CAPITULO 8
Esto es raro, en una misma noche se ha robado en tres casas diferentes, en las tres se ha robado lo mismo, joyas y dinero, y en el mismo momento las cámaras de seguridad de las casas dejan de funcionar, pero solo en dos de las tres casas esta la P de Pandora escrita en alguna de las paredes con el pintalabios que suele utilizar. ¿Por qué en esta tercera casa no se ha dejado la marca? ¿Un fallo? Me cuesta creerlo, ya que hasta ahora jamás habían cometido un error en ninguno de sus robos. Algo está claro, y es que los tres se dividieron las tres casas, y si es así, ¿Quién de los tres fue quien entro a la casa de Connor Milton? ¿Quizás Pandora? Me resultaba todo muy confuso.
-¡Esto es imperdonable Joss! ¡Cómo se les ocurre unos ladrones de mala muerte robarme a mí! – Dijo gritando Connor Milton, un hombre de más de cincuenta años de constitución grande, de pelo rubio casi blanco por algunas canas y ojos azules.
-Lo siento señor Milton, jamás creeríamos que Pandora pudiese robar en casas, hasta ahora solo ha sido en bancos y ayer pensábamos que iba a estar en la subasta y...
-¡Me da igual lo que pensarais! – Le corto Connor entre gritos. Estaba tan enfadado que se estaba empezando a poner rojo.
Busque por toda la casa en busca de pistas, pregunte a los demás agentes, y como siempre ninguna huella dactilar. Me encontraba en el salón, justo donde rompió la ventana, intente recrear los pasos que pudo llegar hacer Pandora, si es que fue ella la que entro en la casa del señor Milton. Empecé por el jardín, luego al salón donde subí las escaleras, después a la habitación del señor y señora Milton, seguro que entro aquí primero en busca de la caja fuerte, pero al no encontrarla se decidió por las joyas, pero no le basto con eso, no se rindió y siguió buscando la caja. Por ultimo fui al despacho, a simple vista todo parecía intacto como si nada hubiese ocurrido esta misma noche. Tras dar un vistazo me dirigí a la mesa y abrí los cajones, todo el despacho estaba en orden, menos dentro de los cajones, todos los papeles, carpetas y demás cosas estaban revueltas. Otro fallo. ¿Quizás buscaba algo Pandora? Pero, ¿el qué? ¿y por qué solo estos cajones estaban revueltos? Ha buscado por todos los rincones de la habitación y vestidor y aun así estaba todo en perfecto estado, menos aquí. No es típico de una ladrona que lo tiene todo bajo control. Algo había pasado.
Me desperté y tarde un rato en saber si lo de anoche fue un sueño o real, hasta que vi la foto de mi padre al otro lado de la cama, no lo fue. Tras dar un suspiro, me levante, cogí un sobre de los tantos que tenía en mi mesa y baje al salón. Aún estaban todos dormidos, mejor, así tenía más tiempo para pensar alguna escusa sobre lo de ayer, no podía contarles lo de la foto, por lo menos no todavía. Me acerque a la mesa del salón donde aún estaba todo lo que robamos anoche, cogí unos cuatro mil dólares y los metí en el sobre. Salí del salón, agarre mis gafas de sol que estaban en la entrada, la llaves del porsche y me fui.
No me moleste en cambiarme de ropa, total a donde iba, solo saldría del coche unos segundos. Me fui hasta Brooklyn, una vez al mes siempre iba a dejar dinero e irme. Aunque esta vez voy antes de lo normal, porque necesitaba verla, necesitaba ver a mi hermana Ely. Tarde una hora en llegar desde Hunts Point, Bronx, que es donde vivíamos los cuatro hasta la casa de mi hermana. Aparque el porsche unos pocos metros más retirados de la casa, me quede un par de minutos sentada viendo el barrio en donde vivía, era de ensueño, tranquilo con casas pequeñas y jardines, arboles por las aceras, niños jugando con sus bicicletas, en fin lo típico de un barrio tranquilo y feliz. Quien iba a decir que una huérfana viviría así, por lo general la mayoría acabamos siendo delincuentes, (unos mejores que otros, ejem) o trabajando en algún sitio con un sueldo que apenas da para llegar a fin de mes. Pero Ely cuando salió de ese orfanato estudio la carrera de magisterio, trabajo en un colegio de New York, conoció a un tal Adam, que también es profesor, y ahora viven juntos. Cuanto me alegro por ella, una pena que ella no pueda pensar lo mismo de mí, si es que piensa. Cuando yo cumplí los dieciocho años me fui de ahí junto con Finn y Jack dejándola sola, jamás me lo perdonare, y aunque solo estuvo un año sola, porque al año siguiente ella ya cumpliría los dieciocho, la deje sin la única persona que le quedaba de su familia. Pero no podía decirla que me convertiría en lo que soy ahora y que mi sueño es buscar venganza, no podría arrastrarla conmigo, ella tenía que vivir su vida, una vida normal y feliz, por mucho que le costase.
