Capítulo 18: La traidora

—¿Y mi padre? —preguntó Trey a Melanie.

—Está en su oficina viendo unas cosas, me dijo que bajaría en unos minutos.

Todos ya estaban en la mesa cenando, menos el alcalde, lo que hacía la situación algo incómoda.

Alice ya había oído de Melanie, Trey le había comentado algunas cosas en la escuela, pero no se veía tan mala como él la había descrito.

Alice entendía que Trey no quisiera una madrastra, ella tampoco la había querido al principio, pero se había terminado por acostumbrar.

Sus padres se habían separado cuando tenía doce y tan solo un año después, su padre había aparecido con la sorpresa de que tenía nueva pareja. La mujer era más joven, pero tenía una personalidad de anciana a su parecer. Alice siempre se había sentido algo desplazada de la vida de su padre y había sido peor cuando su madre también había conseguido pareja, meses después.

Alice era más feliz en la casa del alcalde que en la casa de cualquiera de sus padres y, por eso, comprendía que Trey estuviera asustado y molesto. No era un proceso fácil, pero algún día pasaría el mal trago.

—¿Y en dónde conocieron a esa mujer? —preguntó Melanie—. Es un poco mayor como para ser una amiga.

—Es hermana de una amiga —dijo Janice, adelantándose a las demás—. Nuestra amiga está enferma, así que no pudo traernos el encargo y vino ella.

—Ah, entiendo —dijo Melanie, con la sonrisa amable que solía tener—. ¿Y de dónde era? Tenía un acento distinto.

—Es latina —explicó Sun Hee—. De Colombia.

—Oh, Colombia —dijo con un brillo en los ojos—. Debe ser increíble vivir en un país en donde no está nublado y gris casi todo el tiempo. A veces la nieve me harta —comentó—, por eso el verano es mi época favorita.

Todos le sonrieron sin saber que responder a eso y la habitación siguió en silencio hasta que Melanie volvió a hablar:

—Iré a ver porqué tarda tanto este hombre —dijo, refiriéndose al alcalde—. Con permiso.

Melanie se puso de pie y salió de la habitación.

Apenas salió, Trey fijó su vista en el bolso de la mujer, el cual estaba colgado en la silla.

El chico se puso de pie, se acercó al bolso y comenzó a escudriñar entre las cosas.

—¿Qué haces? —le preguntó Adrien con desapruebo—. No puedes revisar bolsos ajenos.

—No la conocemos nada, podría ser una asesina en serie y esto podría salvarnos de su malévolo plan —explicó.

De pronto, sacó un frasco de vidrio con un líquido adentro.

—¿Qué es esto?

Todos se acercaron a Trey para ver curiosos el artefacto.

—No tengo idea —dijo Sun Hee—. Quizás algún perfume o no sé...

—¿Un perfume sin la cosa que lo rocía? No tiene sentido —dijo Adrien.

Trey volvió a meterse en el bolso, sacando otro frasco de vidrio de casi el mismo tamaño y forma.

—¿Quizás colecciona frascos? —preguntó Janice, insegura.

—¿Y por qué tienen líquido? —preguntó Trey.

Kate le quitó uno de los frascos a Trey, con mucho cuidado, y comenzó a analizarlo. Cuando le quito la tapa, lo acercó a su nariz e inmediatamente la arrugo con desagrado.

—No hagas eso —la reprendió Sun Hee—. Puede ser algo tóxico.

—No es tóxico, sólo extraño y muy dulce —aseguró—.Tiene el color y olor que tendrías al mesclar saliva de sapo, azúcar, agua de río, una pluma de búho, hoja de rosa y una hoja de menta.

—¿De qué hablas? —preguntó Chayna, sin entender nada de lo que decía su amiga.

—Es una poción —explicó Kate abriendo más sus ojos—. Exactamente una poción de amor.

—¿Cómo sabes eso? —preguntó Sun Hee impresionada.

—Ya lo dije: color y olor —respondió—. Y la otra debería ser...

Le quitó el frasco a Trey para abrirlo y olerlo. Esta vez hizo una mueca asqueada y alejó el frasco de su rostro.

—Poción cambia forma —dijo, con desagrado.

Sun Hee proceso lo que había dicho Kate. Si Melanie, la novia del alcalde, tenía dos pociones en su bolso, una de amor y otra cambia forma, solo había una explicación: era una bruja.

—Paula —susurró Sun Hee—. Tenemos que ir por Paula.

[...]

Sophia había volado lo más rápido que podía por el bosque, en la forma de un cuervo.

Suponía que Paula había logrado llegar tiempo atrás, pero eso no le impediría darle su merecido por traidora.

Sentía como le hervía su pequeña cabeza llena de plumas negras, pero a la vez, se sentía dichosa. Por fin tenía una buena razón para desmeritar a Paula ante Ragna y quedar como su más leal compañera.

A veces, Sophia podía parecer un tanto aduladora, pero si no hubiera sido porque tener el poder de la Magistra no era elegible, ella hubiera hecho a Ragna a un lado tal como lo haría con Paula.

Sophia era extremadamente ambiciosa y sabía que ser la segunda jamás la dejaría satisfecha, pero su plan era manejar a Ragna a su favor y eso solo lo lograría siendo la única bruja que pareciera completamente fiel a ella.

Cuando llegó al internado fue directamente al cuarto de Ragna, donde esta estaba preparando unas pociones.

