Tsundere.
Este capítulo está editado y re-escrito.
¡Espero que les guste el lavado de cara! ¡No olviden votar y comentar qué les pareció!
La próxima actualización será FT: Rebirth.
Sin más que decir...
¡Enjoy!
____________________________________________
Dragon's Den, reino actualmente dirigido por el hombre que se alzó por encima de todos en la gran guerra, gozaba finalmente de un periodo de paz que parecía imposible de pensar hace algunos años atrás...
Natsu Dragneel fue líder nato en una revolución en contra del anterior Rey, Acnologia: Advenedizo del Caos.
Una cruzada que tuvo bajas, muchísimas de ellas, pero que tuvo su final a favor de Natsu y sus esfuerzos encomiables en la batalla junto con su armada... Aquél hombre, no, aquel rey que había heredado la voluntad de Igneel: La Llama Primigenia, su padre, finalmente se había alzado con la victoria luego de dos largos años de una guerra sin cuartel.
Acnologia, al final de la noche, había contemplado los primeros vestigios de la mañana antes de caer finalmente muerto.
Natsu Dragneel había ganado y con esa victoria, vino la responsabilidad más grande que un hombre podría tener: convertirse en Rey y, actualmente, único soberano de las tierras Dragon's Den, anteriormente llamada Chaos...
Había tomado tiempo, luego de aquella gran guerra, el reconstruir y forjar lazos con los habitantes del reino que tanto habían sufrido bajo el yugo de Acnologia. Pero luego de varios años más y, nuevamente, muchísimo trabajo por parte de todas las personas que una a una fueron reforzando la confianza en su reinado, lograron poner a Dragon's Den en la cima nuevamente.
Ya no era una nación destruida, no, ya no más...
Lo que alguna vez fue un páramo lleno de muerte y cadáveres, ahora era un reino de paz. Fue tan así, que parecían haber sido bendecidos por la mismísima Madre Tierra pues aquellos páramos secos, donde no nacería ningún tipo de vegetación, ahora se habían convertido en millas y millas de campos verdes y arboledas con muchísima fauna que habitaba en ella.
Todo había valido la pena, Natsu lo sabía...
Incluso si en sus manos había más sangre ajena que suya, él sabía que había valido la pena.
El remordimiento lo abandonó el día que tomó el manto del Señor de Dragon's Den. Después de todo, un Rey por excelencia dejaría de ser un hombre cuando el deber llama... Porque era la tarea del Rey y solo del Rey ejercer orden al hombre.
No se trataba de un pobre sentido de egocentrismo, se trataba de una maldición.
Aquel que sea Rey nunca verá la paz, por más que su reino goce de ella...
Siempre habría ladrones, siempre habría asesinos, no importa cuánto empeño pondría en movilizar a su enorme armada para minimizar el delito al mínimo.
Donde habitaba el bien, se hallaba el mal.
Natsu lo sabía y por eso sufría cada muerte, sea natural o no. Porque la gente de su reino era su familia, los amaba más que nada...
Pero dicha maldición era una que soportaría por los años venideros con tal de siempre dar lo mejor para su gente.
"Juvia no desea la guerra..."
"No hablo de guerra, hablo de un castigo adecuado para tu protegido."
Sin embargo, a pesar de ser una persona tan amorosa y gentil, nunca dudaría en ponerse aquel manto asesino que portó en la guerra contra el Advenedizo del Caos...
Todo por el bien de su gente.
"Él... Él no tiene control sobre sí mismo, lo sabes bien Natsu."
A pesar de ser una mujer joven, la Reina Juvia, proveniente de la Nación del Mar: Aquarium, tenía un dialecto perfecto, serio y duro en momentos como estos.
Espalda erguida, mirada audaz. El porte de una mujer en el cuerpo de una niña de apenas dieciocho años.
"Entonces debido a tu incapacidad para mantener la correa de tu perro ajustada ha sucedido esta desgracia... Mí gente pide justicia y es mí deber impartirla."
