Chapter Six: Mickey Mouse

Lʌs BʀυJʌs ɗє Sʌʟєм

BOOKTRAILER EN EL MULTIMEDIA

Aclaración: el título del capítulo por supuesto es una metáfora, nada tiene que ver con el personaje de Walt Disney. Gracias por leer.

Capítulo 6: Mickey Mouse

Unas risas estruendosas y bastante maquiavélicas me hacen abrir los ojos.

Han acabado con mi ensoñación, y eso no me gusta. Estoy ya un poco harto de las brujas, ¿por qué tengo que vivir con ellas? Ni siquiera traen comida, me tengo que alimentar con lo que encuentro entre la mugre de estas paredes. Aunque mi paladar ya se ha acostumbrado a los bichos, al final su sabor no es tan repugnante.

Pero si tuviese la completa certeza de que aquí cerca hubiese un sitio mejor que este, me iría. He escuchado decir a las brujas que esta casa está escondida en la cueva de un bosque, así que no creo que fuese capaz de sobrevivir atravesándolo entero.

Yo nací aquí, no he visto nada más que estas paredes. Mi madre me contaba historias de lo bonito que era el exterior. Desde que ella murió, mi vida dio un giro por completo, no sabía qué hacer ni adónde ir. Todos mis hermanos fueron asesinados por las brujas, las cuales hacen visitas ocasionales y, cuando nos veían en mitad de alguna de las estancias de esta casa nos perseguían hasta la muerte. Solo yo he conseguido escapar de sus garras todas las veces.

Un poco más despejado, me asomo por una ranura de la pared y observo, las tres brujas de siempre hablan y ríen con una cuarta mujer desconocida. Es de piel muy morena y pelo liso, habla un poco extraño, no parece de aquí.

-¿Quién será la quinta? -Oigo preguntar a la desconocida, que se hacía llamar Pocahontas.

-No te lo podemos decir -niegan todas-. Aunque una pequeña pista sí nos podemos permitir; viene de Francia.

-Oh, La France -dice la de tez morena, acompañando la frase junto con unas fuertes carcajadas de maldad de las cuatro brujas.

-Y cuéntanos, Pocahontas -se interesa Sarah Osborne-. ¿Cómo has llegado hasta Salem?

-Es una larga historia -La joven se sienta en el suelo y con un gesto invita a las otras tres a imitarla-. Como sabéis, soldados ingleses atacaron mi poblado y mataron a cientos de indios. Mas a mí, me llevaron con ellos a su querida Gran Bretaña. Viví entre lujos gracias al poder económico de mi cónyuge, sin embargo; me aburría, esa vida no era la mía. Una epidemia de tuberculosos asoló el país, y yo encontré mi escapatoria, fingir el contagio y la incubación de la enfermedad. Los médicos no sabían qué hacer, pobres infelices -Pocahontas se echa a reír y la loca de Sarah Good decide acompañar su risa-. Frené el ritmo de mi corazón y pulmones, me dieron por muerta.

-Ahí te perdimos por completo la pista, no se habló más sobre ti -informa Sarah Osborne.

-Me escondí en un buque de mercancías con rumbo a las Indias. Volví a mi poblado y habité en él tranquilamente hasta que una pareja de blancos llegó de expedición, el señor y la señora Williams.

-No puede ser -dice Tituba boquiabierta.

-Los capturaron e interrogaron -prosigue Pocahontas-. ¿Y sabéis qué alegaron para que no los mataramos? -pregunta de forma retórica-. Que su hija estaba siendo criada por una negra, por lo que no repudiaban a las otras razas.

-¿Qué les hicistéis? -Tituba se muestra muy interesada en la historia de los expedicionarios.

-Matarlos -sentencia-. Tiempo después recibí vuestra llamada en forma de sueño y me embarqué en dirección a Salem.

-Pocahontas -La bruja de Barbados llama su atención-. Aquella criada negra... era yo. Matasteis a los padres de Abigail Williams, sobrina del reverendo de este pueblo, Samuel Parris.

-¿Qué tanto importa? Eran dos meros humanos... -Resta importancia-. Pero me llamasteis y aquí estoy -Cambia de tema-. Explicadme.

Las cinco se acercan más y disminuyen el volumen de su voz hasta el punto de no poder oírlas. Abandono mi escondite y con sigilo intento acercarme a ellas sin que me vean.

Me sitúo a espaldas de Sarah Good y abro mis orejas para escuchar bien.

-Necesitábamos otra bruja para poder traer a la quinta -susurra la bruja negra.

-¿Y para qué nos queréis a la quinta y a servidora? ¿Cuál es nuestro sino? -pregunta Pocahontas.

-La misión esencial de las brujas llega a su fin, Pocahontas -dice Tituba con voz profunda-. Nuestro Señor ya acumula casi la suficiente fuerza como para poder abandonar la prisión en la que Dios lo encerró por desobedecerle. Busca venganza y en poco tiempo podrá acceder al mundo terrenal para destruir toda la creación.

-¿Cuánto falta? -pregunta Pocahontas.

-603 toques acumulamos ya -informa Tituba.

-No -interrumpe Sarah Osborne-. 606.

-Oh, ¿a quién has hechizado ahora para que dé los tres golpes? -pregunta soprendida.

