🎀Prefacio🎀
Argentina
Buenos Aires
El verano en enero era de lo más sofocante a las afueras de la ciudad donde los árboles eran los protagonistas de la zona en dónde Amorina estaba descansando desde mediados de enero. El calor apretaba y más después del mediodía. La joven se encontraba relajándose en una hamaca paraguaya junto a un vaso de limonada que tenía sobre una mesita redonda al lado. Se mecía con un pie apoyado en el suelo y disfrutaba del hermoso día.
Su pequeña casa de fin de semana era todo lo que necesitaba para descansar luego un año entero anterior conflictivo. Se había separado de su novio porque este la había engañado ya que prefería tener relaciones sexuales mucho antes de lo que ella hubiera imaginado y como se había negado, el susodicho terminó yendo a otra falda.
Se habían conocido en la universidad, pero en el momento en que ella decidió finalizar la relación, planeó dejar la carrera también porque le hacía mal verlo.
Sus padres estaban de viaje y ella quiso pasar las vacaciones de verano en la casa, sola junto a Canela. Quería desconectarse de las personas por al menos quince días y estar rodeada de naturaleza. Y eso mismo era lo que estaba haciendo la joven, pasar sus merecidas vacaciones en la quinta de la familia.
🎀🎀🎀
Durante la noche y estando dentro de la casa, su pequeña perra llamada Canela, reposaba sobre uno de los sillones del comedor mientras que la muchacha pasaba el tiempo pintando acuarelas y teniendo abierta su portátil para navegar por internet también. Al pasar los minutos, tuvo un llamado de sus padres avisándole que estaban bien y disfrutando del viaje, y que regresarían para su cumpleaños número veintiuno para festejarlo junto a ella.
Cuando terminó de cenar, cerró las puertas, apagó las luces y caminó a su cuarto junto a su perrita.
🎀🎀🎀
Para la mañana siguiente, el sol se coló entre las cortinas del dormitorio y la argentina miró el techo. Tenía flores pintadas en la madera que le daban un toque femenino al cuarto junto con lo blanco y lila pastel que tenían el resto de los muebles y la ropa de cama. Salió del lecho y entró al baño para ducharse, al salir se secó y se puso un traje de baño y un vestido suelto. Armó la cama y salió de allí con los pies descalzos. Canela la siguió, esperando a que la joven le abriera la puerta para corretear por el jardín y hacer sus necesidades. Se preparó un capuchino junto con unas masitas y se sentó en el mismo lugar que la noche anterior, frente al ventanal que daba al jardín.
En aquellos momentos lo único que la relajaba era pintar en acuarela, no tenía cabeza para nada más, solo relajarse y desayunar mientras pintaba.
Las rupturas eran así, ¿no? Durante días te sentías mal, como si el mundo se acabara. Y Amorina se sentía así luego de haber roto con él. Llegó a pensar que los dos se querían, pero las cosas no resultaron como ella pensaba porque el chico ni siquiera la esperó unos meses más para dar aquel importante paso, solo le dio la espalda y se fue con otra.
Antes del almuerzo, la muchacha tuvo una videollamada de su abuelo, quien le comentaba cómo estaban las cosas donde vivía.
―Se te extraña abuelo. ¿Cómo estás? ―quiso saber la joven de su propia boca.
―Bien, querida, aunque maltrecho por la edad ―sonrió―. Para un viejo como yo, los días son regalados.
―No digas eso, sos fuerte todavía.
―Los años pesan en este cuerpo... ¿Qué haces? Quiero saber lo que hace mi nieta preferida ―su abuelo le sonrió a través de la pantalla.
―Abuelo... soy tu única nieta ―rio.
―Mujer... los otros dos son varones. Vos sos la única princesa de la familia, y sos casi idéntica a mí, y tenés un poco de tu abuela también.
Su nieta le sonrió y le mostró la pintura.
―Es preciosa, una camelia rosada.
―Sí, la pintura en acuarela me ayuda a no pensar en cosas... ―se entristeció.
―Contame qué te sucede.
―¿Te acordás que... estaba saliendo con alguien de la facultad?
―Sí. Lo recuerdo.
―Bueno... terminé con él el año pasado porque me engañó.
―¿Cómo alguien puede engañar esa cara y la bondad de mi nieta?
―Lo hizo, con otra de las chicas de la misma materia que cursabamos, en fin... no quise acostarme con él y buscó a otra. Cuando lo supe, no quise saber más nada de él.
―Lo bien que has hecho, ningún hombre merece que llores por él, y el que te quiera de verdad no te hará llorar.
―Eso nadie lo sabe, a veces el amor duele ―dijo con melancolía―. Algún día me gustaría poder tener un amor como el que vos y la abuela tuvieron.
―No todo en nuestra vida fue amor y felicidad.
―Pero se los veía tan bien juntos que era como sacado de un cuento.
―Con los años la relación fue feliz.
―No lo decís muy convencido —le respondió mirando su semblante a través de la pantalla.
―Sí, tuve una buena vida junto a tu abuela, supimos entendernos y terminamos queriendonos y amandonos, y se la extraña también.
―Sí, se la extraña.
