Chapitre Douze: Les papillons ne se noient pas

Tengo un importante aviso que daros al final del capítulo, pero antes: ¡a leer!

Capítulo 12: Las mariposas no se ahogan

-Tras los verídicos testimonios recogidos sobre sus prácticas y la filtración de su escondite para no ser sentenciada -decía el juez de paz-, se condena a la acusada al ahorcamiento en la colina de Gallows Hill.

-No, ¡por favor! -rogaba-. ¿Ni siquiera van a hacerme pasar por juicio de Dios?

-Las pruebas son contundentes, señora Griggs. Es la palabra de toda una docena de personas que acudieron al entierro de su marido contra usted.

-Dios hará ver cómo son falacias lo único que esas personas han querido verte sobre mí.

-¿Y por qué se escondió de la justicia entonces?

-Era consciente de las intenciones de esa gente, sabía que cualquier indicio en mi contra perseguiría mi reputación.

Entretanto, un hombre de la justicia se acercó a susurrarle al oído algo al presidente de la sala.

-Está bien -dijo acto seguido-. Será sometida al Judicium Aquae Frigidae. Llévenla al río.

Petulante por su victoria, la Beldam se puso en pie para ser escoltada hasta el lugar donde se iba a llevar a cabo. Sin quererlo, el juez había dado con el castigo que la ancestral bruja esperaba; la ordalía del agua helada. Era, cuán menos, la más sencilla para evitar. Fingiría su muerte por ahogamiento hasta que, desatada, consiguiese acabar con los vigilantes y escapar lejos de aquel lugar. Mas no sin encontrar y acabar primero con la vida de quienquiera que hubiese delatado su escondite tras el incidente del cementerio. Y ello solo podía tratarse de una persona. Tamaña traición.

Gruesas sogas fueron las responsables de amarrar la mujer a la silla, la cual pendía de una especie de balancín. Toda la estructura para la ordalía se constituía de tosca madera envejecida y algo mohosa por la humedad del agua. La corriente del río circulaba de forma violenta, aunque no con mucha rapidez. En la punta opuesta, se extendía hasta el suelo una cuerda que era agarrada por dos de los hombres que la habían llevado sujeta hasta allí. A su lado, también hacía acto de presencia el chico que había susurrado al juez algo hacía unos minutos. Acompañaban a estas dos personas una marabunta de personas que se habían arremolinado tras ellos para observar la prueba pública de la ordalía.

-Bien -dijo el chico, que iba a actuar como predicador del suceso, cuando todo parecía preparado-. Por favor, aldeanos, muévanse ligeramente hacia atrás para que podamos realizar en plenas condiciones nuestra labor. Es de agradecer.

Toda la gente retrocedió unos pasos entre murmullos y habladurías. Asimismo, el hombre con un gesto de su cabeza dirigido a uno de los que sujetaba la cuerda dio por fin la orden.

-¡Desciéndanla!

Ambos soltaron la cuerda y la señora Griggs se sumergió de golpe en el agua con los párpados pegados y casi sin tiempo previo para tomar aire. Abrió los ojos. El río por dentro se encontraba más sucio de lo que parecía a primera vista desde la superficie. Casi no se podía vislumbrar lo que quedaba a menos de un metro de su situación. Entonces, comenzó a forcejear para desprender a sus muñecas de las cuerdas que le retenían las manos pegadas. Estaban muy apretadas, mas posiblemente la insistencia conseguiría hacerlas ceder.

Sin embargo, medio minuto después de su inmersión, la señora Griggs oyó distorsionado y a lo lejos un grito del hombre que dirigía la ordalía.

-¡Súbanla! -Se le oía ordenar.

La silla volvió a salir a la superficie, aunque no por mucho tiempo, pues apenas hubo podido abastecerse de una bocanada de aire, volvieron a soltar la cuerda y la bruja abandonó de nuevo la superficie.

-Padre Nuestro -rezó el hombre-, permite que el agua no reciba el cuerpo de aquel que, liberado del peso de la bondad, es movido por el viento de la injusticia -Se giró hacia todos los asistentes y gritó-. ¡Repitan todos conmigo!

-Padre Nuestro, permite que el agua no reciba el cuerpo de aquel que, liberado del peso de la bondad, es movido por el viento de la injusticia.

-Padre Nuestro -volvieron a empezar-, permite que el agua no reciba el cuerpo de aquel que, liberado del peso de la bondad, es movido por el viento de la injusticia.

