Número 22

Cuando está borracho, se le va un poco la lengua.




Año: 2014


La primera vez que Bokuto y Akaashi se emborracharon de una mala manera, fue durante el reencuentro de Fukurodani en el nuevo apartamento de Konoha durante el fin de año.

No es que hubieran pasado demasiado tiempo sin verse —Akaashi acababa de graduarse a principios de aquel año, y la mayoría de sus senpais tenían reencuentros ocasionales para salir a beber cuando estaban todos en Tokio al mismo tiempo.

Pero nunca habían estado todos juntos. De hecho, la última vez que recordaba haber visto a todas esas personas en el mismo salón fue durante la graduación de los de tercer año en marzo de 2013.

Estaban presentes también los alumnos de otras clases con las que sus compañeros interactuaron, pero Akaashi no los conocía mucho más que por sus nombres o anécdotas contadas al pasar. A lo largo de la noche, había cerca de treinta personas en un pequeño apartamento —desperdigados entre la cocina, los cuartos, la sala, el espacioso balcón, y también alguien vomitando en el baño.

Suspiró de alivio cuando descubrió que no era Bokuto el que vomitaba en el baño.

—¡Akaashi! ¡Nuestro kouhai favorito! —Un brazo se enroscó sobre su cuello mientras una silueta con aliento alcohol se le acercaba con confianza. Miró sus manos vacías, y parpadeó confuso—. ¿Por qué no estás bebiendo nada...? ¡Toma, toma! En mi casa nadie se queda sin un trago, ¿eh?

—Konoha —Akaashi trastabilló las palabras, y se acomodó las gafas que se le caían—. Llevo bebiendo toda la noche. Tengo que conducir el carro de Bokuto de regreso a su apartamento, no sé si sea buena idea...

Akaashi sentía ya el calor subiéndosele a la cabeza. Durante la alocada cena —que consistió de muchas variedades de pizza y patatas fritas untadas en queso— bebieron cerveza sin ningún tipo de decoro, y ya cerca de medianoche comenzaron con los tragos más fuertes como el vodka o el tequila.

Él no era un fanático de la bebida, pero tampoco la odiaba. Al final, ni siquiera se dio cuenta lo que estaba bebiendo hasta que ya llevaba su sexto vaso por encima.

¿Cuánto llevaba ya encima? Akaashi recordaba haber caído ante el aliento de los demás a participar del shot colectivo de tequila, y todavía sentía el gusto ácido del limón quemándole todo el paladar. Era horrible, pero eso no le impidió hacer una segunda ronda antes de continuar con la cerveza.

A esa altura de la noche ya tenía el estómago revuelto, la cabeza hecha un manojo de pensamientos absurdos, y también un calor por todo el cuerpo que no era capaz de regular.

Se tambaleó un poco ya que el mareo no le dejaba pensar con mucha claridad. Konoha le revolvió los oscuros cabellos mientras daba una sonora carcajada y tragaba un buen sorbo de cerveza de su jarra.

Luego, la empujó contra el pecho de Akaashi. La tuvo que sostener para que no se hiciera añicos contra el suelo, pero Konoha no parecía prestar atención a esas cosas.

—Deja de preocuparte tanto por Bokuto, no eres su madre —exclamó su ex compañero—. ¿Por qué tanto empeño en protegerlo? ¿Eh, Akaashi?

Akaashi no supo qué decir, primordialmente porque sentía la lengua enredada a causa del terrible mareo, la música electrónica que seguro les conseguiría una denuncia de los vecinos, y también las luces estroboscópicas que Sarukui trajo desde la tienda en la que trabajaba a medio tiempo.

Tenía terribles deseos de pedir a Konoha prestada su cama para tomar una siesta, pero luego recordó que vio a un par de ex alumnos mayores que él entrar al dormitorio. No quería sorpresas desagradables.

Konoha tomó su silencio como un motivo para sonreír; tal vez pensó que había atrapado a Akaashi. Pero no estaba seguro de en qué podría haberlo atrapado, si es que había algún motivo para hacerlo.

