CAPÍTULO 9
-Por fin te vemos el pelo Pan – Dijo Jack con la boca llena de pizza. –Desde ayer antes del robo, nos tienes olvidados.
Finn y Diego estaban sentados en el sofá y Jack en la butaca que había al lado, los tres veían el programa de televisión de James Corden mientras comían pizza, me hicieron hueco en el sofá y me senté mientras agarraba un trozo de pizza de champiñones.
-¿Qué te pasó anoche? – Me dijo Finn mirándome seriamente.
-Nada, solo que había encontrado otro cajón lleno de joyas y no me daba tiempo para meterlas en la mochila.
-No pasa nada, por suerte saliste a tiempo. – Intervino Diego para quitar importancia.
-A Pan le falta tiempo para seguir robando, y yo tengo que robar cubiertos de plata, no es justo, ¿seguro que era la casa correcta Diego? – La verdad que era gracioso, nosotros que estamos acostumbrados a robar millones en los bancos, hemos pasado a robar cubiertos. Pero lo de anoche solo fue una tapadera para despistar a la policía.
-Sí, ya te lo he dicho muchas veces Jack, calla y veamos la tele.
-Ts que cruel eres Diego. Pongamos las noticias a ver si hablan de nosotros o de las casas en donde entramos.
-En tal caso hablaran de las casas en donde entramos Pandora y yo. –Dijo Finn intentando picar a Jack, cosa que consiguió.
-Te has pasado. Eso me ha dolido. – No pude evitar solar una pequeña risa. Tanto Finn como Jack eran mayores que yo. Finn tenía cuatro años más que yo, es decir tenía veintinueve y Jack treinta y siete, era el mayor de los cuatro, pero a la vez el más infantil. Diego era el pequeño, tenía veintitrés años.
Finn cambio el programa que estábamos viendo mientras yo me cogí otro trozo de pizza y puso las noticias. Noche de tele y pizza, que mejor para acabar el día de hoy e irse a la cama a descansar y olvidar lo ocurrido de hoy, bueno mejor dicho lo ocurrido de apenas hace unas horas en el hotel. Pero por desgracia la paz no duraría mucho, los cuatro jamás nos esperaríamos lo que estábamos viendo en las noticias.
"Noticias de última hora, la famosa ladrona Pandora y sus hombres han robado en Bank of America hace menos de una hora y han matado a los dos guardias que estaban dentro. Es la primera vez en la historia de Pandora que hay muertos en sus robos, la policía que ya está en la escena del crimen, ha confirmado que la letra P que siempre suele dejar la ladrona, es suya. No se trata de unos imitadores como en ocasiones anteriores."
-¿Habéis escuchado lo mismo que yo? – Jack rompió los segundos de silencio que hubo tras escuchar la noticia, los cuatros estábamos en shock.
-Si. – Diego se levantó rápidamente del sofá y se fue directamente a su ordenador para buscar lo ocurrido y ver qué había pasado realmente.
No es la primera vez que nos salen imitadores, es habitual que los ladrones copien a otros en sus formas de robar, pero si es la primera vez que nos imitaban y mataban a gente inocente bajo el nombre de Pandora. Cada segundo que pasaba me estaba enfadando más, es imperdonable. Finn y yo nos levantamos del sofá y nos acercamos a ver las pantallas de los ordenadores de Diego.
-Son buenos, me está costando encontrar pistas, parece que me llevara más tiempo del que creía. – Dijo Diego sin apartar ojo a los ordenadores.
-Malditos... – Aun estaba en shock y no me salían las palabras, teníamos una reputación y ahora se había ido a la mierda, y la policía no se pensaría dos veces en culparnos sobre la muerte de esa gente, al revés, mejor, más cargos para nosotros. Finn me puso una mano en el hombro y le mire, tenía esa mirada que decía tranquila. Esa mirada que me la solía hacer mucho al principio de empezar en este mundillo. La verdad es que Finn siempre ha sido un gran apoyo para mi, incluso desde que entre al orfanato, él ha sabido como acercarse y ganarse poco a poco mi confianza.
-Cuando sepamos quienes han sido, no se lo perdonare. – Dijo Jack acercándose a donde estábamos.
