Capítulo 18
Hoy está siendo un día extraño, sé que es solo las siete y media de la mañana, pero su nivel de rareza ha subido mucho en lo que estoy comiendo en desayuno. Mi mamá está leyendo el periódico mientras yo tomo leche con chocolate y tostadas con mayonesa. Siento una intensa mirada posada sobre mí, miro a mi hermano y está mirándose las uñas.
—¿Cómo te está yendo la universidad? —me saca mi mamá de los pensamientos y mi hermano sigue sin mirarme, pero sé que está atento a la conversación.
—Bien—respondo dándole un sorbo a la leche—Ha estado todo tranquilo—respondo ignorando que me lanzaron agua sucia, me vieron desnuda y una chica me besó y me ha dejado confundida.
—¿Él de anoche es tu novio? —siento la voz de mi hermano y lo miro, el sigue mirándose las uñas.
—Es mi amigo—me levanto de la mesa—Tengo que irme—le aviso a mi mamá y ella asiente sonriendo, se para de la silla y se acerca a abrazarme—¿Qué pasa?
—No tomes nada de lo que dijo tu papá anoche como algo serio—me explica y yo asiento, ella suspira y antes de dejar de abrazarme me dice—¿Por qué hueles a chocolate?
No creo que huela a chocolate, claro que no, me acerco mi abrigo a mi nariz y huelo, no, no huele a chocolate, vuelvo a oler el abrigo, ¿o sí? Ahora tengo la intriga de saber a qué chocolate huele Kori, ¿chocolate negro, amargo, o blanco será chocolate con leche? Es un poco idiota esto o la idiota soy yo.
Entro por la universidad y justo al final del pasillo donde está el aula de música esta Kori hablando con Camille. Me desvió y en vez de ir al aula de música voy hacía la cafetería, me siento en una mesa, la verdad no tengo hambre acabo de desayunar, pero no tengo los ánimos de enfrentar a Kori o que me cuestione sobre anoche, bastante enredo tienes mis pensamientos como para que venga a enredarlos más. Pero no puedo evitar mirarla.
No puedo evitar ver el balanceo de su pelo y el llamativo mechón rosa cuando pasa por la puerta de la cafetería. Ella es digna de salir en cualquier revista de modas, no necesita filtros o maquillaje, es hermosa sin eso. Sus ojos, no sé si alguien se abra dado cuenta, pero a simple vista son verde, pero, si alguien se fija bien verá los pequeños toques azules que tiene. O tal vez la costumbre que tiene de jugar con su pulsera. Que le gusta vestir de blanco y rosado y no la juzgo, si yo fuera ella me vestiría igual porque esos colores resaltan su pálida piel y el sonrojo natural que tiene. Suspiro una vez más, porque estoy segura que desde que estoy aquí ya lo he hecho varias veces. Pongo las manos e mi cabeza y recuesto mi cabeza en la mesa. Creo que estoy jodida.
—¡Samantha! —me gritan y doy un pequeño brinco, la persona que estaba evitando tanto esta ahora delante de mí, dejando su abdomen a la vista, pero sin esa característica sonrisa—¿Podemos hablar?
—Tengo que ir a clases—me levanto de la mesa y recojo la mochila, paso por su lado y ella me detiene, sostiene mi abrigo con sus finos dedos.
—¿Me estas evitando? —me cuestiona y yo solo niego siguiendo mi camino.
Si Kori, te estoy evitando, te evito porque soy una cobarde que no quiere sentir como se acelera su corazón al verte. Que no quiere suspirar como idiota cada vez que piensa en ti. Qué no sabe que le has hecho pero cada vez que cierra sus ojos solo piensa en tus labios. Que me encanta que me mires y sonrías sin ninguna explicación. Mierda, mierda, es lo único que me viene a la cabeza en este momento.