Juvia, aún cuando su rostro se arrugó en disgusto debido a aquellas palabras, no dejaba de ser hermosa ni por un solo segundo.
El cabello azul francia, ondulado y largo que caía como cascada hasta su cadera se movió ligeramente cuando ella suspiró calmadamente.
"J-Juvia lo sabe..."
Su fachada de mujer se desplomó ante la imposibilidad de ganar este debate frente a Natsu.
El resultado era evidente, pero ella aún así deseaba proteger a aquel pobre hombre que había rescatado hace unos días de las garras de aquellas bestias llamadas Etherius.
"Bien..."
No se mediaron más palabras por un largo rato. A pesar del silencio, ninguno tenía la intención de abandonar la sala, no cuando las tensiones estaban a flor de piel.
Ella amaba a Natsu, tanto como él amaba a Juvia.
No fue romance, fue amor puro y casto cómo de un hermano hacia una hermana.
El nulo parentesco sanguíneo no fue impedimento para que él la ayudara en los tiempos oscuros de Aquarium y, desde entonces, ella se había empeñado en seguir a su lado. No como su consorte, pero si como Reina de una nación vecina que prestaría recursos y armada para cuando él lo precisara.
Tal era la ironía de la vida...
Ella, con el pasar del tiempo se había enamorado de Natsu, pero él ya tenía su propia esposa. Sin embargo su amor era tan puro, tan grande que se contentaba con solo verlo feliz y prosperando en su reino.
Reino el cual, sin tener la más mínima intención, había dañado. Todo por no controlar mejor a su protegido el cuál, en un arranque de locura debido a su estrés postraumático había congelado en Zero Absoluto a una muy querida familia de la Capital.
No había esperanza para ellos pues se rompieron en miles de fragmentos cuando Gray Fullbuster, el perpetrador, trató de enmendar su error cuando se dió cuenta de la atrocidad que había hecho.
Por ello se dió está reunión para debatir cuál sería el castigo. Habían pasado más de dos horas desde que comenzaron y todavía nada, ni un acuerdo que sea satisfactorio para ambas partes.
"Pero... Aún así... Juvia no quiere dejar morir a Gray-san. No podría vivir con la idea de haber sido responsable de la muerte del hermano perdido del general de Juvia..."
"Lyon Vastia, ¿No es así...?"
Natsu observó cómo su pequeña hermana asentía, manteniendo la mirada baja en sus manos, las cuales imaginaba que ahora mismo arrugaban su hermoso vestido verde agua.
Aquello era una costumbre que Juvia siempre tenía cuando se encontraba impotente en alguna situación, arrugar sus prendas sin importar el costo o la calidad de las mismas.
El muchacho no pudo evitar sonreír, rompiendo su fachada sería por unos segundos...
Él quiere a su reino, a su gente, pero en una balanza siempre pesarían más aquellas personas que ama.
Tal es su hipocresía...
— Siendo así, condenó a Gray Fullbuster al exilio total de las tierras de Dragon's Den. No sé le permitirá regresar nunca y, si algún día se lo encuentra merodeando por las cercanías, no dudaré en ordenar a mis hombres que lo reprendan y ejecuten públicamente.
Palabras duras, no dejaban lugar a la opinión.
Pero aún así Juvia encontró finalmente alivió en ellas... Después de todo, Gray tendría otra oportunidad; su historia no acabaría aquí.
"Juvia se lo agradece, se lo agradece muchísimo, Natsu-kun..."
Ya no era el Rey Natsu.
"Lo que sea por ti, Juvia-chan..."
Y ella ya no era La Reina Juvia.
Ahora simplemente eran dos personas que se amaban por sobre toda responsabilidad política.
"Haaah'... Tomó demasiado tiempo, maldición..."
El chico se estiró en su asiento, contento de que los oídos de su propio consejo por fin se habían extinguido luego de su veredicto final en el asunto.
Nunca estaban presentes físicamente, pero podían oír cada cosa luego de que los votos del debate se mencionaron en voz alta hasta el veredicto final.
