Número 24

Contagiar su mal gusto a los demás.




Año: 2018


Desde hacía un par de meses, Akaashi y Bokuto decidieron que iban a mudarse juntos.

Muchos malinterpretaban aquel movimiento, pero, ¿por qué no podrían hacerlo?

Tenían más de un cuarto de vida, eran adultos independientes, y mejores amigos desde hacía años. Congeniaban con el otro mucho mejor que con cualquier otra persona en el mundo, y pasaban más tiempo juntos que separados —la lógica de Akaashi decía que mudarse era una buena estrategia para abaratar costos o apoyarse el uno al otro.

A veces, Akaashi estaba tan cansado con su trabajo que olvidaba alimentarse o siquiera ducharse como un humano normal. Entonces aparecía Bokuto con buena predisposición y ganas de prepararle una cena casera de una receta que vio en sus redes sociales.

Otras veces, Bokuto se ponía berrinchudo como un niño pequeño y se negaba a comer o ducharse después de una práctica. Era ahí cuando aparecía Akaashi con un pedido de Onigiri Miya —ya que no era capaz de cocinar sin incendiar algún trapo de cocina— y una barra de jabón para lanzársela por la cabeza.

Eran opuestos en muchos aspectos de su vida, pero así estaba bien. Akaashi no recordaba haber querido a alguien tanto como apreciaba a Bokuto. Puede que no fuera capaz de decírselo con palabras, ya que ni siquiera a sus padres podía decirles que los amaba, pero hacía lo posible porque sus acciones demostrasen el cariño que sentía por...

Bueno, posiblemente el amigo más real y cercano que tuvo en toda su existencia.

—¡Akaashi! ¿Qué color de sofá deberíamos comprar? —inquirió Bokuto mientras paseaban un sábado, día libre de los dos, por una tienda de decoración en Osaka—. Uno de color amarillo sería muy bonito. ¡Y mira todos los colores que trae este tapiz!

Dio un rápido vistazo al pedazo de tela amarillo canario con pequeños lunares multicolor —verde, azul, rojo y naranja— que se exhibía como uno de los posibles tonos para la tela del sofá.

Akaashi pensó en las paredes verde musgo del apartamento que eligieron —y que iba a liberarse a principios del 2019 para que se mudaran—, y arrugó la nariz ante la combinación de colores tan poco agraciada.

No quería vivir en un apartamento que se viera como un set de My Little Pony.

—Bokuto-san, creo que esos colores son bastante fe-...

—¡Oh! Y podemos poner una de esas lámparas de lava gigantes —continuó fantaseando—. ¡Ah, también tengo guardada una gigantografía que hicieron para mí en una firma de autógrafos! ¡Sería genial poder exhibirla!

La mueca de Akaashi se deformaba poco a poco con un sutil horror. Intentó imaginarse entrar todos los días y encontrar una gigantografía de Bokuto usando su uniforme recibiéndole en la entrada.

—Boku-...

—¿Y qué opinas de colgar un blanco para dardos en la sala? ¡Sería divertidísimo y podríamos invitar a todos a que hagan torneos con nosotros! —exclamó con emoción en la voz y la mirada—. ¡Quedará genial con la mesa de billar y el metegol!

—¿Metegol...?

—¡También he pensado que podríamos poner un empapelado de lechuzas en la sala! —acotó con cada vez más alegría—. ¡Y unos cojines con forma de lechuzas en el sofá amarillo!

Bokuto estaba que no cabía en sí de la emoción. Casi podría haber dado saltitos sobre sí mismo.

Akaashi intentó imaginar su hogar lleno de todas aquellas estupideces y entró casi al borde del colapso. Se vio obligado a soltar el carrito de la tienda para sujetar a Bokuto por el hombro. El otro parpadeó confundido al salir de su ensoñación.

—Bokuto-san, creo que todas esas cosas no son, eh... —Akaashi se rascó el mentón—. No son mi idea favorita...

Fue el turno de Bokuto de mirarle con horror. Akaashi no se dejaría engañar. Sería firme por aquella vez.

