Número 6
Le encanta alardear de sí mismo.
Año: 2015
La primera entrevista televisiva a la que Bokuto fue invitado se convirtió en un completo caos para él mismo y todos sus allegados.
Y con allegados se refería a Akaashi Keiji en persona.
Como Bokuto era una persona relativamente despreocupada, fue el pobre Akaashi el que se quedó comiéndose las uñas en el tiempo que se aseguraba que todo estaba en su lugar para la entrevista de aquel jueves de marzo.
—¡Akaashi, no te estreses! —exclamó Bokuto con una sonrisa bobalicona luego de casi perder la cabeza ya que los de la sastrería tendrían listo el traje casi a último minuto—. ¡Podría ir con crocs, y la entrevista seguiría saliendo genial! ¡Porque estoy yo!
Soltó un pequeño gruñido como respuesta, el cual sacó una carcajada a Bokuto. Sintió que se acercaba por detrás de la silla en que se encontraba, y posó sus grandes manos en los hombros de Akaashi para dar un pequeño masaje en su contracturada espalda.
No quería derretirse en aquel agarre, porque se suponía continuaba molesto con Bokuto y su insensatez e irresponsabilidad. Pero Akaashi era débil ante las pequeñas muestras de cariño humano.
Era como si una suave corriente eléctrica le recorriera por debajo de la piel, un cosquilleo diminuto que no le molestaba. De hecho, le hacía desear un poco más.
Ahuyentó ese pensamiento rápidamente. Giró sobre sí mismo para que Bokuto le soltara —con un gesto de sorpresa—, y le frunció las cejas para que se diera cuenta que aquellas entrevistas no eran algo para ser tomado tan a la ligera. O, al menos, no la que era su primera entrevista.
—Bokuto-san, tu imagen pública depende de momentos como estos —resopló Akaashi—, debes tener mucho, mucho cuidado con todo lo que digas. De verdad, si algo sale mal...
Akaashi se mordisqueó la uña del meñique. Él estudiaba para trabajar en grandes editoriales algún día, y como todo editor... su tarea sería hacerse cargo de que los artistas no metieran la pata.
Porque cualquier embarrada, por muy pequeña que esta fuera... podría ser la ruina o caída de esa persona. Un diminuto comentario sacado de contexto, un mal gesto, una imagen pública sin pulir...
Bokuto podría perderlo todo si no sabía actuar con sensatez y diplomacia. Y, ¿para qué estudiaba Akaashi todas esas locuras, si luego no las utilizaría con la gente que más quería? Al menos sus conocimientos sin sentido podrían tener algún uso o valor real, no solo teórico.
Escuchó reír otra vez a Bokuto. Akaashi seguía viéndose como un gato enojado, o eso esperaba que fuera lo que estaba dando entender. La enorme mano de Bokuto voló desde uno de sus hombros hasta su cabeza para darle unas palmaditas.
—¡Te digo que saldrá todo bien, mi pequeño Akaashi! —carcajeó Bokuto—. Me he quedado en videollamada con Kuroo anoche. Me asesoró un poco. Sé exactamente qué decir en esa entrevista, ¡verás que la gente me querrá todavía más! ¡Se van a quedar locos cuando vean el compilado de mis mejores remates!
Akaashi suspiró. ¿Debería sentirse ofendido que Bokuto terminara buscando consuelo y consejos en Kuroo Tetsurou? Él sabía que era culpa de su manía por tenerlo todo bajo control.
Años atrás en Fukurodani, hubiera sido muy fácil para Akaashi ser el que manejaba la situación con gran destreza. Si Bokuto estaba ansioso, molesto o inseguro, Akaashi tendría siempre la respuesta correcta. Pero a medida que iban creciendo, y Bokuto lo hacía a pasos agigantados...
Bueno, Akaashi podría decir que se sentía diminuto en la inmensidad del universo. Por muy adulto que se volviera con los días, la ansiedad también lo carcomía con la misma facilidad con la que crecía físicamente.
Pero elegiría confiar. Después de todo, Bokuto nunca le había decepcionado hasta ahora.