Dragones antigüos, todos ellos más que capaces para impartir la tarea de consejeros y justicieros. Algunos más anticuados que otros, pero los apreciaba de igual forma a pesar de que podrían ser muy extremistas.
Ahora, el veredicto fue blando porque Juvia estaba involucrada... Era su debilidad más evidente, pero aún así le impartió el castigo que la situación necesitaba.
Si hubiera sido cualquier otro necio, el precio a pagar sería el mismo que el del crimen. Sin cuartel ni piedad...
Juvia era afortunada, Natsu lo sabía y su consejo también, pero no se diría nada al respecto.
Natsu era un Rey apto y su consejo, a pesar de no estar de acuerdo esta vez con él, entendía la situación a la perfección.
"Juvia está agotada~..."
Tomando el mismo ejemplo, Juvia se desplomó en su asiento: gimiendo satisfactoriamente cuando los huesos de su espalda tronaron.
— Gracias por eso, Natsu-kun... J-Juvia de verdad está-
Se detuvo al ver cómo el muchacho levantaba su mano, cortando cualquier discurso que quisiera soltar.
"Lo hice porque eres tú, Juvia, nada más... Si Fullbuster hubiera estado bajo responsabilidad de cualquier otro, el castigo hubiera sido peor. Entiende que la gente de aquí no es simplemente plebe... Son parte de mí familia y los quiero como tal, perder aunque sea un número insignificante de ellos todavía me duele en el alma... Pero si es por ti, puedo cargar con ese dolor, solo si es por tu felicidad."
Juvia se conmovió, realmente lo hizo.
Lágrimas caían de sus ojitos azules, rozando sus pequeños labios fruncidos en un semblante de tensión; el cual trataba inútilmente de manejar los sollozos que escapaban de su boca.
Sin siquiera pensarlo más tiempo, cruzó la distancia que la gran mesa redonda imponía entre ellos y se lanzó a sus brazos.
No había necesidad de palabras, no había ninguna útil para demostrar su culpabilidad y a la vez, el agradecimiento por todo el amor que este hombre le tenía.
Fueron minutos enteros así, pero como todo lo bueno, su momento tenía que terminar...
Ella deshizo el abrazo cuando notó un pequeño tirón en Natsu quien había empujado sus hombros suavemente.
"Tengo que irme, Juvia-chan... La hora de la lectura ya pasó hace bastante y Levy se pone demasiado molesta cuando no asisto hahaha~..."
"S-Si... Levy-chan puede ser muy aterradora cuando quiere hehe'."
Aún con pequeñas lágrimas en sus ojos, Juvia no pudo evitar reírse de su gran amiga.
"Ugh'... Ni lo menciones ahora... Realmente no tengo ganas de enfrentarla, ya sabes."
"¿Arara~...? ¿Dónde quedó el gran y valiente Rey ahora? ¿Eh, Natsu-kun...?"
"C-Callate..."
Una bonita risa salió de los labios de la chica al ver cómo Natsu refunfuñaba en voz baja.
La tensión por fin se había ido por completo...
"Ufufu~... Mah', ve ahora Natsu-kun. Juvia todavía tiene que hablar con Lucy-san."
"¿Lucy? ¿La curandera Lucy? No sabía que se llevaban bien..."
"Es una chica muy dulce y hábil, Natsu-kun... Te sacaste la lotería con ella."
"Heh', si lo sabré mejor... ¡Bien, me tengo que ir! Procura tener cuidado y no olvides hablar con Erza luego, ella tiene a Fullbuster bajo custodia."
"Hai~..."
Fue lo último que Natsu escuchó antes de salir de la habitación de debate.
Ahora que una situación por fin se arregló...
"Espero que Levy no esté tan molesta..."
Una nueva espera por su atención.
— Haaaah'... Bien, no sirve de nada seguir esperando.
