106. Últimas fuerzas
—¡No os rindáis ahora! ¡Todavía podemos vencer! —escucho decir a una voz que viene plaza arriba.
¡Es Branca y viene acompañada de Xoana! ¡Así que es eso lo que hizo la enana, en vez de pelear contra el monstruo fue a buscar ayuda! Pero no puedo evitar sentirme intranquila... Es decir, ¿no podría ser ahora que la combinación monstruosa de Aah y Rodrigo se merendasen a la moura y se quedaran con su poder?
Branca levanta las manos, cierra los ojos y de sus dedos comienzan a surgir un montón de bolitas blancas que salen disparadas al cielo. Allí, van juntándose unas a las otras y, con bastante rapidez, acaban formando una nube de un color blanco brillante.
—¡Lluvia curativa! —grita Branca y pequeñas gotas de pura blancura comienza a caer sobre la plaza.
¡Eso sí que es magia curativa y no lo que hacía el Rodolfo! Y es superefectiva, ya que al caer sobre Anais, todas aquellas pequeñas, pero horrendas, heridas que le cubrían el cuerpo se le cierran con una rapidez asombrosa. Aunque eso no quita que dejara debajo de él un feo charco de sangre... Anais levanta la cabeza, confusa a más no poder, creo que es bastante evidente que ella ya se veía cruzando el Río de las Almas.
También caen sobre las manos de Clementina y, en seguida sus manitas se le curan, se limpia las lágrimas de dolor y su cara se transforma por una furia sin igual.
—¡¡Ahora te enterarás de lo que soy capaz de hacer, gusano!! —aúlla ella y lleva las manos en dirección a la flauta, se queda congelada porque esta está destrozada por el escupitajo ácido —. Pues ya no puedo hacer nada... yo... ¡Buena suerte! —exclama Clementina y corre en dirección a la puerta del cuartel. Supongo que es normal huir cuando lo único que puedes hacer en el campo de batalla es perder la vida.
También Rubén es curado por la lluvia curativa y, cuando cae sobre mí, también siento como mi energía es revitalizada. Miro a Melinda, permanece al lado de mamá con los ojos cerrados... nunca la vi estar durante tanto tiempo sin abrir la boca...
Un pensamiento horrendo cruza mi mente... ¡¿La curación no tendrá efecto sobre el monstruo?! Al observar a la criatura veo que, cuando las gotas caen sobre él, la carne chispea y humea, como si le quemara. Menos mal, que de poco servía curarnos si luego iba él y se ponía bien también...
—Puedo seguir luchando... —dice Anais y coge la empuñadura de su espada, un brazo musculoso con un puño más grande que ella se dispone a aplastarla como si fuera una cucaracha, pero Breogán aparece con una rapidez asombrosa y es capaz de salvarla. El puño se estampa con tanta fuerza que crea temblores. El Breogán corre hacia dónde estamos Rubén, el escudo, Melinda, yo y Ramona.
—¡Déjame en suelo de una vez! ¡Todavía puedo luchar! —grita Anais, revolviéndose sin parar.
¡Veo como los hilos que antes la atravesaron salen disparados en su dirección! ¡Y Breogán no hace absolutamente nada para esquivarlos! Una cosa alta y peluda se interpone entre los cables y Breogán, tiene la forma de un árbol, pero... ¡Tiene ojos, boca y un montón de pelo! Los cables chocan contra su cuerpo, sin hacerle daño ninguno... ¿Será ella Preciosa?
Me fijo en Branca, todavía tengo miedo de que sea controlada por el monstruo... De la boca que el bicho tiene justo en medio de su cuerpo sale disparada una calavera cubierta por sangre y unos pocos trozos de carne, ¡va directa hacia Branca! ¡Ya sabía yo que le quiere comer el alma!
Xoana salta en dirección a la calavera y la hoja oscura relampaguea en el aire, cortando en dos el cráneo. Pues mira, por fin hace algo en el combate... bueno, eso es ser un poco injusto con ella, que lo de pedir ayuda a Branca ayudó un montón, que de no ser por eso no creo que Anais siguiera con vida...
Vuelvo la atención hacia Preciosa, está al lado del monstruo y lo golpea con sus... ¿Ramas, brazos...? No sé cómo llamarlo, pero lo está haciendo bastante bien: el monstruo apenas se defiende y tampoco hace mucho cuando Preciosa abre la boca y hunde los dientes en su carne. No creo que sepa demasiado bien...
Veo algo rojo que cruza el aire: ¡Es Oni! Se pone encima de la cabeza y comienza a golpear puñetazo tras puñetazo, tiene las manos cubiertas por algo que es como un globo blanco. Eso es lo que le enseñara a Xoana en la iglesia, es la energía de su alma que rodea sus puños para hacer que sus ataques sean contundentes. ¡Y ahora tiene el poder de hacer profundas heridas y no se están regenerando! Por lo menos no con demasiada rapidez...
