—Entonces—la observo mirar todo el lugar, entramos al primer restaurante de pizza que encontramos— ¿Que estudias?—ella inclina un poco su cabeza y me mira como diciendo “Estudio en tu universidad como no vas a saber"—Sé que estudias Artes Visuales—ella asiente mientras su mano se enrosca en esa pulsera que lleva en la muñeca—Pero, ¿En sí que es lo que haces?

—Dibujo—abre el menú que tenemos sobre la mesa y sus ojos viajan por los diferentes precios— ¿Nada de Hawaiana no?—yo niego y ella rueda los ojos.

— ¿Que tiene?—sonrío—No es rica.

—Es la mejor pizza de mundo—yo niego y ella vuelve a rodar los ojos.

— ¿Dibujas bien?—ella levanta sus hombros— ¿No sabes si lo haces bien?—le vuelvo a preguntar.

—Algunos dicen que si—me explica mientras cierra el menú—Otros dicen que no—vuelve a elevar sus hombros y a acomodar el pelo en ellos—Supongo que el arte es lo que las personas quieran ver, no a todos le gustan los cuadros de Van Gogh.

—A mí no me gustan—sus ojos se entre cierran y me mira por la línea que se forma—Hey no me juzgues por eso—me carcajeo y ella me sigue mirando mal—Pero tienes razón, el arte es algo subjetivo—ella asiente y a mí me ha creado una curiosidad que tengo qué tengo que resolver—Oye—llamo su atención—Ya tú me has escuchado cantando—ella asiente—Pero no he visto dibujos tuyos así que muéstrame.

—No—niega—No intentes insistir que no los verás.

—Debes ser muy buena para no querer mostrarme.

—No, No—ella niega de forma rápida—No soy tan buena—su mirada baja a la mesa y su mano empieza a acariciar su nuca.

El camarero interrumpe nuestra charla, nos entrega las pizzas, una hawaiana y otra de peperoni y queso. Se retira del lugar y nos quedamos en silencio, Kori coge una rebana de pizza con piña y yo observo el lugar. EL lugar en el que estamos tiene un ambiente muy agradable, guirnaldas de luces en tonos cálidos—siendo el amarillo el predominante—decoran todo el lugar. Pequeños arbustos ubicados en lugares estratégicos le dan al lugar un toque mágico, las mesas rústicas de madera también ayudan y que decir del cielo estrellado que podemos ver, porque sí, estamos en la terraza, se respira naturaleza.

— ¿No te gusta esa canción?—Kori balancea la cabeza al ritmo de la música.

—No—niego escuchando como suena Love Story de fondo—No soy muy fan de Taylor Swift.

—Ya veo—saborea el queso que va cayendo de su porción de pizza, su lengua se enreda en él y no para hasta tenerlo en su boca, giro mi vista de esa imagen, siento que es algo que no debería estar viendo—Eres más de "Odio el mundo”, “muéranse todos”, “Rock, Rock"—se ríe y yo asiento sonriendo.

—Soy más de Queen, Bon Jovi—ella me da la razón y sus ojos hacen contacto con los míos, sus mejillas parecen que le han aplicado rubor— ¿En serio no me vas a mostrar tu arte?—un pedazo de peperoni va a mi boca.

— ¿Si te lo muestro iras con el grupo de ayuda?—yo dejo mi pizza de lado, me sacudo las manos y sostengo la servilleta.

—Ven—estiró mi mano y con la servilleta le limpio la comisura de sus labios—Tienes...—me quedo congelada procesando lo que acabo de hacer—Tenias salsa de tomate—concluyo la oración, trago saliva y me acomodó en la silla.

Nos volvemos a quedar en silencio, esta vez nuestras miradas no se juntan ni por un segundo, las decoraciones del lugar parecen llamarnos más la  atención que nosotras.

—Oye—la llamo y ella delicadamente sube su vista hasta conectarla con la mía, sus ojos brillan mucho o tal vez es simplemente el brillo proporcionado por la noche y toda su fantasía.

—Dime—susurra mientras su mano vuelve a su pulsera.

— ¿Por qué te preocupas tanto porque yo vaya al grupo ese?—susurro igual que ella al ver que se acercaba el camarero, nos entrega un papel, la cuenta.

     Las dos acercamos nuestra mano al papel, ninguna cede ante la otra, el camarero se queda parado esperando y yo solo puedo observar la unión de esas manos, una pálida como un vampiro y la otra—la mía—con un ligero bronceado.

—Quiero que vayas al psicólogo porque me importas—susurra después de que ninguna aparte la mano, una ligera caricia siento sobre mi muñeca, los dedos de Kori la rozan sutilmente—Me importas mucho.

—A ver ¿Cuál va a pagar?—interrumpe el camarero—No tengo toda la noche.

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— ¿Samantha?—es lo primero que escucho cuando abro la puerta de mi casa— ¿Que son estas horas de llegar?—mi papá me pregunta aún con la ropa del trabajo.

—No es tan tarde—miro la hora en mi móvil y abro los ojos sobresaltada, estuve 3 horas con Kori y no me di cuenta.

— ¿En dónde estabas?—me cuestiona acercándose a mí— ¿Estabas con tu noviecito ese, el bueno para nada?

—Estaba con una amiga—paso por su lado e intento escabullirme a mi cuarto pero él me sujeta del brazo.

—Última vez que llegas a esta hora—me mira serio y yo solo trago saliva.

—Como si tu llegarás temprano todos los días a la casa—susurro y el me sostiene más fuerte del brazo.

— ¿Qué estas insinuando?

—Tú lo sabes—me suelto de su agarre y me marcho al cuarto logrando salir de su interrogadora mirada.

Mi cuarto vuelve a darme la bienvenida con esa calidez de siempre, prendo las luces, el ambiente de tranquilidad se apodera de las cuatro paredes. Me lanzo en la cama, la mochila termina en una esquina  y me pongo a analizar todo lo que pasó hoy, sonrío cuando un mechón rosa pasa por mi mente pero al momento esa sonrisa se transforma en un poco de miedo.

—Sam—llama mi mamá a la puerta— ¿Puedo pasar?—entra una vez que le doy permiso y se sienta en la esquina de mi cama—Dime que no volviste con tu ex.

—No mamá—ruedo los ojos negando—Solo salí con una amiga— ella me mira con los ojos entrecerrados—Con Kori.

—Aaa—solo dice sonriendo—Esa chica me cae bien—y a mí, mamá y a mí.

—Quiere que vaya al grupo de ayuda—mi mamá se levanta hasta la ventana, corre la cortina y vuelve a sentarse en la cama.

— ¿Eso es lo del psicólogo no?—yo asiento y ella vuelve a sonreír—Deberías hacerle caso e ir.

— ¿Por qué debería ir a eso Salma?—mi papá entra al cuarto sin pedir permiso y se queda esperando una explicación.