CAPÍTULO 4

Cada vez que necesito dejar mi mente en blanco, vengo a estas escaleras de emergencia que se encuentran en un hotel y que tienen, a mi parecer, las mejores vistas de New York. Y encima hoy iba a ver el atardecer, con esos tonos rojos, naranjas y amarillos, y algún que otro rosa, pero eso solo a veces. Me encantaba estar aquí y por suerte es un sitio que solo conocía yo, por lo general, todo el mundo está en el mirador, pero está lleno de gente y odio los sitios con mucha gente, al final estoy más pendiente de la conversación que están manteniendo las personas que tengo al lado que en mis propios pensamientos.

Mis pulmones nada más llegar ahí, ya volvieron a respirar y mi corazón parece que se quitó un peso de encima al ver ese atardecer. Que paz.

Paz, hasta que escuche como la puerta que estaba detrás mía se abrió, gire la cabeza pensando que quizás era algún trabajador, pero no. Para mi sorpresa encontré a un hombre alto con camisa blanca y pantalón de traje azul marino, tenía el pelo negro y unos ojazos azules. Espera... creo que le he visto en alguna parte...

-Lo siento, no quería molestar. – Dijo sorprendido al verme, quizás se esperaba encontrar estas escaleras vacías, como sería lo normal.

-No, tranquilo, yo ya me iba.

-¿Ya? ¿En medio del atardecer? – Cerró la puerta detrás de él y se acercó a la barandilla poniéndose a casi metro y medio de mí.

-Sí, lo he visto muchas veces, y ver esto, es mejor solo que acompañado. – Estaba intentando hacer memoria, me sonaba de verlo visto en algún sitio, aunque ahora no caigo en dónde.

-Aunque se haya visto muchas veces, siempre hay algo que cambia, como una nube, por ejemplo. – Dijo mientras contemplaba aquellas maravillosas vistas.

-Tienes razón, pero si has venido aquí es porque seguro necesitas estar solo con tus pensamientos, estar tranquilo, desconectar del mundo. ¿No? – Le mire por un segundo su perfil... era perfecto. Hasta que se giró y su mirada de ojos azules y mis ojos marrones estuvieron en contacto dos segundos. Mierda. Ya sé dónde le había visto, aparte enseguida la mirada. Era el hombre de esta mañana que estaba saliendo del departamento de policía.

Tenía que irme de ahí cuanto antes.

-Cierto, pero has venido aquí antes que yo, y tal y como lo has descrito, creo que tú también necesitas desconectar del mundo, si no, no estarías aquí, ¿me equivoco?

-Sí, pero yo ya he desconectado lo suficiente, así que ahora es tu turno. – Dije mirando el suelo, el edificio más bajo que teníamos delante, cualquier cosa, para que mis ojos no se volviesen a cruzar con los suyos. Me fui apartando de la barandilla poco a poco y me di media vuelta para irme hacia la puerta.

-Gracias.

-No hay de qué. – Mis manos abrieron la puerta y salí lo más rápido que pude de ahí. Maldita sea, aunque no sé quién era, me había visto la cara y eso ya suponía un riesgo. Fui ahí para calmarme y me voy más alterada que de cuando llegue.


Por fin en casa (o por así llamarlo). Tanto Finn, Jack, Diego y yo, vivimos en una mansión antigua que se encontraba por las afueras de New York, apartada del ruido y sin casas al rededor. La compramos con el dinero del primer robo, bueno, para ser más exactos le pedimos que la comprara el viejo Tao, y el hizo todos los tramites. En un principio pensamos en ocuparla, pero era una mansión antigua en la que seguramente los niños y adolescentes, se morían de curiosidad por saber que habría dentro. Así que para evitar estar con niños corriendo por los alrededores, la compramos. Era una mansión de tres plantas, un sótano y mi buhardilla. La primera planta estaba vacía, no hacíamos vida ahí, ya que si alguien pasaba por ahí, nos podría "ver", que lo dudo pues teníamos todas las ventanas tapadas con cartones y periódicos, pero por si acaso.