-Chicos, es mejor que os vayáis a dormir o lo que queráis hacer, pero voy a tardar. – Nos dijo Diego sin mirarnos.
-De acuerdo, vámonos, dejémosle solo. – Dijo Finn.
Cada uno se fue a sus habitaciones, y yo no paraba de dar vueltas por la mía. Fui al baño a darme una ducha para relajarme y parece que funciono, me senté en la cama viendo a mi padre mientras me hacia miles de preguntar, pero ninguna sin respuesta, hasta que al final me quede dormida.
-Y le digo a usted jefe Pierce, que no es Pandora.
-Mira Alexander, llevo más años que tú en este trabajo y se reconocer cuando es el mismo ladrón y cuando no. – Llevábamos un buen rato así, y parece que la conversación no llegaría a ninguna parte. – Cerremos ya este caso, ha sido Pandora y listo. – Me fui de ahí antes de que perdiese los papeles o la sangre dejase de circular por mis manos por tener los puños cerrados.
Salí hasta la puerta del banco, había muchos periodistas con ganas de una buena noticia, se empujaban los unos a otros para ver quien conseguía alguna primicia. Eran las seis de la mañana, llevaba aquí desde media noche, no dormí nada y encima soportar la cabezonería del Jefe Pierce, me ponía de peor humor.
-¿Está bien señor Alexander? – Salió Cody del banco.
-Te he dicho varias veces que solo me llames Alexander. – Dije en un todo un poco irritado, pero no porque me llamase señor.
-¿Por qué piensa que no ha sido Pandora, Alexander?
-Ella no mata, nunca lo ha hecho y nunca lo haría.
-¿Cómo estas tan seguro?
-Una ladrona como ella no cambiaría su patrón de actuar tan radical. Ella sabe diferenciar entre ser ladrona y asesina.
-Entiendo... pero ha cambiado, ¿no?, quiero decir, hace dos noches robo en casas y no dejo su firma de pintalabios en una de las casas. – Cody tenía razón, cualquiera lo pensaría, pero lo de robar en las casas solo fue para despistarnos, cosa que logro, ya que media unidad de policía estuvo esa noche en la subasta pensando que iría ahí a robar esos, cuadros, jarrones y joyas tan caras y la otra mitad repartida por los bancos de la ciudad. Además ayer cuando entraba a mi hotel la vi, era ella. Tengo su cuartada en mis manos, y aunque el atraco al banco se produjo tres horas después de nuestro pequeño encuentro, alguien que tiene un plan de este nivel tiene que estar todo un día planeando y repasando cada detalle. Vale que sea una gran ladrona, pero hasta los grandes tienen cuidado en no cometer errores.
-No, no ha cambiado, sigue siendo la misma.
-Habla como si la conociese.
-Aun no. – Note como una pequeña media sonrisa aparecía en mi cara y Cody se me quedo mirando sin saber a lo que me refería.
Ya era medio día, me había quedado dormida y baje corriendo al salón a ver si Diego había averiguado algo. Finn y Jack ya estaban abajo.
-Te estábamos esperando. – Dijo Finn.
-Encontrar una pista en el banco ha sido imposible, no he podido, las cámaras de seguridad dejaron de funcionar una hora antes de que atracasen, al igual que la cámara de los alrededores. He intentado ver si algún hacker pudo haber tenido algo que ver, pero no, es como si alguien desde el sistema de seguridad del banco lo apagase todo.
-¿Quieres decir que esos asesinos han tenido ayuda? – Si, asesinos, para mí no eran ladrones, cada cosa por su nombre.
-Estas seguro Diego que no tiene nada que ver con otro hacker, no sé, uno muy bueno. – Dijo Jack.
-Estoy seguro al 100%
-¿Entonces de quien recibió ayuda esos tipos?
-La policía, quien si no. – Desde lo de mi padre he odiado a la policía con todas mis ganas, nunca investigaron bien el caso y lo cerraron a las veinticuatro horas, dejando a mi padre como un suicida.
-Diego podrías buscar si hubo algún policía por la zona esa mismo día o anteriores. – Pidió Finn.
-Ahora mismo.
