Capítulo 51

Mi cara está morada, me encuentro en el auto con mi mamá, una bolsa de hielo se encuentra en mi rostro. Ella me mira de reojo, hace unos minutos como por arte de magia llegó a la universidad, por más que yo dije que no hiciera nada, entro a la oficina del director y amenazó con hacer una demanda—o eso fue lo que me dijo ella—realmente no sé qué habrá pasado dentro de ese lugar.

Mis ojos la analizan de arriba abajo, esta vestida demasiado formal
para solo ir a la universidad.

—¿Qué hacías en la universidad? —le cuestiono y ella me sonríe.

—Carolina me llamó y me dijo que mi hija se había peleado con un chico—menciona y yo me quedo intrigada, ¿Por qué Kori la llamó? ¿De dónde sacó el número de teléfono de mi mamá? —¿Ya te arreglaste con ella? —yo niego recordando lo que había pasado hace
menos de una hora. Mi pecho se aprieta y mi cabeza  empieza a
doler—Creo que deberías hablar con ella.

—¿De dónde venias? —le pregunto ignorando lo último que dijo.

—Fui a recoger los papeles del divorcio qué tu padre ya los firmó—yo suspiro mientras muevo la bolsa de hielo a otro lugar de mi rostro—No tienes que preocuparte y menos pensar que es por ti, sabes que hace mucho nuestra relación dejo de ser relación—yo
asiento, pero, igual da pesar que algo que hayas hecho terminé en el
divorcio de tus padres.

—¿Puedes dejarme en casa de Sebastián?

                                 

Lo primero que hace Sebastián al recibirme en su casa fue chillar.
Supongo que no es para nada común recibir a tu amiga llena de
moretones en tu casa. El me analiza de cerca, hace una mueca y me entrega un par de gafas.

—¿Qué fue lo que te pasó? —me cuestiona mientras yo me observo en el espejo de su cuarto.

—Una pelea—intento quitarle importancia, pero, el chico se ve
bastante interesado en saber que pasó
—Con Daniel.

—¿Te peleaste con un chico? —yo asiento y el abre la boca—Me
imagino que ese fue el motivo por el que Kori me pidió el número de
tu mamá.

—No quiero hablar de eso—le digo y el enarca una ceja.

—¿Qué hiciste? —él se levanta de su cama y se para a mi lado—¿La cagaste de nuevo? —yo suspiro y asiento

—¿Podemos irnos a algún lugar? —el asiente—Necesito despejar un rato.

A los pocos minutos estamos en su moto rumbo a un edificio, el mismo edificio alto en el que vimos el atardecer, el mismo donde dejó
una frase pintada.

—¿Sam? —me mira extraña al ver que acabo de comprar una botella de vino en la tienda que hay en la entrada del lugar—Sabes que no puedes beber, estás tomando pastillas.

—No me importa—en este momento poco me importa eso, de hecho, irónicamente tener VIH es el menor de mis problemas en estos instantes.

Subimos hasta el último piso de este lugar y lo recuerdo exactamente igual a la otra vez que estuve aquí, tampoco es que haya pasado mucho tiempo, pero, pensé que iban a quitar la frase que está pintada con aerosol.

—¿Qué pasó con Kori? —me cuestiona mientras yo bebo de la botella de vino—Samantha no hagas eso.

—¿Qué más da Sebastián? —él se me queda mirando, su rostro tiene tonos naranjas debido al sol que ya se está marchando para darle paso a la luna—Estoy jodida de miles de formas, me acaban de dar la golpiza de mi vida, me duele todo, me expulsaron una semana de la universidad, mis padres se acaban de divorciar, Kori me debe de estar odiando y el menos importante de todos mis problemas, tengo VIH. Déjame por lo menos olvidarme un rato de las cosas que me pasan, tal vez se me pase hasta el dolor en el cuello.

Sebas no dice más nada, se queda en silencio mirando cómo le doy otro trago a la botella. Suspira hondo y vuelve a mirarme.

—Tienes que terminar de solucionar tus problemas con esa chica—yo asiento, obvio tengo que hacer eso, no puedo seguir así. No quiero vivir mi vida de esta forma, no puedo querer llorar cada vez que la recuerdo o cada vez que mencionen su nombre.