Su camino por los pasillos del castillo no fue largo. El recorrido era uno que podría hacer incluso con los ojos cerrados... Tal era el hecho, de que para evidenciar aquello, su atención estaba más centrada en saludar a los habitantes del palacio sin prestar la más mínima atención al movimiento de su cuerpo que avanzaba por pura inercia.
Fueron tan solo cinco minutos hasta que llegó hasta sus aposentos; la habitación que se encontraba en el nivel más alto del castillo.
En las puertas dobles, uno de sus generales estaba manteniendo una conversación con su amada reina.
"Gracias por el consejo enana, lo tendré en cuenta."
Gajeel Redfox era, hermano adoptivo de Levy.
Alguien de pocos modales, pero muy confiable en cualquier asunto.
"¡Hey, buenas tardes!"
Sin esperar más, anunció su presencia.
Obviamente, el único en responder fue su general.
"Salamander, por fin llegaste... ¿Ya terminó el debate?"
"Si, hace un par de minutos. Ya no hay más deberes para ti, así que puedes descansar... Deja que Erza se encargue del resto."
"Bien, te veré luego."
Finalmente se fue, bajo la atenta mirada de ambos.
Obviamente, Natsu no pasó por alto su sonrisa de come mierda... 'Te veré luego' dice... ¡Bah'! Si se piensa que iba a pasar la noche en esa taberna otra vez estaba muy equivocad-
"Adiós."
"Ah..."
Su amada reina, dueña de su amor, literalmente le había cerrado la puerta en la cara.
De hecho, se había despedido antes de siquiera dar un saludo.
Obviamente, Natsu era tan terco que hizo caso omiso al miedo que escalaba por sus piernas.
¿Estaba temblando en sus botas debido a su mujer? Si... ¿Se detendría en la búsqueda de su perdón? No, para nada.
Natsu era un hombre hecho y derecho, si señor.
Knock~ knock~ knock~
— ¿L-Levy...? ¿Puedo pasar...?
Un hombre hecho y derecho con... Bueno, casi nula dignidad ahora mismo.
Obviamente, no hubo respuesta alguna.
— ¿Hooolaaa~...? Sé que estás ahí, por favor ábreme...
Knock~ knock~ knock~
¡!
¡Un sonido! Ella realmente se había acercado a la puerta del otro lado.
"No abriré, ahora vete."
Solo para desinflar la esperanza del pobre muchacho con sus palabras tajantes y frías.
"¿P-Por favor...? Hace frío aquí afuera, ya sabés..."
Obviamente Natsu era horrible para mentir.
Dragon's Den era un reino que siempre mantenía un clima cálido y satisfactorio.
Ni mucho frío, ni mucho calor; el balance perfecto.
— ¡Nnnnhg'! ¡Abre la puerta en este instante, tu rey te lo ordena!
¡BAM!
Un golpe, demasiado fuerte, se oyó del otro lado de la puerta. Cómo si Levy hubiera golpeado algo.
Obviamente, Natsu se cagó en sus pantalones al oír aquello.
— ¿P-Por favor...?
Sin respuesta, otra vez...
Solo quedaba sacar el arma secreta.
— Te traje las moras que tanto te gustan, las que solo crecen en Aquarium...
Una maniobra sucia.
"¿En serio? ¿N-No me estás mintiendo...?"
Pero que había funcionado a juzgar por el rostro de Levy que se asomaba tímidamente por el pequeño espacio que había hecho al abrir la puerta apenas.
"¡No, no, mira, aquí están!"
Natsu levantó una bolsa de moras azules, su aroma era tan fuerte y agradable que incluso aunque estuvieran dentro de tal contenedor se podía sentir.
"Mmmm'... Bien, puedes pasar..."
'¡SI, VICTORIA!'
Natsu festejo más que cuando ganó la guerra, definitivamente lo había hecho.
Claro que todo fue en su mente, pues por fuera simplemente sonrió tontamente antes de entrar silenciosamente a la habitación.
No dudó en quitarse la gran y ostentosa capa roja, la cual se fue junto con los zapatos y gran parte de su ropa.
