Capítulo 31

Entro por la puerta de mi casa junto a Kori y al instante mi mamá aparece y comienza su regaño

—Samantha te he dicho que…—se detiene al ver a cierta persona a mi lado, le brinda una sonrisa cálida y una invitación a pasar—…ya veo que tenemos visita. Creo que iré a cocinar más galleta. Siéntete como en tu casa Kori.

La chica a mi lado asiente y sonríe, yo le sujeto del brazo y la jalo hasta la sala, está ya no es una sala ahora es un cine provisional solo para este momento. Había cobijas desparramadas por el piso junto a varias almohadas, se ve realmente reconfortante. Hay una mesa con comidas y bebidas, desde palomitas y brownies hasta jugo de manzana y vino.

—¿Qué se supone que van a hacer? —me cuestiona Kori mientras se sienta en el sofá y observa todo el lugar.

—Veremos películas y jugaremos algún juego—me encojo de hombros y me quito los zapatos para entrecruzar los pies sobre el sofá sin regaños de mi mamá—Te vas a divertir.

—Miren—mi hermano nos muestra los nombres de las películas a escoger—¿Cuál les gusta?

—Titanic—niego, es mucho romance para verlo en familia—El exorcista—no, el terror no es mi género favorito y esa película en especial menos—Buscando a Nemo—vuelvo a negar, no me gusta esa película.

—Esta—Kori le señala a mi hermano Buscando a Nemo—Es muy divertida—yo niego y ella junto a mi hermano asienten.

—No es divertido.

—Si es divertido—mi hermano me lleva la contraria y yo vuelvo a negar—¡Nadaremos, nadaremos!

—¡En el mar, en el mar! —termina de completar Kori y ambos chocan sus manos emocionados, yo solo ruedo los ojos.
         
Pasado unos minutos la película ha empezado y ya mis odios se cansaron de escuchar P. Sherman Calle Wallaby 42 Sydney. Sin contar que la chica a mi lado parece saberse de memoria esa película. Por lo menos está sonriendo, de vez en cuando su cabeza cae en mi hombro y se lleva pedazos de galletas a la boca. Paso la vista por todo el lugar y me detengo en mi mamá, esta me está mirando fijamente, yo trago saliva y ella sonríe llevándose la copa de vino a la boca, las únicas veces que la he visto beber alcohol son en estas noches de películas; según ella “Santi es muy pequeño para beber, yo no puedo beber porque estoy tomando pastillas” y bueno a Kori si le brindo, pero ella no quiso.

—¡Es hora de jugar! —chilla eufórico Santi mientras nosotras nos sentamos en el piso a su lado junto a mi mamá—El juego de hoy…—hace redoble de tambores con sus manos en sus piernas—…es Monopolio.

Sabía que este juego iba a traer problemas desde que el sacó el tablero y lo coloco en el suelo.

—Págame—le reclama mi mamá a mi hermano y este niega—Santiago caíste en mi hotel págame—el chico vuelve a negar.

—Sabrá dios como lograste poner esos hoteles sin hacerle fraude al banco—yo ruedo los ojos—A parte soy tu hijo—sonríe con autosuficiencia y mi mamá niega.

—Llevo casi dieciséis años manteniéndote—mi mamá se acomoda en el piso y le estira su mano
—Pon ahí el dinero Santiago o vas a limpiar mañana tu habitación—mi hermano refunfuñando paga y mi mamá sonríe victoriosa.

Es mi turno de lanzar los dados, Casualidad. Recojo la tarjeta y sonrió victoriosa “Cada jugador te debe pagar 200$” Santi chilla y niega, está al borde de la quiebra, Kori a mi lado me paga sonriente mirando el berrinche de mi hermano, mi mamá—como siempre—tiene dinero de sobra y casi todas las propiedades compradas, ella me entrega el dinero sin problemas.

—Vamos Santi—el niega recogiendo sus billetes falsos y sujetándolos con fuerza.

—¡No te voy a pagar, tramposa! —exclama levantándose del suelo y puedo sentir a mi mamá suspirar y susurrar "Ya empezaron"

—No seas mal perdedor, no es mi culpa que seas tan malo en todos los juegos de mesa.

—No te voy a dar nada—me muestra los míseros dos billetes que le quedan
—Son míos, míos, míos.
     
Y no sé cómo nuestra pelea tan infantil termino con todo el vino de mi mamá sobre la cabeza de Kori. Mi mamá nos miró tan mal que creo que nos tocará un castigo más fuerte que no tiene nada que ver con limpiar nuestra habitación o fregar los platos.

—No te preocupes—le sonríe Kori tras la quinta vez que mi hermano le pide disculpas.

—Bueno como se acabó el juego gracias a ustedes dos—nos vuelve a mirar mal—Cada cual, a su cama, y tu—me toca el hombro—dale ropa limpia y una toalla para que se bañe y recoge todo esto—señala el reguero que hay en la sala—Es tu castigo por llegar tarde—se despide de Kori con una sonrisa en su rostro y camina por el pasillo junto a Santi, cada cual entra a su habitación y cierran las puertas.
Kori me mira y después mira preocupada la hora del reloj de la pared, están pasadas las dos de la madrugada. Ella se pasa las manos por su pelo, algunas gotas rojas siguen cayendo y que decir de su blusa blanca, que ya no es tan blanca.

—Vamos—la jalo de la mano y la adentro en mi cuarto, abro mi closet y me pongo a rebuscar hasta que encuentro una toalla limpia—Ten—le entrego la toalla—Puedes coger lo que quieras—ella asiente—el baño es la puerta que vas a ver cuándo salgas, yo iré a recoger la sala—ella vuelve a asentir sonriendo mientras yo salgo lo más rápido del lugar para recoger.
   
