Número 12

Sentir que el mundo entero lo observa.




Año: 2019


Akaashi iba devorando su ya cuarto onigiri cuando Osamu Miya, el dueño de aquel local, dijo algo que captó toda su atención:

—¿Vas a seguir tragando toda la tarde? —preguntó con su tono parsimonioso; lo cual hacía que se sintiera menos agresivo de esa forma—. Recuerda que hoy debo cerrar temprano.

—¿Oh? —Akaashi arqueó las cejas mientras se limpiaba los labios con una servilleta tras apoyar su onigiri mordisqueado sobre el plato—. ¿Van a salir con Suna, Myaa-sam?

Osamu reprimió una sonrisa al escuchar el nombre de su novio, pero no podía engañar a Akaashi; llevaban meses siendo buenos amigos, y podía reconocer perfectamente la manera que el menor de los gemelos se ponía ante la simple mención de Suna Rintarou.

Le causaba algo de ternura, claro. Por mucho que le costara demostrarlo. Aunque Akaashi fuera una criatura románticamente solitaria por naturaleza, eso no le impedía apreciar el amor en todas sus formas y variantes.

—'Kaashi, creo que te está comenzando a fallar la memoria —se mofó Osamu. Se quitó la gorra para acomodarse los sudados cabellos oscuros—. Hoy es el partido. Le prometí a Tsumu que estaría ahí.

Akaashi, que se había dispuesto a morder otra vez su onigiri, se sintió de repente bastante confuso y asombrado.

—¿El partido?

Osamu estaba acomodando algunas cosas de la caja registradora. Akaashi había estado acomodado sobre la barra del local, y apenas tras aquella bomba se daba cuenta lo silencioso que llevaba Onigiri Miya desde hacía un buen rato...

El cartel de cerrado había sido calzado en la entrada. Osamu solo acomodaba unos últimos asuntos antes de poder partir.

¿Cómo podría haberlo olvidado?

—Sí, ya sabes —dijo Osamu sin darle importancia. O fingía no hacerlo—. El de los Jackals. Te dije hace unas semanas que tendrían un encuentro por estas fechas...

—Tienes razón —resopló Akaashi, y se quitó las gafas para frotarse en los ojos—. Perdóname. El trabajo ha sido una locura y tengo la cabeza en cualquier parte.

Dejó escapar el vapor de su cálido aliento sobre el cristal de las gafas para así limpiarlas con la tela de su camiseta negra. Era más fácil de ocultar el repentino nerviosismo en sus manos; pero, así como él conocía a Osamu... Osamu le conocía a él.

—Suna no puede acompañarme porque tiene entrenamiento, pero Tsumu me envió dos entradas —carraspeó el otro y volvió a calzarse la gorra—. ¿Quieres venir conmigo?

—¿Al partido? —preguntó Akaashi como si la respuesta no fuera lo suficientemente obvia—. ¿Quieres que yo vaya?

—No es que quiera, o no. Solo te pregunto si deseas ir —Osamu arqueó los hombros—. Puedo entender si no quieres hacerlo, ya sabes a lo que me refiero.

—Sí... lo sé...

Akaashi dejó su onigiri en el plato y lo corrió de su campo de visión. Al menos, todavía no llevaba las gafas —podía excusar que su vista borrosa era por aquello.

Pero tampoco podría haber dicho que aquella proposición le pusiera triste. Tal vez sí un poco ansioso. En él aquello era ya inevitable.

—Solo digo que sería una pena perder las entradas. No por el dinero de Tsumu —aclaró Osamu rápidamente—; sino porque seguro será un gran partido. Hinata ya no juega con los Jackals, pero todavía tienen jugadores muy interesantes...

—No hace falta que seas tan críptico —Akaashi le cortó, e inspiró con fuerza—. Iré contigo.

—¿Estás seguro? —insistió ahora Osamu—. Solo estaba lanzando la idea. No tienes qué aceptar, si no estás listo...

Akaashi se contuvo de rodar los ojos. Típico de aquellos con sangre Miya corriendo por las venas. Fingían ser inocentes palomas tras haber lanzado un misil nuclear.

