Número 34

Tener que enfocar su atención en una sola cosa no relacionada al voleibol.




Año: 2017


—¡Akaashi! —exclamó Bokuto usando su tono berrinchudo; ya no importada que fuera un verdadero señor de veintitrés años de edad—. ¡¿Cómo le haces?!

—¿Huh? —inquirió Akaashi tras levantar la vista de la brillante pantalla de su laptop. Sacudió la cabeza—. ¿Qué cosa, Bokuto-san?

Bokuto hizo un gesto dramático con las manos y la cabeza. Todavía tenía puesto su uniforme de los MSBY Jackals, el equipo profesional de voleibol para el que jugaba.

Akaashi estaba de visita en la ciudad, y le había despedido para quedarse editando los nuevos capítulos del manga en el que Tenma Udai estaba trabajando. Cuando Bokuto le despidió, Akaashi se quedó en el sofá con una taza de café en la mesita, la laptop entre las piernas y una libreta en las manos.

Ocho horas después, Akaashi seguía en la misma posición. Solo que la taza de café en la mesita era ya la quinta.

—¡Eso! —dijo Bokuto con mucha energía—. ¡Poder hacer lo mismo durante taaaantas horas!

Akaashi le miró, perplejo, pero terminó resoplando casi al instante. Cerró la laptop y la dejó sobre el cojín de al lado al igual que su libreta llena de coloridos banderines y anotaciones en los bordes.

Se frotó las sienes. Apenas ahora se estaba dando cuenta la mala idea que eran tantas tazas de café con el estómago vacío.

—Cuando trabajas en un rubro artístico, Bokuto-san, la concentración se vuelve tu mejor amiga —respondió Akaashi, parsimonioso—. Aunque, claro, la vejez prematura viene obligadamente con ella.

Akaashi no era una persona que anduviera ventilando esas cosas. Hacía un par de semanas, mientras se peinaba antes de salir para la oficina, descubrió unos cuantos cabellos blancuzcos brillando entre su melena azabache.

Tampoco eran ninguna novedad las ojeras, las arrugas alrededor de los ojos cuando se olvidaba las gafas en algún lugar. O el hecho de que se olvidaba las gafas.

Pero esa era su vida, de todas formas. No es que se estuviera quejando. Akaashi amaba lo que hacía —por más de que muchos podrían pensar que no, ya que rara vez sonreía o alardeaba lo orgulloso que estaba de su trabajo—, y todo el estrés era uno de los tantos gajes del oficio.

Akaashi podía pasar horas, días, con el trasero pegado en la silla editando maravillosas historias de aventura, compañerismo y cargadas de adrenalina para ser compartida con millones de lectores alrededor del mundo. Él ya no jugaba voleibol de forma profesional, pero esta era su manera de sentir que seguía formando parte de algo enorme y grandioso.

Tal vez ya no era uno de los protagonistas del mundo, pero se encargaría de hacer conocer las historias de aquellos que lo serían por siempre.

Y Bokuto Koutarou era una de esas personas.

Bokuto era de esos que no podía concentrar su atención más de quince minutos en absolutamente nada. Nada que no fuera el deporte o ganar, eso era más que obvio.

Puede que eso fuera una gran debilidad de él. Por eso Akaashi la había anotado en su lista tantos años atrás.

Pero eso también le convertía en ese ser humano tan enérgico y alegre como solo Bokuto podía ser. Su atención a veces era tan dispersa que le llevaba a interesarse en un sinfín de tópicos más allá de la lógica humana.

¿Cómo se habían construido las pirámides? ¿Qué había más allá de los límites del universo? ¿Por qué no se podía vivir en la Antártida? ¿Qué existía por debajo del fondo oceánico?

Esas solo era una ínfima parte de las infinitas dudas que Bokuto compartía con Akaashi de manera azarosa durante el día.

Akaashi se esforzaba en investigar alguna respuesta que pudiera satisfacerle, pero para cuando la conseguía, Bokuto ya había saltado a la siguiente duda y olvidado por completo la primera.