Recuerdo la última vez que estuvimos juntas, las dos estábamos en la cama, ella durmiendo y yo viéndola por última vez, no podía despedirme de ella, porque si lo hacía sabía que jamás podría irme. Desde entonces han pasado siete años desde que ella no me ve, yo simplemente me quedo en el coche sentada observándola unos minutos y me voy, es el único momento de mi vida en el que siento paz y orgullo, verla a ella bien y feliz, me hace sentir a mí también lo mismo, y me dan más ganas de seguir con mi venganza para así algún día yo también poder vivir como vive ella y saludarla sin sentir vergüenza de mi misma.
Salí del coche, me dirigí a la casa de mi hermana, era de ladrillo con la puerta de madera blanca al igual que las ventanas, tenían unos pequeños arbustos en la entrada y unas flores plantadas. Subí al porche deje el sobre en la alfombra que había en la puerta y me di media vuelta, me acerque a un niño que había en la calle y le pregunte si podía tocar el timbre por mi e irse corriendo. El niño dispuesto hacer tal travesura dijo que si y yo me fui directa al coche otra vez, una vez sentada vi como Ely abría la puerta observando que no había nadie hasta que vio el sobre, se agacho, volvió a mirar por los alrededores y se metió dentro. Estoy segura que sabía que era yo la que le daba dinero todos los meses. En fina, arranque mi precioso porsche y volví a New York, necesitaba respirar aire así que ya sabía dónde me tocaba ir.
Una vez llegue al hotel, me pare en el vestíbulo, y fue cuando me di cuenta que donde solía desconectar de todo, respirar aire y ver el atardecer, era uno de los hoteles de Connor Milton. También se me había olvidado que la última vez que estuve aquí me encontré con el detective inglés. Mierda me había quedado sin mi sitio especial por dos malditos hombres, a donde iría yo ahora. Tenía que pensarlo rápido antes de que viniese el guardia de seguridad y me echase a patadas, pues mis pintas dejaban mucho que desear, parecía una vagabunda y no le culpo hoy no estoy en mis mejores días, el chándal y las gafas de sol no son la mejor combinación para entrar a esta clase de hotel. Mejor que pensase en el coche, aquí había mucha gente. Me di media vuelta para dirigirme a la puerta giratoria de la entrada, fue entonces cuando levante la vista y vi al detective entrando en unos de los compartimentos de la puerta giratoria, no pude apartar la mirada, no me esperaba verlo. Estaba viendo su móvil cuando de pronto se volvió para mirarme a mí y nuestras miradas quedaron clavadas, ambos girábamos en la puerta, ninguno apartaba la mirada, parecía como si el tiempo se hubiese parado, parecía como si el pudiese ver mis ojos a través de mis gafas y supiese quien era yo en realidad. El corazón se me detuvo, sentía que me faltaba el aire por culpa de esa mirada de ojos azules, y fue cuando mi cabeza entro en alerta, pestañee varias veces y aparte la mirada, el tiempo volvió a su ritmo habitual menos esta maldita puerta, iba muy lenta. Estaba contando los segundos para poder poner por fin los pies en la calle y salir corriendo hasta el coche y llegar a casa sin parar en ningún semáforo.
Cuando por fin salí del hotel camine lo más rápido que pude para no levantar sospechas, porque si hubiese salido corriendo llamaría más la atención y tenía que ir con cuidado. Aun no sabía si ese detective ya sabía quién era, hasta ahora ninguno ha podido, pero teniendo en cuenta que él ha sido el único que me ha visto la cara (por casualidad), y que cuando le vi tuve un mal presentimiento, mejor ir con cuidado esta vez con el detective que creo recordad que se llamada Alexander. Una vez ya metida en el porsche tras "correr" media manzana sentí un pequeño alivio, pero por desgracia solo duro medio segundo cuando vi a ese detective en la calle mirando por todas partes buscándome, me agache un poco sobre el asiento, puse en marcha el motor y salí de ahí cuanto antes. Espera, ¿buscándome? ¿Acaso ya sabe quién era?
-Hunter no quiero ni un error.
-Sí, señor.
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