No planeaba decírselo por si se le subía a la cabeza, de todas formas.
Por mucho que hubiera deseado relajarse, Akaashi no pegó el ojo aquella noche previa a la entrevista.
No solo le alteraba el hecho de que el traje gris de Bokuto no estuviera listo, sino que sería transmitido por cadena nacional. ¡En vivo! ¡Sería vista completamente en tiempo real!
Si Bokuto metía la pata, no existían la cantidad suficiente de Akaashis en el multiverso para arreglar sus errores.
Incluso el mismo Bokuto comenzó a ponerse más parlanchín. Si bien no lucía nervioso, por el tamborileo de sus dedos y los saltos alrededor de la casa, Akaashi sabía que era su manera de canalizar toda la ansiedad que sentiría por ser entrevistado como la nueva estrella emergente en el mundo del voleibol.
Fueron pasados a buscar por un automóvil oficial de la cadena televisiva, y los ojos de Bokuto brillaron en cuanto vio a los mastodontes de seguridad para protegerlo en el peor de los casos.
—¡Akaashi! ¡Mira! ¡Tienen un comunicador en el oído...! ¡Como en las películas! —exclamó cerca de su oído.
Asintió con una pequeña sonrisa. Aunque le sorprendiera el hecho de que tuvieran ese nivel de seguridad, Akaashi estaba más enfocado en acomodar los cabellos rebeldes que se escapaban del peinado hacia atrás de Bokuto —el cual peinó Akaashi mismo con gel para el cabello en el diminuto baño del apartamento—, o en sacudir las migas del desayuno que volcó sobre el costoso traje.
La verdad era que, pese a todo, Bokuto lucía bien. Mucho más que bien. Akaashi incluso se quedó sin aliento un par de segundos cuando se apareció por la puerta del cuarto, el cabello todavía goteando agua por la ducha y su colonia inundando cada rincón del apartamento.
—Bokuto-san, debo pedirte algo —Akaashi soltó de repente—. Por favor no menciones en cadena nacional que yo también estoy ahí en el estudio. Podría morirme de los nervios si lo haces.
—¡Ow, pero Akaashi...! —rezongó Bokuto y se cruzó de brazos—. ¡Yo quería darte un saludo especial y decir que estabas ahí conmigo...!
Akaashi no se molestó en discutir. Bokuto sabía a la perfección que, aunque fuera flexible casi todo el tiempo, existían otras cuestiones en las que Akaashi no daría el brazo a torcer ni aunque eso significara que se moriría.
El camino en automóvil se sintió más corto de lo esperado —Akaashi hubiera deseado tener más tiempo para revisar el folleto que les entregaron y que, por supuesto Bokuto no revisaría, pero el enrejado del canal de televisión apareció casi en frente de sus narices y una marea de fanáticos con camisetas de los MSBY Black Jackals —con el número de Bokuto y su apellido impreso en la espalda— gritaban a todo pulmón para recibir un autógrafo.
Claro, ya sabrían que ese era un vehículo oficial. Por la forma en que casi se abalanzaron sobre los vidrios —y Akaashi dio un brinco cuando una mano se estampó sobre la ventanilla polarizada y blindada—, tuvo miedo de que el vehículo volcara. Bokuto le dio de sus fuertes y reconfortantes palmadas en la espalda; las cuales, para su sorpresa, sirvieron para calmarle un poco.
Se adentraron en el interior de los estudios, y todo pasó casi en un borrón para Akaashi. La recibida de los encargados de producción, el protocolo de seguridad por si ingresaban armas o sustancias ilegales, las corridas hasta la sección de maquillaje y peinado —y nadie le escuchó cuando pidió que tuvieran cuidado con el cabello de Bokuto—, las pruebas de micrófono, así como el hecho de que lo enviaran tras bambalinas y cargando todas las demás pertenencias de Bokuto.
—¿Cuándo comenzará la entrevista? —preguntó al muchacho joven que lo acompañó hasta un hueco detrás de una cortina.
—Pronto —respondió el chico totalmente acelerado. El resto de trabajadores iban de aquí para allá—. Usted espere aquí.
