Capítulo 16

Ya estoy llegando al bar, voy en el auto de Alvin, volvió a pasar a recogerme por primera vez desde que tiene novia. Es tonto, pero se siente raro volver a estar sentada en este asiento. Suspiro recostando mi cabeza en la ventana y dándome cuenta el día de mierda que he tenido. La cara de asombro de mi hermano cuando llegue a mi casa y saque la ropa sucia fue de película, por lo menos se río de mí. Creo que tengo que conversar con él y dejar en claro algunas cosas.

—¿Vamos a comer pizza como antes? —me pregunta Alvin y yo me encojo de hombros.

—No lo sé—me paso la mano por mis rizos que caen en mi cara, sinceramente si no tuviera un compromiso no estuviera aquí, estuviera en mi casa durmiendo envuelta en mis sábanas—Hace un tiempo que el grupo no tiene una reunión como antes.

    Alvin me da la razón y nos detenemos delante del bar, los chicos ya estaban esperando. Entre todos llevamos los instrumentos hasta el escenario. Ya este lugar se ha vuelto un sitio frecuente para nosotros. Muchas de las personas solo vienen a vernos cantar. El dueño nos saluda sonriente y nos invita a comer pizza después de que cantemos, siempre lo hace.

—Tienes algo aquí —le digo a Paulo mirando su brazo—¿Te pegaste con algo o qué?

—Con el bajo cuando lo estaba guardando—me dice mientras ayudamos a Alvin a montar la batería.

—A darlo todo por favor—nos reúne Claudio en el medio—Ya casi es la primera ronda de la competencia, nos quedan pocos días. Hay que hacerlo bien.

—Sí papá—responde Alvin rodando sus ojos y Claudio le arrebata una baqueta y le pega en el hombro a él.

     Después de unos minutos ya estamos en posición de empezar a tocar. De nuevo nuestra ropa es tan diferente, da risa. Me ubico detrás del micrófono y sonrío. Esta vez hay muchas personas mirándonos y aplaudiendo. Empezamos a tocar, las personas están bailando al ritmo de I won't give up de Jason Mraz. Después de unos minutos veo a un mechón rosa entrar junto a un pelo blanco. Sonrío al instante que ella me mira, Locked out of heaven de Bruno Mars es la que cantamos. Por un momento esa canción me recuerda a ella y quizás por verla la canto con más energía que nunca.

     Mi mirada pasa de Kori a un chico de pelos plateados que entra por la puerta, me sonríe cuando se fija en mí y lo saludo con la mano. Si, Sebas me mostró parte de su mundo creo que es justo que yo le muestre parte del mío.

—Ricitos—me saluda Sebas una vez que terminamos de cantar, los chicos están sentados en una mesa comiendo pizza junto a Camille y Kori—Eso fue genial, no pensé que cantabas tan bien por cierto, ¿quién es el del bajo?

—¿Eh? —me quedo confundida ante su pregunta.

—Creo que lo conozco de algún lado—me dice y yo encojo los hombros—Da igual, en serio fue genial eso.

—Ven, te presentaré a los chicos.

Caminamos hasta la mesa y le presento a Sebas como “Mi nuevo mejor amigo", el solo sonríe, Claudio lo saluda con un movimiento leve de cabeza, Paulo con un simple "Hola" Alvin y Camille están uniendo lenguas y saliva, como siempre. Y Kori simplemente lo mira mal. Nos sentamos los dos en la mesa y nos unimos a la conversación del grupo.

—Cuando el juego termina, las fichas vuelven a su caja—dice Sebas y yo solo puedo sonreír, creo que le estoy cogiendo el gusto a esto de las frases.

—¿Qué quieres decir? —cuestiona Paulo.

—Que creo que deberían de recoger las cosas, hacen mucho reguero—tiene razón todos los instrumentos están como quiera puestos en el escenario.

   Los chicos se empiezan a relacionar con Sebas, creo que ha sido aceptado en mi minúsculo grupo de "amigos".

—¡No entiendo! —vuelve a repetir Alvin aguantándose la cabeza—Es muy complicado comprender tus frases—Sebas se ríe y veo a Kori rechistar.

—El cerebro funciona desde que naces, hasta que te enamoras—dice Sebastián y deja a Alvin un poco confundido.