Después de unos minutos entro al cuarto y me encuentro a Kori secándose el pelo con mi secadora—que nunca uso—frente al espejo. Mi mirada baja por su cuerpo y suspiro al ver que solo lleva una de mis tantas camisetas anchas, que en ellas lucen como vestidos.

—¿Puedes ayudarme a buscar un taxi? —me dice mientras continúa secándose el pelo.

—¿Para qué quieres un taxi?

—Para irme a mi casa—me responde de forma obvio y yo niego.

—A esta hora no iras a ningún lado—ella me observa a través del espejo expectante a mi respuesta—Dormirás aquí—su cara se sonroja y evade mis ojos.

Kori se sienta en mi cama y comienza a observar mi cuarto, después su vista viaja de mi poster a mí, su mirada recorre todo mi cuerpo. Incluso si estoy de espaldas a ella buscando ropa en mi closet la puedo sentir.

—No hagas eso—protesta y yo veo como ella se tapa los ojos cuando me quito mi abrigo, como si no me hubiera visto desnuda en el baño de la universidad—¡Samantha! —chilla cuando me quito el pantalón y se da la vuelta.
—Ya—le aviso sonriendo cuando me coloco el pulóver y un short a juego—Tus mejillas están rojas—me acerco a ella y me siento a su lado.
—No te quites más la ropa así…—hace una pausa—…sin avisar.

—¿Qué tiene? —le cuestiono—Como si no quisieras mirar—le digo buscando que sus mejillas vuelvan a sonrojarse.

—Ese es el problema—me dice quedando acostada en mi cama, con su vista en el techo—, no solo quiero mirar, también quiero tocar—yo trago saliva y es mi turno para sonrojarme.

Apago las luces y me acuesto a su lado, mi hombro queda rozando el de ella. Su respiración es lenta y su rostro tiene una pequeña sonrisa. Yo todavía no sé qué decir de su ultimo comentario. Kori es tan tímida como atrevida, una mezcla explosiva que hace que mi corazón vaya a mil.

—¿La pasaste bien? —le pregunto tímidamente y ella se acerca a mí, tan cerca que me hace humedecer los labios y tragar saliva, ella sonríe e ignora mi pregunta, sus labios están más interesados en intercambiar saliva con los míos.
   
Por supuesto que le devuelvo el beso, con las mismas ganas e intensidad que ella lo hace. Mis manos van a su cabello, mis dedos se enredan en sus mechones de pelo y la acercan más a mí. Su respiración caliente choca con la mía y un suspiro se escapa de mi boca cuando su lengua juega con la mía y sus dientes muerden mi labio inferior. Se queda apoyada en un brazo mientras su lengua sigue recorriendo mi boca y mi mano—que antes estaba en su pelo—baja lentamente por su hombro hasta posicionarse en su cintura.
   
No sé cómo llegamos a esto y mucho menos sé cómo Kori llego a estar sentada sobre mí. El rostro de ella solo se ve por la iluminación naranja del techo que resplandece en su cara, se vuelve a acercar a mí y me deja probar de nuevo sus labios. Mi respiración ya no es para nada calmada, siento mi sangre viajar por todo mi cuerpo y quedarse en ciertos lugares más que en otro. Mis manos en su cintura comienzan a explorar—esta vez sin ningún miedo—su cuerpo. Aprieto su trasero y un gemido sale de sus labios que es acallado por mis besos. Su mano comienza a moverse debajo de mi ropa, sus dedos recorren parte de mi abdomen hasta que rozan el sostén.

Este es el momento menos indicado para cuestionarme muchas cosas, pero sin poder evitarlo mi mente comienza a lanzarme preguntas como si él fuera un militar y yo un enemigo. Trato de sacarlas de mi mente, pero vuelven a ella "¿Qué se supone que hagas?" "¿Estás segura de esto?"  "¿Kori ha salido con más chicas?" "Recuerda que tienes VIH"

—¿Estás bien? —me pregunta Kori alejándose de mi—Si no te sientes cómoda o no estas listas no importa—me vuelve a besar para salir de encima mío y acomodarse a mi lado.

—No es eso es que…—me quedo pensando en que decirle porque ganas de tener más que besos con ella no me faltan.

—Está bien en serio—ella me sonríe y pone su cabeza en mi cuello, aspira hondo y suspira—Es mejor hacerlo cuando estés segura y no solo por el calentón del momento.

—¿Tú has estado con más personas? —le pregunto avergonzada y ella enrolla uno de sus dedos en mis rizos y empieza a darle forma. Nuestras respiraciones se están calmando poco a poco.

—¿Te refieres a chicas o…—asiento sin dejarla terminar—Si, hace unos años—me explica, al parecer no le sorprende que le guste una chica, ya lo ha vivido antes, pero, para mí todo esto es nuevo—Mi hermano se enteró—me cuenta—Me estuvo chantajeando por un tiempo con decírselo a mi papá.

—¿Se lo dijo? —ella niega.

—Encontré una forma de chantajearlo—suelta una carcajada y se me queda mirando muy cerca—¿Qué hay de ti?

Me giro un poco para mirarle bien y ella me jala del pulóver y me pega a su cuerpo, sus manos se envuelven en mi cuello y me quedo abrazándola.

—Eres la única chica que me ha gustado—ella sonríe y me vuelve a besar, esta vez sin rastro de deseo.

—Vamos a dormir—me susurra para besarme de nuevo y quedarme entre sus brazos.







Hola hola personita que leen esto.

¿Cómo andan?
Espero que bien.

Disfruten la lectura

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