Al final, solo se quedó con sus pantalones y una camisa holgada de color negro, su vestimenta casual pero que ahora mismo sería para dormir, pues él realmente necesitaba descansar de un día malditamente largo.
Aún así, se sintió un poco solitario sin su esposa, quien al parecer no tenía ninguna intención de acompañarlo pues encontraba que la compañía de su libro era más interesante que él.
No la culpaba por esta gran traición... Después de todo, él entendía que el enojo puede distorsionar la racionalidad.
Aún así la extrañaba...
Él realmente estaba siendo tan tonto en este momento.
¡Pero no quería acostarse sin tener a su esposa al lado...!
Sentir su calor, tocar sus manos... Enredar sus piernas con las de ella. Juguetear con su bonito cabello...
Luego, darle pequeños besos... Acariciar sus jugosos muslos...
Apretar su trasero regordete y masajear sus pech-
"¡Nnngh'!"
Él realmente se tuvo que morder la lengua para desviarse de esa línea de pensamientos.
Estaba destinado a dormir solo, no quería agregar una terrible erección intratable a ese hecho.
Aunque, bueno, ya era un poco tarde...
"¿Qué sucede?"
La fina voz de Levy lo sacó de sus pensamientos y, realmente, Natsu se había puesto tan rojo como el cabello de Erza ahora mismo.
Se tapó con las sábanas hasta la nariz y se dió la vuelta en la cama, dándole la espalda a la chica que lo miraba de forma extraña desde el escritorio.
"¡N-Nada, nada! ¿Qué podría pasar? Haha~hahaha~..."
Esa había sido la mentira más evidente que dijo en su maldita vida.
— Maldita Juvia...
Susurró, apenas audible.
Ella tenía la culpa de su comportamiento tan pervertido. Después de todo, ella le enseñó esos manuscritos que había escrito con su propio puño y letra donde relataba la historia de fantasía donde dos personajes mantienen relaciones sexuales tan... Tan salvajemente.
Los llamo escritos de ficción o algo así... Maldita sea, era una perversión en toda la extensión de la palabra. Pero de alguna forma se había encontrado pidiéndole más material porque la historia era realmente buena.
Aún así, tan perdido en sus pensamientos como estaba, no pudo notar como Levy había escuchado su susurro, malentendido completamente el contexto.
Tampoco podían culparla en lo absoluto.
Su esposo acaba de tener una erección masiva que se veía a través de las sábanas y lo primero que hace es mencionar el nombre de otra mujer... Ahora eso fue mortificante.
"¡T-Tú...! ¡Maldito pervertido!"
"¿Hah'-¡OUCH'! ¡Hey eso duele!"
Natsu realmente no vio venir el libro que chocó contra su cabeza al momento de girarla con el objetivo ver el porqué del arrebato de su reina.
— ¿P-Pervertido? ¡¿Q-Qué mosca te picó ahora?!
Y aunque mostraba indignación por fuera...
'Ay~... Mí más grande secreto~...'
Por dentro moría de vergüenza.
"¡Lo sabes perfectamente, idiota! ¡Eres un completo degenerado!"
Y sin dudarlo, ella saltó a la cama con toda el mal humor. Natsu anticipó aquello y salió de las sábanas, pero no fue más rápido que ella al final, pues Levy se subió encima de él.
— ¡Pervertido! —Y golpeó su pecho.— ¡Siscon! —Una vez.— ¡Degenerado! —Otra vez.— ¡Gildarts junior! —Y otra vez.
Natsu realmente no entendía nada, pero sus golpes dolían como la mierda a pesar de que Levy tenía manos pequeñas.
"¡H-Hey detente!"
"¡Te odio!"
Ella estaba roja, todo su bonito rostro estaba rojo de furia ahora mismo.
Aún así, eso no impidió que Natsu gire las tornas y que, con un movimiento de cadera hábil, se sitúe encima de la enfurecida mujer.
