87. Ojo revelador
—¿Lo dices de verdad? —pregunta Xoana.
Aunque yo no me fio de ella ni un pelo y no es porque no me guste su cara no me guste su cara sin piel, con aquellos enormes ojos inquietantes y sin párpados, con esa boca sin labios que muestra siempre los dientes ni aquel cuerpo muscular de color negruzco morado. Es que ya medio me mintió una vez y puede que esté haciendo lo mismo ahora. Oh, y también está todo eso de que quiera abrir el sello lunar para soltar al Caligo.
Ardo en deseos de poder hablar con Xoana, pero no creo que la manera sea poner mi confianza en Carolina. Me parece lo mismo que ser gallina y dejar tus huevos al cuidado del zorro.
—¿No confías en mí? Deberías hacerlo, yo nunca miento —comenta Carolina y clava aquellos grandes ojos en Xoana, quien tiembla de pies a cabeza. Normal, que puede que sea humana, pero da bastante mal rollo.
—¿Y cómo se haría, cómo podría ver al fantasma? —pregunta Xoana y a mí me parece que no está siendo demasiado inteligente.
Carolina se levanta y camina en dirección a Xoana, esta se encoge queriéndose hacer menos. Creo que ya se arrepiente de la preguntita, porque causó que se acercara a ella y ya verla de lejos da un poco de grima, pero tenerla al lado la dobla. Carolina se pone las manos sobre sus marcados pectorales y dice:
—Es algo sencillo... Mis ojos tienen el poder de ver fantasmas, entonces creo que si te comes uno de los míos tú también podrás ver al señor fantasma.
Perfecto... ¡Tenía que ser una completa locura! ¿Por qué la muy idiota de Xoana tuvo que seguir preguntando? ¡Que en boca cerrada no entran bostas! Lo mejor sería mantenerse en silencio y esperar el mejor momento para escaparse... pero eso significaría dejar sola a Carolina con esa llave a punto de abrir el sello... No sé, no sé qué debería hacer...
—Mejor paso... —dice Xoana, en un susurro de voz asustada y arrastra el trasero por la cueva escapándose de Carolina. Pero la despellejada se inclina sobre ella y acerca demasiado su cara de músculo a la de Xoana.
—No, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no... ¡Esto será una prueba y si la superas serás más fuerte! ¿No es eso genial? Puede que comerte mi ojo no te dé ningún poder, ¡pero si no lo intentas nunca lo sabrás! —exclama Carolina.
—¡Prefiero no saber! —grita Xoana e intenta escaparse de Carolina a cuatro patas, pero es completamente inútil, pues la despellejada no tiene ningún problema en cogerla por un tobillo y, sin ninguna dificultad, la levanta el suelo. Y ahora queda la pobre boca abajo, como un saco de boxeo...
—No seas malcriada, ¡debes obedecer a tus mayores, Xoana! Lo hago por tu bien, por tu bien lo hago —le dice la despellejada, pero Xoana no está para entender y escuchar, sino para revolverse y protestar.
—¡Déjame ahora mismo en el suelo! ¡Suéltame, suéltame de una vez! —grita Xoana y golpea a Carolina. Es inútil, sus pequeños puños de muñeca no le harían daño ni aunque la despellejada fuera una persona normal y corriente. Ni aunque fuera una anciana al borde de la muerte creo yo, que sus puños mucha fuerza no parecen tener.
—No, no, no, no, no, no, no, no... ¡El ganar la habilidad de ver fantasma sin duda sería una mejora respecto a quién eres ahora! —exclama Carolina y me siento un poco culpable: porque todo ese rollo es solo para verme a mí y si yo no estuviera aquí no habría necesidad alguna de comer ojos.
—¡¿Y si no me da absolutamente nada, qué?! —grita Xoana, ya no pega puñetazos porque seguramente se dio cuenta de que son bastante inútiles. Incluso su mano negra de elemental no sirve para hacerle daño ninguno.
—¡Habrás tenido la experiencia de comerte un ojo crudo! Eso es algo que no puede decir todo el mundo, ¿no? —pregunta Carolina. No creo que eso sea una experiencia que sirva para absolutamente nada...
—¡Pues cómete esto!—grita Xoana.
Veo como la mano negra pierde su forma y se convierte en una hoja oscura, como si fuera el filo de una espada. Ataca a Carolina y de esta vez, la hoja penetra en la carne de la despellejada, justo por encima del ombligo. Sonrisa de triunfo en el rostro de Xoana, pero pronto se marchita porque Carolina no muestra signos de que aquello le hiciera daño.
—¿Tú eres inmortal o qué? —pregunta Xoana y la despellejada niega con la cabeza.