Al mismo tiempo, la Beldam bajo el agua seguía tratando de deshacerse de las finas sogas que impedían el movimiento de sus manos. De repente, un pequeño pez arrastrado por la corriente impacto ligeramente asestándole un pequeño golpe en una de sus mejillas. Levantó la mirada a su alrededor para ver si algún otro animalillo u objeto podía estar cerca de chocarse con su cara. Mas lo único que pudo vislumbrar fue como una diminuta sombra a escasos metros frente a ella. Solo se podía tratar de un palo finamente arraigado al suelo, pues la corriente no lo hacía inmutarse para nada.

-¡Súbanla! -Se volvió a oír.

El balancín se echó hacia el otro extremo y el asiento que sostenía a la señora Griggs volvió a entrar en contacto con el oxígeno del aire. Y, de nuevo, a los escasos segundos, retomó lo sumersión. Era una situación muy agobiante, pues casi no le daba tiempo a abrir los ojos y coger aire en condiciones por si en una de las bajadas tragaba una ola de agua. Se sumaba al castigo físico, por tanto, esa impotencia.

-¿Cuánto tiempo toca dejarla ahora? -preguntó uno de los hombres que tiraban y soltaban la cuerda al cabecilla de la ordalía.

-Dos minutos.

-Seguimos subiendo y bajándola entonces hasta llegar a la vez de los 4 minutos, ¿no?

-No exactamente -El hombre se acercó al otro para explicarle la situación mientras alentaba a los ciudadanos a seguir rezando la oración de antes-. Quedé con el juez en que moriría directamente aquí.

-¿Cómo? -respondió este ante el inaudito acontecimiento, a lo que el hombre reaccionó acercándose un poco más para susurrarle.

-La mujer se puso muy insistente en someterse a esta prueba, se la concedimos para evitar problemas que nos pudiese dar. Y de esta misma forma también nos ahorramos el tener que llevarla hasta Gallows Hill para ahorcarla.

Ajena a la conversación, la señora Griggs continuaba con el forcejeo para desprenderse de los amarres. Mas algo llamó su atención, el pequeño palo que antes había avistado se encontraba bajo su percepción más cercano a la posición que ella guardaba. Además, podía apreciar mejor que contaba como con unas pequeñas ramificaciones que podían parecer extremidades. Siguió aun así tratando de liberarse de las cuerdas, las cuales cada vez sentía más aflojadas, por lo que se impregnó un poco de la esperanza de poder huir sin necesidad de fingir su muerte ante la gente del pueblo. Notaba como cada vez el tiempo bajo el agua era mayor, esta vez ya estaba casi quedándose sin aire.

-Pero supuestamente esto es un juicio de Dios para saber si es inocente o no según el Señor -enunció rascándose la sien.

-El reverendo Parris vio cómo esa mujer se convertía en un horrible monstruo y mataba a mordiscos a todo ser que se encontró por delante -dijo el hombre que dirigía-. Creo que si un siervo de Dios te acusa de algo así, déjame imaginar que el juicio de Dios lo tiene un poco perdido.

-Buen apunte ha tenido usted ahí.

-Ello mismo -dijo dándose la razón y retomando su posición inicial previa a la conversación-. Ya han pasado los dos minutos, ¡súbanla!

La misma acción repetida ya dos veces volvió a realizarse una tercera.

-¡Esta vez serán 3 minutos! -gritó-. Ahora, Padre, permite que el agua... -Con gestos de ambos brazos daba pie a que los aldeanos continuasen repitiendo la oración.

Los hombres que sujetaban la cuerda volvieron a soltarla y la señora Griggs reinició otra sumersión en el río. Sin embargo, cuando abrió los ojos bajo el agua esta vez, se encontró frente a frente con la figura que había visto al principio hierático a lo lejos. Se hallaba ahora, a menos de un metro de distancia, la muñeca vudú que Sarah Osborne creó de Elizabeth Hubbard. Histérica, la señora Griggs empezó a sacudirse más fuerte que nunca, con tanta vehemencia como para poder sacarse un hombro sin quererlo. La muñeca avanzaba flotando hacia ella, con una desdibujada sonrisa y un pequeño alfiler clavado en su bracito de trapo.

-¿Cuánto lleva? -preguntaba en la superficie uno de los hombres.

-Dos minutos y medio -respondió el que dirigía-. Vayan preparándose para sacarla.

Desde ahí, observaron como unas burbujas se escaparon hacia la superficie del río.