—Está allá afuera con Yukie —Konoha hizo una seña hacia el balcón—. Están compitiendo a ver quién puede comer más sobras de pizza sin vomitar o desmayarse. Vaya par de asquerosos.

Akaashi solo asintió, y Konoha tuvo que ayudarlo a estabilizarse por culpa del mareo. Nunca más bebería de aquella forma.

Se alejó de Konoha, quien se lanzó a los gritos hacia el silencioso Washio para darle un abrazo. Akaashi todavía cargaba la jarra de cerveza caliente como si fuera un tesoro, pero no planeaba beberla o sería él quien terminaría vomitando en el baño.

Encontró a Bokuto solo en los sillones de paja para exterior, aunque no del todo —Yukie Shirofuku, la antigua manager, dormitaba sobre su amplio hombro mientras que una de sus manos apretaba una destrozada porción de pizza contra los muslos. Le estaba manchando todo el vestido.

Akaashi se apresuró en dejar la jarra sobre la mesita de metal que decoraba el balcón de Konoha. Tomó la destrozada pizza entre sus manos y la dejó sobre la ya vacía caja. Al no encontrar una servilleta, utilizó su propia camisa negra llena de sudor y manchas de cerveza para limpiar a su antigua manager. La acomodó suavemente sobre el respaldo del sofá o despertaría con un tremendo dolor de cabeza la siguiente mañana.

La profunda carcajada de Bokuto vibró en su pecho junto con la música que venía desde adentro. No había nadie más que ellos en el balcón, ya que la mayoría estaban agazapados de repente en el interior del apartamento para jugar al truco y comenzar a perder dinero en apuestas.

—¡Siempre fuiste un caballero, Akaashi! —exclamó—. Lástima que Yukie no es ninguna dama, es más fortachona que todos nosotros juntos.

—De eso no tengo dudas, Bokuto-san —dijo Akaashi con palabras arrastradas—. Pero las mujeres ya tienen la existencia un poco más complicada de por sí, es un poco descortés no intentar ayudarlas en lo que se pueda.

—Ah, ¿por qué crees que no me atreví a dejarla aquí, sola y borracha? —rio Bokuto, pero su sonrisa era más bien triste—. ¡Podrás ser muchos de nuestros ex compañeros o conocidos, pero no puedo confiar ciegamente!

Akaashi asintió con un nudo en la garganta. Sabía perfectamente a lo que Bokuto se refería, y le apenaba tener que darle la razón.

El mareo estuvo a punto de obligarle a tomar asiento incluso en el suelo lleno de tierra —estaban en un decimotercer piso—, pero Bokuto se adelantó y palmeó el apoyabrazos de su sofá individual. Akaashi ni siquiera lo pensó cuando tomó asiento, pero no tenía el suficiente equilibrio para mantenerse sobre el mismo.

Casi se cayó para el costado, pero Bokuto se apresuró y le rodeó la cintura con su musculoso brazo para afirmarle.

—¡Ajá! ¡Te tengo! —vociferó con orgullo—. No te vas a caer mientras yo esté consciente, Akaashi. ¡Pero aprovecha, porque estoy a punto de caer noqueado igual que Yukie!

Akaashi sintió una pequeña descarga de adrenalina en los segundos que casi se imaginó dándose de bruces contra el suelo. Intentó calmar sus sentidos alterados, pero era difícil teniendo el brazo de Bokuto sujetándole con tanta fuerza como si fuera su tarea especial.

¿Acaso planeaba agarrarle de esa forma todo que quedaba de la noche...?

La cual era una noche muy bonita, si le preguntaban. Las luces de la ciudad y los edificios solo parecían ráfagas luminosas en su borrosa y cansada visión, pero le gustaba fingir que eran como estrellas fugaces cayendo a baja altura desde el cielo. La verdad era que en Tokio no se podían apreciar las estrellas a causa de la contaminación lumínica y la ambiental, pero la luz artificial podía tener su propio encanto.

—Algún día me gustaría ir al campo a ver las estrellas —confesó Akaashi, y luego se daría cuenta de lo borracho que iba ya que no era la clase de cosas que diría con sobriedad—. S-sería lindo. O eso creo.