No podía quedarme ahí de brazos cruzados viendo como Diego hacia todo lo que estaba a su disposición para averiguar quiénes fueron los culpables. Salí del salón para dirigirme al garaje y entonces escuche unos pasos detrás de mí.
-¿A dónde te vas? – Me pregunto Finn.
-A ver al viejo Tao, no puedo quedarme aquí sin hacer nada.
-Voy contigo. – Finn cogió las llaves de su mercedes GLA de color gris, y nos fuimos.
Una vez en el orfanato, entramos al despacho del viejo Tao sin llamar a la puerta, no quería malgastar tiempo en formalidades. Y ahí estaba el, sentado tomando su té.
-Te estaba esperando Nora, pero no a ti Finn. Que grata sorpresa.
-Hola señor Tao. – Dijo Finn haciendo una pequeña reverencia con la cabeza.
-Pues si me estabas esperando tendrás algo de información que darme, ¿no? Así que dejemos los rodeos, ¿sabes algo de lo de ayer?
-No, me pilló de sorpresa tanto como a vosotros, aunque no es de extrañar que tarde o temprano algunos chavales hayan querido copiar.
-Algunos chavales como dices tú, solo llegan a robar en la tienda de su barrio. Para llegar a robar en el Bank of America hay que llevar años practicando, y lo digo por experiencia.
-Creemos que la policía está involucrada. – Intervino Finn, que al contrario de mí, él estaba calmado, como siempre. Al principio cuando me dijo que me iba acompañar no me apetecía, pero ahora me alegro, porque si llego a estar sola me pondría peor aún, pero él tiene esa aura de tranquilidad.
-Buena conclusión, pero antes que nada, ¿queréis té? – Solo este maldito viejo sabía como desquiciarme más, aun Finn y yo estábamos de pie, así que nos sentamos en las butacas que tenia en su despacho, pero sin beber esa agua con hierbas.
-Llevo años siendo ladrona y un año siendo Pandora. En un año tengo más dinero que cualquier persona del país, he robado en los mejores bancos de New York, y solo es el principio. Pero con esto, todo el trabajo que hemos estado haciendo los cuatro se va al garete. Han ensuciado mi nombre.
-¿Solo llevas un año siendo Pandora? – Pregunto el viejo Tao, pero era una pregunta trampa, lo sabía, le conocía muy bien, he estado todos mis años de orfanato junto a él, él me ha enseñado todo lo que se ahora, así que esa estúpida pregunta iba con segundas.
-Según la prensa y televisión, sí. – Llevamos casi un año desde que atracamos nuestro primer banco. Los anteriores robos fueron pequeños, fuimos subiendo el nivel poco a poco, nunca nos hemos querido arriesgar. – Los anteriores robos solo fue juego de niños. – El viejo Tao se rio.
-Está bien, está bien, buscare información y os lo diré.
-Gracias. – Dijo Finn.
-Pero teniendo a Diego, no se para que necesitáis mi ayuda.
-Diego es un hacker increíble, pero tú eres un viejo sabio. – Dije mirándole y dándole una sonrisa sarcástica.
-Pues como viejo sabio, querida Nora, tengo que avisaros que las cosas se pondrán complicadas a partir de ahora, tenéis que tener cuidado los cuatros. – Finn y yo nos levantamos de las butacas en donde estábamos sentados.
-Siempre tenemos cuidado. – Dijo Finn.
-Lo sé, pero Nora, tu que eres tan impulsiva, más que Jack tengo que decir, ten mucho cuidado.
-Pues hasta ahora me ha ido bien siendo así.
-Cierto, pero una cosa es ser impulsiva de cabeza y otra cosa muy diferente es ser impulsiva de corazón.
-Hace años que no tengo corazón.
-Todos tenemos.
Finn abrió la puerta y salí la primera, no quería seguir ahí escuchando sus tonterías de viejo sabio. Cuando se ponía así lo odiaba, porque no sé qué decía que siempre sus palabras quedaban taladradas en mi cabeza y luego no podía olvidarme lo que me había dicho y me hacía dudar mucho más de todo.
