Capítulo 34

...Sebastián...

Funny Village me da la bienvenida en este día caluroso, el parque está repleto de personas, especialmente niños que corren de un lado hacia el otro con los dulces y la comida. Parejas de enamorados caminan de la mano en busca de algún peluche en los juegos del lugar mientras tanto yo solo enfoco mi vista en el chico delgado de pelo negro. Me acerco a él y sonrió.

—Hola Paulo—saludo al chico y el me mira con los ojos entrecerrados debido a la luz

—Sebas—me sonríe mientras sigue vertiendo el kétchup sobre el pan que está preparando.

—¿Me puedes dar un hotdog? —le cuestiono y el asiente.

Mis ojos vuelven a viajar por su rostro, digno de ser esculpido por los griegos. Su pelo negro está recogido en una coleta, el cabello le llega por encima de los hombros. No es un chico muy atlético, estoy seguro que no hace ejercicio, pero sigue siendo increíblemente atractivo.

—Aquí tienes—me entrega el pan y pude ver en su movimiento de brazo otro morado, ¿de nuevo el bajo? Eso se lo puede creer Sam, pero definitivamente yo no.

—¿Terminas muy tarde aquí? —indago mientras le pago el pan.

—Sobre una hora—contesta atendiendo a otro cliente y yo me quito del medio para darles espacios.

—¿No haces más nada en tu tiempo libre? O sea, a parte de la banda—el niega mientras introduce una salchicha en el pan.

—Tiempo libre no existe en mi vocabulario—me responde sin mucho interés, yo muerdo el pan y lo observo, él le entrega el pan a la señora con una sonrisa radiante y cuando ella se aleja su rostro vuelve a adquirir ese cansancio y tristeza que siempre tiene.

—Tienes que divertirte—el niega mientras susurra “No tengo tiempo” —Vamos a un bar después de esto—vuelve a negar y yo asiento—Nos vamos a divertir Paulito.

Me quedo junto a él esperando la hora que faltaba para terminar su turno, mis manos sujetan en pan mientras él le va echando todos los ingredientes. El tiempo pasó muy rápido y cuando menos lo esperaba ya tenía a Paulo quitándose su uniforme del trabajo y poniéndose una camisa negra con un estampado de flores rosadas. Salimos del parque y le entrego el casco de mi moto, acepta de mala gana y se sube en ella.

—Bienvenido a “Lights and Shades” —abro mis brazos señalándole el cartel resplandeciente que se encuentra a un lado de la puerta.

—¿Qué es esto? —Paulo se quita el casco y me lo entrega, su mano va a la liga negra de su pelo y la jala hasta quitarla y dejar caer su pelo en sus hombros.

—Un bar—digo de forma obvia—¿Nunca has entrado a alguno? —investigo mientras abro la puerta del lugar.

—No recuerdo cuando fue la última vez que vine a uno—susurra y yo sonrío esperando a que entre al bar, él se ve indeciso, se queda casi tres minutos pensando hasta que al fin entra al lugar.

—¡Nos vamos a divertir! —exclamo eufórico y el solo suelta una carcajada.
El lugar por dentro le hacía honor a su nombre, luces en un lado que provocaban sombras en la pared contraria. La música se escucha de forma intensa por todo el lugar, hay gente bailando en la pista, dándolo todo como siempre que he venido. Nos acercamos a la barra, un chico de cabellos azules nos recibe con una sonrisa.

—¿Qué van a querer? —nos pregunta el chico.

—Yo quiero un Sprite—le digo al camarero mientras observo como Paulo mira detalladamente todo el lugar—¿Qué vas a querer tú? —le cuestiono y él gira su vista hasta que sus ojos chocan con los míos. Se encoje de hombros y sus ojos vuelven a viajar a través de las luces moradas del lugar—Sorpréndelo—le digo al chico peli azul.

—¿Por qué solo hay chicos? —me cuestiona y yo sonrió, el chico nos mira disimuladamente y yo observo como hace las mezclas en la coctelera.