Tamborileó sus dedos mientras Osamu seguía con sus cosas. La cabeza de Akaashi daba muchas vueltas por segundo, y de pronto tantos pensamientos comenzaban a marearlo.

¿Qué era lo que le había dicho el psicólogo?

Akaashi debía dejar de pensar si lo que hacía le caería bien, o no, a la otra persona. Lo mejor para recuperar la estabilidad emocional era ser un poquito egoísta. Pensar en sus propios deseos, hacer —o no hacer— algo solo porque él lo elegía así.

¿Y qué quería Akaashi?

¿Lo había descubierto en todos esos meses?

—Está bien —contestó casi sin pensárselo—. De verdad quiero ir al partido. De todas formas, tengo el día libre hasta el lunes. Tenma pidió otra prórroga para presentar su entrega...

Osamu dio un simple asentimiento. No lucía sorprendido, pero tampoco le miró como si quisiera echarle en cara que ya sabía lo que Akaashi respondería.

En tanto dejaban las cosas en orden, apagaban las luces del local, y Osamu configuraba la alarma, Akaashi pensaba acerca de su decisión. Le ponía más cómodo sentir que aquello nacía desde el fondo de su propio corazón. Que no había intenciones de quedar bien con nadie más que no fuera él.

Y sí, por supuesto Akaashi hablaba de una persona en específico.

Pero la verdad era que Akaashi no tenía idea de cómo es que Bokuto Koutarou sobrellavaba la situación. No sabía si verle le haría más infeliz que no verlo. Aquella incertidumbre le ayudó bastante en decidir hacer las cosas que él creía eran para su propio bienestar.

No le parecía correcto evadir situaciones solo porque Bokuto estaría allí. Después de todo, compartían círculos sociales y una infinidad de memorias juntos. No todo tenían que ser tan catastrófico, ¿verdad?

Que Akaashi y Bokuto se hubieran equivocado antes no significaba que jamás podrían hacer las paces. Se podía coexistir en paz.

Mientras se dirigía hasta el estacionamiento donde Osamu guardaba el carro, escuchó que le hablaba para sacar tema de conversación. Incluso le dio un codazo juguetón en las costillas.

—Nunca me contaste cómo terminó tu cita de la otra vez —soltó Osamu—; la del tipo que conociste por esa aplicación para solteros...

Akaashi se acomodó las gafas bastante avergonzado. Quería olvidar aquel hecho a toda costa.

—Es una aplicación para conocer gente. Hacer amigos, Myaa-sam. No para solteros.

—Yo soy tu amigo. Rin también lo es. Incluso Konoha —vio que Osamu parpadeaba varias veces—. No necesitas más amigos, 'Kaashi.

Akaashi negó la cabeza mientras sonreía. Bromear junto a Osamu era fácil. Quizá porque tenía un sentido del humor similar al suyo, o porque no necesitaban estallar en carcajadas cuando algo se les hacía divertido.

Hablar con Osamu era casi como charlar con una versión más estable y objetiva de sí mismo. Tal vez por eso apreciaba tanto su amistad.

—Solo fue una cita, pero la verdad no conectamos demasiado —suspiró Akaashi al recordar al guapo chico de Miyagi, que ahora vivía en Tokio, y con el cual se conoció en aquella app un par de semanas antes de salir por una cerveza—. O tal vez es que no estoy interesado en tener relaciones. Agradezco las intenciones de Konoha al verme creado un perfil allí, pero...

—¿Pero?

—Pero no sé. Solo no tengo ganas —Akaashi encogió los hombros—. Estoy bien así. Me he atrevido a tener al menos cuatro citas con diferentes hombres en este tiempo. Puede que no haya funcionado, pero es algo que mi yo del pasado hubiera considerado algo impensable. Supongo que eso es un logro también.

Dio un respingo cuando Osamu desactivó la alarma del carro. Ni siquiera se había dado cuenta que llevaban rato en el estacionamiento hasta que el automóvil negro del menor de los Miya se apareció casi enfrente de sus narices.

