67. Oni
—¡Espera un momento! —exclama Xoana, tiene la frente que le brilla por lo que suda la pobre.
—¿Eeehhh? ¿Quién eres tú? —pregunta aquella voz sin cuerpo y al mismo tiempo tanto las paredes como el techo detienen su avance.
—Soy la nueva agente del pueblo y no tengo nada que ver con todo esto.
—¡Gasp! ¿Nos va a sacrificar para salvar su bonito pompis? —gimotea Perita.
—No creo que sea eso... —musita Casandra quien ya volviera a su forma original al desvanecerse los efectos de aquella porquería que se metió en el cuerpo.
Está desnuda, con todo lo que tiene de mujer al aire, pero mucha vergüenza la tipa no muestra. Tiene las manos sobre las caderas y el mentón alto, casi como si sintiera orgullo de ir en pelota picada. Aunque puede ser que simplemente le guste eso de ir enseñando sus partes a todo el mundo. A veces la gente es un poco extraña y no solo lo digo porque sea una mujer a la que le nace una cola por encima del culete.
—¡Eeehhh! ¿Y qué quieres tú? —La voz de Oni duda unos instantes.
—Hablar contigo, pero no de esta manera sino... Cara a cara... No serás... ¿Un fantasma? —añade, con bastante duda en la voz. Parece que la Xoana tampoco cree en fantasmas, pero supongo que es algo difícil ir creyéndose cosas que nunca has visto.
—¿Eh? No... no soy una fantasma... —dice y me siento bastante decepcionada. Admito que durante unos momentos pensé que era posible que ella fuera una de las mías.
—Menos mal... —murmura Perita.
—Podemos hablar, pero solo contigo... las otras se quedan ahí abajo y... también deja tu arma ahí... —dice Oni, una buena decisión porque si no hay pistolas presentes corre menos peligro de llevarse una bala entre ceja y ceja.
Xoana desenfunda su revólver y lo deja en el suelo. A su derecha, el crujido de la pared desgarrándose en una herida que se abre de arriba a abajo. A través del hueco recién abierto se ve unas escaleras que suben para arriba y, sin dudarlo, Xoana se mete en esa herida y va al segundo piso. Ese sitio es un pequeño corredor con dos puertas tanto a la izquierda a la derecha y también dos al frente.
—Entra, vamos. Date prisa. —La voz de Oni sale desde la habitación de la derecha.
Ella está en medio del cuarto: es una joven de cara redonda, ojos grandes, nariz chata, boca pequeña y un pelo largo y liso, bastante compacto y casi es como si fuera un casco o algo del estilo. Ella es una mujer bastante grande y lo parece todavía más al lado de la Xoana, que es bastante baja.
Me resulta extraño que una mujer tan grande como ella muestre tanto miedo: le tiemblan las manos, evita mirar a Xoana a los ojos y su aspecto da la impresión de que se va derrumbar en lágrimas en cualquier momento. ¡Pero tiene pinta de ser fuerte, así que no sería problema para ella resolver problemas a bofetadas!
Oh, casi me olvido de un pequeño detalle: su piel es de color rojo, de un rojo bien vivo y que me parece hasta bonito. Además, también tiene una cola como Casandra, pero la de Oni es más fina y más pequeña. Por último, le nacen dos cuernos de la frente que me resultaban bastante cucos porque son pequeñitos y con forma redondeada.
—Hola —saluda Xoana.
Me parece también extraño que ella no diga nada referente al aspecto de la Oni. Bueno, supongo que sería de mala educación quedarse como asombrada y darle demasiada importancia al hecho de que sea roja, tenga cuernos y también una cola.
A la derecha hay un sillón alargado y al fondo las ventanas con las cortinas caídas lo cual, junto al día tan gris que hace, crea un ambiente de media oscuridad en aquel cuarto haciendo que los colores sean tristes y apagados.
A la izquierda hay estantes con muchos libros y miro alguno de los títulos: El enjambre unísono, El prometimiento, La larva, Los cobardes no duermen en paz...
Oni está de pie como un espantapájaros y no para de morderse las uñas. Me da a mí que está un poco nerviosa, pero Xoana es como una de las cosas menos amenazadoras que vi en todo lo que recuerdo de vida.
Xoana se sienta en el sillón y le dice a Oni:
—Ayer me pegaron un tiro en la pierna y otro en la mano. Fue uno de los robots de la Profesora. Supongo que sabes de lo que estoy hablando ¿no?
Oni se la queda mirando ahora con la boca abierta y asiente con la cabeza.
—¿Eeehhh? Sí... ¿Y qué? No creo que vinieras aquí para hablar de esa señora... Yo ya sé que quieres convencerme de que no haga daño a esas dos bobas pero... ¡Son ellas las que quieren matarme! —Ahora arranca a caminar de un lado a otro, movimientos rápidos como el corretear de un cerdo, y ya no mira a la pequeña agente sino a sus pies que están enfundados en unas zapatillas con la forma de garras de oso.
—Pero mujer... ¿Por qué quieres hacerles daño? —pregunta la Xoana
Oni pega un frenazo y se la queda mirando, de nuevo con esa boca abierta en la bien pueden entrar un montón de moscas.
