Capítulo 9: La Casa del Alcalde

Cuando las tres llegaron frente al café, Janice se pegó al ventanal, intentando llamar la atención de Kate, quien no tardó en verla.

Durante el camino, las tres brujas les habían quitado los chips a sus teléfonos para tirarlos por ahí y que nadie las rastreara. Antes que ellas, Kate había hecho lo mismo.

Trey, amablemente, pagó la cuenta de lo que habían bebido, aun cuando Kate apenas había tomado unos cuantos sorbos de su té.

Afuera, los dos se encontraron con las demás.

—¿Los tienen? —preguntó Kate, refiriéndose a los libros.

Sun Hee asintió y le mostró la mochila colgada en su hombro.

Eso puso algo nervioso a Trey. ¿Qué era lo que tenían en esa mochila? ¿Estaban robando algo?

Trey decidió que era mejor no hacer preguntas. Realmente no podía imaginar que esas cuatro chicas pudieran hacer algo ilegal, menos después de que le hubieran salvado la vida.

—Vamos, síganme.

Las cuatro siguieron a Trey por las calles, en un silencio un tanto incómodo.

El pueblo no era muy grande y tenía una estructura bastante anticuada, por lo que no había tantos autos como en una gran y moderna ciudad. La mayoría de la gente usaba bicicleta o caminaba para llegar a sus destinos, a menos de que fueran a algún destino fuera de ahí, como en la cuidad más cercana.

La casa del alcalde no estaba lejos del café, por lo que sólo debieron caminar unas cuadras cargando sus bolsos.

La casa era blanca, con un estilo victoriano y con un hermoso patio delantero lleno de flores y verde pasto cortado prolijamente.

—Mi padre no debe llegar pronto, está en un viaje de negocios, pero hablaré con él después —informó Trey—. No me será difícil convencerlo después de que sepa que ustedes me salvaron.

Ninguna de las cuatro dijo algo, pero saber eso las aliviaba.

Al cruzar la reja negra que rodeaba la casa, un hombre de terno los detuvo.

—Son amigas —explicó Trey—. Está bien.

El hombre les dio una mirada de desconfianza, pero las dejó pasar hacia la entrada de la casa.

Por dentro, la casa estaba decorada elegantemente. Había un candelabro de lágrimas que colgaba del techo en el recibidor de la casa y dos largas escaleras que llevaban al segundo piso. Todas las paredes eran de un color verde claro y el piso era de madera.

—Las habitaciones están en el segundo piso. Vengan.

Trey comenzó a subir las escaleras con las cuatro brujas detrás y luego camino por el pasillo hasta llegar frente a una puerta.

—Esta es una habitación de invitados —dijo, abriendo la puerta y entrando—. Tiene una cama grande y otra pequeña, ¿es suficiente?

Todas asintieron, observando la habitación y analizándola.

Además de las dos camas, había un armario de madera algo ostentoso, una cómoda y dos mesas de noche que combinaban con él y una puerta que llevaba a un baño privado.

Trey cerró la puerta detrás de él y fue hacia la cama pequeña para sentarse en el borde.

—¿Me dirán lo que sucede? —preguntó, impaciente.

Las cuatro intercambiaron miradas.

—Danos un segundo —pidió Janice.

Las cuatro formaron un círculo y pegaron sus cabezas, mirando hacia el suelo, para que lo que dijeran no se escuchara tan bien.

—¿Le decimos todo? —preguntó Chayna—. ¿No saldrá corriendo?

—Si lo hace, decimos que le tiraremos una maldición —sugirió Janice.

Sun Hee resopló.

—Ni siquiera sabemos usar una... Si corre, tendremos que aceptar nuestra muerte y ya.

A pesar de que habían tenido la idea de mentirle a Trey, habían terminado por decidir que lo mejor seria contarle la historia real. No parecía que un chico como el fuera a quemarlas vivas en una hoguera.

—Oye, yo quiero vivir —se quejó Chayna.

—Pues elegiste mal momento para existir.

Las cuatro se separaron y se voltearon para ver a Trey.

Janice se acercó al chico, quedando de pie frente a él.

—Lo que voy a decir puede ser chocante —tomó las manos del chico entre las suyas y lo miró a los ojos—. Somos brujas.

Chayna se dio un golpe con la palma de su mano en la frente y Sun Hee no podía creer lo que había oído.

Janice las miró sin entender

—Más sutil, Janice —dijo Kate.

—Pues me lo dices tarde.

Trey no había dicho nada, solo se quedó mirando el suelo y luego rio.

—No, en serio, ¿qué pasa con ustedes?