Ese tipo de pequeños detalles volvían a Bokuto quien realmente era. Una estrella en el voleibol. Un humano disperso. Una mente brillante sin igual.

Una que muy pocos tenían la habilidad de comprender.

—¡Es que te admiro, Akaashi! —Bokuto alzó las manos—. ¡Puedes trabajar todas esas horas en lo mismo sin agotarte! ¡Cuando sea grande, quiero ser así de genial como tú!

—Bokuto-san, tú ya eres genial a tu modo, ¿te olvidas? —Akaashi ladeó la cabeza—. Eres una de las estrellas del equipo.

La radiante sonrisa que Bokuto le regaló hizo sentir a Akaashi que sus pequeñas vacaciones en la ciudad —y que solo le acumularían papeleo en la oficina— estaban completamente justificadas.

—¡Akaashi! ¡¿Verdad que sí soy el mejor?! ¡Tendrías que haber visto los pases de Tsum-Tsum hoy! ¡Los rematé absolutamente todos! —Bokuto flexionó su brazo para hacer alarde de sus grandes y endurecidos músculos—. ¡Oh...! ¡Y a que no sabes de lo que también me enteré...! ¡Te vas a quedar mudo de la sorpresa!

—Me encantaría escucharlo, Bokuto-san —Akaashi se levantó con lentitud. Trató de fingir que no tenía un pie totalmente entumecido por la incómoda posición—. ¿Quieres que nos prepare chocolate caliente?

—¡Sí! —respondió Bokuto tras dar un golpe muy ruidoso con las sudorosas palmas de sus manos contra los muslos—. Akaashi, espero que te interese el tema de los Illuminati. ¡Y si no, ya verás cómo te sorprendo!

—Estoy seguro que es fascinante, Bokuto-san —asintió Akaashi. Se dirigió entonces a la cocina, pero la forma en que Bokuto no dejaba de observarle con ilusión mientras desaparecía le hizo sentir un pequeño calor en el pecho—. Regreso en un instante. Tú acomoda todas las ideas en tu cabeza.

—¡Claro que sí, Akaashi! ¡Solo porque me lo pides tú!

Escuchó a Bokuto farfullar solo sobre los Illuminati y quién sabe que otra locura que solo podría haber obtenido de Atsumu Miya. Le tomaría unos diez minutos preparar las dos tazas de chocolate caliente con malvaviscos, y sabía perfectamente que había una posibilidad de que, al regresar, Bokuto se olvidara por completo del tema y saliera con otra cosa.

No es como si hubiera diferencia. Cualquier tema extraño y repentino con el que saliera Bokuto era divertido de oír por el simple de hecho de ser narrado por alguien tan extravagante.

Akaashi sonrió, también. Tal vez aquel punto en su lista no era una debilidad en absoluto.

Ahora sí, comenzamos con los oneshots en el time skip :'D

Claro seguirán habiendo oneshots en todos los años que ellos se conozcan, así qué tal ves incluso veamos algo previo a lo que vimos en el manga/anime uwu no se, ya veremos (???

Me puse soft escribiendo esto porque me gusta pensar que se apoyan en absolutamente todo. Y Bokuto no es tan tonto como todos creen. O sea sí, tiene una neurona (?) pero la pone a trabajar bastante uwu

Recuerdan el oneshot AtsuKita que les conté el otro día? Bueno, ya se encuentra en mi perfil TvT por si es que a alguien le interesa djxbsjsjs lo próximo en mi lista es SakuAtsu, pero antes debo terminar mi oneshot para el zine de Oikawa Argentino sjxbsjsbbs el cual cuando sea publicado, me encantaría invitarlos a echarle un vistazo

Eso es todo por este jueves de BokuAka. Les agradezco muchísimo el apoyo y ver que cada día llegan nuevas personitas ♥️ todavía tenemos un largo trecho de este fic!

Nos vemos el lunes. Besitos ♥️

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