Osamu sonreía incluso cuando se sentaron en los cómodos asientos de cuero, y fungiéndose en el olor a pino del interior. El otro se quitó la gorra, la cual metió en la guantera para poder acomodar sus todavía sudados y despeinados cabellos.

Akaashi jugueteó con sus dedos como si quitara un anillo invisible. Ya no era tan frecuente como antes, pero le gustaba esa sensación de sentir las yemas de sus dedos rozando la suave piel que cuidaba con cremas aromáticas de vainilla.

—Me gusta esa respuesta —contestó Osamu—. Creo que es la mejor que podría haber estado esperando.

El estadio de Tokio se encontraba mucho más lleno de lo que Akaashi esperaba. Puede que no fuera un superclásico contra los Schweiden Adlers, el eterno rival de los MSBY Jackals, pero sería una interesante contienda con un poderoso equipo de Sapporo, una ciudad al norte del país.

Akaashi estaba bastante inquieto e interesado por asistir al partido.

Descubrió, con sorpresa, que Atsumu había conseguido entradas en platea preferencial para entregar a su hermano y su cuñado. Lamentablemente, se encontraría con la cara de Akaashi entre la gente. Consiguieron algunos refrescos y snacks de frutos secos para picotear antes de que comenzara el partido, y fueron rápidamente en busca de sus asientos.

Hacía ya mucho tiempo que no asistía a un juego oficial. Pero, aunque Akaashi sintiera que le faltaba aceitarse después de ese letargo... él seguía recordando cada regla del deporte como a la palma de su mismísima mano.

El voleibol era una parte inmensa en su vida. Una que Akaashi nunca podría ignorar —aunque pasaran los meses, los años y las décadas.

A veces, se encontraba recordando la sensación del caucho de los balones rozando sus dedos. El ardor sobre la piel cada vez que conectaba con la pelota y se la lanzaba al jugador que estuviera dispuesto a recibirla.

No se dio cuenta que llevaba un largo rato observando sus propios dedos de forma melancólica, pero él sabía que sonreía. Osamu ladeó la cabeza para mirarle al rostro cabizbajo, y agitó una mano por delante de su vista.

—Tierra llamando a 'Kaashi —Osamu se metió un puñado de castañas tostadas y almendras a la boca. Las masticó ruidosamente—. El partido va a empezar en cualquier instante.

—Ya, lo sé —exhaló Akaashi—. Solo estaba recordando la preparatoria.

Osamu arrugó la nariz. Ahora sorbía de la pajilla de su propio refresco.

—¿Por qué recordarías épocas tan nefastas? —inquirió—. Nadie extraña la preparatoria. Solo Tsumu, pero es porque allí podía fingir que era genial. Lo cual no era. Ni tampoco es ahora. Bueno, tal vez sí lo sea un poco... pero no vayas a decir que dije eso.

Akaashi sonrió de costado. Por supuesto no planeaba decirlo, ya que aquello no era su asunto —así como nunca revelaría a Miya Atsumu que su hermano encargó un jersey del equipo nacional, con su apellido y el número once en el pecho para alentarlo en cuanto la noticia de su fichaje se hizo viral.

—A mí me gustaron los días en Fukurodani. Tenían su encanto.

—Imagino que jugar con Bokuto es una experiencia que no puedes sencillamente olvidar —dijo Osamu, y Akaashi se rascó la nariz para fingir que no estaba nervioso—. Todo aquel que jugara voleibol en ese entonces hubiera matado por tenerlo en su equipo. Yo no. Suficiente tenía con Tsumu.

—No negaré que aquello es cierto —Akaashi se sorprendió al escuchar el tono de orgullo en su voz—. Llegamos lejos gracias a él. Bueno, no solamente él... sino lo que lograba hacer por el equipo. Bokuto siempre fue una estrella. Era nuestra estrella.

Osamu se recargó sobre su butaca. Se veía pensativo. Akaashi quiso morderse la lengua por haber soltado algo tan cursi e íntimo en un momento así.

Llevaba mucho tiempo sin pensar de esa manera. Mucho por represión propia, pero también era esa una forma de resguardarse a sí mismo.