Ragna dio un salto al sentir su puerta ser abierta sin previo aviso, pero se relajó al ver a Sophia cruzarla.

—Paula no es tan fiel después de todo —soltó Sophia.

—¿Por qué lo dices? —preguntó sin el más mínimo rastro de preocupación.

Ragna sabía que Sophia odiaba a Paula y quería quitarla del camino a toda costa. Sabía que era capaz de hallar cualquier excusa para dejarla mal ante sus ojos.

—Le dio tu preciado libro de invocaciones a las niñas —contó—. Fue a la casa del alcalde, la vi cuando lo entregó.

—¿Y qué hacías tú ahí? —Ragna seguía concentrada en sus cosas.

—¿Podrías mirarme? —Sophia estaba perdiendo la paciencia.

Ragna se volteó a verla sin mucho ánimo.

—Estaba llevando a cabo un buen plan, el cual se arruinó en el momento en que tu perra faldera apareció allí con el libro de invocaciones y se lo entregó a las brujitas anarquistas —respondió con clara molestia—. Si llegan a usar esa cosa... podrían contactar al Padre.

Ragna rio con relajo.

—Nadie ha invocado al padre más que Anne Kedward y ni siquiera sabemos si realmente lo vio. Quizás Marie era una bruja loca que tenía alucinaciones y parte de lo que escribió en los libros, nunca pasó —dijo, volviendo a sus pociones.

Ya que, Anne había muerto en el momento que había invocado a Satanás, nadie sabía realmente qué había pasado. Marie había tenido visiones toda su vida, las cuales la había llevado a enterarse de la historia y, en los momentos que era poseída por su padre creador, había escrito todas las invocaciones, maldiciones y oraciones que existían en el libro.

Sophia estaba intentado descifrar si Ragna realmente se estaba burlando de la madre de todas las brujas o si estaba enloqueciendo por el olor de las pociones que estaba preparando Ragna.

—Si no harás nada al respecto... lo haré yo.

Ragna se detuvo y la miró de reojo.

—Iremos a la bodega para cerciorarnos de que lo que me dices pasó y, una vez comprobado, hablaremos con el Consejo —sentenció.

Hizo a un lado los implementos que estaba usando y limpió sus manos con un paño para ir fuera de la habitación, con Sophia justo detrás.

Luego de llegar a la bodega, Ragna corrió el librero, dejando ver un pequeño cuadrado en la pared, el cual quito, mostrando un agujero completamente vacío.

El cuadrado de metal resbaló de las manos de Ragna por la sorpresa, provocando que se oyera un estruendoso sonido en la habitación.

—Paula nunca haría esto...

Sophia apretó los puños de rabia. No podía creer que Ragna le creyera más a Paula que a ella, aun cuando era obvio que ella estaba completamente de su lado, y aunque fuera por mero interés propio, le favorecía a ambas.

—Lo hizo, Ragna, y ahora debemos hablar con el Consejo para llegar a un consenso de qué hacer con ella —dijo, intentando no demostrar lo molesta que estaba.

Ragna no pudo formular una sola palabra, solo asintió y levantó el pedazo de pared para cubrir el agujero y poner el librero en su lugar.

Cuando Ragna salió de la habitación, Sophia la siguió con una sonrisa en el rostro. Estaba impaciente por saber la forma en la que asesinarían a Paula, porque sí, Paula no saldría viva de esa de ninguna forma.

[...]

Todo el Consejo se encontraba en la sala de reuniones en la que solían juntarse para tratar temas importantes.

Ninguna sabía la razón de la reunión aún, pues Ragna ni siquiera les había explicado que las niñas que habían huido tenían los libros en su poder.

—Hay algo que debo informarles que no les gustará —comenzó Ragna, tomando aire—. Las brujas que huyeron lo hicieron con los libros de poderes.

Un silencio se instaló en la habitación, pues ninguna de las diecisiete mujeres podía creer lo que oía, incluso había unas que pensaban que era una mala broma.

—¿Los libros? —preguntó una al cabo de varios segundos—. ¿Cómo y cuantos?

—Lograron ingresar a la bodega... y se habían llevado cuatro, dos de poderes y dos de pociones, pero ahora tienen otro.

—¿Cuál? —preguntó otra, con un tono nervioso.

Ragna tragó saliva, pero antes de que pudiera decir algo, Sophia se le adelantó:

—El de invocaciones.

Todas las brujas quedaron en un estado de trance. Su libro más importante estaba en mano de cuatro adolescentes rebeldes.

—¡¿Cómo pudo pasar esto bajo tu mandato, Ragna?!

—Antes de que ataquen a Ragna —interrumpió Sophia—. Esto pasó por la traición de una de las nuestras.

Todas las presentes comenzaron a mirarse entre ellas, pero ninguna sospechaba de otra realmente.

—No es parte del Consejo —aclaró Sophia—. Es Paula. Ella le entregó el libro de invocaciones a las cuatro niñas.

—¿Paula? ¿La tranquila y leal Paula?

Ragna asintió con poco ánimo.

—¿Dónde está ahora?

—Debe estar aquí, no sabe qué sabemos lo que hizo.

—Bueno, solo hay una cosa que podemos hacer ahora —sentenció una, dándole a entender a todas las demás lo que pasaría.

Sophia reprimió su sonrisa, pero podía decir que ese sería el día más feliz de su vida.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top