Akaashi exhaló un suspiro. Aprovechó que había una vieja banqueta para dejarse caer, y sintió otra vez sus hombros tensarse mientras los minutos pasaban —primero diez, luego quince, y para cuando se cumplió la media hora seguía sin haber señales de que fuera a comenzar—, Akaashi se sentía más absorto en sus pensamientos.
No es como si él no confiara en Bokuto. Sí lo hacía. En algunas cosas. No eran tan pocas como la gente pensaría.
Más nervios le daba que lo traicionara su cerebro, y acabara diciendo alguna babosada. Bokuto estaba acostumbrado a ser él mismo —con Akaashi, con Kuroo, con Hinata, con todos los chacales, con sus hermanas... con casi cualquier conocido, de hecho—, y ser eso no era algo a lo que todos estuvieran acostumbrados.
No cualquiera estaría preparado para oír sus alardeos acerca de sí mismo, o para el modo emo en caso de que la periodista que lo entrevistaba fuera indiscreta. Lo cual siempre eran.
Hubiera deseado tener una de esas pelotitas antiestrés para aplastarla entre sus dedos. O para lanzársela a Bokuto cuando estuviera por decir alguna estupidez.
Estaba a punto de cumplirse una hora desde que lo ubicaron detrás de unas polvorientas cortinas cuando las luces del set se encendieron de repente. Akaashi vio sorprendido a la tribuna vacía —para su suerte, aquella entrevista no tendría público—, pero el amplió sofá rojo donde se sentaría Bokuto y el sofá individual del mismo tono donde se acomodaría la entrevistadora aparecieron también en escena.
De repente había más empleados corriendo como hormigas enloquecidas. Vio la cabellera de Bokuto aparecer entre el montón, la piel tersa y brillante por el maquillaje su traje mucho más pegado a su figura —debieron haberle puesto alfileres para entallarlo—, y su pelo con menos rebeldía. Sintió una ligera oleada de tristeza al pensar que su intento de peinarlo hacia atrás fue un pequeño fracaso.
Eso no quitaba que siguiera viéndose atractivo.
La entrevistadora era una mujer pasados sus treinta años y bastante guapa, si Akaashi era sincero. Sus tacones repiquetearon por detrás de Bokuto, y era la que le indicaba en qué punto exacto del sofá debía sentarse. Le vio asentir.
Akaashi contuvo la risotada cuando Bokuto se tiró sobre el sofá, piernas estiradas y abiertas, brazos extendidos por el respaldo. Casi como si estuviera recostado en su propia casa.
—¡Salimos al aire en dos minutos! —gritó uno de los directores y empezó a ladrar órdenes a los camarógrafos—. ¡Estén preparados!
—Bokuto-kun, ¿recuerdas todo lo que practicamos? —preguntó la entrevistadora con una sonrisa falsa—. No te olvides que esto es cadena nacional.
Bokuto le guiñó un ojo para darle seguridad, pero el corazón de Akaashi dio un vuelco cuando su mirada se desplazó rápidamente en busca de algo entre la tribuna o en cualquier parte del set.
Le estaba buscando a él.
Cuando sus miradas se encontraron, la sonrisa de Bokuto se volvió deslumbrante al instante. Sus labios temblaron cuando Akaashi le devolvió el gesto alentador, y levantó en alto su pulgar para recordarle que todo estaría bien.
—Yo estaré aquí todo el rato —gesticuló Akaashi con los labios—. No me iré del set en ningún momento.
No supo si Bokuto logró comprender lo que decía. Muchos empleados empezaron a correr a los trompicones entre los dos, y los camarógrafos acomodaban el ángulo de la cámara tal como les indicaba el director.
Una maquilladora apareció para utilizar una brocha en las mejillas de Bokuto una última vez, y otra hizo lo mismo para la entrevistadora al tiempo que le acomodaba los tiesos bucles con un poco de fijador extra.
—¡Salimos al aire en diez! ¡Nueve! ¡Ocho! ¡Siete!
Akaashi se irguió en su lugar. Apretó más al pecho el bolso de Bokuto, y casi sintió las mismas náuseas que le provocaría ser el que estuviera enfrente de las inmensas cámaras de grabación. No entendía cómo los actores no se sentían completamente intimidados al trabajar.