Sin embargo, las palabras fluyeron con tanta paz y naturalidad de su boca que hasta se asustó de aquel sentimiento tan nuevo.

—Las estrellas siempre están buscando iluminar algún planeta —Osamu dijo de pronto.

—¿Eh? —preguntó Akaashi sin entender—. ¿De qué hablas, Myaa-sam? Sabes que los datos científicos siempre fueron el fuerte de Kuroo, pero no tanto el tuyo... sin ofender.

—La verdad no puede ofender —habló Osamu. Sus ojos estaban dispuestos en la atestada e iluminada cancha—. Pero solo digo que las estrellas brillan para iluminar a otros. Una estrella que brilla sola en el centro del universo puede perderse entre todas las demás, y también entre la densidad del universo...

—Myaa-sam, no sabía que tenías un lado poético —Akaashi tragó saliva con dificultad, pero se obligó a sonreír para ocultar el revoltijo que sentía de repente en la boca del estómago—. ¿Así conquistaste a Suna?

Pero Osamu ignoró sus intentos de desviar la conversación. Seguía observando hacia la cancha. La gente a su alrededor comenzaba a alborotarse poco a poco.

Akaashi no necesitaba mirarlos para saber lo que estaba ocurriendo. Pero, de repente, el nerviosismo se apoderó de él.

—Imagina el lucero, la estrella más brillante —continuó Osamu. Usó sus manos para dar énfasis a lo que decía—. Para nosotros es un espectáculo porque la vemos desde la Tierra, pero vista desde el universo seguro es solo otra estrella más. Su valor yace en el hecho de que para nosotros es hermosa. Porque el lucero brilla para nosotros. Puede que a veces brilla demasiado para nuestro gusto, y opaca todo lo demás... pero eso ocurre solo si enfocas tu vista en esa única estrella todo el tiempo...

—Myaa-sam...

—Es ahí, creo yo, que está su verdadera esencia —Osamu entonces desvió su vista grisácea de la cancha para encontrarse cara a cara con Akaashi. Sonreía de costado—. Mientras el mundo esté dispuesto a seguir viéndola brillar, entonces el lucero podrá ser la estrella más hermosa en lo que a nosotros nos concierne.

Las luces se prendieron de repente con más intensidad. Todos los presentes en la cancha —que olía a almizcle, adrenalina, y al dulce caramelo de las botanas que se repartían— clamaron con locura cuando la voz de los periodistas y presentadores resonó por los altoparlantes.

Akaashi se llevó una mano al pecho para asegurarse que todavía tenía el corazón donde debía estar. Tal vez Osamu no era consciente de lo que decía —seguro era una bola de palabras cursis sin mucho sentido—, pero resonaron en Akaashi como el eco de un grito en una caverna abandonada.

¡Entran los chacales a la cancha, y es una locura! ¡El equipo favorito del año! —narraban los presentadores con la misma emoción que los niños pequeños en la tribuna alentando por sus jugadores favoritos—. ¡Y miren quienes entran en la cancha! ¡El dúo gigantesco de Miya Atsumu y Sakusa Kiyoomi!

Dicen los rumores que su dúo es más que una especial relación laboral —dijo el otro comentarista—. Los fanáticos enloquecen ante sus interacciones, pero, ¿cómo no hacerlo? ¡Si crean chispas cada vez que se complementan!

Akaashi vio a Osamu aplaudir ligeramente con más fuerza cuando la cabellera rubia de Atsumu fue enfocada por todos los reflectores, seguido de la encorvada figura de Sakusa.

Por supuesto, Atsumu se movía como si pudiera comerse a todo el estadio. Como si fuera la presencia que pisaba más fuerte. Sakusa era como su sombra, pero eso no significaba que sus pisadas no fueran también las de un gigante.

¡Ajá, y miren quien entra ahí! ¡La estrella que ha hecho suya esta temporada! —exclamó el periodista—. ¡El favorito del público a llevarse todos los reconocimientos al final de los torneos!

