cuidado de personas mayores antes y suelen ser algo obstinados y testarudos a veces.

-Está bien de hecho ahora mismo yo también iba al hospital así que vamos juntas-dije mientras le extendía mi mano a la mujer.

-De acuerdo- dijo ella mientras tomaba mi mano.

Ambas tomamos un taxi, para dirigirnos al hospital central.

-¿No eres de por aquí, verdad?- pregunto la señora.

-No, ¿acaso se nota?

-¿Tienes un leve acento?

-Bueno mi familia es francesa pero llevo viviendo aquí desde los 16 años... ¿Usted es inglesa, verdad?

-Mi acento es muy obvio- bromeo la señora.

Yo reí ante su comentario.

-Mi nombre es Anna.- se presentó

-Soy Anayansi.

-¿Anayansi?

-Si lose es algo extraño, mi madre era una arqueóloga, durante un viaje a México encontró este nombre, es de origen Maya que significa la llave de la felicidad.

-Creo que es muy bonito... A tu madre le debe encantar llamarte así.

-Sí, le encantaba- dije con una leve sonrisa, mientras que por dentro había un enorme sentimiento de tristeza atorado- Ya hemos llegado al hospital.

Anuncie mientras bajaba del taxi y ayudaba a Anna, pague en taxi y entramos al hospital. De alguna forma me sentía extraña, sentía como la rara sensación de que todos estaban observándome, cuando llegamos a preguntar en recepción la enfermera que estaba atendiendo no dejaba de mirarme de reojo.
¿Tendría algo en el rostro?

-Señora Anna, el doctor Lewis la está esperando- anuncio la enfermera, no son antes echarme una breve mirada.

-La acompañaré- comente mientras la seguía.

-Pensé que también venias al hospital- recordó  Anna, por su rostro sabía que había notado que había mentido, no tenía ninguna excusa mientras nos dirigimos al consultorio del doctor por lo que opte por la verdad.

-Así es, vine a acompañarle- comente entre sonrisas.

-Vaya una señorita cómica- dijo Anna riendo.

Cuando entramos al consultorio del doctor Lewis, el solamente observo a Anna y me parece que me miro como por 2 segundos, estaba comenzando a preguntarme si realmente tenía algo en el rostro como para que me mirarán mucho o incluso Como para ignorarme demaciado.

-¿Cómo te has sentido últimamente Anna?- pregunto el doctor.

-He estado bien, ya sabes solo vine a la aburrida revisión de siempre.

Voltee la mirada hacia Anna algo extrañada, ella estaba mientiendo.

-Disculpa doctor Lewis pero- me detuve de hablar cuando él me observo con seriedad, me empezaba a incomodar y hacerme sentir nerviosa.- pero, Anna estaba, tirada en el suelo cuando la encontré hoy en el parque y por eso la traje al hospital, se veía algo pálida y...- me detuve un momento al notar que no dejaba de observarme con seriedad, esos ojos no dejaban de mirarme y eso me incomodaba lo suficiente, sabía que no tenía nada que hacer dentro del consultorio. - creo que eso no es algo que me incumbe.

Conteste nerviosa, incluso ya no podía soportar su mirada sobre mi, por lo que tuve que desviar la vista,  oí como Anna soltó una pequeña carcajada, el doctor se levantó y abrió la puerta.

-Me gustaría que, esperara afuera, señorita.

-Claro, por supuesto.

Dije mientras me levantaba para salir, era una linda manera de correrme "educadamente" para ser un doctor algo "sexy" diría Camille, era un grosero.
No debía comportarse así solo porque es apuesto. Me senté afuera del consultorio del doctor Lewis, oí un llanto a lo lejos, sin pensarlo me acerque había una niña sentada debajo de un árbol del jardín del hospital, por su ropa note que era un paciente del hospital, me acerque a ella y me senté a su lado.

-Hola- dije dulcemente, no hubo respuesta por parte de la pequeña- sabes cuándo tenía más o menos tu edad, mi madre solía cantarme una canción.- comencé a parlotear con la esperanza que dejase de llorar, pero no ocurria, sabía que no tenía otra opción más que cantar.-iba más o menos así.
La, la, ¿porque es este hermoso jardín hay una puerta cerrada?,
Quiero entrar a observar el otro lado,
¿Qué es lo que habrá?
Un camino de felicidad, tal vez.- un recuerdo de mi madre llegó a mi mente, haciéndome tomar una pequeña pausa, pero eso no me detuvo.-
Un nuevo mundo desconocido, tal vez...
Necesito la llave de la felicidad,
Para entrar en aquella puerta,
¿Dónde podre hallarla?
Aun no lose...
Necesito encontrar la llave de la felicidad,
¿Dónde podre hallarla?
Laia, Laia, ¿dónde está?, ¿dónde está?
Aquella llave de la felicidad.