—¡Ahora aprenderás lo que es bueno, señor de los sueños! —escucho decir a Perita, pero no se la ve por ninguna parte. Giro a mi alrededor a toda velocidad y descubro que sale por una esquina del cuartel. ¿Estaba escondida...?
A su lado, hay una de esas criaturas que sabe convocar: es bastante grande, de la altura del propio monstruo, y tiene una cara con ojos de sapo y labios que le salen para fuera en una sonrisa. Me suena que es la misma que la balura convocó en casa de Xoana, cuando Oni las intentó, más o menos, matar. Solo que aquella vez, sus manos terminaban en guantes de boxeo y, ahora, son manos desnudas.
Mientas Perita se queda atrás, la señora Puños corre en dirección al monstruo y, al llegar a su lado, aparta con cuidado a Preciosa... ¡El árbol vuelve a ser árbol y cae sobre el monstruo dándole un fuerte coscorrón! Veo que Preciosa cae al suelo, tiene la boca abierta y jadea bastante... eso de poseer debe cansar bastante, por lo que veo.
Doña Puños comienza a golpear al monstruo con una furia bastante grande, le arranca los tentáculos de cuajo y los lanza a un lado, también le arranca los dos brazos que le nacen en la base del cuerpo. Lo hace con una gran violencia, casi al punto del descontrol, sin absolutamente nada de piedad, le pega tales puñetazos que le destrozan la carne en heridas que no se cierran.
—Vaya... Creo que yo ya no tengo nada más que hacer... —dice Xoana, convirtiendo la mano hoja en una mano mano.
Me fijo en que las heridas no se están cerrando y que ya no crece nada más: ni brazos, ni cables, ni tentáculos, ni bocas, ni cabezas, ni nada de nada... De los pétalos de carne sobresale la cabeza que medio cortó Breogán, la boca que nació de la quemadura provocada por Anais respira con dificultad y lo mismo puede decirse de la que le sale en el centro de su corpachón.
De la zona de dónde le nacieron los hilos de carne, solo hay un millar de pequeños muñones que se mueven sin gracia. Y que, por cierto, dan un montón de grima... Tampoco se regeneraron los brazos y tentáculos de la base del cuerpo... Ahora el bicho no es más que un saco de carne que tiembla de forma patética... ¿Lo vencieron...?
—¡Levanta al monstruo! ¡Melinda, ataca a esa criatura de una vez! —grita Ramona.
Perita asiente con la cabeza y hace que doña Puños ponga la bolsa de carne por encima de su cabeza. Melinda, sudorosa, se levanta del suelo y da un paso adelante. Levanta la mano en dirección al saco de carne que está sujetando doña Puños y grita:
—¡¡Bola de fuego!!
De inmediato, las llamas fluyen de su mano de una forma que nunca antes vista, por lo menos no por mí. Eso no es ninguna bola, es una columna de fuego brutal que parece no tener fin, que envuelve el corazón con su calor y hace que se ennegrezca.
¡Pero el brazo por el que está lanzando el fuego se prende en llamas y Melinda cae de espaldas al suelo, chillando de dolor! ¡Levanta el miembro al cielo y está completamente envuelto en fuego!
—¡Melinda! —grito yo y vuelo en su dirección, pero la mano de Ramona me atrapa.
—¡No te preocupes por ella y mira eso! —grita ella y me obliga a mirar al monstruo, pero ya no queda nada de carne... doña Puños está sujetando un corazón dorado... ¡Es realmente bello el órgano aquel! Pero pena que pertenezca a una criatura tan horrenda...
Breogán se lanza en su dirección y lo ataca con el sable, pero no sucede nada. Bueno, sí que sucede: se le rompe su arma. Oni le pega unos puñetazos seguidos, pero nada de nada. Doña Puños lo tira al suelo y también le da unas tortas, pero no le hace ni una grieta.
—Como me suponía: es imposible de romper... —dice Ramona
—¡Pero si seguimos atacando puede que se rompa! —digo yo, porque... ¡No puede ser que hicieran todo eso para nada! Y el brazo de Melinda... Veo que tiene a Branca al lado y eso me alivia un poco. De las manos de la moura surge una luz blanca, pero veo que en su rostro hay preocupación.
—No, mira el corazón: se está regenerando... Aunque lograron reducirlo a este estado, él no tardará demasiado en volver a ser igual de fuerte —explica Ramona y, al fijarme en el corazón otra vez, puedo ver como la carne nacía de nuevo.
—¡¿Entonces qué?! ¡¿No se puede hacer nada para evitarlo?! —gimo yo.
—Tienes que entrar dentro del corazón... Es bueno que seas un fantasma, porque eso significa que solo eres energía y así podrás entrar. Tienes que juntarte con él e intentar no perderte y después de eso tendrás que encontrar una manera de controlar su poder. Y lo utilizarás para romperlo, si lo haces, el señor de los sueños y el ascendido morirán —dice Ramona.
—¿Lo que...? —pregunto yo, que no me quedara ni medio claro que se suponía que tenía qué hacer.
—¡Buena suerte! —exclama Ramona y me lanza directa al corazón.
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