—¡Akaashi! —rezongó Bokuto—. ¡Nunca te gustan mis recomendaciones! ¡Ya tuvimos que elegir ese cuadro bastante feo de manchas para la sala!

—Oye, no son solo manchas —corrigió Akaashi—. Se llama arte abstracto, Bokuto-san.

—¡Pero el de los perros jugando billar era mucho más divertido!

Akaashi carraspeó un poco incómodo. Se le tiñeron las orejas de rojo cuando algunas parejas o grupitos de amigas les miraban en su discusión. ¿Qué estarían pensando de dos jóvenes hombres peleando por el color de un sofá que pondrían en su casa?

La casa de ambos.

La infinidad de pensamientos que podían cruzar las mentes de todas esas personas hacia que Akaashi entrara un poco más en pánico.

¿Por qué debía importarle a toda esa gente la relación que ellos dos compartían? Era lógico si lo veía con más claridad. Solo estaba siendo él mismo un paranoico por motivos que escapaban de la razón humana.

O quizá no escapaban tanto la razón humana. Pero eso era algo que Akaashi llevaba mucho tiempo evitando afrontar.

—Bokuto-san, podemos charlarlo mejor cuando volvamos al apartamen-...

—Akaashi, es que dime la verdad, ¿te desagradan tanto mis gustos? —Bokuto interrumpió y con los ojos bien abiertos—. ¿Es que elijo cosas tan feas? ¡Puedes decirme la verdad!

La boca de Akaashi se abrió, pero solo salió un sonido inteligible que se escuchó como una a amortiguada.

Puede que distorsionara la verdad para no herir a veces a Bokuto, pero había límites que ni él mismo podía sobrepasar. Mentir a Bokuto que tenía buen gusto para la estética era como decir que Sakusa Kiyoomi no era un fanático obsesivo de la limpieza.

—¡Lo sabía...! —Bokuto masculló con tristeza—. ¡Odias por completo mis ideas...!

Akaashi se mordió la lengua mientras Bokuto lloriqueaba. Mantuvo la cara de póker mientras Bokuto hacía un drama frente al horroroso pedazo de tapiz amarillo que Akaashi no accedería a utilizar.

Tendrían que hacerlo por encima de su cadáver. Él quería mucho a Bokuto, pero no estaba seguro de que su cariño pudiera viajar tan lejos como para hacer toda esa basura.

Sin embargo, se sintió un poco mal. Casi todas las compras que habían hecho para el nuevo apartamento fueron elección suya, a las cuales el otro acató la decisión sin chistar demasiado —se escudó en que Bokuto no sería capaz de elegir algo acorde, olvidándose que la cara no era solo suya sino de los dos.

Nuestra casa, volvió a decir a sí mismo. Deben ser decisiones de ambos y juntos.

Akaashi apretó los labios. ¿Era eso lo que algunos llamaban sacrificio en las relaciones?

Le parecía tonto que algunos dijeran que las relaciones —de amistad, por supuesto— no requerían algún tipo de sacrificio. Nunca existirían dos personas que concordaran al cien por ciento en todo. Algunas veces, uno de los dos tendría que ceder en ciertas cosas mientras que el segundo tendría que sacrificarse en otras más.

Así era como se construían las relaciones sanas. Era un constante dar y recibir, siempre y cuando no coartara la libertad de ninguno. Igualdad y equidad en las decisiones.

Akaashi volvió a apoyar su mano sobre el hombro de Bokuto, que dio un respingo cuando sintió que le tocaba. Se dio vuelta para mirarle con sus ojitos llenos de brillo y tristeza.

—Bokuto-san —dijo Akaashi con un suspiro.

—¿Sí, Akaashi? —preguntó Bokuto frunciendo los labios como un niño entristecido.

—Puedes elegir el color del sofá —declaró finalmente, ya resignado. Bokuto ahogó un jadeo por la sorpresa y emoción—; excepto por el amarillo. Ese color me da un poco de jaqueca. Pero puedes elegir cualquier otro que te apetezca.

Akaashi sabía que esa decisión no daba mucho consuelo. Estaba subestimando las capacidades de Bokuto para elegir un color todavía más espantoso que el amarillo.