-Ya se está quedando sin aire -afirmó-. ¡Sáquenla!

Los fuertes hombres tiraron de la cuerda y la silla abandono el río con el cuerpo de la señora Griggs todavía atado a ella. Iban a volver a soltarla cuando el cabecilla de la ordalía les frenó al notar el cuerpo de la mujer desvanecido.

-Esperen -dijo acercándose a la orilla del cauce-. ¡Señora Griggs! -gritaba a espaldas de esta para obtener su respuesta-. ¡Señora Griggs, no disfrace su situación! Sabemos que puede aguantar más de tres minutos bajo el agua.

La respuesta por parte de la mujer seguía sin llegar.

-No finja, Dios Todopoderoso conoce la situación de toda persona, solo retrasará su juicio si sigue ocultando su situación -Mientras pronunciaba estas palabras, el hombre vio cómo unas pequeñas coloradas gotas se dejaban caer junto a las numerosas transparentes de agua-. ¡Bájenla al suelo! -ordenó ante la mirada atónita de los que controlaban la estructura-, ¡Pronto!

Con un brusco tirón hacia la derecha de la cuerda, el asiento con la reo consiguió retomar tierra frente a la pequeña multitud curiosa y murmurante.

-Levántenle la cabeza, por favor.

Uno de los hombres agarró con suavidad el pelo de la nuca de la mujer y tiró hacia atrás para elevarle el rostro delante del cabecilla. En cuanto lo hicieron, todos los allí presentes dejaron escapar una bocanada de horror por la presencia de aquella imagen. El cuerpo de la señora Griggs se hallaba sin vida y con las cuencas de los ojos en carne viva con los restos de lo que parecían ser sus ojos cubiertos de un líquido rojo y negro.

-Pero... pero, ¿cómo?

Lo que ninguno de los que estaban siendo partícipes de aquella escena sabía era que la beldam Rachel Griggs había muerto ahogada por la cantidad de agua inhalada y tragada inevitablemente por los gritos de dolor que le habían estado provocando los pinchazos con alfileres en sus pupilas por parte de una muñeca muy parecida a su fallecida sirvienta. Sufrimiento e impotencia.

.


Un bicho. Un insecto. Una bella mariposa azul se coló, no se sabe por dónde, dentro de la casa del aquelarre del bosque. Posada sobre la madera de aquella pared roída y ennegrecida por el tiempo, formaba un contraste de tonalidades precioso. Sin embargo, se vio obligada a retomar el vuelo en cuanto Tituba volvió a entrar en la habitación para dejar escasas pertenencias a la entrada del lugar. Sacudiéndose las manos, salió de nuevo de la estancia con el fin de proseguir su búsqueda de objetos importantes que necesitaría llevar consigo antes de abandonar aquello.

La escasa iluminación del lugar con unas pocas velas dificultaba el hallazgo de pertenencias relevantes. En una esquina de una de las salas, se agachó para rebuscar entre una marabunta de palos, flores y hojas marchitas, huesecillos, cuencos y platos de arcilla o dientes. Tras revolver y no encontrar nada que añadir a la pila de objetos de la entrada, se volvió a incorporar y anduvo hacia una alargada y estrecha mesa pegada a la pared con algunos frascos con líquido sobre ella. Tomó uno de los cirios que iluminaban la estancia para apreciar mejor el contenido de cada uno de ellos. Al agarrar el primer recipiente, un par de mariposas salieron de detrás de él y echaron a volar hacia el fondo de la habitación.

-¿Por qué lo hiciste? -preguntó una voz desde ahí.

De la repentina impertinencia que había roto el casi absoluto silencio, Tituba se asustó dejando caer el frasco que había cogido, el cual se rompió con el impacto del suelo derramando el líquido de su interior. La bruja se dio la vuelta y atendió a cómo un montón de mariposas azules aleteaban juntas sin sino formando una figura cada vez más nítida. Cuando esta se hizo totalmente presente, todas ellas frenaron el vuelo y cayeron a plomo sobre la superficie. Habían hecho aparecer a una mujer esquelética como un cadáver, con pelo azabache y largo, ataviada en un blanco, sucio y desgastado vestido de novia. Esta, se agachó para recoger una de las mariposas y la añadió coquetamente a su peinado.

-La vida de estos preciosos insectos... tan efímera -lamentaba-. Casi no les da tiempo para forjar una identidad. Ni para divertirse, para amar.