—Estoy siendo una idiota—me vuelvo a pegar a la botella mientras intento que las lágrimas no bajen por mis ojos.

El teléfono de Sebastián suena. Paulo aparece en la pantalla. Él me mira y yo lo animo a contestar.

—Hola—contesta el móvil y yo me quedo analizando cada uno de
sus gestos mientras el vino va disminuyendo en la botella—Ahora
mismo estoy un poco ocupado—me mira y sonríe—¿Están todos? —
el asiente a las cosas que le dice el chico para después decir—Ya
vamos.

Sebastián me mira y me arrebata la botella de la mano, yo protesto
ante ese gesto y logro arrebatársela de nuevo. Él rueda los ojos y me
sujeta del brazo, yo sigo bebiendo el líquido rojo.

—Vas a terminar borracha—me dice y yo me encojo de hombros, la verdad no me importa terminar así, de todos modos, ya siento como el alcohol tiene pequeños efectos sobre mi cuerpo—Vamos a la reunión que hicieron los chicos.

—No tengo ganas de ver a nadie—le digo al chico de pelos plateados, pero simplemente fui ignorada.

Debería estar ahora en mi casa, acostada en mi cama quejándome
de la vida o durmiendo envuelta en mis sábanas negras, pero, al contrario, me encuentro abrazando a un chico por la cintura mientras el maneja por las calles de la ciudad rumbo a ver a personas que no tengo ganas de ver. Sebastián acelera y dobla por una calle bastante conocida para mí.

—Deja eso—me dice una vez que estamos esperando a que nos abran, me arrebata la botella y la tapa—Creo que ya ha sido suficiente.

—Sebastián—Saluda Alvin al chico hasta que su vista se posa sobre mí, es obvio que no me esperaba a mí—Sam—el chico nos deja pasar sonriendo.

El lugar tiene música en un volumen adecuado para que todos puedan escucharla, pero hablar perfectamente. Lo primero que noto
al entrar al lugar es a Claudio hablando con Kori, este me mira, le dice
algo al oído y los dos estallan en una carcajada ¿Se están riendo
conmigo o de mí? Son cosas muy diferentes las dos. Mientras más me
acerco a ellos la risa se intensifica. Sin poder evitarlo y perdiendo el control por completo de mi cuerpo y tal vez de mis emociones me acerco a los chicos. La sonrisa de ellos se borra cuando me ve.

—¡¿Se están riendo de mí?! —exclamo por no decir grito, todo el lugar se queda en silencio, Claudio rueda los ojos y Kori mira a Sebastián que me estaba sujetando del brazo—¿Por qué se ríen de mí? ¿Les da gracia que me hayan pegado? —una carcajada sale de mi boca y Kori enarca una ceja.

—Sam vamos a sentarnos—Sebas intenta llevarme hasta el lado
contrario donde están ellos, pero yo me suelto de su agarre.

—Déjame—protesto—¿Les doy gracia? —sonrío y Claudio se levanta del sofá—Ahora te vas—le presiona el hombro con mi dedo—Eres un cobarde—él aparta mi dedo de su hombro y yo suelto una carcajada—Eres un cobarde—le vuelvo a decir, igual sí me hubiera ayudado no tuviera la cara llena de moretones—¿Te da gracia que me
hayan dejado mi cara morada? Suéltame—le susurro a Sebastián que
me quiere llevar del lugar.

—¿La dejaste beber? —Kori le reclama a Sebas

—No yo no.…—Sebastián traga saliva mientras Kori lo mira con los ojos entrecerrados—...ella fue la que quiso beber.

—Está tomando pastillas no puede beber—el asiente mientras que
yo me quedo concentrada en su pelo rosa—No puede beber le hace
mal.

—Ahora te importo—suelto una carcajada—Aunque sé que no
debo, pensar en ti bebé, pero cuando bebo me viene tu nombre tu cara
tu risa y tu pelo—canto a todo pulmón mientras busco mi botella de vino. A mis espaldas siento a Kori caminando detrás de mí.

—Sam suelta eso—intenta arrebatarme la botella que encontré y lo logra. —No puedes beber.

Yo paseo la vista por todo el lugar y me adentro en la cocina, a mis espaldas se encuentra Kori, ahora me está persiguiendo como si fuera mi mamá. A ver porque no me puede dejar beber en paz.