—Estamos en un bar gay—le señalo una de las tantas banderas que hay hechas de lámparas de neón, el solo abre su boca formando una “O” y sigue observando todo.

—Sprite—me entrega un vaso con el líquido y muchos hielos— y para ti Mai Tai—le entrega un cóctel que hace una degradación entre el color naranja y el caramelo, venia adornado con una banderita arcoíris—Disfruten sus bebidas.

Nos levantamos de la barra ya que había muchas personas esperando obtener bebidas nuevas y estábamos entorpeciendo el momento, el camino y todo. Nuestros pies nos dirigen por todo el lugar, pasamos la zona de baile donde cuerpos enérgicos y sudorosos mueven todo su esqueleto al ritmo de la música, seguimos recto hasta que encontramos un lugar un poco alejado donde la música era menos ruidosa.

Nos encontramos en el lugar más oscuro de todo el bar, solo estamos nosotros y otras tres personas sentados en una mesa. Casi nadie quiere este lugar porque está muy apartado de la barra.

—Es dulce—me dice Paulo sentándose en el asiento mientras prueba el contenido de su vaso.

—Deberías salir más—él se encoje de hombros y se pasa la lengua por los labios quitando las gotas de la bebida que quedan esparcidas en ellos—Eres joven, diviértete ahora que puedes—el me observa mientras juega con la banderita de su coctel—No tengo mucho tiempo, vivo entre planos de casas todo el tiempo.

—¿Cómo conoces a Sam? —su mano termina en el plato de papas fritas que tenemos en la mesa, cortesía del bar cada vez que alguien llega.

—La conocí en el grupo de ayuda—el asiente mientras mueve la cabeza ligeramente al ritmo de la música—¿Qué hay de ti? ¿Cómo la conociste? 

—Cuando entre a la universidad—su mano juega con el vaso mientras mira la hora en una pared—Nos tocó el mismo grupo.

Después de dos horas no sé cuántos tragos se ha tomado el chico frente a mí, pero lo que sé es que anda medio ido. El alcohol ya le ha hecho efecto en su organismo y su cabeza esta acostada sobre la mesa mientras sigue comiendo papas

—Deberíamos irnos—le propongo y el niega, no se para que lo deje tomar tanto—Vámonos Paulo—vuelve a negar.

—Aquí estoy muy bien—susurra pasándose las manos por los ojos—Mejor quedarme aquí a llegar a mi casa y que mi papá me pegue—sonríe y yo trago saliva—Al final—suspira y suelta una carcajada—Me va a pegar igual—sigue riéndose y yo caigo en cuenta de lo que me acaba de contar.

—¿No te golpeas con el bajo? —el niega y baja la cabeza—Oye—el me mira—¿Por qué aguantas eso?

—Si me pega a mí y calma su diablo interior no le pegara mi hermana—sus ojos muestran tanta tristeza, da pena que un chico tan joven y talentoso pase por eso—Si yo puedo evitar que ella pase por el infierno que estoy pasando yo lo hare.

—Vete de la casa con tu hermana—el niega mientras bebe lo único que le quedaba en el vaso.

—No es tan fácil, con lo que gano en mi trabajo no me alcanza para nada, no tengo la capacidad de mantenerme casi y menos mantener a una chica de dieciséis años—sus ojos están lagrimosos, de seguro está aguantando las ganas de llorar, de hecho, no es tan fuerte como se cree, una lagrima resbala por su cara y él se la quita rápidamente. En situaciones como esta es en las que uno se da cuenta que todos estamos jodidos de una manera diferente, a nuestro modo y con nuestras dificultades. Dicen que la muerte es la mayor perdida en la vida, sinceramente, la mayor pérdida es lo que muere dentro de nosotros mientras vivimos—Por lo general, la gente piensa que soy una persona fuerte, feliz, que nada me afecta…—suspira y esta vez no se limpia las lágrimas de los ojos—…, pero, detrás de mis sonrisas solo hay sufrimiento y dolor.