"¡Cálmate ahora! N-Ni siquiera sé porque te pones tan-
Pero Levy no dio cuartel, simplemente siguió golpeando el pecho del muchacho con saña, cosa que realmente comenzaba a cansarlo y ponerlo de mal humor.
"¡Idiota!"
"¡Idiota tú! ¡Golpeas como niña!"
Al final, ambos eran igual de infantiles por comenzar a insultarse.
"¡Porque eso es lo que soy, imbécil!"
"¡Una niña con pecho plano, por supuesto!"
Natsu realmente asestó un duro golpe, su sonrisa de come mierda lo aseguraba.
"¡DRAGNEEL!"
Pero su triunfo duró poco cuando, literalmente, pensó que oyó el rugido de una dragona enojada... Muy enojada.
"H-Hah'... N-No, eso fue, ya sabes una brom-
"¡IDIOTA, IMBECIL, ESTÚPIDO! ¡Te odio, te odio, te odio, te odio...! ¡Eres un desconsiderado!"
Ahora las cosas se habían ido para otro lado completamente serio.
Natsu sabía que Levy estaba enfadada, por supuesto, pero no era un enfado serio.
Este si lo era, maldición que lo era...
El muchacho sentía como su corazón punzaba de dolor cuando vio como Levy derramaba pequeñas lágrimas de impotencia.
Su pequeña broma le había dolido, Natsu lo sabía muy bien.
— ¡Si, tengo pecho plano! ¡¿Y QUÉ?! ¡Perdona por no tener unos como los de Juvia! ¡I-Incluso, perdoname por no ser alta como Erza...! ... Hic'... ¡P-Perdona por no tener la cintura de Lucy o las piernas de Mirajane! ¡P-Perdona por no ser lo que deseas! ¡IDIOTA!
Estaba consternada, se sentía humillada, pero muy dolida... El dolor en su corazón era mayor a cualquier otra cosa pues el hombre que amaba tenía fantasías con otra mujer en su propia cara.
Hirió su ego pero, por encima de todo, lastimó su amor...
Natsu lo sabía, lo supo cuando se detuvo a pensar entre los lamentos y sollozos de su esposa.
Levy estaba insegura de sí misma...
Ahora, él no era el más inteligente del mundo, pero entiende que hubo algo que dijo antes de su broma pesada, algo que fungió cómo mecha para que su esposa finalmente explote.
Aún así eso ya no importaba ahora, lo único que merecía su atención era su amada reina que lloraba desconsoladamente debajo suya, tratando de salir de su agarre.
"Hey Lev-
"Déjame... Déjame salir de la cama, quiero estar sola."
Su voz estaba rota, algo ronca por los gritos anteriores, pero aún así era firme con su orden. Sin embargo sus ojos traicionaban a su tono de voz, pues estos estaban completamente abatidos y tristes.
Natsu ahora mismo no tenía que ser un rey, él lo sabía mejor que nadie.
Ahora solo debía ser Natsu... El hombre arrepentido, tonto e imbécil que, por encima de todo, amaba su esposa y no podía verla llorar de esta forma.
"No te dejaré ir, no ahora."
Su voz fue suave, muy suave pero demandante.
Levy se retorció debajo del muchacho... Ese era el mismo tono de voz que tanto le generaba mariposas en el estómago.
"D-Dejame... Por favor..."
Aunque escucharla ahora, simplemente le otorgaba más dolor a su corazón pues era solo un engaño.
"No, no quiero..."
Natsu bajó su rostro y, aunque Levy en todo momento evitó cualquier contacto visual habiendo girado su cabeza, supo lo cerca que estaba su esposo de ella ahora mismo.
Ella suspiró suavemente cuando él le plantó un suave beso en su frente arrugada, logrando relajarla con un solo toque.
Tal era el efecto que tenía ella en él...
— Lo siento, ¿Si...? Yo solo estaba bromeando todo el tiempo, no dije eso en serio...
Una disculpa sincera, nada más.
Levy la tomó, sus ojitos se cristalizaron por las lágrimas que amenazaban con salir nuevamente, pero aún no estaba convencida.