—¡Seis! ¡Cinco! ¡Cuatro!
Bokuto continuaba con su pose relajada, pero la punta de su zapato tamborileaba al ritmo de sus dedos sobre el respaldo del sofá. Estaba nervioso, y también un poco asustado.
Claro que lo estaría. Puede que fuera seguro de sí mismo la mayor parte del tiempo, pero seguía siendo un humano con inseguridades.
Akaashi más que nadie lo sabía.
—¡Tres! ¡Dos! ¡Uno!
La luz roja de transmisión en vivo de las cámaras se encendió de repente, y el director hizo una seña a la periodista; la muchacha se giró rápidamente y casi de forma automática al foco de las cámaras, y sonrió con una hilera de dientes blancuzcos y perlados.
Vio en las pantallas tras bambalinas que todo el encuadre iba enfocado a la periodista. Todavía no aparecía Bokuto en cámara.
—¡Bienvenidos otra vez a nuestro segmento de El Show Matutino, y si nos vieron ayer, sabrán exactamente las grandes sorpresas que nos esperan hoy! —dijo ella con un tono jovial, pero falso. Su guion aparecía en una pantalla móvil que sostenía un chico alto atrás de la cámara; Akaashi no podía decirlo bien ya que el resto del set fuera de cámara estaba muy oscuro—. ¡Y es que tengo aquí conmigo a un invitado muy especial! Les diría que se preparen, porque sus corazones están a punto de ser robados con esta superestrella del voleibol, el fichaje millonario que puso a los MSBY Black Jackals en la mira nacional desde entonces gracias a su talento natural.
Akaashi apretó los puños contra el muslo. ¿Talento natural? Todo el talento de Bokuto venía de su dedicación y esfuerzo.
Si tan solo esa mujer supiera por todo lo que Bokuto había pasado esos años. Lo que sufrió por no disfrutar del deporte a causa del entrenamiento, y solo en su último año de preparatoria aprendió que también era un juego divertido en equipo.
Para su suerte, Akaashi no era alguien a quien se le notaran las emociones en la cara. Podía camuflarse y fingir que todo iba perfecto.
No es como si el equipo de un programa nacional de televisión fuese a prestarle atención al jovencito que acompañaba a la estrella, sin embargo...
—Quien me acompaña esta hermosa mañana de otoño aquí en nuestros estudios de Osaka, ¡es Bokuto Koutarou! —Las pantallas entonces cambiaron de encuadre, y abarcó a todo el set, incluido Bokuto, quien ya estaba preparado con su sonrisa centelleando y sus manos agitándose enérgicamente a modo de saludo—. ¡El joven prodigio que va abriéndose paso como un gigante en la primera división de la V. League de Japón! ¡Bienvenido, Bokuto-san!
—¡Hey, hey, hey! —exclamó Bokuto, y sus ojos se cerraron de tan amplio que sonrió—. ¡Para mí es un completo honor haber sido invitado! ¡No puedo creer que estoy en televisión!
Akaashi casi podía imaginarse a las audiencias gritando por su nombre de fondo. Por más de que el estudio de grabación estuviera en completo silencio —pero es que ese era el efecto Bokuto.
La entrevista comenzó normal. Preguntaron por su carrera, por su vida antes de los MSBY Black Jackals, y también por sus objetivos a corto plazo con el equipo.
Akaashi escuchó silenciosa y atentamente a todas sus respuestas. Bokuto se movía con destreza, y hablaba con mucha menos torpeza que de costumbre —casi como si tuviera memorizado un libreto con sus respuestas.
Era un tanto artificial, si se lo preguntaban. No tenía la misma chispa y espontaneidad que caracterizaba a Bokuto, pero así estaba bien. Si eso significaba que su imagen pública y reputación no se vería arruinada...
—Así que tienes grandes expectativas por el equipo, es lo que yo veo —rio la entrevistadora, y esperó a que Bokuto diera un buen sorbo de su botella de agua—, ¿de verdad piensas que podrán ganar la nueva temporada? ¡Incluso hay rumores de que vendrán otras grandes estrellas al equipo!