Entro al salón donde ensayamos, solo está Alvin, ahora que lo pienso lo más posible es que Kori venga al ensayo en la tarde. Estoy jodida, no me puedo dar el lujo de perder el ensayo y más cuando estamos cerca de la primera ronda del concurso. Queda menos de una semana para eso.
—Alvin—lo llamo y él se acerca—No me siento muy bien—el me toca la frente—Me iré a casa, no vendré al ensayo.
—¿Estas segura? —él me cuestiona y yo asiento—Bueno si te sientes mejor de aquí a la tarde ven por favor o llámanos si te comienzas a sentir peor—yo asiento y el me da una sonrisa antes de salir.
•••Kori•••
Me acerco tímidamente al local de ensayo de la banda, me da miedo, no quiero que me Sam me vuelva a evitar. Tal vez cometí un error en besarla, tal vez no tuve que acercarme a ella en esa forma, ahora solo está incómoda con mi presencia, pero, no puedo evitar sentir cosas por ella, si me dieron ganas de besarla lo hare, si me gusta no puedo evitarlo. Es que, a quien no le gusta Sam y más con sus toques raros y su vibra de chica intimidante que es para nada intimidante. No pude evitar besarla en el parqueo anoche, es que, si no fuera por Camille la hubiera besado en las duchas. Sus labios me llaman la atención, sus ojos, su nariz su forma de caminar moviendo su mochila con los pines. La forma en que sonríe.
—Alvin—me acerco al chico de Camille, que a veces me da miedo—¿Sam va a venir? —el niega.
—No—sostiene sus baquetas y empieza a tamborilearlas sobre la mesa—Se sentía mal y se fue desde por la mañana.
—¿Mal? —el asiente—Emmm, Alvin—lo interrumpo—¿Crees que me pueda dar la dirección de Sam?
Tal vez este cometiendo un error al ir a la casa de Sam, pero ya estoy de camino, ya no hay vuelta atrás. Me pongo mis gafas y sigo manejando por las calles. Sigo al pie de la letra las indicaciones de Alvin y me detengo en una Casa Blanca con una puerta roja. Tiene grandes ventanas y se puede ver el interior del lugar. Bajo del auto sin antes mirarme en el espejo y ver que estoy decente. Toco la puerta y me abre un chico, de unos 15 años con gran parecido a Sam.
—Hola—me mira de arriba abajo y cuando notó que lo estaba mirando un sonrojo apareció en su cara—¿Qué deseas? —me pregunta sonriendo.
—¿Kori? —aparece una señora, entrecierra los ojos y al notar que soy yo sonríe y me invita a entrar—¿Cómo estás? —me saluda y me brinda Brownies, pero yo niego.
—¿Sam se encuentra? —pregunto y ella me indica donde se encuentra su cuarto—¿Puedo pasar?
—Sí, claro—me sonríe y me da un Brownies en un plato—Llévale a Sam que no ha comido nada—yo asiento y camino por el pasillo que me indicó.
Toco la puerta de madera que tiene un cartel gigante de no pasé. Incluso tiene algunas pegatinas de bandas de rock. Vuelvo a tocar hasta que siento un "Pase “Entre al cuarto y me encuentro a Sam sentada en la esquina de la cama con una guitarra acústica. El cuarto está casi oscuro a excepción de una tira de luces naranja que adornan el techo. Posters de banda están pegados en una pared y en la otra hay colgados discos de vinilos. El cuarto grita Sam por todos lados. Las sábanas de la cama son negras, Sam está sobre ella con los pies entrecruzados, sus rizos están sueltos y por primera vez la veo en short y pulóver. Sus brazos muestran muchos tatuajes, mariposas, pájaros, insectos. Los tatuajes que la recubren son de animales. En las piernas tiene algunos, pero son pocos.
—Sam—la llamó y ella da un pequeño brinco, me mira asustada, sus ojos viajan a todos lados de su habitación y deja de lado la guitarra—No vayas a huir—ella niega y yo voy a su lado y le entrego el Brownies—Te sientes bien verdad—ella asiente comiendo el dulce—No tienes que evitarme, somos amigas.