"A-Aunque pidas disculpas t-todavia deseas a otras mujeres..."
Sus pequeñas manitos, las cuales antes estaban en los fornidos brazos de su esposo, se deslizaron hasta las sábanas y las apretaron con fuerza; reflejando el dolor que se causaba ella misma con sus propias palabras.
En todo momento ignoró la mirada de Natsu, la cual se quebró un poco en la plena preocupación.
Ella estaba equivocada, por supuesto que lo estaba. No había mujer en el mundo que lograra despertar su deseo, Levy fue la única y nadie más.
Pero algo... Había algo que hizo o dijo que le hizo pensar lo contrario.
"No, no es así... Lo juro por mí padre, nunca he deseado a nadie. Tú eres la única, Levy..."
"¡M-Mientes...! Y-Yo lo vi, lo vi p-perfectamente... ¡E-Eres un mentiroso!"
Natsu casi llora al notar como Levy lo miraba con dolor, dejándose empapar por sus propias lágrimas que caían de sus hermosos ojos.
— T-Tú... Tú estabas pensado en J-Juvia cuando... C-Cuando te pusiste muy feliz allí abajo...
A pesar de la consternación y vergüenza de sus palabras, las logró decir porque en verdad, el doloroso hecho pesaba más que su decencia.
"Ah..."
Natsu no dijo nada, de hecho, no podía decir nada.
De pronto, comenzó a temblar... todo su cuerpo temblaba y Levy lo podía ver claramente.
Estaba preparada para oír una excusa, una justificación, cualquier cosa... Pero...
"¡Hahahahahahaha~...! ¡¿F-Fue por eso...? ¡Tiene que ser eso ahora! ¡Hahahahahaha~...!"
Jamás hubiera esperado su estruendosa risa divertida.
Él, realmente, se estaba riendo de ella.
Estaba a punto de inundarlo con las blasfemias más oscuras a su santa madre, ella en verdad la iba a hacer.
"¡Mmnh'!"
Pero de vio interrumpida por los labios de su esposo, los cuales habían sellado los suyos abruptamente.
Se resistió, por supuesto que lo hizo, pero finalmente se derritió a su merced cuando él comenzó a acariciar su mejilla con cariño...
Se separaron luego de unos segundos y, aunque sus lenguas nunca se tocaron, todavía fue un gran beso que Levy disfrutó.
"En verdad que eres una gran tonta, Levy-chan..."
Natsu sonrió levemente, sin dejar de acariciarla.
Ella no habló, porque el muchacho no había terminado.
— Fue un malentendido, tonta... Y-Yo... B-Bueno, es un poco vergonzoso decirlo ahora haha~... P-Pero... Ehem'... T-Tuve una erección porque estaba pensando en ti.
"¿Eh?"
Levy lo miró con ojos abiertos y boca abierta... Tardó un segundo en asimilar el hecho y, cuando lo hizo, su rostro estalló en el carmín más intenso que jamás haya tenido.
Ahora, ahora, era cierto que se habían casado; pero eso fue hace apenas dos semanas.
Ella había sido la elegida por su Rey, una chica virgen y con nula experiencia en relaciones amorosas hasta que él llegó a su vida.
Ciertamente se conocían desde mucho antes de aquello, pero nunca jamás habían pasado de algunos besos y toqueteos simples.
Fue por ello que, al escuchar la confesión de Natsu, no pudo evitar sentirse muy, demasiado, avergonzada... Pero también muy feliz...
¿Él realmente estaba fantaseando con su cuerpo, verdad...?
"P-Pero... Pero yo no tengo lo que las demás chicas si..."
A pesar de toda su vergüenza, se envalentonó a soltar aquellas palabras dichas al aire, pues su rostro completamente sonrojada encontraba más interesante las sábanas a un costado que el rostro de su amado.
"Levy..."
Ella chilló tiernamente cuando Natsu llevó la mano a su barbilla, haciendo que sus ojos se encuentren nuevamente.