—¡Akaashi, eso suena como un excelente plan! —hipó Bokuto entre carcajadas; su vista iba en la misma dirección que la de Akaashi hacia la ciudad—. ¡Cuando termines tus exámenes y pase la temporada de torneos, podríamos ir! ¡Mis tíos tienen una casa a las afueras, casi a dos horas de la ciudad!

No dio ninguna respuesta. No sabía muy bien qué decir. ¿Le interesaba el plan de Bokuto? Por supuesto que sí, pero no iba a decírselo ni siquiera en sus estados más deplorables de ebriedad.

Trató de pensar cómo se sentiría pasar tiempo los dos solos, lejos de todo contacto humano. Akaashi apenas estaba dando sus primeros pasos en la vida de adulto: apenas cumplía los diecinueve años, y sentía terror de la inmensidad del mundo.

Pero, más que nada, le aterraba lo insulso e insignificante que podía ser su propia presencia en ese mundo. Una vez había dicho a Bokuto que ellos eran los protagonistas del mundo, ¡qué ambicioso fue al pensar ese tipo de palabras!

Tal vez Bokuto lo fuera. Así de grande y brillante era; mucho más que esas estrellas que no era capaz de apreciar en Tokio. Bokuto no podía ser opacado ni siquiera con la contaminación lumínica.

Y, maldita sea, ¿por qué los pensamientos de Akaashi terminaban descarrilándose a Bokuto cada vez que tenía la oportunidad?

Supuso que su antiguo terapeuta podría hacerse un festín con todos los miedos e inseguridades que sentía.

Casi como si pudiera sentir lo que él, Bokuto se sujetó de la camisa de Akaashi a la altura de la cintura. Se acercó tanto a él que pudo recargarse sobre su brazo —al estar sentado a más altura, Akaashi podía mirar a Bokuto desde abajo y apreciar su cabello desordenado o el batir de sus pobladas pestañas.

Recordaba haber leído a algunas mujeres quejarse sobre cómo los hombres tenían pestañas más bonitas. De verdad tenían razón.

Se quedaron los dos en un largo silencio, pero no era incómodo —sin embargo, sí que era extraño. Rara vez Bokuto se callaba, pero ahora había encontrado dos latas sin abrir de cerveza y comenzó a beberlas a gran velocidad. Le ofreció una a Akaashi, pero se negó.

Era suficiente alcohol por una sola noche.

Bokuto se soltó del agarre de su cintura, y Akaashi se encontró lamentándose por ello. ¿Qué pasaría si volvía a tambalearse? ¿O si simulaba hacerlo?

¿Por qué estaba pensando en cosas tan poco dignas de él?

Aquellas dos últimas latas de cerveza —más los restos de cerveza caliente en la jarra que Konoha confió a Akaashi ya casi veinte minutos atrás—, pegaron fuerte a Bokuto. El sonrojo en sus mejillas y la risilla de borracho ya eran demasiado palpables, y no dejaba de sacudirse sobre su propio lugar.

—Bokuto-san —Akaashi se frotó los ojos por el cansancio; metió los dedos por debajo de sus relativamente nuevas gafas—, estás ya muy borracho. Debería llevarte a casa...

—¡N-no seas malo! —exclamó Bokuto con la voz ronca. Apretó una de las latas vacías con el puño y la lanzó por ahí. Rio a carcajada limpia cuando rebotó contra una maceta—. ¡Adem-más, Akaashi s-se enojará si me voy sin él!

Akaashi frunció las cejas. ¿De qué estaba hablando Bokuto? ¿Acaso iba tan borracho como para no reconocerle?

Pero con darle una rápida mirada podía darte cuenta lo demacrado que está: sus ojos estaban brillosos y perdidos, su nariz enrojecida, sus palabras demasiado arrastradas como para ser entendida fácilmente.

De verdad, debía llevarlo hasta su casa antes de que ocurriera una tragedia. Intentó ponerse de pie y tironear de él por la muñeca, pero Bokuto pesaba demasiado.

—Bokuto-san, yo soy Ak-...

—¡Ah, sobre q-que Akaashi va a odiarme cuando lo sepa...! —resopló Bokuto, y miró con una sonrisa al cielo—. ¡P-pero no puedo decírselo! ¿Q-qué haría yo si él se enoja, y ya no quiere hablar conmigo...?