Su abuelo quedó en sus propios pensamientos hasta que levantó la cabeza y la miró como si realmente quería confesarle algo que siempre mantuvo en secreto.
―Hace muchos —hizo una pausa y continuó hablándole—, muchos años conocí a alguien antes de conocer a tu abuela. Era una mujer encantadora y tuvimos un romance.
―¿Por qué terminaron?
―Porque las circunstancias de la vida lo quisieron así. No era importante para su vida.
―¿A qué te referís con eso? ―Frunció el ceño.
―Yo era solamente un hombre que recién se estaba abriendo camino en el negocio que había elegido, pero ella tenía una familia poderosa y noble, y para una mujer así lo menos que se esperaba era que contrajera matrimonio con alguien de su mismo poder ―quedó pensativo apoyando sus manos en el bastón y la mirada perdida en algún recuerdo―. Para la época en que nos conocimos, las habladurías eran lo más importante, así que a pesar de que queríamos estar juntos, era imposible.
―¿Qué pasó luego? ―se interesó la joven.
―Hicimos caminos separados. Era lo debido.
―¿Y nunca se volvieron a ver?
―No... pero mantuvimos correspondencia, solo para saber que estabamos tratando de ser felices con otras personas y con el recuerdo que tuvimos en nuestra juventud.
―¿Nunca le reprochaste algo?
―Jamás, sabíamos los dos a qué nos enfrentabamos y los dos decidimos separarnos, ella no podía hacer nada, su matrimonio fue arreglado y yo ante eso no podía luchar. Si de un principio hubiera sabido que iba a tener todo lo que tengo ahora, habría luchado pero el futuro nadie lo tiene claro.
―Como dijiste, nadie sabe lo que nos depara el futuro, pero por lo menos, aunque haya durado poco su romance, lo tuvieron.
―Así es ―su abuelo sonrió―, tiempo más tarde conocí a tu abuela y supe que era la indicada para casarme con ella.
―¿Cómo sabías que era la indicada?
―Lo sabes, simplemente lo sabes, no a todos les pasa igual, pero sabes que no podés vivir sin ella.
―Tuviste dos amores entonces.
―Podría decirse que sí ―contestó su abuelo con una sonrisa―. ¿Cuándo me visitarás?
―Pronto, ¿qué te parece si te visito unos días antes de mi cumpleaños y lo festejamos juntos?
―Excelente idea, ¿tus padres cuando vuelven?
―Dijeron que para mi cumpleaños.
―Entonces tendrás que decirle que viajen a Italia.
―Sí, yo iré con Canela.
―Saca un boleto en primera clase, yo te lo regalo.
―No es eso abuelo, no me molesta ir en clase turista.
―Lo sé, sé que no sos pretenciosa ni tampoco te importa si debes meter los pies en el lodo o usar ropa cómoda, pero si te lo digo es porque viajarás con Canela, y es mejor tenerla a tu lado que dentro de su jaula de viaje.
―Bueno, en eso tenés razón, pero no necesitas pagarme el pasaje.
―Yo quiero pagarlo, pero ―le dijo con el índice en los labios―, ni una palabra a tus hermanos ―rio por lo bajo―, que luego me reprochan.
―De acuerdo, no diré nada y gracias ―sonrió―, nos veremos pronto.
―Vos seguí pintando, que nadie te diga lo que debes hacer, debes buscar tu lugar en el mundo, Amor, ese en el que cuando lo veas digas "aquí es". No tenés que tener miedo a lo nuevo y a lo desconocido, y si los tenés, hay que enfrentarlos. Si vivís con miedo, nunca podrás ser feliz, eso es como vivir a medias y no quiero algo así para mi nieta favorita. Que es la flor de la familia.
―Me gusta en verdad pintar acuarelas, sobre todo flores y me gustaría vivir de lo que realmente me gusta, aunque sé que es muy difícil.
―Es difícil pero no imposible, Amor. Los Londez nunca se rinden y persiguen sus sueños. Vos sos como yo también, persistente hasta obtener lo que querés. Vos tenés que cumplir tus sueños, incluso el del amor.
―No es fácil encontrar el adecuado.
―Tampoco es tan imposible ―le sonrió―. En fin, me echaré una siesta antes de merendar, nos vemos pronto, querida.
―Hasta pronto, abuelo. Te mando un beso grande ―le expresó tirándole uno con la mano.
Su abuelo cortó la videollamada y Amorina volvió a concentrarse en la acuarela que tenía frente a ella.
A miles de kilómetros de distancia, Darío, el dueño de la textilería y abuelo de la joven, antes de tomar su siesta como se lo había comunicado a su nieta, habló con su abogado para hacer unos pequeños cambios en su testamento.
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Cuatro días antes de la mayoría de edad de Amorina y preparando su viaje a Italia para reencontrarse con su abuelo para festejar su cumpleaños y pasar días junto a él, recibió una llamada que nunca habría querido escuchar. Su abuelo, había acabado de fallecer.
La joven solo atinó a cortar la comunicación y se derrumbó en el sillón para llorar abrazada a Canela. El grito desgarrador quebró el silencio de la casa y los alrededores.
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