Tal Vez No Funcione...
POV. Magnus.
Baje del auto y el vino hasta a mi, para tomar mi mano. Me sentía como si fuese mas joven. Como un adolescente enamorado.
Y es que esa era la magia del amor.
¿Se puede enamorar cientos de veces de una sola persona?
Creo que si. Por que también podía hacer eso el amor, te hacia confundirte y darle cientos de vueltas a solo un concepto, preguntandote si es real.
Pero es real, apresar de todo.
Solo tienes que darte cuenta, que de verdad lo encontraste.
POV. Anna.
— Era una amiga!— explico sentándose.
— Nos podemos ir?— pregunte, en tono neutro.
— Si!— respondió levantándose.
Caminamos hacia el auto, yo mas rápido que el.
¿Por que me haces esto, tonto cerebro? Solo me confundes más.
Esperaba que todo el camino no dijiera ni una sola palabra, por que si lo hacia, le daría vueltas y vueltas, hasta marearme.
Le rogaba a raziel, que llegaramos, para que me bajara de ese auto.
Cuando llegamos, mi pecho se lleno de alivio. El bajo primero, para abrirme la puerta.
Salí, revisando que no olvidara nada. Cuando gire, choque con el.
Parecía oler como a noche y viento salvaje. Era complicado de describir.
Estábamos tan cerca, que su aliento chocaba con el mio. No me había dado cuenta de que me había estremecido. Me sentía como si me ubiera tomado una botella de vodka. Mareada.
¿El amor puede parecerse al wisky o al tequila, o a una droga?
Sentí su mano cálida, en mi cintura haciendo alborotar las células de esa parte.
¿Que estas haciendo Mark Blackthorn?
— ¿Por que no puedo sacarte de mi mente, Anna Herondale?— murmuro antes de besarme.
Me beso, mientras sus manos estaban en mi rostro. Sus dedos hundiéndose en mi piel. Mi corazón latia como un tambor, y me estaba quedando sin aire.
¿Como solo un simple beso podría hacer eso? Pero no era un simple beso, era algo mucho mas hermoso. Algo especial.
Estaba besando a un extraño ¿Y por que no me importaba?
Se sentia como una sensación que has anehelado mas que nada y por fin la pruebas. Y deseas jamas dejarla.
Pero sus labios estaban fríos y al mismo tiempo eran calidos.
Entonces me di cuenta que una de mis cosas favoritas, seria el frío.
Parecía como si nuestros labios bailaran una pieza de baile a la perfección. Dejando un bello recuerdo en cada movimiento.
¿Esto estaba siendo real?
POV. Alec.
Tocamos la puerta de mis padres. Ellos habrieron unos segundos después.
— Ay no! Se van a llevar a esta hermosura!— dijo Maryse haciendo un puchero, mientras le daba muchos beso a Max. Este estiro las manos hacia Magnus, para que lo cargara.
— Magnus, quería hablarte sobre algo.— dije, mientras le daba un apretonsito a la manita de Max.
— Estábamos pensando en hacerle una fiesta a Max.— dijo Magnus, tímido de lo que pudiera responder mi madre.
— Me encantaría!— grito, abrazándolo. — Le diré a Clary y Izzy que me ayuden a organizarla.—
— Intenta que no sea.... extravagante.— le dije.
— Que cosas dices, claro que no. Izzy también ayudara.— dijo, haciendo un gesto con la mano.
— Justo por eso. ¡Con mas razón! —
— Podemos pedirles su mansión a los Herondales.— dijo mi padre, que venia cargando las cosas de Max.
— O tal vez podemos pedirle a Anna que les ayude. Recuerda que ella organizo nuestra boda!— sugirió Magnus.
— Nos encantaría. Nunca nos hemos dirigido la palabra yo y la hija de Celine y Stephen. Cuando nos explicaron que su hija había aparecido, nos alegramos tanto. Ella tiene tu edad, Alec.— explico mi madre.
— Tenemos que irnos, por que Max tiene que dormir.— les explique.
— Adiós Ñeñe!— dijo mi madre, con una voz, rara.
— Saben! Tenia tanto tiempo que no los veía tan felices y juntitos a ustedes dos!— dijo Maryse, mientras nos llevaba a la puerta.
— Adiós Mama!— me despedí de ella.
— Te llamare para decirte como va ser la fiesta, eh Magnus!— le dijo.
Nos despedimos de mi padre y nos fuimos.
POV. Anna.
Lo empuje, retrocediendo.
— No puedo!— dije, tapandome la cara de vergüenza.
Comence a caminar rápido hacia la casa.
— Por que no?— me tomo del brazo, haciéndome voltear.
— Porque esto no puede estar pasando. Esto.... no es real.—
— Así que sientes lo mismo que yo!?—
— Tal vez deberías irte ya, Mark.— dije entrando a la casa.
— De que tienes miedo?— pregunto.
— No estoy asustada. ¿No lo entiendes? Apenas nos conocemos.—
— Entonces, dame una oportunidad. —
— Si te la doy, ¿Te iras?—
— Tal vez! — saco una sonrisa radiante.
— Bien! Mañana, en la noche. A las 9:00. No llegues tarde. —
— Por que tan tarde?—
— Creo que ya deberías irte.— dije, antes de cerrar la puerta.
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