En el suelo ya hacia al que una vez llamaron Yagi Valenttino, quien tenia espuma en la boca, más específicamente jabón en la boca. La mayor odiaba que sus nietos dijeran vulgaridades, ni su Marco lo hacia.

A paso lento salio del comedor con ayuda de su bastón, Marco y Yōko auxiliaban al gemelo mayor para que no se intoxicada con el jabón.

–Espero y madre no lo mate – Marco cargo cuál saco se papas en su hombro a su sobrino en dirección a la habitación de este

–No esperes mucho – Yōko sabía que habría un asesinato esperaba que no hubieran testigos esta vez

No es como si alguien creyera que una anciana de setenta y ocho años pudiera dejar muertos a una persona con más masa muscular que ella, lo había comprobado cuando ella derribo a unos ladrones que le habían arrebatado su oso de peluche en un paseo a sus cinco años.

Cabe decir que no sobrevivieron y que no hubieron cargos ya que ella era “una dulce anciana protegiendo a su nieto” eso y que por lógica era imposible.

–E-esperó y lo mate lentamente – Yagi usaba eso como su último deseo probando el horrible sabor del jabón

Olía a manzanas, pero no sabían a manzanas, no tenia lógica ¿o si?

Era eso o su cerebro se había desconectado por completo, porque ya estaba empezando a ver divertido y cómodo el hecho de que había sido obligado a posar ahorcada sobre la cabeza de chicle.

Bien el jabón era toxico, le jodió el cerebro.

Niños nunca coman jabón