—¿Lo somos? —ella me cuestiona alzando una ceja, ¿por qué es tan tierna? su boca está llena de chocolate.
—Bueno, las amigas no se besan—me humedezco mis labios y me siento en su cama—Pero somos amigas a pesar de todo.
—Supongo—ella pone el plato en la mesa, se sacude las manos y se acuesta en la cama—¿Tú te besas con Camille? —niego y me tomo la libertad de acostarme a su lado.
Nos quedamos mirando el techo, hombro con hombro, ella empieza a cantar una canción, su voz es hermosa, es dulce y suave. Es raro, pero, cuando canta es como si te recorriera el cuerpo con su voz. Ella cierra los ojos y sigue cantando bajito. No sabía que el idioma español iba a sonar tan lindo en su voz. Con la miel en los labios es hermoso con su voz. Me pongo de costado y me quedo mirándola hasta que ella abre los ojos.
—¿Qué? —me cuestiona al ver que la estoy mirando, y tal vez este cometiendo el mismo error pero que más das.
Me acerco a ella y uno mis labios con los de ella. Mis manos van a su cuello y la acerco un poco más a mí. Sus labios son suaves, casi perfectos, y digo casi porque alguien dijo que la perfección no existe porque si existieran ellos fueran un claro ejemplo de eso. Sus manos van a mi cintura y me aparta con suavidad, se me queda mirando, así de cerca a pocos centímetros. Sus labios están ahora rojos e hinchados y yo necesito seguir probándolos.
—No hagas eso—me regaña.
—¿Por qué? —pregunto acercándome un poco más a ella, ella traga saliva y observa mis labios después sus ojos viajan hasta los míos y se quedan ahí.
—Esto—me sostiene mi mano y la pone sobre su pecho—no me gusta—su corazón está muy acelerado.
—A mí me gusta—le susurro y vuelvo a unir mis labios con los de ella, esta vez me devuelve el beso con más presión, más intenso y más húmedo que el anterior.
Mi mano se mueve de su pecho hasta su cintura, la aprieto y un suspiro sale de sus labios, su mano me sujeta mi cara mientras la mía pasa de tocar la cintura por encima del pulóver a hacerlo por debajo. Sus dientes se enredan en mi labio inferior y tiran de él, sus labios se vuelven a unir con los míos y mi mano comienza a subir suavemente por su espalda. Siento como su cuerpo se eriza mientras mi mano va tocando.
—Para—me detiene con la respiración agitada y se separa de mi—Esto no está bien—me dice y yo la miro raro.
—¿Qué no está bien? —le cuestión.
—Tengo el VIH Kori y.…—la interrumpo, la verdad no me importa eso.
—¿Y?
—Te puedo contagiar
—Ay Sam—ruedo los ojos y me separo de ella—Por besarme no me lo vas a pegar—me río de lo ridícula que me siento en estos momentos—Y mucho menos por hacer más cosas intensas.
Ella se me queda mirando sin moverse, ni pestañear, si no viera su pecho bajar y subir pensaría que está muerta, a veces da miedo ella. Me siento en la cama y la miro desde la esquina, estamos en extremos opuestos.
—¿Es eso o hay algo más? —ella traga saliva y no me mira, en ningún momento sus ojos chocan con los míos—Samantha.
—¿Qué? —su pie está moviéndose sobre la cama, como si tuviera algún tic nervioso.
—¿Te gusto o no? —ella me mira y se queda en silencio, en serio esto es un poco ridículo—¿Puedes decir algo de una vez? —me quejo porque no aguanto su silencio.
—Sebas va a venir en unos minutos y.…—¿es en serio?, me acaba de besar y me habla de este chico, ruedo mis ojos y me levanto de la cama.
—Vete a la mierda Sam—ella me mira anonadada—No puedes hacerle eso a las personas, no puedes ir por la vida así.
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