—No existe nada que sea inmortal, pero se necesita algo más serio que acuchillarme las tripas para acabar conmigo. Creo que ha llegado el momento de comprobar si mi teoría es correcta —dice Carolina y se mete los largos dedos en un ojo, comienza a tirar de él sacándoselo de la cuenca ocular y puedo ver el nervio óptico estirarse hasta romperse.
Un momento... ¿Cómo tiene dos manos otra vez? ¿No le estalló una cuando tocó la llave? ¿Tiene un poder de regeneración tan veloz?
—¡¡No lo hagas!! —grita Xoana.
Pero ahora que Carolina se sacó el ojo, no creo que vaya a darse por vencida. Coloca a Xoana en el suelo y se pone encima de ella sentándose sobre su pecho y con las piernas sobre los brazos, ahora está la pobre completamente inmovilizada. Mantiene el ojo por encima de la boca de Xoana, pero esta la mantiene cerrada.
—Vamos, vamos... Abre la boca... ¿No quieres ver al señor fantasma? ¿No quieres hablar con él? ¿No quieres saber por qué te está persiguiendo? Vamos, vamos... ¡Abre la boca, pero ya! —ordena Carolina, pero Xoana niega, niega y niega.
—¡Déjala en paz, que no quiere comerse tu ojo! —le grito mientras zumbo en frente de su cara.
Pero de esta vez ni siquiera me da un manotazo, sino que está concentrada completamente en la pobre Xoana que se encuentra bajo su poder. Aprieta el ojo viscoso contra los labios de Xoana, pero ella no permite que le meta esa cosa asquerosa en la boca.
—No seas una mocosa malcriada, Xoana. Tienes que comer si quieres hacerte más grandes y fuerte —dice la despellejada, pero, ante la continua negativa de Xoana, pone los dedos de la mano libre sobre la nariz y aprieta impidiendo que respire.
¡A mí no me gusta nada eso, así que me lanzo contra la cara de Carolina! ¡Pero la atravieso por completo! ¿Cómo es que ella puede darme golpes y yo no puedo hacerle nada? ¡Es injusto!
Xoana abre la boca para coger aire y ese es el momento en que la bruta de Carolina le mete el ojo en la boca. Después, le pone la mano sobre ella para impedir que lo escupa.
—No seas cría, Xoana. ¡No te comportes como una niña pequeña! Eres ya una adulta, ¿no? Una adulta hecha y derecha... ¡Hazme caso y come, que te prometo que todo estará bien si lo haces! —exclama Carolina y pone la mano sobre la garganta de Xoana. —Traga, notaré que tragas de verdad... Mira, Xoana... yo puedo estar aquí todo el día... No creas que me cansaré de estar sentada sobre ti. Lo hago por tu bien, tienes que creerme... ¡Todo lo que hago es para el beneficio de los demás! —exclama Carolina y, aunque puede que no mienta, no creo que su ayuda sea ni buena ni necesaria ni deseada.
—¡Pero déjala en paz, so burra! —le grito, ella gira la cabeza en mi dirección y tiemblo como gelatina. ¡Es que su cara es una de las cosas más inquietantes que vi en mi vida y eso que tengo visto a una mujer araña y al señor de los sueños!
—Solo tiene que hacer una cosa y te aseguro que la hará. Realmente, no os comprendo... Lo único que quiero hacer es ayudaros, ¿por qué os revolvéis con tanta violencia en contra de mi ayuda? —pregunta Carolina.
—¡Tu ayuda es liberar a monstruos fuertes y dar tus propios ojos para que nos lo comamos! ¡Eso es de locos! —le grito a su cara de músculo.
—¿De locos...? ¿Me estás diciendo que estoy loca? Al contrario, creo que soy una persona bastante racional... Los locos realizan acciones que no tienen sentido ni beneficio, pero lo que yo hago tiene ambas cosas: le doy de comer mi ojo para que pueda verte y abro el sello lunar para que salga Caligo y lo podáis derrotar para haceros más fuertes. ¿Es eso de locos? —pregunta Carolina.
—¡¡Pues claro que sí!! —le contesto y ella hasta parece sorprendida.
Pero nuestra conversación llega a su fin, porque la despellejada se levanta dejando libre a Xoana y esta se aleja a toda velocidad de ella, pronto su cuerpo se sacude por las arcadas y apoya la cabeza en el duro suelo de la cueva.
—¿Era tan difícil hacerlo? Si te hubieras comido mi ojo sin protestar no habría sido necesario tanta comedia... —comenta Carolina, se acerca a Xoana y le comienza a acariciar la espalda —. Vamos, vamos... No vayas a vomitar ahora... Sería un desperdicio...
Xoana se aparta de ella con la velocidad de un rayo y de sus ojos saltan relámpagos, se limpia la boca con una mano, pero no vomitó ni parece que vaya hacerlo en un futuro próximo.
