Capítulo 13

Con la rabia disipándose poco a poco llego al Bar en el que tenemos que ensayar ahora para tocar en la noche, los chicos me reciben con sonrisas, a excepción de Claudio, todavía sigue molesto por su nuevo corte de pelo, aunque, él siempre tiene cara de odiar al mundo. Me siento en la silla sobrante de la mesa y Alvin me entrega una rebanada de pizza. Supongo que la pizza puede calmar un poco el derrumbe de mi vida. Los chicos están inmersos en una pelea que me parece ridículo.

—¿Qué tiene de malo mis camisas? —se queja Paulo y Claudio lo mira mal.

—No creo que sea lo más adecuado para un grupo de rock tener camisa de flores rosas o copos de nieve— exclama Claudio y Alvin le da la razón.

—Dan Reynolds a veces ni usa camisa—le digo a Claudio y los chicos me dan la razón, a excepción de él obviamente—A parte, no tenemos que lucir como los demás. Eso es un poco aburrido.

—Samantha no somos Imagine Dragons—Alvin nos muestra su teléfono—Y ahora somos un grupo de rock conocidos por vestirse con tutus rosados—dice al ver el video de la audición en el teléfono de Alvin—Gracias por eso—eso sonríe mostrando su fila de dientes perfectamente alineados.

Todos nos quedamos en silencio mirándonos las caras, solo se siente el ruido de Alvin tocando un ritmo con sus manos en la mesa, Paulo está pensativo y Claudio está haciendo haciendo garabatos en su libreta. Los miro a todos y me doy cuenta una vez más que esta banda es tan rara.

—Atiéndanme—Claudio nos llama la atención y desliza su libreta sobre la mesa hasta que esta queda delante de mí, yo estoy en el medio de Paulo y Alvin, justo frente a él. —Creo que tenemos que buscar una estética que nos represente.

—Estética, canciones, arreglo de canciones—lee Paulo—A ver Claudio—Paulo se toma su tiempo en arreglarse el cuello de la camisa antes de hablar—Creo que tenemos que ir tomándolo con calma todo.

—La primera ronda es en dos semanas—Claudio se levanta de la silla—No hay tiempo para tu tranquilidad señorito.

—¿Y si seguimos con nuestro estilo de ropa y solo cambiamos colores? —Todos niegan y yo resoplo.

—Hay que buscar algo que impacte como los trajes de ballet—Alvin se queda pensativo—¿Y si nos disfrazamos todos de animales?

Uno por uno va abandonando la mesa y dejando a Alvin solo, este solo protesta y sigue tamborileando las manos en la mesa, cada cual se posiciona detrás de su instrumento, menos Alvin, tuvimos que esperar a que se terminara de comer la pizza. Una vez que todos estuvimos en el escenario empezamos a tocar como si no hubiera un mañana.

—Bueno—nos sentamos en el escenario, Claudio está caminando frente a nosotros, en el piso—Creo que necesitamos más energía.

—Bueno, yo creo que estamos bien de energía—se arregla Alvin el pelo antes de seguir hablando—O sea tal vez lo que nos hace falta es un repertorio de canciones más potentes, más acorde a lo que somos.

—¡Ardillita! —se siente el grito de una chica, esta viene corriendo y se lanza en los brazos de Alvin.

—Amor te he dicho que no me digas así—se queja el chico abrazando a su novia.

A lo lejos, en la puerta del bar veo un mechón rosa asomarse, asoma su cabeza por la puerta y me sonríe. Kori entra tímidamente al lugar, se quita las gafas y se las cuelga en su blusa—Claudio rueda los ojos ante esta acción y nos da un descanso—da pequeños pasos hasta que está posicionada frente a mí su falda rosa hace contraste con su blusa blanca.

—Hey—me saluda Kori mientras intenta sacarse los mechones de pelo que le caen en su rostro y no la dejan ver.

—Acércate—le digo quitándome la liga que tengo en mi pelo al ver que su esfuerzo es en vano—Gírate—susurro al sentirla lo suficientemente cerca como para que su respiración se pueda sentir.

     Mis manos van a su pelo negro, el mechón rosa resalta muchísimo. A lo lejos en otros meses se puede ver a Alvin muy acaramelados con Camille y a Paulo y Claudio escribiendo cosas en la libreta. Amarro con la liga su pelo y me he inevitable ver los lunares que tiene en sus descubiertos hombros, son casi imperceptibles a no ser que los mires detenidamente.