Finn y yo fuimos a un autoservice para comer algo dentro del coche, ya que ninguno de los dos había desayunado y mucho menos almorzado. Él se pidió un bocadillo de bacon con queso con patatas fritas y un refresco, yo un bocadillo de pollo con lechuga y mayonesa, y otro refresco. Ambos estábamos comiendo mientras veíamos los coches pasar desde el parking. Ninguno hablaba, cada uno estaba perdido en sus pensamientos o quizás Finn sabía que era yo la que estaba perdida en los míos y necesitaba tiempo para aclarar ideas.
-¿Qué hacemos? – Dije sin apartar la vista de los coches.
-Tu siempre sabes que hacer, puede que quizás ahora no, pero luego estoy seguro que encontraras la solución. – No pude evitar mirarle, pero sus ojos marrones seguían clavados a la carretera mientras daba un sorbo a su bebida.
-¿Tanto confías en mí?
-Si no confiase en ti, no hubiese estado siete años contigo y apoyando todos tus planes. – Dejo el refresco y se giro para mirarme.
-Gracias. – Le dije mientras una pequeña sonrisa de alivio se dibujó en mi cara.
Al cabo de unos diez minutos nos pusimos en marcha para volver a casa, no podía quitarme de la cabeza que por culpa de la policía nos veamos en este aprieto. Siempre hemos sido nosotros los que habíamos acorralado a esos pacotillas de uniforme y placa, pero ahora eran ellos. Esto les beneficiaba ya que ahora aparte de ser unos ladrones también somos asesinos. Buena jugada. Me acuerdo cuando empezamos los cuatro en este mundo, les hice jurar a los tres que jamás mataríamos a nadie. Matar es de ser vulnerable y podíamos ser llamados de mil formas, de todo, menos asesinos. Me apoye en la ventanilla del coche y no me di cuenta hasta que vi el cielo, estaba atardeciendo. Y fue entonces cuando en mi cabeza apareció esa mirada de ojos azules.
-Finn, para el coche. – Mi boca reacciono antes que mi cabeza, ni yo misma sabía que había dicho eso.
-¿Qué pasa?
-Para el coche, me bajo aquí mismo, necesito ir a un sitio sola.
Giro en un calle y paro el coche, me baje y fui corriendo hasta el hotel donde siempre veía el atardecer, siempre hasta que vi a ese detective y deje de ir. Pero mira tú por donde, en estos momentos iba corriendo hasta ahí, mis piernas estaban reaccionando solas, al igual que mi boca antes en el coche. El viejo Tao tenía razón, quizás fuese más impulsiva que Jack. Hasta que recordé lo que me dijo, ¿Qué clase de impulso es este? ¿de cabeza o de corazón? Puede que mienta a mi cabeza, diciendo que ella es la culpable de que este en estos momentos este corriendo con todas mis ganas, pero mi corazón latía con demasiada fuerza como para ignorar que si tenía corazón como dijo el viejo. Odiaba que tuviese razón.
Cuando por fin llegue al hotel, subí al ascensor hasta la penúltima planta, desde ahí abrí la puerta de salida de emergencias para subir hasta el último piso. Ya no sentía las piernas y seguramente la suela de las converse se habían desgastado, porque los pies me dolían como nunca antes, pero no podía parar ahora, quedaban unos pocos escalones para llegar. Subí las escaleras con las pocas fuerzas que me quedaban, pero ni rastro de él. Mierda, había venido para nada, pero ahora que lo pienso ¿por qué había venido?, ¿por qué quería verlo? O peor aún ¿cómo no he pensado en que me confesaría ante él diciendo que soy la ladrona que está buscando desde que llego a Nueva York?, estúpida de mí. Me senté en uno de los escalones viendo el atardecer mientras respiraba e intentaba recuperar todo el aire que mis pulmones secos pudiesen coger. Cuando los últimos rayos de sol ya apenas se veían por los edificios apoye mi cabeza en mis rodillas. "¿Qué hago ahora?" No paraba de repetírmelo una y otra vez, mi cabeza estaba en blanco, y el hecho de pensar que tenía que dar un paso más, me dolía hasta el alma. No sabía cómo llegaría hoy a casa y la idea de dormir en estas escaleras no me parecía mala del todo, total el cuerpo no lo sentía. De pronto escuche como la puerta de emergencia se abrió y levante rápidamente la cabeza. Era él, había venido.
-Alexander.
-Pandora.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top