-¿Qué necesita de mí, Maman Brigitte? -preguntó Tituba apartando hacia atrás con el pie el cuenco roto-. Justo ahora que me apriso.

-¿Por qué tal presteza? -dijo dulcemente, pero con una mueca de tristeza-.La premura es justo algo que una mariposa no se podría permitir.

-Solo quedo yo -respondió seca-. Debo abandonar este lugar, aquí ya no queda nada por hacer.

-Creía que tenías una misión...

-Y la voy a cumplir -afirmó con seguridad-. Una víctima más. Tan solo una. Yo sola. Todo acabará. Esta casa ya no cumple función alguna.

-Oh la la -Una nueva figura salió de las sombras y marchó con paso soberbio hasta la posición de la otra loa, a la cual dio un beso en la mejilla-. Sí la tendría si no hubieses traicionado a tu aliada.

-No ha sido traición alguna -respondió a la acusación del Barón Samedi.

-Tituba, Tituba... Qu'il aurait dit -El loa avanzó unos pasos hacia la bruja, amenazante-. Tu egoísmo va a traer pequeñas consecuencias, aumentar el riesgo no es algo que en estos momentos sea fácil de asumir. Merecía la pena la traición por... ¿sed de poder? Yo creo que no.

La bruja les dio la espalda a ambos entes para seguir inspeccionando los frascos y comenzó a relatar.

-Hace más de un decenio que esa vieja bruja nos trajo hasta Salem y, para quedarse cómodamente, asesinó a la mujer del doctor del pueblo y suplantó su identidad -Agarró uno de los tarros mientras tomaba aire para seguir con la historia-. Dos lustros después, sin haber intervenido nunca, cuando todo el trabajo está casi hecho, después de tantas amenazas por las que hemos tenido que pasar, después de todo el sacrificio, ¿se suma de nuevo a la misión? ¿Y pretendía obtener además todo el resultado de años de esfuerzo? Lo siento, mas no estaba dispuesta a ello. Ella trajo el aquelarre a Salem. Mas nunca ayudó al trabajo sucio.

-¡No es en ti en quien debes pensar! -gritó Maman Brigitte andando hasta alcanzar de nuevo la posición de su marido-. ¡Es en Él!

-El problema que perpetua nuestro ahora -quiso añadir el Barón-, es que se está corriendo un gran peligro, ¿qué sucederá si consiguen frenarte? ¿Si acaban contigo antes de que tú acabes con ellos?

-No sucederá.

-¡Contingencia! -exclamó.

-He dicho que no sucederá -Tituba encontró por fin el recipiente que buscaba y volvió a darse la vuelta-. Nadie sabe que soy bruja. Las sospechas son ínfimas. Mañana, el hombre necesario para completar los 666 toques se rendirá a su destino. Mañana, Samuel Parris no sabrá que será el encargado de traer de vuelta al que toda su vida consideró el mayor peligro de su Señor.

-Mucha suerte, Tituba -cortó el Barón Samedi-. Pero recuerda mis palabras. Has jugado con fuego. Y el que con fuego juega, con fuego se acaba quemando.

-Sosiego -Con orgullo, la bruja lanzó el cirio que sujetaba en una de sus manos contra la pequeña montaña de palos y hojas secas que antes había inspeccionado-. Tendré muy en cuenta sus palabras.

Instantáneamente, la habitación comenzó a arder desde una de sus esquinas y, lentamente, ante la mirada de desaprobación de ambos espíritus, Tituba abandonó con las pocas pertenencias que había agrupado en la entrada la casa del bosque que durante tanto tiempo había sido testigo de las reuniones y ritos con sus hermanas de aquelarre.

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Como he avisado al principio del cap, tengo algo que deciros muy importante. Ya he terminado esta novela (no, este no es el final, me quedan por publicar dos capítulos más) y bueno, el siguiente paso sería publicarla con Amazon (no confío en que ninguna editorial me la vaya a coger la verdas).

Me gustaría que le dieseis amor votando y comentando si no lo habéis hecho todavía porque voy a empezar a editarla entera (empecé a escribir esto hace 3 años, o sea, menudo cuadro de estilos narrativos tiene mezclados este libro) y pasará a publicarla en Amazon para que la compréis si queréis (la pondré baratita tbh).

Así que eso, si le dais amor votando los todos los capítulos para que vaya subiendo de nuevo en el ranking, mucha felicidad que me dais y animáis para editarla y publicarla.

¡Muchas gracias a todos!

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