Las cuatro quedaron atónitas, ¿no les había creído?

—Lo que dije —insistió Janice—. Somos brujas. ¡Brujas!

—¿No estaban extintas?

—¿Eso es lo que les enseñan? —preguntó Sun Hee.

—Digo, no lo dicen así, pero ya no hay... en ninguna parte. Ni siquiera estoy seguro de que las hubiera realmente, solo eran cuentos de hadas de la antigüedad.

—Sí las hay —dijo Janice—. Solo que se saben ocultar y, para tu información, está ciudad está llena de ella porque hay un internado para brujas que se oculta como internado para señoritas.

—Oh... ¿el internado Kedward? ¿De ahí vienen?

Todas asintieron.

—Y de ahí huimos —contó Sun Hee.

—¿Por qué?

Las cuatro se miraron nuevamente.

—Es complicado —dijo Chayna—. Pero, en resumen: somos brujas que no saben usar sus poderes que descubrieron que, si existen los libros que nos dicen como usarlos, pero nuestra jefa los mantenía ocultos, mientras nos metían diciendo que los habían quemado en las cacerías de hace siglos y decidimos robarlos y huir.

Trey se quedó mirando a Chayna confundido, pero luego soltó una risa.

—Es la mejor mentira que alguien me ha dicho..., pero en serio quiero saber que pasa —siguió.

Nuevamente, Trey no se había creído la historia.

Janice suspiró y comenzó a desabrochar su camisa del uniforme para dejar a la vista su marca en el pecho.

—Todas las brujas tenemos esto.

Las otras tres hicieron lo mismo y le mostraron a Trey las cuatro marcas.

—Lindos tatuajes de la amistad.

Janice frunció su ceño.

—¡Son marcas de bruja! ¡Porque somos brujas!

—¿Sin poderes? ¿Cómo pueden siquiera llamarse a si mismas brujas?

—Quizás no sabemos usar nuestros poderes —dijo Chayna—, pero Sun Hee sabe artes marciales, así que no nos hagas perder la paciencia.

Trey miró a Sun Hee nervioso y ella solo lo miró con su rostro inexpresivo con el que era capaz de intimidar a cualquiera.

—Así que brujas... ¿y sus escobas?

Janice gruñó molesta.

—Lo voy a matar —masculló.

Trey tragó asustado, pero Chayna agarró a Janice por la cintura para que no se le ocurriera atacar al chico y arruinar la única salvación que tenían.

De pronto, se oyó una voz afuera de la habitación.

—¡Trey! ¡¿Dónde estas?!

Trey se levantó de la cama de un respingo.

—Es Alice...

—¿Quién es Alice? —preguntó Kate.

—Es mi mejor amiga. La dejan pasar sin necesidad de que demos permiso porque es hija del mejor amigo de mi padre —explicó algo nervioso—. ¿Qué le diré cuando las vea?

—Si la niña aparece seguido por acá, debiste pensar eso antes —dijo Janice.

—¡No hay tiempo para reclamar, pronto...!

El sonido de la puerta abriéndose impidió que Trey pudiera terminar de hablar.

—¡Trey! —exclamó Alice con una sonrisa, la cual se borró al ver a las demás chicas ahí.

Las cuatro se había abrochado sus camisas rápidamente, ocultando sus marcas otra vez.

—¿Hola? —saludó extrañada.

Trey rio nervioso y fue junto a ella, para abrazarla por los hombros.

—Alice, ellas son... son...

Janice suspiro agotada. ¿Siempre debía ser ella quien tenía que inventar las excusas? Sabía que tenía talento, pero comenzaba a sentir mucho peso sobre ella.

—Somos primas lejanas de Trey...

Alice las analizó un momento.

—No se parecen en mucho —concluyó—. En especial la china y la de piel oscura.

Janice fingió una risa despreocupada.

—Es que no todas tenemos los mismos padres —explicó—. Yo y Kate somos hermanas de madre —dijo, apuntando a la nombrada—, su padre es británico y el mío americano.

—Con eso habla de estadounidense —aclaró Sun Hee.

Janice resopló.

—América, Estados Unidos... es igual —dijo, restándole importancia—. En cuanto a ellas dos, son adoptadas... a mamá le gusta la caridad.

Chayna no pudo evitar darle una sutil patada a Janice, pero ella ni se inmutó.

—Ah... nunca me habías hablado de ellas —dijo Alice, mirando a Trey.

Trey sonrió con nerviosismo.

—Son primas lejanas... ni siquiera las había visto en persona hasta ahora —mintió.

—Exacto —lo apoyó Janice—. Ahora, si nos permiten, vamos a instalarnos.