—Que no Sam—me arrebata la botella que había encontrado—Te hará mal.

—Déjame beber—mis manos la acorralan a la pared y siento como
su cuerpo se tensa.

Mis ojos se quedan mirándola, hace mucho no estoy tan cerca de
ella. Observo detalladamente sus ojos, siguen siendo igual de hermoso que como los recordaba. ¿Sus labios se sentirán igual? Junto mis labios con los de ella, sin avisar antes, solo hice lo que mi mente y corazón pedían. Una colmena se ha desatado en mi estómago, mariposas y todo tipo de insectos amenazan con salir. Kori me empuja ligeramente, pero yo solo me acerco más a ella, por un momento
pensé que me iba seguir el beso, pero, una mano se estampa en mi mejilla. Si ya me dolía mi cara ahora más. Ya no tengo el sabor chocolate en mi boca, ese que hace unos segundos lo tenía.

Una inmensa gana de llorar se apoderan de mi cuerpo. Extraño tanto sus besos robados, sus caricias, extraño tanto a esta chica.Mis ojos se quedan mirando los de ella, en una lucha de miradas donde intento transmitirle todo lo que ella me provoca y todo lo que siento por ella.

—¿Está todo bien? —Claudio interrumpe y yo ruedo los ojos.

—Puto—le digo y recibo una mirada desaprobatoria de Kori.

—Samantha respeta—me regaña Kori

—¿Qué? —exclamó ligeramente mareada, creo que no debí
tomar—Lo único que quiere este imbécil es meterse dentro de tu
falda, solo te quiere usar.

—¿Cómo mismo hiciste tú con ella? —me cuestiona Claudio, aprieto fuerte mis manos para no darle una bofetada, él no tiene ni idea de los que yo siento por esa chica, no tiene ningún derecho a opinar sobre esto.

—No tienes la menor idea de lo que dices—le reclamo pasando por su lado.

Camino rápido hasta la sala en busca del chico de pelos plateados y me lo encuentro hablando con Paulo, Kori me está llamando desde que salimos de la cocina.

—Carolina déjala, no te preocupes por ella si al final solo te hizo daño—exclama y yo me giro, demasiado brusco para mi gusto y para mi cabeza contaminada con el alcohol.

—¿A ti qué te pasa? —le reclamo—¿Qué tienes contra mí? Me tienes harta te juro que si ya no me pusieran el cartel de violenta en toda la universidad te dejaría sin cara. Eres la persona más idiota e imbécil del mundo

—Sam—Kori me sujeta del brazo y yo me suelto bruscamente.

—¿Sebas puedes llevarme a casa? —el chico ni se entera de mí presencia, se encuentra en una conversación con Paulo, el mundo se le ha olvidado. Claudio se ríe ante esto y yo solo lo miro, de la forma más seria que existe—No sabes en estos momentos cuanto te odio—le digo y todos en la sala me miran serios—Todos ustedes, se las dan de amigos, de buena onda, pero, son todos unos mierdas. Todos
ustedes no sirven como persona. ¿En serio? ¿Invitaron a todos menos
a mí? —una carcajada sale de mis labios—Invitan a alguien que
acaban de conocer, pero no a mí, una persona que los conoce de años.

—Sam basta—Kori intenta tranquilizarme.

—Son todos unos imbéciles. Alvin—este me mira—Necesitas
madurar, en serio, y por cierto nunca te has dignado a pedirme perdón,
claro que no lo harás si solo me buscaste porque querías ganar, y tú
Paulo—le digo al chico y este baja la vista—Me pides perdón, pero
sigues haciéndole caso al idiota este— señaló a Claudio.

—Ya deja de insultarlo—me regaña Kori.

Una carcajada sale de mi boca y observo a Kori. Está dándome
miradas de desaprobación.

—Gracias—le digo y esta me mira confundida—Gracias por alejarme del único amigo que tengo y de la banda—mi voz se quiebra un poco, sus ojos expresan dolor y yo simplemente salgo cómo puedo por esa puerta de madera.














Hola a todas esas personitas que se encuentran detrás de la pantalla ¿Cómo se encuentran? Yo bien , estudiando 🙄 ¿Ustedes que están haciendo en estos días?

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