El corazón de Akaashi dio volteretas mortales contra sus costillas. De repente, todo el alcohol se le evaporó de la sangre y las náuseas se fueron casi al instante. Solo quedaban los nervios del momento por lo que Bokuto estaba soltando sin sentido.

No debía tener importancia. Solo era un borracho diciendo estupideces, ¿no?

Además, no debería estar fomentando aquellas cosas. Si Bokuto tenía un secreto, él no podía fingir ser otra persona para que se lo contara. No era su forma de ser.

Aunque era cierto que le decaía el hecho de que Bokuto tuviera un secreto de él —Akaashi asumía que Bokuto era la clase de persona que te lo contaba absolutamente todo—, sabía que no eran una sola persona.

Bokuto podía tener secretos. Akaashi tenía los suyos, también.

Así que, ¿por qué le inquietaba tanto que hubiera un secreto entre los dos?

—E-estoy seguro que él no se enojaría contigo, Bokuto-san —respondió Akaashi con calma en su exterior, pero su interior era un alboroto—. No importa lo que sea.

¿Qué tan grave podía ser el secreto de Bokuto? ¿Drogas? ¿Un hijo oculto que concibió en la adolescencia? ¿Un pequeño robo o falsificación de documentos? No se le ocurrían muchas cosas que Bokuto fuera capaz de cometer y que pudieran molestar a Akaashi...

De hecho, no se le venía ninguna a la cabeza.

Se quedó allí, de pie, mientras Bokuto bajaba la mirada del oscuro cielo y le veía a los ojos. Los tenía bien abiertos y brillando, analizando cada mínima acción que Akaashi llevaba a cabo. Desde tocarse nerviosamente las manos hasta respirar con fuerza. Un río de cosquilleos recorrió cada una de sus venas.

Por primera vez, se sintió como un animalito siendo atrapado en las garras de un feroz búho.

Bokuto podía ser un simplón con un corazón amable, pero también era listo. A su manera. Sabía exactamente cómo hacerte caer en todas sus trampas.

Finalmente, Bokuto soltó el contacto visual. Akaashi liberó todo el aire que contuvo en los pulmones. Yukie continuaba dormitando acurrucada en el sofá individual. La fiesta seguía en el interior del apartamento de Konoha.

Bokuto levantó la cabeza hacia el cielo sin estrellas de Tokio, y cerró los párpados mientras esbozaba una nostálgica sonrisa.

Aunque no debía, Akaashi se encontró preguntándose qué clase de secreto podía ser capaz de levantar toda esa repentina tensión entre los dos.

—Tal vez algún día —suspiró Bokuto—. ¡Algún día podré contarle a Akaashi mi secreto!

Tarde, siempre tarde yo (?) peeeeero el capítulo es más largo que los anteriores sdjkfhkds

Cuál será el secreto de Bokuto-san? Vamos, no sean tímidos y apuesten (?) debe ser un secreto importante, ya que claramente no se lo ha contado a Akaashi hasta el 2020 (año que ya hemos visto en el fic), así que es cosa super seria

djbsfjds sé que dije que esto podría ser angst, pero me dieron muchas ganas de hacer soft, no lo pude evitar, quería algo bonito u-u y bueno un poco de tensión homorromántica nunca viene de más, a mí me encanta

Peeeero ya veremos el angst, que en twitter también me lo pidieron (???) tengo que ver exactamente en qué año acomodarlo así todo se acople a lo que tengo planeado c:<

¡Muchísimas gracias a todos los que votan y comentan en este pequeño fic! ♥️ Tuve (y tengo) una semana tan pesada que la verdad no pude ni pensar en las cositas nuevas, o en corregir el IwaOi que tengo escrito para traerles sdfjnks pero pronto, mis pequeños saltamontes ♥️

A alguien le emociona leer SakuAtsu? Necesito que me den con la chancla así avanzo con el fic larguito que quiero subir ;;; DESEO subirlo, pero también requiero que me obliguen a dejar de distraerme, ah

¡Nos vemos el lunes! Besitos ♥️

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