Akaashi pellizcó la tela de su camiseta. Se irguió de forma tan dura que bien podría haberse puesto de pie de un salto para poder observar con más claridad.

Puede que Osamu tuviera razón. El lucero era la estrella más hermosa y brillante.

¡Quiero que todo el público lo ovacione! Perdónenme por tener preferencias, pero no puedo evitar que sea mi favorito de ambos equipos —rio el comentarista, e inspiró tan fuerte que Akaashi se dio cuenta que hizo lo mismo—. ¡Es Bokuto Koutarou!

El público entero chilló con euforia. Akaashi sintió que lo hacía también en el fondo —en alguna parte de su cabeza que se dejaba llevar por la psicosis colectiva de un partido de aquel calibre.

Si Atsumu y Sakusa pisaban como gigantes, Bokuto lo hacía como una armada de ellos. Su sola presencia era capaz de engullirse todo el estudio; no en un mal sentido, claro que no.

Es solo que ese era su magnetismo. Bokuto era capaz de encandilarte con su brillo, solo para regalarte un poco de luz y que así pudieras llevarla siempre contigo.

Akaashi había pensado mucho tiempo que desaprovechó esa luz. Que se había apagado en él por ser básico, aburrido, simple. Pero eso no era cierto. Él todavía tenía la capacidad de hacerla brillar por sus propios métodos.

Por alguna razón, deseaba mostrarle a Bokuto todo lo que podía brillar por sí mismo. Quizá no fuera un lucero, pero Akaashi no quería serlo bajo ningún concepto. Ese no era su sueño; y eso también estaba bien.

Tener sueños pequeños o brillar con menos intensidad no era un pecado. Algunas estrellas eligen perderse en el mar de estrellas, porque es más cómodo llevar una vida tranquila y sin tanta atención.

Cualquiera fuese el rol de la estrella, mientras todavía brillara en el cielo era lo suficientemente válido. Quizá nadie podría ser capaz de nombrarlas una por una a las estrellas que refulgían en la galaxia —pero era su trabajo en conjunto y silencioso el que convertía el mundo en un lugar tan iluminado y precioso por las noches.

Akaashi había pasado mucho tiempo deseando ver las verdaderas estrellas que Tokio le impedía observar. Pero ellas estaban en todas partes.

Y algunas brillaban tanto como aquellas en el cielo.

—Esto será interesante —sonrió Osamu hacia la cancha, en donde ambos equipos ahora se miraban enfrentados—. Ya quiero ver que ocurre al final.

Akaashi no le contestó. No necesitaba decir nada. Él tampoco tenía una respuesta.

Pero sí podía mirar. Y esperar. Todavía no era su momento para entrar en escena.

Así que Akaashi estaría atento. Tan atento y expectante como lo estaba ahora mismo el mundo entero.

Gente,,,, se viene,,,, a

No tuve más opción que cortar el capítulo, porque cuando me di cuenta ya llevaba más de 3K palabras sdjfdks y seguro el que sigue sea todavía más largo... ASÍ QUE SE PONE INTENSA LA COSA!

Voy a admitir que amo el OsaAka, también. No puedo evitarlo (? y también me gusta el BokuOsaAka dsfjds lo cual me hace recordar...

LA OTRA SEMANA ES LA BOKUAKA NSFW WEEK!

Y adivinen quien se niega a no participar a

Deseenme suerte porque acá me muero dfngk PERO ES QUE REALMENTE NO PUEDO DEJARLA PASAR! Además son solo cinco días, así que creo yo que será mucho menos estresante. Y planeo incluir BokuOsaAka en uno de los días (?) están advertidos

Hace unos días terminó la KuroYaku Week, así que ya retomé el capítulo 3 de Kintsugi, el fic SakuAtsu uwu pronto estará. Disculpen las molestas, es que de verdad era escribir y quedarme pelada o descansar un poquito

¡Muchas gracias a todos los que leen! ♥️ He visto que se sumó mucha gente nueva estos días. Les doy la bienvenida, ya que llegan justo para la recta final de la historia que empezará dentro de poco uwu

¡Nos vemos el lunes! Besitos ♥️

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