-Es una linda canción- interrumpió la pequeña en un momento oportuno, si seguía asi, sabía que terminaría siendo la siguiente en llorar, la niña  se limpio las lágrimas con sus pequeñas manos y me sonrió.

-Si lo es.

-¿Sabes alguna otra canción?-pregunto la niña curiosa.

-Hay una canción de un libro que me encanta a pesar de que no menciona como va la melodía, me encanta como suena en mi cabeza.

-¿Cómo es?

-Bueno- en ese mismo instante recordé que estaba acompañando a Anna, me levanté de un brinco sorprendiendo a la pequeña- sabes acabo de recordar algo importante, que tal si lo dejamos para después.

-Está bien- dijo la pequeña.

-Por cierto mi nombre es Anayansi, puedes decirme Ana o Yansi como gustes- dije mientras salía apresurada.

-Adiós Yansi- grito la pequeña, haciéndome saber que esa sería la manera en la que me llamaría.

Mientras corría hasta el consultorio del doctor Lewis, estaba observando hacia abajo cuando alce la mirada recibí un fuerte golpe contra la puerta dándome directamente en el rostro perdí el equilibrio unos momentos y caí al suelo.
Dirigí mi mano a mi rostro y comencé a quejarme en silencio.

-¿Qué haces en el suelo?- pregunto el doctor Lewis.

-Le diste contra la puerta hermano- grito la pequeña de hace un rato.

-Tranquila, ¿estoy bien?- dije mientras pensaba darme una sonrisa a la pequeña pero la nariz comenzó a sangrar, volví a colocar la mano en mi rostro y me reí algo nerviosa- creo que iré al hospital.

-Estas en el hospital- dijo la niña a carcajadas- hermanó fue tu culpa, atiéndela.- Exigió la pequeña.

-Vamos pasa- dijo el doctor.

Yo pase sin ninguna otra opción, observe a Anna quien saludo a la pequeña.

-¿Estas bien Anayansi? - pregunto Anna preocupada.

-Adam la golpeo contra la puerta-dijo la niña mientras observaba al doctor molesta- y se llama a si mismo doctor.

-Está bien, fue un accidente, además yo también estaba distraída.

-No lo defiendas Yansi, sé que es guapo pero no por eso lo tienes que defender.

-No es por eso- dije un poco sonrojada- a mí me gusta tratar las cosas como son.

-Es linda- dijo la pequeña- por cierto mi nombre es Emma.

-Es un lindo nombre, Emma.

-Bien alza la mirada un poco.

Dijo el doctor mientras me tomaba de la barbilla para limpiar mi nariz de la sangre, no pude evitar observar sus ojos grises no los había notado.

-Tus ojos son muy azules- dijo Emma mientras se acercaba- es como si viera el cielo.

-Gracias.

-Emma, no me dejas tratar a la señorita.

-¿Porque tus ojos son así?-pregunto Emma.

-Mi abuela tenía este color de ojos al igual que mi madre, mi padre solía decir que era toda una herencia de los Carlier.

-¿Carlier? Es un apellido franceses- comento Emma.

-Si toda mi familia es de ahí-comente.

-Eso explica tu leve acento-dijo Emma.

-Listo- dijo el doctor Lewis mientras me bajaba con cuidado la barbilla- puedes irte.

-Gracias- comente mientras me levantaba.

-¿Volverás mañana Anna?-pregunto curiosa Emma.

-Tengo que venir a revisión.

-Si quieres puedo traerte mañana- comente- no tengo nada que hacer, además creo que le debo algo a Emma.

-¡Sí!- dijo Emma mientras me abrazaba.

-¿Nos vamos a casa?- le pregunte a Anna con una sonrisa.

-Me llevaras a casa también- pregunto Anna sorprendida- no es mucha molestia.

-Para nada- dije con una sonrisa.

Mientras salíamos del hospital aun sentía la miradas de todos, era como si todos estuviesen observando con cuidado cada paso que daba.

Llegue a Anna a casa en taxi, vivía algo cerca del hospital pero quedaba al otro lado de mi hogar, pensé que lo mejor era guardar silencio no quería preocuparla, en cuanto llegue a casa, fui a acostarme.

Había olvidado la sensación de estar en un hospital... Era horrible.

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