—Listo—le aviso y ella se da la vuelta, su cara parece un tomate—¿Estás bien?

—Si—ella asiente—Es por el calor y el sol—me dice y yo le doy la razón—¿Cómo te fue en el grupo de ayuda con la psicóloga? —se aleja un poco saliendo de mi espacio personal y se sienta en el escenario a mi lado, sus piernas ahora se balancean en el aire.

—¿Es necesario que vuelva a ir? —ella asiente jugando con su pulsera en la muñeca—Pues...—me detengo cuando su cabeza recae en mi hombro—...fue un día raro—respondo finalmente y siento su carcajada más cerca que nunca.

—Tú eres la rara—yo sonrió asintiendo.

   Nos quedamos en silencio mirando la entrada del lugar, justo en la parte del escenario en el que estamos es lo que se encuentra al frente. Nuestra respiración es suave, se siente paz, mi corazón ya dejó de latir frenéticamente después de sentir su cabeza en mi hombro.

—Para—le sostengo la pierna al ver que no paraba de moverla, veo como su piel se eriza y ella levanta su cabeza de mi hombro—Te puedes hacer daño—ella mira mi mano sobre su pierna y vuelve a posicionar su cabeza en mi hombro.

—¿Puedes acompañarme a mi auto? —yo acepto y nos encaminamos hacia el auto negro que últimamente veo mucho.

      Ella entra al auto y comienza a rebuscar algo en el asiento trasero. Sale del auto, cierra la puerta y me entrega una carpeta negra, parece más un álbum de fotos a simple vista.

—¿Qué es? —le cuestiono poniéndolo sobre el techo del auto y abriéndolo.

—Soy una chica de palabra—me dice acercándose para poder ver también el contenido de la carpeta.

      Empiezo a hojear esa especie de álbum, pero esta vez en vez de fotos lo que tiene son dibujos. Todos asombroso y maravilloso, en serio son geniales. Todos son en blanco y negro. Hay desde rostros de personas hasta animales. Sigo hojeando hasta que llegó a una página que hace que me suban los colores al rostro y me ponga roja.

—¿Eso es un dibujo mío? —le cuestiono y ella niega intentando arrebatarme el álbum, pero yo soy más alta que ella y no lo consigue—Ves me acosas—ella niega mientras intenta quitarme el álbum y al ver que no lo consigue refunfuñar y cruza sus brazos.

—Puedes quedarte con él—me dice mientras yo observo todos los trazos que conforman mi pelo rizado, es simplemente hermoso.

—Quédate con él—le entrego la carpeta y sonrío—Estará a salvo contigo—siento el grito de Claudio para que vuelva a los ensayos—Tengo que regresar—ella asiente—Por cierto, son hermosos—como tú, eso es lo que viene a la mente, pero obviamente no lo digo.

Llego a mi casa pasada las 10 p.m., esta vez no me recibe mi papá con la mala cara, es mi mamá, también tiene mala cara, pero sé que no es debido a mí, o eso espero. Ella se encuentra sentada en el sofá con un vaso de té en la mano. Me acerco y me siento a su lado.

—¿Te encuentras bien? —cruzo los pies encima del sofá y ella me regaña por tener los zapatos.

—¿Por qué siempre haces lo mismo? —ella rueda los ojos.

—Ya—me quito los zapatos y subo los pies—¿Qué te pasa?

—Estoy bien—me sonríe, pero obvio no está bien—No te preocupes, mejor dime que tal te fue con el psicólogo.

—Bien—suspiro y nos quedamos en silencio las dos, tampoco es que haya durado mucho, Santi interrumpe en la sala.

—¿Mamá puedo i.…? —su discurso se detuvo cuando su vista chocó con la mía—Mejor me regresó a mi cuarto.

—¿Qué te pasa? —lo cuestiono acercándome a él.

—No me toques—me dice alejándose y algo en mi pecho duele—No quiero que me pegues nada—esto duele y mucho, pero yo solo sonrío, fingiendo que todo está bien.

—Voy a mi cuarto—recojo los zapatos y les doy una sonrisa a los dos, cuando voy a pasar por el pasillo Santi se vuelve a alejar y lo último que escucho es a mi mamá regañarlo.

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