—¡¿Eeehhh?! ¿Por qué? ¡Soy una diablesa! ¿Acaso estás ciega? ¡Ahora para ellas soy una monstrua y por eso quieren matarme! ¿No os dedicáis a eso los Hijos del Sol, eh?
Oh, así que es por eso por lo que tiene la piel roja, rabo y cuernos. Tiene sentido.
—Ya veo... —dice Xoana, sin mostrar demasiado interés. No sé cómo lo hace para mostrarse así de indiferente, que a mí me sorprendió un montón.
—Así que necesito defenderme... —dijo Oni.
—¿Pero no fuiste siempre una diablesa, no? —pregunta Xoana.
—¿Eh? ¡Claro que no! Era humana, pero... me convertí en una diablesa... ¡Yo no quería! —lloriqueó la mujer. ¡Tan grande y tan llorona! Eso se me hace un poco raro.
—¿Cómo? Eso no es algo que pase normalmente.
—¡Claro que no! Fue una Reliquia... Alguien dejó una Reliquia en la puerta de mi casa... Tenía la forma de una caja de música y al abrirla... Sonó esa música deliciosa, que me dejó dormida. Entonces al despertar... ¡Me vi convertida en una diablesa! Y estoy segura de que los Hijos del Sol quieren matarme... —dice Oni, temblando de pies a cabeza.
—¿Dónde está esa Reliquia? —pregunta Xoana y la diablesa se encoge de hombros.
Ala, aquí hablan de otra cosa de la que no tenía ni idea previa. Pero, por lo que puedo comprender, una Reliquia de esas es algo que tiene algún tipo de poder que hace algo que normalmente no haría el objeto ese.
—No sé, cuando me desperté ya no estaba... puede que fuera de un solo uso o algo así...
—¿Te dieron una Reliquia así por las buenas? —pregunta Xoana, ahora sí que está interesada.
—¿No me crees? ¡Pues es cierto! ¡Es muy cierto! Me lo dieron... No sé por qué, me lo dieron y no sé por qué, pero al convertirme en una diablesa apareció algo a mi lado... —dice Oni, pero no sigue hablando dejando la frase colgada en el aire.
—¿Algo? —pregunta Xoana.
Oni asiente con la cabeza.
—Sí... Como una cosa redonda y peluda. Creo que es una especie de monstruo, pero no me atacó sino que parecía... como contenta de estar conmigo... Descubrí que puede poseer cosas como... no sé... cosas. Cuando tú y las dos bobas vinisteis aquí hice que poseyera el salón de la casa para que os diera miedo y os fuerais, funcionó una vez con Perita. Se llama Preciosa —dice Oni.
—Una diablesa... —dice Xoana, pensativa.
—¿Eeehhh? ¡Sí, lo soy! Y ahora que lo pienso bien, no sé por qué tengo que estar explicando nada de nada. ¡Yo creo que tú eres igual que las otras! Lo único que quieres es hacerme daño... ¡No os quiero volver a ver! Así que lo mejor es que te marches de inmediato y me dejes en paz...
—¿Oh? ¿Y si no quiero hacerlo? —pregunta Xoana.
—¡Entonces tendré que echarte yo misma! —ruge Oni y ahora parece bastante más decidida que antes y también más peligrosa, que siendo tan grande le puede hacer bastante pupa a Xoana.
Se acerca a la pequeña agente con intenciones de las malas, pero Xoana se levanta con rapidez del sillón en el que se sentó y le cruza la cara a la diablesa con una bofetada de las que suenan.
No creo que fuera demasiado fuerte, pero la sorpresa hizo que Oni cayera al suelo y se quedara allí con la boca abierta y una mano en la mejilla. Se queda mirando a la pequeña agente con la boca abierta y los ojos ya brillantes.
—¿Estás ya más tranquila? —pregunta Xoana.
—Eeehhh... ¿Sí? —dice Oni con el labio tembloroso.
—No vas a matar a esas dos, ¿no?
—¡Yo solo quería asustaros para que os fuerais! —solloza Oni.
—Oye... ¿Tú sabrías reconocer a otro demonio si lo vieras? —le pregunta Xoana, quien se volvió a sentar en el sillón.
—¿Eh? —murmura Oni, que sigue en el suelo.
—Te explico, es que algo malo me sucedió a mí hace unas semanas. Antes de venir aquí estaba como agente sin cuartel, me gustaba la idea de ir por el Reino adelante yendo allí donde había más problemas. Iba con otros tres amigos que hice en la Academia y todo iba a las mil maravillas hasta que... —Aquí Xoana se calla y veo como por su rostro cruza un ramalazo de dolor.
—¿Qué sucedió...? —pregunta Oni, esta sigue sin levantarse del suelo.
—Estábamos en un sitio que se llama el bosque Púrpura, teníamos que capturar a un barroso que se había escapado de la ciudad de Nebula y entonces el bichejo se escondió en una mazmorra... allí nos encontramos...
—¿Qué encontrasteis? —pregunta Oni con un hilo de voz, las cejas se elevan formando unas cuantas arrugas en la frente.