—Creo que necesita ir al edificio y sentir el aire a ver si entiende—le digo al chico de pelos plateados y el asiente.

—¿Qué edificio? —Cuestiona Camille.

—Al que fuimos ayer juntos a ver el atardecer—aclara el chico a mi lado y veo como una silla es movida y Kori se levanta y sale del Bar.

    Me quedo confundida, está muy rara últimamente, todos nos quedamos mirando como ahora la silla está vacía. Una patada por debajo de la mesa me saca de mi ensoñación. Me fijo y Sebastián es el causante de eso. “Ve tras ella" es lo que puedo leer en sus labios, yo me hago la indiferente hasta que el me vuelve a decir que vaya con señas y no me queda más remedio que hacerlo.

—Kori—la llamó al verla recostar su cabeza en la ventana de su auto—¿Qué pasa? —me acerco a ella, apenas se puede ver algo con la oscuridad.

—¿Es en serio? —me cuestiona y no sé qué decir, no entiendo mucho lo que le pasa—Me molesta verte con Sebastián—mi cara de confusión le causa risa.

—¿Qué quieres decir? —me recuesto a la puerta del auto y espero a que hable.

—Sabes lo que quiero decir—me dice parándose delante de mí.

—No sé, Kori—me estoy cansando un poco de que piense que sepa todo lo que le pasa—No sé porque actúas raro, no sé por qué te molesta Sebas no sé por...—si interrumpida, pero no fue por otra persona, ni por un ruido.

     Sus manos me sujetaron la cara y sus labios se pegaron a los míos, mis ojos instintivamente se cerraron cuando sintieron un ligero movimiento en Kori. Sus manos se deslizaron por mi cuello. Sentí pequeñas caricias sobre mi garganta, suaves y delicadas. Una corriente se extendió desde la nuca hasta la punta de los pies. Mi cuerpo se llenó de un escalofrío, es como cuando te subes a una montaña rusa, al principio te asusta, pero después te gusta. Sus labios presionan fuerte los míos dejándome sin posibilidad de escapar de la jaula que había creado con su sola presencia. ¿Han probado el chocolate? Pues sus labios saben a chocolate. No me había fijado en su olor hasta ahora, estoy inundada de ella y también huele a chocolate. No pude evitarlo, aunque quisiera evitarlo no pude, no pude aguantar el deseo de mis manos de tocarla, y lo hicieron, sujetaron su cintura con firmeza y un jadeo salió de sus labios. Como si tuviera más ansias de mi o necesitara más se acerca a mí—si es que eso se puede más—su lengua dulce y caliente invade mi boca. Solo se escucha mi corazón a mil, o tal vez solo lo escucho yo. Su pelo roza mi cara dándome pequeñas cosquillas y, me sorprendo al verme a mí misma devolverle el beso con las misma ganas y ansias que ella lo hace.

Sus manos vuelven a sujetar mi rostro y se va alejando de mi poco a poco, sin soltar el agarre de mis mejillas. Nuestras miradas se cruzan y sus ojos brillan como nunca antes, estoy segura que esta sonrojada pero esta vez no es del sol o del calor. Bueno del calor si puede ser. Siento mis mejillas hervir. Me humedezco mis labios y ella suspira.

—Me gustas—me dice y yo no sé qué decir, en este momento mi cabeza es un lío de muchos pensamientos juntos—Por eso me molesta verte con Sebas—sus manos bajan a mis hombros y se quedan ahí posadas.

—Yo...—mi boca se abre, pero no dice nada, creo que mi celebro ha creado un corto circuito desde que sentí sus labios sobre los míos.

—Sam—susurra como si quisiera que nadie se enterara, pero estamos tan alejadas del foco público que nadie es capaz de escucharnos—¿Qué sientes tú? Necesito saberlo.

—Yo...—vuelvo a abrir la boca para decir algo, pero la vuelvo a cerrar, nada sale. Y me doy cuenta que mis manos siguen en su cintura. —Yo...—imposible decir algo, dejo caer mis manos a mi lado y ella suspira de nuevo.

—Entiendo—me dice dándome palmaditas en los hombros—No pasa nada—se aleja de mí.

—Yo...—me como se sube al auto y me siento inútil al no poder decir algo más que yo, pero, ¿Qué puedo hacer si todavía estoy saboreando el chocolate de sus labios?

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