En la segunda planta estaba nuestra sala principal, que en una casa normal sería como un salón y un comedor, pero nosotros teníamos un sillón con más que años que yo, una mesa baja enfrente y un par de pufs. Algo simple, excepto que ahí estaba todo el equipo informático de Diego, tenía su pequeño altar de tecnología que tanto nos ayudaba. Ocupaba media sala, había una pantalla enorme en medio, y luego dos a sus lados, y un ordenador abajo en la mesa que tenía, junto con un portátil y varios teléfonos desechables. Era impresionante.

También estaba la cocina, que para ser sinceros la utilizábamos poco, el único uso que le dábamos era al microondas para calentar comida precocinada que comprábamos. En la tercera planta estaban los baños y las habitaciones de Finn, Jack y Diego, aunque Diego pocas veces le había visto entrar o salir de su habitación, estaba casi siempre en la sala con el ordenador. Por eso cuando le vemos que está durmiendo en la silla, intentamos no hacer ruido. Y por último el sótano/garaje, donde teníamos un coche que utilizábamos cuando alguno de nosotros iba al orfanato o para hacer algún recado, la moto de Jack, una Harley Davidson, y por supuesto el precioso porsche. También teníamos las cosas que utilizábamos en los robos.

Fui hacia la sala principal para hablar con Diego, y justamente también estaban Finn y Jack en el sofá jugando a la consola que teníamos contactada a la tele y con la mesa llena de latas de cervezas, refrescos y alguna que otra bolsa de patatas fritas. Se lo habían montado bien.

-¡Por fin te veo el pelo hoy Nora! – Dijo Jack sin apartar la mirada a la pantalla.

-¿Qué tal en el orfanato? – Dijo Finn, y al igual que Jack, sin desviar la mirada. Menudo vicio llevaban estos dos.

-Bien. – Me dirigí hacia Diego y me pare a su lado viendo lo que hacía, pero ni modo, su mundo era imposible de descifrar, no era como los códigos de las cajas fuertes. Eso si se me daba bien.

-Diego, necesito que busques información de alguien.

-¿De quién?

-Hoy he visto una cara nueva saliendo del departamento de policía. Necesito saber quién es, tengo un mal presentimiento.

-Dame un par de minutos y te lo digo. – Me quede ahí de pie esperando, viendo como hacia sus cosas de hacker.

Al cabo de tres minutos, lo tenía. Lo proyectó en la pantalla grande que había en medio. Y ahí estaba él.

-Se llama Alexander Miller, y es el mejor detective de Inglaterra. – Dijo Diego, mientras se estiraba en su silla. – Parece que ha venido aquí por petición del departamento para atraparte, bueno, atraparnos. Se va hacer cargo del caso Pandora.

Mierda.

-Entiendo, hay un detective nuevo por la ciudad que nos quiere atrapar. – Y a mí me había visto, genial.

Finn pauso la partida del videojuego, y se escuchó a Jack quejarse, ambos se acercaron para enterarse de la noticia.

-Bah solo es otro detective más. – Dijo Jack abriendo una lata de cerveza que había cogido de la mesa.

-No sé yo... – Aquel detective me había visto, y aunque parece que aún no conoce mi rostro, no me hace ni pizca de gracia.

-Tranquila Pandora, hasta ahora nadie ha podido con nosotros, y va a seguir siendo así. – Dijo Finn, poniendo su mano en mi hombro.

-Por cierto chicos, cambiando de tema. – Dijo Diego. – Dentro de tres días es el baile benéfico de máscaras.

-Lo sé, y ya lo tengo todo planeado, ayer por la noche le di la última vuelta al plan.

-¿Voy preparando mi esmoquin Pan? – Dijo Jack con una sonrisa irónica.

-No, hay que preparar un vestido. – Dije levantando cejas.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top