Me acerco a él y lo abrazo, todos necesitamos de vez en cuando un abrazo que nos haga sentir bien, que transmita apoyo y que nos deje saber que no estamos solos. Porque al final en un mundo tan mierda e indeseable siempre tiene que existir algo bueno.

—¡Me encanta esta canción! —chillo mientras me separo de Paulo y me pongo de pie—Vamos a bailar.

—No se bailar—protesta cuando es jalado por mi hacia la pista del lugar—Tengo dos pies izquierdo Sebas—sigue protestando y yo me hago el sordo ante sus comentarios—Voy a hacer el ridículo—al final se rinde ante mi insistencia y se deja guiar por mis ansias de bailar.

—Nadie te conoce aquí—le recuerdo y el asiente—Déjate llevar.
               
  Cause you’re hot then you’re cold
            You’re yes then you’re no
            You’re in then you’re out
         You’re up then you’re down
        You’re wrong when it’s right
             It’s black and it’s white
              We fight, we break up
               We kiss, we make up

Saltamos al ritmo de Katty Perry sin importarnos que nos miren como dos locos, la vida es una, lo importante es ser feliz. Tal vez hoy estamos aquí vivos, pero mañana tal vez a diez metros bajo tierra y con cuatro gatos llorando nuestra perdida. Al final, no puedes evitar que las aves de la tristeza pasen por encima de tu cabeza, pero si puedes evitar que hagan un nido en tu cabello.

Con los cuerpos agotados y sudorosos salimos del bar, Paulo a mi lado todavía esta dando pequeños saltitos y yo lo voy sujetando del brazo para que no se vaya contra la calle

—Cause you’re hot then you’re cold—susurra moviendose al ritmo de su canción imaginaria—You’re yes then you’re no.

—Vamos Paulo—le pongo el casco en su cabeza y él sonríe agitando su pelo.
Nos montamos en la moto y él cruza sus brazos en mi abdomen de una forma un poco brusca, casi me deja sin aire. Recuesta su cabeza en mi espalda y no se escucha más ningún ruido de su parte hasta que nos detenemos en su casa. Por suerte todavía a pesar de andar borracho recordaba la dirección. Él se baja de la moto y enseguida un señor sale de la casa, su cara demuestra lo furioso que esta.

—¿En serio? —aprieta sus puños mientras yo me bajo de la moto—Yo trabajando todo el maldito día y tú de fiesta—su mano impacta con el pómulo derecho de la cara de Paulo y este termina de bruces en el piso.

No sé cuántos golpes seguidos le da al pobre chico sin yo poder hacer nada, mis fuerzas no sirvieron de nada para quitar al señor de encima de él. Solo sé que el rostro de Paulo está completamente rojo y de su nariz y labio sale sangre, y no poca sangre.

—¿Qué le pasa? —exclamo cuando logro quitar al señor de encima de su hijo—¿Qué mierda tiene usted en la cabeza para hacer eso? —lo sostengo del cuello de la camisa, sinceramente este señor es el doble de corpulento que yo, pero creo que unos golpes le vendrán bien, no es que este a favor de la violencia, pero algunas personas, como el, se lo merecen.

—Niño no me hagas reír—se carcajea—Suéltame.

Y si lo solté, pero antes de eso mi puño impacto en su cara, no sé cuántos golpes logre atinarle hasta que el impacto su mano en mi cara. Realmente duele y escuece, pero por lo menos su rostro se va a acordar de mí. Mi mano se encuentra en mi abdomen, ahora eso también duele.

—Vete si no quieres que sea peor esto—me susurra cogiéndome del hombro antes de volver a pegarme en mi cara.
    
   A unos metros me encuentro a Paulo, su pelo se ha pegado con la sangre derramada en su cara, es una pena todo esto, en serio. Paulo me mira cómo puede, sus ojos se están hinchando.

—¡Que te vayas! —me grita y Paulo me hace señas de que me vaya.
             

“El verdadero dolor es el que se sufre sin testigos”

                      

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