Capítulo 35

Kori me mira mientras se acomoda la ropa. Sus manos van a su pelo y se lo recoge en una coleta y suspira. Una sonrisa se posa en sus labios y yo no dudo en besarlos, un simple roce de labios, sin buscar nada más. Ella me abraza, todavía se encuentra sobre mis piernas, pero esta vez con ropa. Ella se me queda mirando, como ha estado haciendo desde que nos quedamos sin ropa.

—¿Qué tanto me miras? —ella se encoje de hombros y posa sus manos en mis rizos, comienza a darle forma y yo solo miro su rostro.

—¿Cómo te sientes? —me cuestiona ya un poco más seria recostándose en mí y dándome pequeñas caricias en el hombro—¿Te arrepientes? —yo niego.

—Me siento bien—la envuelvo en mis brazos y ella sonríe—Fue mucho mejor de lo que me esperaba—susurro sonriendo.

—Acabamos de...—no termina de decir la frase y me mira choqueada—En la pastelería de tu mamá—yo asiento.

—No te preocupes no se va a enterar—ella estampa sus labios con los míos y se levanta—Mejor vámonos que ya nos cogió tarde.

—Tres horas tarde—ella me acoteja el abrigo cuando me levanto y me vuelve a dar otro beso—Han sido las tres horas más lindas de mi vida—me susurra.

—Créeme que también han sido las tres horas más lindas de la mía—le sostengo de la mano y salimos juntas de la pastelería.

El regreso a casa fue bastante íntimo, por encontrar una frase que represente el ambiente acogedor que me ofrece ella siempre que está a mi lado. Iba manejando y de vez en cuando su mano libre se unía con la mía, en cada semáforo o parada me daba un beso y su sonrisa brillante no se le ha quitado en mucho rato. Kori es como un helado de chocolate en pleno verano, o como el chocolate caliente en pleno invierno. Simplemente es lo que he necesitado en mucho tiempo.

—¿Me estas escuchando? —me pregunta Kori sacándome de mi ensoñación, yo niego y ella me pega en el hombro—¿En que estabas pensando? —sus ojos montaña me miran entrecerrados.

—En ti—le contesto y sus mejillas se sonrojan, aparta la mirada y se tapa la cara con los brazos—No te escondas–la jalo hasta que ella queda lo suficientemente cerca para que mis brazos la puedan abrazar—Quiero todos y cada uno de los segundos de todas tus horas...—ella rueda los ojos y me pega en el hombro, esta roja, el tomate debe envidiarla—Quiero todos tus besos y tus abrazos.

—¿Y tú por qué estás tan romántica? —arquea una ceja sin dejar de sonreír, con esa sonrisa hermosa que tiene.

—Porque estas a punto de conocer la furia de mi mamá cuando no le hago caso— sonrío y salgo del auto.

Entramos a mi casa, mi mamá se encontraba preparando la comida en la mesa del comedor. Nos ve entrar y sube una de sus cejas, su boca forma una raya sin movimientos. Sus ojos expresan enojo, sé que estaré en problemas.

—Se demoraron tres horas—nosotras asentimos y Kori a mi lado me sujeta fuerte del abrigo—¿Qué hicieron? —yo trago saliva ante su mirada tan intensa y me rasco la cabeza.

—Es que—ella se acerca a mí y yo me pongo a inventar un plan para que no me regañe—Hubo mucho tráfico y tuvimos que pararnos varias veces, después tuvimos que caminar por el centro, en las tiendas, Kori necesitaba unos colores nuevos, pinceles y esas cosas de arte porque tiene que hacer un trabajo de la escuela y las tiendas estaban cerradas y.…—fui interrumpida por mi mamá.

—¿Carolina crees qué puedes ir al cuarto de Santi y llamarlo? —le pregunta sonriente y ella asiente. Trago saliva cuando ella se posiciona a mi lado y veo que estoy sola en el comedor—¿Qué te pasó en el cuello? —me pregunta—Tienes unos morados raros.

—Un mosquito—respondo lo primero que se me pasa por la mente y mi subconsciente se da una palmada en la frente, obvio mi mamá no se va a creer ese cuento.

—Un mosquito llamado Kori—se carcajea y me quita de la mano la caja con las cosas que ella me pidió, mi rostro está rojo y no sé qué decir. Es bastante vergonzoso esto por si solo—¿Investigaste sobre lo que te sugerí?

—Fui a ver a una doctora—ella asiente suspirando mientras arregla el mantel de la mesa.

—Solo espero encontrarme el lugar limpio—yo asiento—Sin manchas extrañas—me mira con los ojos entrecerrados y mi cara más roja no puede estar.

Kori entra a la cocina con un Santi con una cara de sueño terrible, su pelo está completamente despeinado y sus ojos entrecerrados. La chica del mechón rosa se posiciona a mi lado y me jala suavemente fuera de la casa.

—Me tengo que ir—me dice mientras saca su móvil para llamar a un taxi.

—¿No te quedas a comer? —mis manos se envuelven en su cintura y las de ella en mi cuello, niega y hace un pequeño puchero.

—Me están llamando de mi casa—yo pego mis labios con los de ella, sus ojos se abren y se separa rápidamente de mí.

—Tu mamá nos va a ver—me susurra y yo sonrío. Si ella supiera que ya lo sabe

—Ya lo sabe—vuelvo a besarla y esta vez sí me devuelve el beso. Su mano me atrae más a ella en busca de profundizar más el beso—, y le parece bien—termino de decirle mientras vuelvo a besarla.

—¿Van a estar besuqueándose todo el día? —una voz nos sorprende—Digo—Santi se cruza de brazos y se recuesta en la puerta—, el taxi está esperando.

Las horas corren rápidamente y cuando menos me lo espero ya es un nuevo día, mis piernas me llevan de camino al ensayo, la segunda ronda ya se acerca y todos estamos nerviosos con eso. Llego al bar—lugar donde vamos a ensayar y donde tocaremos en la noche—, Alvin y Claudio me reciben sonriendo—Bueno Claudio no sonríe, por lo menos a mi casi nunca me sonríe—Sus rostros, al igual que el mío, se conmocionan al ver llegar a Paulo junto a Sebas.

—¿Qué mierda les paso en su cara? —les cuestiona Alvin y todos nos quedamos anonadados mirando los morados en su rostro.

—Una pelea en un bar—dicen los dos a la misma vez.

—Bueno creo que ustedes fueron el saco de boxeo

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