CAPÍTULO 2

Salí del taxi que me había recogido del aeropuerto, dejándome justo enfrente de la entrada del Departamento de policía de New York. Salían y entraban agentes, y había muchos coches patrulla en la entrada. Se notaba el ambiente ajetreado.

-¿Detective Miller?- Caminando hacia la puerta de entraba un oficial de policía (según la placa que llevaba puesta y que había observado) se me acerco, sin tener muy claro si era la persona que estaba buscando o quizás se había equivocado.

-Sí, soy yo.

-Ah, menos mal, bienvenido a New York.- Nos estrechamos las manos. Era un chaval joven, seguramente había empezado a trabajar hace poco, pues estaba aquí esperándome y no con los demás agentes haciendo lo que sea que tengan que hacer.

-Ha venido en el mejor momento, déjame que le lleve al despacho del Jefe Pierce.- Hizo un gesto hacia la entrada para que pasase.

-Por cierto, soy el oficial de policía Cody, un placer detective Miller.

-Igualmente, pero llámame solo Alexander.

Subimos a la novena planta, estuvimos todo el camino en silencio, mejor, porque odiaba las típicas conversaciones que se hacían por obligación, aunque a él se le notaba incómodo. Llegamos al despacho del Jefe Joss Pierce, toque en la puerta y escuche como alguien gritaba desde dentro ''adelante''. Abrí la puerta y al entrar encontré un señor de unos casi sesenta años con el pelo blanco sentado en su sillón negro de cuero. Cody se quedo fuera.

-Bienvenido detective Miller, soy el Jefe del departamento de policía de New York, Joss Pierce. Muchas gracias por venir y siento el jaleo. Se levantó de su sillón de cuero pero sin moverse del sitio.

-Por favor, llámame solo Alexander.- Me acerque hasta su mesa y nos estrechamos la mano, me hizo un gesto para que me sentase en la silla que estaba enfrente de su escritorio y se volvió a sentar. Era un despacho con suelo de madera y paredes blancas, con estanterías llenas de trofeos, títulos enmarcados y alguna que otra figura por su mesa que estaba llena de papeles.

-Siento si voy directamente al grano, pero justamente esta madrugada se produjo el quinto robo de Pandora.

-¿Pandora?

-Sí, es el sobrenombre de la ladrona que le comente en el correo.- Saco de una carpeta unas imágenes de cámaras de seguridad, agarre unas cuentas, pero apenas se podía ver con claridad las fotos, tenían una calidad pésima. Lo único que se podía apreciar es que era una chica con coleta y una máscara que le cubría toda la cara.

-No trabaja sola, siempre va junto con dos hombres como puede apreciar en las imágenes. Desde el primer robo siempre deja pintado en algún cristal del banco una P con pintalabios rojo, parece su marca.

-Entiendo, color rojo... (El color rojo tiene muchos significados, como: peligro, odio, fuerza, amor, etc.) - ¿y cuántos muertos hasta ahora?

-Ninguno, no ha matado a nadie en ninguno de sus robos y nos resulta raro, ya que en todos los atracos siempre se comete algún asesinato.

-¿Y qué les sucede a personal de seguridad del banco?

-Nada, siempre están atados cuando llegamos sin ningún rasguño.

No mata... entonces era una ladrona que solo le interesa el dinero, no tiene la necesidad de matar a nadie para lograr su objetivo.

-Déjame decirle, que no es una ladrona cualquiera. Ha robado en los mejores cinco bancos de New York, con una tecnología imposible para la mayoría de nosotros, y ella entra y se lleva todo lo que hay en apenas unas horas de la noche. Aunque aún no sabemos si es ella quien lo hace o es alguno de los dos hombres que le acompañan. Apenas deja pistas, huellas, o lo que sea, excepto su marca de pintalabios.

-¿Tiene alguna muestra del pintalabios?- Una ladrona que no mata, no se le escapa ni una pista pero deja una P con pintalabios rojo, sin duda quería llamar la atención, y lo había conseguido, tenía a todo el departamento patas arriba. El caso era interesante, lo reconozco.

-Sí, recogimos un poco de muestra del pintalabios y se lo llevamos a los forenses.

-Perfecto, me gustaría pedirle toda la información que tengan del caso para ponerme cuanto antes con ello.

-Por supuesto, lo tiene todo en su despacho que le hemos preparado.

-¿Despacho?

-Sí, así es.