— Tu tienes todo lo que yo quiero, no importa si piensas que no... Tal y como eres ahora me gustas, tonta.
Se estremeció, realmente lo hizo. Sus ojitos picaban con lágrimas, pero esta vez fueron de felicidad.
Aunque, solo para estar segura...
"¿D-De verdad...? ¿No importa si no tengo un pecho grande...?"
"Los tuyos se amoldan a mí mano perfectamente."
Natsu era un sinvergüenza, pero si su esposa buscaba sinceridad, él se lo iba a dar.
"Mis piernas son cortas..."
"Pero gorditas y suaves, cómo me gustan~..."
Ella se sonrojo aún más.
"¡P-Pero mí trasero! N-No es tan grande como-
"Tú tienes un enorme culo, de hecho, me encanta pellizcarlo cuando duermes hehe~..."
Y no mentía, Levy era de caderas anchas, muy anchas... Un símbolo de fertilidad para los dragones.
Obviamente, Levy estaba que echaba humo por las orejas...
"P-Pervertido..."
"Solo contigo, Levy, solo contigo~..."
Ella ignoró el tono bromista de su esposo con tal de apoyar las manos en sus grandes y duros hombros.
Sin esperar un momento más, finalmente lo beso y Natsu obviamente correspondió al instante.
Levy dejó de esforzarse cuando Natsu llevó su cabeza nuevamente a la cama. Su mano derecha se entrelazo con la suya y la izquierda viajó hasta su mejilla para brindarle caricias suaves y dulces.
"¡Mmhn~'...!"
La chica no pudo evitar gemir con un deje de satisfacción cuando su labio inferior fue mordido levemente, incluso dejó caer otro vergonzoso sonido cuando la lengua rasposa de su esposo se encontró la pequeña de la suya...
Fue un beso con lengua, de esos que había leído en sus libros pero que jamás había experimentado.
La sensación húmeda, ligeramente rasposa de Natsu en su boca la llenó de un sentimiento extraño pero definitivamente placentero...
Sin darse cuenta, comenzó a frotar sus muslos con desesperación... De repente se sentía demasiado solitario allí abajo incluso cuando su mano izquierda había bajado en medio del beso para masajear su intimidad por encima de la ropa interior color cremita.
Levy comenzó a retorcerse, a gemir bajo los cuidados de su esposo que, aún sin separarse del beso, comenzó a recorrer su cuerpo con sus hábiles manos...
Levy, ella estaba, definitivamente, por llegar al clímax debido al trato gentil y hábil de su esposo.
¡DAKUN!
"¡Natsu-kun Juvia hizo un pastel de disculp-...as..."
Sin embargo, cualquier sensación de placer se esfumó cuando una voz conocida irrumpió en la habitación sin siquiera haber llamado a la puerta.
Puerta que, ahora maldice Natsu por lo bajo, jamás cerró con llave.
Solo su maldita suerte...
Levy miró a Juvia, Juvia miró a Natsu y este, intercalaba la mirada entre las dos mujeres sin saber realmente qué decir o hacer.
Aunque, para su salvación, Natsu ni siquiera tuvo que decir algo.
— ¡No es justo!
"¿Hah'...?"
Fue lo más inteligente que el muchacho pudo decir.
"¡Juvia también quiere unirse ahora!"
¿Había mencionado que Juvia habló en pos de su salvación...?
Olvídalo, realmente no tendría que haberse hecho ilusiones.
"N-Natsu... Tú..."
"¿L-Levy...?"
"¡MALDITO PERVERTIDO!"
"¡GAAAAAAAAGHT'!"
Fue desgarrador, un ataque fulminante que hasta podría haber derrotado a Acnologia de una sola vez.
Natsu no tuvo oportunidad alguna y se desplomó en la cama con el culo empinado.
Sus manos trataban, cómo podían, el aliviar el dolor infernal, imparable, que ahora se hallaba en las joyas de su familia.
Definitivamente, su esposa era un demonio cuando se enfadaba.
•Nasho-Sama•
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top