—¡Ah, por supuesto que tengo esperanza! ¡Me tienen a mí después de todo...! —Bokuto se dio cuenta de su error cuando una asistente le hizo señas detrás de cámara para que no dijera ese tipo de cosas. Akaashi sintió un sudor frío en su columna—. Digo. Me gustaría poder aportar al equipo el pase ganador. ¡Quiero tener esa esperanza!
La entrevistadora rio con simpatía tras un incómodo silencio y unos parpadeos de sorpresa. Akaashi soltó todo el aire que estuvo conteniendo en sus pulmones. Bokuto acababa de ser magníficamente salvado; aunque no dudaba que algún periódico sensacionalista utilizara sus frases para ser tergiversadas y ser puestas en su contra.
Algún equipo rival con estrellas ascendentes podría ofrecer una buena suma de dinero para usar esas cosas a su favor. Y estaba también el factor redes sociales, que ni siquiera los expertos podrían predecir cómo sería tomado un tema.
La gente podía ser bastante sensible en esos lugares. Akaashi sabía al respecto. Mucho antes de la entrevista, cuando Bokuto apenas era fichado por el equipo, recibió una oleada de ataques de los seguidores más tradicionalistas.
Existían personas lo suficientemente negativas como para no querer ver crecer a los nuevos talentos. O tal vez solo querían quejarse, lo cual no era muy alejado de la realidad con muchos seres humanos.
—¡Pero cuánta autoestima veo por aquí! —bromeó la periodista; si tan solo ella supiera cómo era la realidad, muy en el fondo—. Puedo notar que eres una persona muy apreciada por tus seres queridos, y ellos se encargan de recordarte de tus grandes dones.
No dones, quiso corregir otra vez Akaashi. Era un talento pulido y perfeccionado. Pero, ¿qué más podía pedirles a las personas que realmente no conocían a Bokuto-san?
No debía pretender que todos le conocieran como él lo hacía. Era lo normal. Los seres humanos debían ocuparse de sus propios humanos, y no de los que pertenecían al círculo de personas ajenas. Era el ciclo de la vida.
—¡Por supuesto que sí! ¡Tengo muchas personas que me aman, y yo les amo todavía más! Si no fuera por el increíble apoyo que recibo día a día, entonces no sería capaz de convencerme de que puedo hacerlo y seguir adelante. Mi mayor soporte ha sido mi antiguo equipo de preparatoria, Fukurodani. ¡Fueron los primeros en ver que yo tenía potencial! —siguió diciendo Bokuto con emoción y a toda velocidad—. ¡En especial, Akaashi!
El corazón de Akaashi se detuvo de pronto, y el pánico lo invadió. ¿Acaso no fue lo suficientemente claro con Bokuto...?
—¿Akaashi? —preguntó la periodista, y la curiosidad se pintó por todo su rostro. Ahora tenía algo de qué agarrarse para continuar con su interrogatorio—. ¿Es alguien especial? ¿Nos está mirando ahora mismo?
Tal vez fue su paranoia, pero Akaashi tragó saliva cuando sintió los ojos de la periodista desviarse por una milésima de segundo hacia el rincón en donde observaba oculto toda la entrevista. Posiblemente fuera solo locura suya —aquella mujer famosa no tenía por qué saber que se trataba de él cuando hablaban del presunto Akaashi.
—¡Nos está mirando ahora mismo, claro que sí! Y, aunque no lo hiciera, casi siempre siento que me acompaña. Puedo escuchar su voz en mi cabeza cuando hago una estupidez y alguien debe darme un sermón —Algunos en el estudio rieron ante su comentario—. ¡Es mi mejor amigo y mi compañero! ¡Es una de las personas que más quiero en mi vida! Si hoy tengo el ego que muchos dicen que yo poseo, es porque Akaashi siempre confió en mí y que yo alcanzaría al balón.
—Suena de verdad como alguien especial —asintió la periodista, y sonrió de forma lasciva—. ¡Un vínculo profundo que no se ve todos los días!