-Nadie importante, otro habitante más de Salem -afirma nerviosa, no se percibe mucha verdad en sus palabras.

-Entonces solamente quedan 60 toques -Tituba parece emocionada, seguramente por ser una de las cinco brujas que van a traer de vuelta a Lucifer, este la colmaría del poder que ella ansiaba.

-Hay que andarse con cuidado -advierte Sarah Osborne-. Ya todos saben que hay brujas en Salem.

-Pero nadie sabe quiénes somos -alega Sarah Good.

-No descuidéis, solo digo.

-Hermanas -Tituba tiende las manos hacia los lados y las demás hacen lo propio agarrándoselas entre sí para cerrar el círculo-. Es hora de llamar a la quinta.

-Vamos allá -dice Pocahontas.

Antes de que pudiesen hacer nada, mi mirada se cruza con la de Sarah Osborne, que al verme grita señalándome:

-¡Una rata, una rata!

Todas me miran y yo echo a correr para evitar que mi final sea el mismo que el de mi madre y hermanos. Sarah Good corre a por mí por toda la sala, lidiar con algo veinte veces más grande que tú no es fácil. Sus pasos son mucho más largos que los míos.

-Ven aquí, ratita -¿Cómo puede pensar que voy a hacerle caso e ir con ella? Si quiere matarme y comerme como hizo con mi familia...

Por suerte justo cuando me va a alcanzar me cueló por un pequeño agujero de la pared y veo cómo otra de las brujas me lanza una vela que por poco me golpea.

-¡Sarah! -le grita Tituba-. ¡La has dejado escapar, inútil!

-Lo siento -se disculpa mi cazadora agachando la frente.

En el fondo siento pena por ella, Sarah Good es sin duda a la que peor tratan, seguramente por su deficiencia y locura. Sin esperarlo veo cómo la poca luz que entra por la ranura que acabo de atravesar se apaga, han taponado el pequeño agujero para que no pueda salir y ahora me hallo a oscuras.

Decido caminar en busca de otra salida y, durante más de una hora corriendo por un pasadizo de negrura infinita, vislumbro un ínfimo punto de brillo a lo lejos. Debo andar hacia él, es mi escapatoria a este túnel de desesperanza.

Más cerca del exterior, tropiezo con algo y comienzo a rodar cuesta abajo velozmente. Frenar se convierte en algo imposible y caigo al vacío pasando por aquel punto de luz.

Abro los ojos. Estoy en otra casa, no se oye ningún ruido. No creo haber podido escapar de la casa en la que he pasado toda mi vida. Me llama la atención una gran mesa que se encuentra desalineada con el resto de la casa, con seguridad que ha sido apartada para poder abrir la trampilla de madera que se encuentra justo al lado con una puerta de un característico color rojo anaranjado. ¿Cómo se le decía a ese color...? Ah, sí, bermellón. Color bermellón.

Inesperadamente, escucho un ruido proveniente del interior de la trampilla e intento acercarme curioso hacia ella para asomarme, pero el golpe de la caída me ha dejado una pata inmóvil. Permanezco atento a la zona donde se genera el sonido.

Si no me equivoco, el brazo de una especie de muñeco está emergiendo de la trampilla. Apoya este en el suelo y extrae la otra extremidad. Asciende un poco y asoma la cabeza con sus relucientes botones también bermellón mirándome, es un muñeco con vida de una chica rubia. Aterrorizado por la imagen vuelvo a intentar moverme, esta vez para huir de ese tétrico títere, mas mi pie no es capaz de soportar mi peso. Moribundo, paseo por el cuarto buscando un cobijo en el que esconderme de aquel ser.

Me siento muy agobiado, pues la muñeca de trapo se dirige hacia mí con lentitud, pero con un paso firme que yo no ostento. Si no hago algo pronto, me alcanzará. Giro la cabeza para ver a qué distancia de mí se encuentra. A escasos metros, la veo extraerse un largo alfiler del cuello y empuñarlo en su mano con la afilada punta mirando hacia mí. Esboza una pequeña sonrisa y sus botones reflejan a la luz su sed de sangre.

Astiado me rindo y me tumbo esperando mi muerte. A ello estoy destinado, debo aceptarlo, tengo que irme de este mundo como ya hicieron mis hermanos. Mi triste y corta vida acaba aquí, fuerzas no me quedan. Me tumbo patas arriba e inspiro por última vez.

Miro a la muñeca, ya está casi a mi lado. En cuanto me alcanza, blande el alfiler y me lo clava en el vientre repetidas veces. Un pequeño mar de sangre empieza entonces a borbotar de mi interior comenzando a expandirse por mi alrededor. La siguiente puñalada fue en el ojo, la más dolorosa. El sentimiento de no tener una parte de la vista es muy extraño.

Ya siento la muerte cerca de mí, mi cerebro se evade por momentos y solo percibo imágenes de la muñeca abalanzándose repetidas veces con su alfiler para producir más sangre y dolor. Por último, antes de que mi pequeño corazón dejase de latir y mis por rojez empapados pulmones finalizasen su trabajo respiratorio, sentí la última puñalada en el cuello, justo el lugar de donde ella se había extraído el alfiler.

Bienvenida, perpetua oscuridad.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top