-Gracias, pero prefiero trabajar fuera del departamento, no me gustan los sitios con mucho ruido.- Se quedó un poco perplejo al rechazar tal invitación. Salí de su despacho y Cody seguía ahí esperando, el jefe Pierce le dijo que me llevase a lo que sería mi despacho, una vez ahí, agarre todas las carpetas que estaban colocadas sobre la mesa. Quería irme lo antes posible al hotel y así ponerme de inmediato con el caso P.



Tras estar casi una hora intentando coger de nuevo el sueño, no pude, volví a tener pesadillas. Gire para mirar el reloj que tenia en mi mesilla de noche y ya era medio día, mire hacia la ventana que tenía llena de hojas de periódico para que no pasase la luz del día, pero aun así, diminutos rayos de sol se asomaban a mi oscura habitación. Después de estar toda una noche despierta, y volver a casa casi con el sol en su pleno resplandor, siempre tenía las ventanas tapadas para que pudiese dormir, pero hoy no pude, así que me levante de la cama para irme al baño que tenía dentro de mi habitación. Me mire en el espejo esperando a que mi reflejo me dijese ''espabila'' pero no, así que abrí el grifo a ver si el agua fría me despertaba un poco, pues estar una hora dando vueltas en la cama no era tiempo sufriente para estar ya despierta del todo.

Me quite la goma que tenía para deshacerme de la coleta que llevaba desde ayer y que alivio, de milagro no se me había caído la cara. Quite algunos pelos negros que se quedaron en la goma y me la puse en la muñeca. Sacudí un poco mi pelo con mis manos para quitarme la forma que se me quedo de la coleta y salí del baño dirección a mi vestuario pensando en que trapo me pondría hoy de ropa. Abrí uno de mis armarios, este era bastante grande pero poco colorido, casi toda mi ropa era negra o de colores oscuros como grises, granates, verdes, etc. tenía alguna camiseta blanca básica, pero poco más. El otro armario estaba lleno de ropa de todo tipo, ropa que estaba a la última, joyas, accesorios, zapatos de mil clases, etc. Pero para a donde iba hoy, un pantalón negro pitillo, con una camiseta blanca y una cazadora vaquera dos tallas más grande que yo y unas botas, era el conjunto perfecto, muy casual.

Vale que sea una ladrona, pero por lo menos no quería aparentarlo. Físicamente era una chica normal de veintiséis años, piel blanca (ya que apenas me daba el sol, era como los búhos, despierta por la noche y durmiendo por el día, o vampiros mejor dicho, molan mas), tenía los ojos marrones oscuros y mi pelo era negro, me llegaba por el pecho, lo tenía un poco largo sí, pero no quería cortármelo, ya que casi siempre llevaba coleta para que no me molestase el pelo en los atracos.

Baje las escaleras de mí buhardilla y me encontré con Finn justo en el pasillo enfrente de mí, saliendo de su habitación. Se acababa de levantar, sus legañas, ojos hinchados y pelo alborotado le delataban. Pero incluso así, era guapo.

-Que madrugadora, ¿a dónde vas?

-Al orfanato.

-¿Sola?

-Como siempre.- Finn era el que más me conocía de la casa, era muy observador y yo es que tampoco cambiase mucho mi rutina, era un poco monótona y se la conocía. Baje a la entrada, cogí mis gafas de sol, las llaves de casa y salí de camino al metro, y si metro, conducir un coche por New York era horrible, lo odiaba, por el día claro, por la noche la cosa cambiaba. Como solía hacer al día siguiente de atracar un banco me gustaba quedarme unos minutos enfrente del departamento de policía y ver como iban todos de un lado a otro. Me quede de pie al lado de un árbol mientras comía unas patatas fritas, pues aún no había desayunado, o comido, mejor dicho. Me conocía más o menos todas las caras de los policías, hasta que vi salir a un hombre alto con traje que nunca antes le había visto, era alguien nuevo seguro. Iba con un pantalón de traje azul marino que hacia juego con su americana y una camisa blanca, tenía el pelo negro muy bien peinado hacia un lado pero de forma natural, en la mano llevaba un maletín negro de cuero. Iba con un joven policía rubio que estaba cargando una caja. Me pregunto quién será.


-Gracias Cody por ayudarme con la caja.

-No hay de que señor Alexander.

Estábamos esperando a que llegase mi taxi cuando note como si alguien me estuviese mirando, observe por los alrededores, pero había bastante gente, hombres y mujeres saliendo de sus oficinas, algún que otro turista y sobre todo mucho agente de policía, pero no vi nada ni nadie raro. Quizás solo sea mi imaginación. 


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