Trey asintió y salió de la habitación, llevándose a Alice con él.

Alice era una chica de tez color mate; con cabello color castaño claro, el cual llegaba hasta sus hombros; sus ojos eran de un azul bastante intenso; y tenía una estatura baja, lo que la hacía ver menor de lo que era.

—Tus primas parecen algo extrañas... ¿por qué vinieron hasta acá?

—Vacaciones —mintió.

Trey sabía que aún quedaba un mes para el término del semestre escolar y el comienzo de las vacaciones de verano, pero era lo mejor que se le había ocurrido.

—¿Ahora?

—Sí, ellas terminaron su semestre antes... en donde viven.

—¿Y dónde viven?

—¿América?

—¿Me lo estas preguntando?

—No, digo... sí, ellas vienen de América... de Estados Unidos. Viven en Massachusetts.

Alice asintió no muy convencida. También le parecía que Trey estaba actuando muy extraño, pero quizás era porque lo había tomado por sorpresa al llegar sin avisar el mismo día que sus primas se habían ido a instalar.

—¿Y si jugamos hoy? —le preguntó Alice.

—Claro.

Trey no se sentía con tantas ganas de jugar, pero su quería mantener a Alice distraída y pasar lo más desapercibido posible con su mentira, tendría que actuar natural.

Cada vez que Alice iba a su casa solían jugar croquet en el patio, por lo que ambos fueron al cuarto de Trey para sacar los implementos y luego dirigirse al patio.

[...]

Janice estaba dando vueltas por toda la habitación, pues se moría de hambre, pero no quería arriesgarse a salir de la habitación.

En ese momento, Sun Hee se encontraba en el suelo, rodeada de los libros que había robado, leyendo e intentado aprender algo.

—¿Ninguna tiene hambre? —preguntó Janice, quién parecía ser la única con ese problema.

Kate y Chayna estaban junto a Sun Hee, observando los libros y esperando a que ella les diera instrucciones.

—Si tanta hambre tienes, ve por algo de comer —le dijo Chayna, ya harta de que estuviera tan inquieta.

—Esta bien, iré —informó.

Chayna volvió su vista a los libros abiertos, igual que las otras dos y, debido a su concentración, ninguna se dio cuenta de cuando Janice abrió la puerta de la habitación y salió.

Debido a que Janice no conocía la casa, comenzó a caminar por el pasillo hacia la escalera más cercana y, ya abajo, pensó hacia dónde podía estar la cocina.

Luego de que Trey se fuera, las cuatro se habían quitado el uniforme, por lo que Janice estaba con una sudadera gris que casi le llegaba a las rodillas y un pantalón de buzo celeste, bastante ancho y cómodo.

Janice comenzó a recorrer el primer piso en busca de la cocina, hasta que por fin la halló. Esta estaba vacía, lo que la sorprendió, pues imaginaba que tenían chef y sirvientes, pero no había visto ninguno por ahí.

Lo primero que hizo fue abrir el refrigerador, de donde sacó un yogurt.

—¿Dietético? Puaj —dijo en voz alta.

—¿Qué haces? —oyó una voz a sus espaldas.

Janice se sobresaltó y volteó a ver de quien se trataba.

Alice estaba al otro lado de la isla de la cocina, mirando con curiosidad a Janice.

—Saco algo de comer.

—¿Y que vas a comer?

A Janice no le gustaban las personas que hacían tantas preguntas, menos cuando estaba cargando con un enorme saco de mentiras.

—Algo —respondió, con un tono pesado.

—¿Cuál es tu nombre?

Janice bufó, pero decidió responder la pregunta.

—Janice, y tú eres Alice, ¿no?

Alice asintió y analizó a Janice con la mirada.

—Oye, sé que soy atractiva, pero no me gusta cuando me desnudan con la mirada —se quejó Janice.

Alice dio un respingo y luego negó efusivamente.

—Nadie te está desnudando.

Janice se acercó a Alice lentamente con una sonrisa divertida en el rostro hasta quedar a tan solo unos centímetros de ella.

—¿Entonces que haces?

—Trey jamás me había contado de ti o las demás —explicó—. Y él me cuenta todo.

—Todos tenemos secretos, pequeñita —Janice le dio un toque en la nariz a Alice y se alejó—. Adiós.

No le quedó de otra que irse con el yogurt dietético, pues no quería que Alice realmente descubriera que algo extraño había en ella y en las demás.

Alice se quedó de pie en la cocina y se frotó la nariz con su mano. Estaba segura de que ese grupo de chicas no eran lo que Trey decía y ella se aseguraría de descubrir que era lo que le estaban ocultando.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top