—¿Y qué? ¿Puedes ver al señor fantasma? —pregunta Carolina.
—¿Está aquí...? —pregunta Xoana, mirando a su alrededor.
—Estoy aquí —le digo, estoy enfrente de su cara y me da a mí que ver lo que se dice ver no me ve ni bien ni mal. Es decir, nada.
—Está aquí —dice la despellejada y me señala con uno de sus largos dedos.
Xoana entrecierra los ojos, pero por más que lo intente es incapaz de verme.
—¡No veo absolutamente nada! ¡Comerme tu ojo no sirvió para nada! —grita Xoana.
Parece que está al borde de las lágrimas, pero logra contenerlas en el interior de sus ojos. Carolina echa la cabeza hacia atrás, se pone las manos sobre el estómago y comienza a reírse de forma escandalosa.
—Ahora que lo pienso... ¡¡Pero cómo vas a conseguir ver fantasmas comiendo mi ojo!! ¡Es una idea realmente absurda! Puede que el señor fantasma tenga un poquito de razón, pero por lo menos has experimentado lo qué es comerse un ojo.
En ese momento, Xoana se lanza en dirección a la llave, ¡pretende cogerla y pirarse a toda velocidad! ¡Pero si lo hace explotará y se quedara sin mano! ¡De nuevo! Pero al pasar al lado de Carolina ella la coge por el cuello del uniforme de la parte de la atrás y la lanza en dirección a la salida de la cueva.
—Yo de ti no haría eso, Xoana. Mira lo que pasa... —dice la despellejada, coge la llave y al intentar quitarla de nuevo su mano estalla otra vez, dejando un feo muñón —. Eso me sorprendió bastante la primera vez que pasó... Ahora creo que es hora de dejarse de juegos y pensar qué hacer con la molesta pregunta...
—Antes no me contestaste... ¿Por qué no abriste el sello? —pregunta Xoana, ahora está en la boca de la cueva y podría escapar, pero de hacerlo dejaría a Carolina sin nadie quien le impida que abriera el sello lunar. Bueno, yo... pero soy bastante inútil...
—Me preguntó si estaba preparada para dar mi vida... mi vida por abrir la puerta, y no es algo con lo que esté de acuerdo. ¡No puedo morir todavía! Pero mi autoimpuesta misión es de vital importancia... —comenta Carolina, acariciándose el mentón.
—¡Entonces no lo hagas, no hace falta que abras el sello! Tú dijiste que nos quieres poner a prueba, ¿no es suficiente con el señor de los sueños? Vi como poseía a Perita... ¡Eso debería ser suficiente! —exclama Xoana y tiene razón: él es un bicho bastante fuerte, ¿por qué añadir más picante a la comida si el que tiene ya es suficiente para abrasarte la boca?
—Sí, claro... Puede que sea suficiente, pero no quiero que sea suficiente... ¡Quiero que sea injusto! Solo así podréis superaros como personas humanas, pero... ¿Qué se supone qué es eso? —pregunta Carolina mirando algo que aparece sobre la superficie de la puerta: es un ojo y lo reconozco como el de Lúa. ¡Está utilizando su marca para observar el interior de la cueva!
—¡Menos mal! Ellos están aquí... ya pensaba que no llegarían a tiempo... —dice Xoana, suspira aliviada y se deja caer de espaldas en el suelo.
—¿Ellos? ¿Te refieres a tus compañeros, a los Hijos del Sol? Rubén, Anais y Lúa... Son esos tres lo que quedan. Oh, bueno... Supongo que Clementina los fue a avisar cuando escapó, realmente pensaba que todo esto me llevaría menos tiempo. Pero tuvo que venir la llave con esa preguntita... Aunque esto me da la oportunidad de tener una charla con Rubén, ¿sabes que él me resultaba bastante insoportable? Sí, aprovecharé esta oportunidad para decirle cuatro cosas bien dichas —dice Carolina y, a largos pasos, sale de la cueva.
Xoana se acerca a Casandra, que buena pinta no tiene después del tremendo puñetazo de Carolina. No me quedo a observar a estas dos, vuelo hacia al exterior y tengo la esperanza de que estén allí Rubén, Anais y Lúa y le peguen una buena paliza a Carolina. Oh, y quizás también esté Oni, pero no sé si ella serviría de mucha ayuda.
—¿Solo tú, Rubén? ¿De verdad crees que serás suficiente para derrotarme? ¿Dónde están las otras comadrejas? —pregunta Carolina.
—No necesito a nadie para derrotarte —dice Rubén.
Parece estar bastante seguro de él mismo, pero yo no me fio demasiado. Todavía me acuerdo de su pelea contra el robot...
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