Capítulo 1 - El legado de una tragedia

-Narra Sonic-

De los peores días de mi vida, de las mayores tragedias que podían ocurrirle a un erizo como yo. Hace una semana conseguí volver a estudiar después de mi "descanso" y ahora, ¡la he vuelto a cagar! Sí, eso me pasa por confiar tan rápido en la gente. Estoy cabreado, y no por haber perdido la oportunidad de estudiar, sino por ser como soy, así, de ingenuo y tonto, ¿Qué sigue? ¿qué me deje secuestrar?

Paro en seco y miro hacia atrás, ¡joder! Por un momento me sentí súper inseguro, pero que va, es...creo es todavía temprano y seguro eso de caminar por la calle a las 8 de la noche. Llevo todo el bendito día dando círculos por la ciudad buscando una manera de volver en marcha, ¿trabajo, estudio...? Debería de buscar un trabajo y después "pensar muy bien" si el estudio es una buena opción, pero no lo sé, si me volverán a expulsar, mejor no le muevo...debo de regresar al departamento, tomaré decisiones mejores si estoy acostado en el suelo.

Cuando llego, una luz se enciende y veo a Espio con los brazos cruzados como si fuera mi padre —Vete pero si...

—Claro, mandarme a la mierda o has lo que quieras, de todos modos por tu hora de llegada y tu falta de interés volviste a perder todo. —interrumpe y da en el clavo y no me sorprende, soy predecible.

—Sí, sí, tienes razón... —suspiro y me recuesto en la colchoneta mirando el techo lleno de manchas—. Estoy pensando seriamente buscar un empleo, tal vez...sólo tal vez...

—Te recuerdo los sobres del banco que están en el cajón... —¡Demonios! Se me había pasado por completo eso.

Cuando me marché de casa supe que al mes mis padres murieron, y, como ya era mayor de edad quedé registrado para el pago de las deudas que ellos tenían hacia el banco... ¡esas malditas cifras crecen a cada puto segundo!

—¡Maldita sea contigo! —expulso furioso—. No necesitabas amargarme más, a este paso tendré que vender mis órganos.

—Ya para qué —responde encogiéndose en hombros y sirviéndose una taza de té—; estamos ambos en la mierda y yo por intentar apoyarte.

—¿Te lamentas? Si es así —me hago a un lado del colchón y lo invitó a que se siente—, puedes irte o venir aquí, igual debo de hundirme solo, con mis problemas y deudas...

Oigo una carcajada de su parte y acepta mi invitación; cruzado de piernas sobre el colchón, dice:— Sabes que no lo haré —Me alborota las púas de la cabeza y gruño fingiendo molestia—. Me he encargado de pagar el departamento y los gastos de comida y todo eso, pero tú debes de resolver tus problemas y pagar la deuda de tus padres.

—¿Qué puedo hacer? Te consta que he estado como maldita rabiosa buscando en cada rincón un empleo o un sitio donde estudiar —Se me hace tan fastidioso hablar siempre de lo mismo... ¡ahg! Sólo quiero dormir. Suelto suspiro y me volteo dándole la espalda en posición fetal—. No hay trabajo así fuera tonto y vergonzoso para mí.

—¿Has ido al sur, por donde están las villas? —Da un sorbo a su té y yo tuerzo mi cabeza un poco para verle—. Hay una casa donde piden sirviente.

—¿Estás de pasada? —Alzo mi ceja y él ríe como gilipollas—. A un sirviente no le pagan lo suficiente y estaría todo el jodido día atendiendo a riquillos...

—Justo por eso te conviene —responde seguro—. Estamos hablando de las villas. Allí solo hay puro empresario y abogado...si solicitan algo es porque tienen dinero para pagarlo. ¡ellos cagan el dinero!

Me quedo pensativo pero...no lo sé.... —No lo sé, realmente sería lo más humillante que haría en la vida...

—¿pero....? —indaga divertido y mirándome con picardía.

Vuelvo a suspirar y lo miro girando todo mi cuerpo y torciendo los ojos—. Sí, iré a ver mañana a las villas...

Se termina la taza de té y me guiña un ojo aprobando mi decisión. Vuelvo a acomodarme en la colchoneta todavía pensando en lo que debo hacer mañana...

Un sonido estruendoso me alerta los sentidos y hace que despierte de golpe. Me enderezo en el colchón y no veo nada delante mía; poco a poco me acostumbro a la oscuridad y otro azote me agarra desprevenido: alguien está golpeando la puerta.

Doy un brinco para avanzar al otro cuarto y llamar a Espio; lo muevo en la cama y le digo que llaman a la puerta —. Deja de molestar y duermete...— dice entre dientes y oigo otro azote a la puerta.

—Están tocando, no jodas. —mucito cerca de él con miedo, ¿Quién llama en la madrugada?

Reacciona poco a poco y siento que los llamados a la puerta pueden derribarla. Se levanta luego de oírlos y pregunta con naturalidad dirigiéndose a la entrada y yo detrás de él. —¿Quien llama a estas horas?

Si tu amiguito azul no sale a dar la cara voy a entrar a buscarlo. —¡La madre que me parió! ¿¡Por qué en este momento!? Espio gira hacia mí y hace una mueca de preocupación, yo retrocedo sin saber qué hacer ahora, ¿¡de verdad esto me está pasando!?

—Te van a partir la madre. —murmura con su seriedad característica y no sé si reír por lo gracioso que se vio o llorar por saber que es cierto.

—Me van a partir algo que no tengo, más que su legado lleno de deudas —expulso poniendo mis zapatos a las prisas—. ¿Todavía no crees que soy un pobre imbécil?

—Ya lo eras —Maldito—, pero espera —Me detiene con sorpresa—. ¿Qué vas a hacer? Recuerda que Scourge nunca viene sólo y no quiero que destruyan donde YO también vivo.

—¡Ya lo sé! Por eso haré lo que mejor se hacer —Abro la ventana y me asomo con algo de nervios, pero no veo a ninguno de sus secuaces a los alrededores; son solo dos pisos, Sonic, puedes hacerlo—: correr.

Otro azote en la puerta se oye y Espio no quiere involucrarse, definitivamente me ha ayudado bastante y con mi mano le hago una seña para que me de tan sólo unos minutos.

Doy un salto a la marquesina de abajo y el pie se me resbala, ¡coño! Me sostengo como araña y no puedo evitar sentirme acelerado y con un alto nivel de adrenalina por las venas. Doy otro brinco y giro sobre el pavimento. Me sacudo a las prisas y puedo oír movimientos rápidos dentro del cuarto, ojalá no moleste a Espio ese cabrón.

Acaba de brincar por la ventana, seguro está huyendo. Esa es mi señal, y de inmediato empiezo a correr, debo de alejarme lo más pronto posible antes de que ese verdoso me pise los talones.

¡Ahg, me lleva! No puedo creerlo, soy un tonto por todo esto, siempre me equivoco y más ahora que estoy lleno de deudas en todas partes; no sé que hacer para ir acabando poco a poco con ellas y, ¡me estoy hundiendo!























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