Xoana niega con la cabeza y sonrisa triste se le dibuja en el rostro.
—No lo sé... No recuerdo nada, pero solo yo salí con vida de la mazmorra. Mis compañeros desaparecieron, no sé si estarán muertos. Después otros agentes revisaron la mazmorra, pero no encontraron nada. Y yo... yo cambié un poquito.
—¿Cómo que cambiaste? —musita Oni, con los ojos abiertos como platos.
Xoana se quita la camiseta: en el hombro izquierdo se abre un ojo con una pupila roja flotando en un mar negro. Al principio, me parece que es un tatuaje, pero pronto el ojo se mueve y observa a Oni. ¡Está vivo! ¿Cómo puede ser posible eso?
—¡¿Eeehhh?!
—Este ojo apareció en mi carne. No tengo ni idea de lo que es y te lo enseño para que me digas... ¿Es un demonio? —pregunta Xoana y mira con fijeza a Oni.
—Yo... No estoy segura, pero... creo que no es un demonio... —dice la diablesa negando con la cabeza lentamente.
—¿En serio? Bueno, eso está bien... —dice Xoana, sonriendo —. Ahora hay que decidir qué se hace contigo... Supongo que tendríamos que encerrarte en el cuartel, que eso de intentar matar a unas agentes es cosa seria.
—¡Eeehhh! ¿Encerrarme? ¡Pero si ya te dije que yo no os pensaba matar, solo os quería asustar! Yo no sirvo para hacer cosas como matar... yo... yo no quería nada de esto... —Oni rompe a llorar, echa el cuerpo hacia delante apoyando la frente en el suelo, gruesas lágrimas le recorren las mejillas —. Yo no quería convertirme en una diablesa, yo solo... Cumplir con mi pena... volver a mi casa... Quiero volver a la librería de mis padres... y... y... —De la nariz, le rebosan unos mocos—. Y seguro que los Hijos del Sol me acabarán matando... ¡Por ser lo que soy ahora!
Xoana lanza un resoplido.
—Eres idiota. Nadie te va a matar por ser una diablesa. De hecho, es lo mejor que te podría pasar. Mira, nosotros siempre estamos buscando gente fuerte y una diablesa como tú es algo que no se ve todos los días.
Oni levanta la mirada del suelo, su rostro es una oda al patetismo. Ojos enrojecidos, mejillas brillantes, nariz atascada, labios temblorosos...
—¿Ehhh? ¿Eso es cierto?
—¡Claro que sí! Yo nunca miento, mi madre me enseñó a ser honesta siempre, incluso cuando no te convenga. Aunque ahora es bastante conveniente decir la verdad... Es decir, mira... esto es lo que vamos a hacer: lo de intentar matarnos no quedará nada bien, así que no diremos nada en el informe. Simplemente, que estabas asustada y por eso te escondiste, por eso faltaste al trabajo. ¿Entiendes? Tú quédate aquí y no hagas nada, no mates a nadie ni nada por el estilo. Te prometo que lo arreglaré todo.
—¿De verdad harías eso por mí? —pregunta Oni, con un hilo de voz.
—¡Por supuesto! Los Hijos del Sol estamos para ayudar.
—Oh... ¿Y ellas no me guardarán tirria? Digo Perita y Cas...
—Las convenceré —dice Xoana —. Y me gusta esta casa, creo que me voy a quedar a vivir aquí.
Me gusta que arreglen las cosas así, que casi que me temía que la Xoana era las de disparar primero y preguntar después. Pero creo que es bastante mejor intentar solucionar las cosas hablando y rollos así, lo de la violencia quizás dejarlo para cuando no haya otra cosa que hacer.
—¿Eeehhh? ¿Eso quiere decir que me tengo que ir de aquí? —pregunta Oni.
Xoana niega con la cabeza.
—Tú estabas primero, puedes quedarte. Es decir, tendría que preguntar yo primero si me puedo quedar. ¿Te importa que seamos compañeras de vivienda?
Oni niega con la cabeza, no puede dejar de tener la boca abierta por la sorpresa que aquella agente le está provocando. Sonó un gruñido a espaldas de Xoana, y el miedo en la mirada de Oni. En la puerta, está el monstruo Preciosa que es como una bola de pelo con el rostro de algo semejante a un perro, con grandes orejas que le caen a ambos lados de la cabeza. Gruñe, ladra y parece que está a punto de atacar a la Xoana.
—¡Eeehhh! ¡No te muevas mucho, que va a pensar que eres una amenaza! Ni tampoco te quedas muy quieta, que entonces piensa que eres comida! —gimotea Oni.
—Qué fastidio... —Xoana se pone a cuatro patas en el suelo.
Como si ella misma fuera un animal, comienza a gruñir a Preciosa y los gruñidos se convierten en ladridos. Primero, Preciosa se queda de piedra ante la transformación de Xoana en una de sus semejantes y, en nada, le parece desternillante. Emite unos ruidos bajos que pueden ser fácilmente tomados por risas y se lanza encima de ella, no con intención de tragársela, sino de cubrirle la cara a lametones, todo esto ante la cara de pura extrañeza de Oni.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top