Pero, ¿qué importancia tenía? Solo era un sofá. Si acaso, Akaashi estaba agradecido que alguien estuviera junto a él en una tienda de decoración eligiendo por un sofá para compartir en su nueva casa.

Bokuto tomó una de sus manos entre la suya. Akaashi dio una larga bocanada de aire, pero por suerte sintió que el otro tironeaba de él para que avanzara por uno de los pasillos.

—Iremos a pedir el catálogo completo y lo elegiremos los dos, Akaashi —anunció Bokuto con una sonrisa—. ¡Seguro llegaremos a un acuerdo para elegir un color que nos guste a los dos!

—¿Y si no llegamos al acuerdo? —preguntó Akaashi mientras se acomodaba las gafas para ocultar el temblor de su mano libre.

Bokuto expandió su sonrisa a una mucho más maliciosa. Akaashi sabía que debió simplemente aceptar el amarillo.

—Vamos a desempatar de la forma más justa que dos adultos podrían elegir —Entonces Bokuto apretó más fuerte su mano y corrió junto a él entre pasillos de tazas, lámparas y alfombras; como si fueran dos niños pequeños en una juguetería—. ¡Lo haremos con piedra, papel o tijera!

Akaashi parpadeó con sorpresa. Casi sintió que se dislocaba su brazo por la fuerza desmedida —pero nunca intencional— con la que Bokuto tiraba de él hasta el sector de atención al cliente.

Tuvo que aguantar su propia sonrisa para no echarse a reír a carcajadas por lo absurdo de todo aquello. ¿Quién hubiera dicho que el mal gusto de Bokuto les hubiera puesto en aquella situación después de todos esos años de amistad?

Además, su mano sobre la suya no se sentía tan mal, después de todo. Se preguntó si le alegraría que cualquier otro de sus amigos le sujetara tan fuerte mientras corregían a elegir el sillón más horrendo en la historia de la humanidad.

¿Por qué había sido tan importante elegir un buen color? De repente le parecía la nimiedad más grande del universo.

—Me parece bien, Bokuto-san —comentó Akaashi, dejando escapar un suspiro de alivio—. Es completamente la manera más justa de decidir.

Creo que he proyectado un poquito mi concepción sobre el amor en esta debilidad jdfdsjids

A ver, no quiero que se confunda. Imponer tus gustos sobre los del otro está muy mal. PERO, cuando uno está en una pareja debe ser consciente de algo importante: no siempre vamos a coincidir en gustos con alguien, y eso está bien. Somos diferentes y somos humanos (? no podemos ser exactamente iguales a otro

Es en momentos así en donde las cosas se charlan entre una pareja y se decide cuál de las opciones se elegirá. Siempre habrá alguien que tenga que ceder, y eso no necesariamente es tóxico. La idea es que sea equilibrado en quien "sacrifica" su gusto en algunas cosas, y también que esos sacrificios no sean algo que provoque un daño grave en la persona. En las cosas pequeñas hay que turnarse, y es normal

Aclaro porque hoy en día veo que llaman tóxico a muchas cosas. Yo no creo que sea tóxico preferir que tu pareja sea el que decida el color de un sofá sdisfskj pero bueno, es mi punto de vista (? obviamente ser tú el que elige siempre todo y minimizar siempre el gusto de tu pareja ya es algo que sí es feo y tóxico

Y la diferencia está en que estos dos zopencos no saben que se aman skfsdhj pero bueno ya, mucho texto por ahora. Si se dan cuenta y ven los años en que transcurre cada oneshot, van viendo que es cerca del 2017-2018 que Akaashi empieza a sospechar que siente algo djkfdh

La próxima semana vienen unas debilidades un poquito más intensas, preparen sus corazones (?

Si les gusta el SakuAtsu y tienen twitter, ayer empecé un au social media re pendejo por allá :'D están invitados a leerlo si quieren dfidsk quería algo de felicidad y comedia antes de subir el SakuAtsu angst que ya saben que ando escribiendo

Muchas gracias por todo su apoyo! Me hace super feliz que les esté gustando la historia kadsjfh yo adoro hacer este fic

Nos vemos el lunes! Besitos

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