—¡Es que Akaashi me conoce más que a la palma de mi mano! A veces me asusta que sepa más de mí de lo que yo sé, pero no es con mala intención —continuó Bokuto—. Akaashi siempre quiso lo mejor para mí y para todo el equipo, así que se esfuerza constantemente para ayudarte a ser una mejor persona. ¡Esa es la clase de persona que es Akaashi!
Los dedos de Akaashi se cerraron sobre la tela de su abrigo. No sabía si desmayarse en ese mismo momento, o si continuar escuchando todo lo que Bokuto tenía para decir. ¿Qué más podría escapar de su boca si le daban la oportunidad?
La periodista se veía como una víbora hambrienta de información. Puede que Bokuto no lo viera en ese momento, pero Akaashi lo sabía —aquella mujer estaba esperando el momento ideal para preguntarle más sobre su relación con este misterioso muchacho que tanto elevaba su autoestima.
Pero, antes de que la mujer pudiera hablar, Bokuto volvió a tomar la palabra. Y Akaashi ya no fue capaz de contener todas las emociones que le revoloteaban por el cuerpo; al punto de sentir que tuvo que parpadear a causa de lo mucho que se le aguaron los ojos.
—Todos merecen un Akaashi en sus vidas, no importa si es tu hermano, tu amigo, tu compañero, o... o tu pareja —carraspeó Bokuto con un poco de tensión; movió sus hombros y su cuello—. Solo quiero que sepan lo importante que es...
Y, aunque trató todo ese tiempo de no mirar a Akaashi para no revelar su ubicación allí en el estudio, Bokuto no pudo evitar que sus grandes ojos le buscaran por un momento. Era un gesto casi automático.
Como cada vez que remataba y buscaba la aprobación de Akaashi a su lado —o en la tribuna, desde que ya no estaban en preparatoria— porque, en el fondo, era la que más le importaba.
Lo que Akaashi tuviera para decir de sus logros era una de las cosas que motivaba a Bokuto a continuar creciendo cada día.
Puede que se le subiera mucho a la cabeza de tanto en tanto, pero nunca con malicia. Bokuto no era un egocéntrico solo porque se le antojaba. Era su manera de validar sus propios logros, de asimilar las palabras de Akaashi o los demás.
Esa era la verdad detrás de sus acciones.
—¡Solo quiero que sepan lo importante que es tener alguien que confíe en ti, incluso en los momentos que tú no lo haces! —dijo Bokuto ya para finalizar con su discurso; soltó una carcajada de repente—. ¡Pero no se ilusionen tanto! ¡Akaashi solo hay uno, y es el que está conmigo!
Esta debilidad es CANON al igual que la 37 sdkjvbds pero quise darle mi propio giro para contar todo esto (?
Y saben qué? Me puse re soft escribiendo todo esto. Hace unos días estaba pensando que sí, efectivamente Bokuto sería una celebridad y tendría entrevistas o saldría en tv mdsfns y quién más que Akaashi para estar siempre a su lado?
Ya quedan solo cinco debilidades :'D lo bueno es que, si no me retraso ningún día, podré subir algunas debilidades en la fecha exacta que quiero hacerlo. Ya entenderán después de lo que hablo, ah
¡Mañana es día de fic OsaSuna! Subiré mañana en la tarde/noche el capítulo final de esa mini historia uwu espero estén preparados para toda la estupidez porque la verdad es que se viene mucha ufffff ♥️
Muchísimas gracias por todo el apoyo que me dan semana a semana! ♥️ Ya saben, puede que nos quede muy poquito de este fic, pero ya se está cocinando el nuevo fic BokuAka (y SakuAtsu! bueno, muchas más, pero esas como principales) así que no extrañaremos tanto a los bebés... quiero creer
Mañana también se acaba la temporada 4 de haikyuu snif snif PERO ya se ha confirmado la quinta para 2021, así que solo quedará abastecernos de fics y sobrevivir unos meses dskjfhsdk seamos fuertes, ya aguantamos como cuatro años desde que salió la tercera hasta la cuarta, ah
¡Nos vemos el lunes! Besitos ♥️
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