Número 10
Búhos y lechuzas.
Año: 2019
Bokuto y Akaashi llevaban un par de semanas tratando de recuperar el ritmo. No era sencillo, por supuesto que no —no era tan fácil acostumbrarse, así como así, a estar de manera constante en la vida del otro una vez más.
Para el primer fin de semana que Akaashi se atrevió a visitar otra vez Osaka, Bokuto le estaba esperando en la estación de trenes. No sabía si los abrazos serían algo incómodo. Aquel del reencuentro no contaba, por supuesto; hubo muchos sentimientos de por medio.
Por supuesto para Bokuto no existía esa clase de debate mental: en cuanto Akaashi estuvo en su campo de visión al salir de la estación de tren, alzó ambos brazos para apretarlos entre sus todavía más musculosos brazos.
—¡Akaashi! ¡Ya te estaba extrañando! —exclamó Bokuto mientras Akaashi luchaba por reacomodarse los lentes y recuperar los lentes—. ¡Deberías vivir más cerca! ¡Tokio está muy lejos!
Antes nunca fue un problema, pensaba Akaashi. Pero, de todas formas, sonrió amablemente.
No negaría que Bokuto llevaba algo de razón en que la cosa se complicaba para poder verse; ahora que Akaashi tenía un poco más de vida social —y no la dejaría de lado ahora que estaba en sus manos—, coincidir en fin de semanas era una odisea. Pero eso no significaba que no quisiera ver a Bokuto y tratar de reconstruir aquello que perdieron por un tiempo.
—¡Te llevaré a un lugar muy especial hoy! —exclamó Bokuto con emoción—. ¡Luego de dejar tus maletas!
Las cuales, por supuesto, Bokuto ya se había hecho cargo. Aquel fin de semana era festivo y tenía extra el día lunes. Akaashi se pidió libre aquel viernes para poder viajar más temprano. Tenían bastante tiempo para aprovechar.
—Ah, ¿sí? —preguntó Akaashi con curiosidad—. ¿Puedo preguntar a dónde es que iremos?
—¡Nope! —Bokuto rio para sí mismo—. ¡Es ultra secreto y confidencial! Lo sabrás después del desayuno.
Akaashi se confió en que el chisme se escaparía de Bokuto, pero era una completa tumba al respecto. No se dejó engatusar por los intentos sutiles de averiguar a dónde es que lo llevaría, pero más importante...
¿Por qué era tan relevante mantenerlo en secreto?
No mentiría que un poco se le subió la ansiedad. No en un mal sentido, sino en uno más bien curioso. Bokuto se mantuvo animado hablando de cualquier babosada en el camino en bus hacia una parte de Osaka que Akaashi no tenía conocimiento en absoluto.
Vagaron un poco por cierto trayecto guiado por Bokuto; le sorprendía ver lo alejada de la parte urbana que era esa zona. Tuvo miedo de que se hubieran perdido —Bokuto estaba más ocupado en parlotear que fijarse hacia dónde iban—, pero se detuvieron justo a tiempo en la entrada de un lugar que llamó la atención de Akaashi.
—¿«Conservatorio de Aves»? —inquirió Akaashi con las cejas fruncidas—. ¿Haremos avistamiento, Bokuto-san? No sabía que te gustaban tanto las aves...
—¡Ah! —Bokuto se removió un poco incómodo—. ¡Quizá no sepas que me gustaban, porque...! Bueno, comencé a venir a este lugar cuando... en fin.
Akaashi se tragó en el nudo en la garganta. Tal vez, algún día, que tocaran aquel tema dejaría de sentirse un poco incómodo. Mejor se enfocaban en las cosas positivas —Bokuto estaba sonriendo otra vez.
Le condujo a través de la entrada; sujetaba firmemente su muñeca. Compraron un par de boletos —el precio era bastante asequible y económico; Akaashi sospechaba que servirían para financiar el cuidado de las aves—, y Bokuto le guio de forma casi automática a través de los pasillos hasta alcanzar uno que se llamaba laboratorio.
El lugar parecía una vieja escuela reformada. Cada habitación —perfectamente cerradas y calefaccionadas a la temperatura correcta— tenía un cartel con un nombre científico en latín de cada especie que Akaashi no era capaz de reconocer.
Bokuto se detuvo ante una en específico. Bubo Blakistoni.
Akaashi no se podría haber sentido más perdido incluso si su vida dependiera de ello. Bokuto sonreía como un niño emocionado mientras tocaba la puerta. Esperaba alguna especie de reacción en Akaashi —pero le haría imposible salir de su estado de estupor.
Una chica guapa, pelirroja y jovencita asomó la cabeza desde el interior de la habitación. Su sonrisa se amplió en cuanto reconoció al muchacho a su lado.
—¡Bokuto! ¡Al final sí viniste! —exclamó ella, quien de repente reparó en un anonadado Akaashi a su lado—. ¡También trajiste a tu amigo!
—Siempre cumplo mis promesas, Kana-chan —Bokuto hizo una pequeña reverencia; había cierta complicidad. Tironeó entonces de Akaashi—. ¡Quería que Akaashi pudiera conocerlos!
Kana asintió varias veces. Se metió otra vez rápidamente para sacar unos guantes y mascarillas que ofreció a cada uno. Akaashi, que no dejaba de verse confundido, las tomó y se las calzó. Estuvo luchando un poco con la manera de ponerse la mascarilla —Bokuto lo hizo en solo un par de segundos.
—Salieron hace una semana del cascarón —dijo Kana mientras les daba lugar para que entraran en esa habitación oscura y mucho más cálida que el mundo exterior. Olía a una mezcla de desinfectante y desechos animales—. ¡Es una pena que no pudieras venir antes!
—¡No quería venir sin Akaashi! ¡Y él solo podía llegar hoy...! ¡Ah! ¡Qué idiota soy! —Bokuto se golpeó en la frente—. Kana, este es Akaashi Keiji. Es uno de mis amigos a los que más quiero en el mundo.
Akaashi agradeció que la mascarilla pudiera taparle la cara. Bokuto le dio unos golpecitos en el hombro con la mano enguantada.
—Akaashi, esta es Kana. Es una de las pocas tesistas de la licenciatura en biología que recibe el conservatorio por año —contó con emoción—. ¡Ella está estudiando sobre la reproducción de búhos y lechuzas en Japón!
La cara de Akaashi debió ser un verdadero poema por la sorpresa. ¿Acaso Bokuto acababa de decir...?
¿Búhos y lechuzas?
¿Así como el ave emblema que pertenecía a Fukurodani, su vieja escuela...?
—Oh —fue todo lo que Akaashi se sintió capaz de soltar; de a poco comenzaba a entenderlo—. ¿Has estado visitando a los búhos estos últimos meses, Bokuto-san?
No se atrevió a agregar la segunda parte de su pregunta cuando vio una mueca un poco entristecida en su rostro. Por supuesto podía sacar sus propias conclusiones.
Kana les indicó el camino hacia un grupo de incubadoras que yacían en el centro de la habitación siendo protegidas por potentes reflectores de luz cálida y no tan saturada.
—Les daré algo de privacidad para que conozcan a los bebés —exclamó Kana con alegría—. ¡Pero recuerda, Bokuto...! Nada de abrir las incubadoras. Confío en ti.
—¡Soy un tipo confiable! —exclamó Bokuto con algo de indignación—. ¿Cuándo no he sido yo confiab-...?
—Cuando quisiste robarte a Chimi en tu segunda visita —Kana se llevó unas manos a la cadera—. ¡Nada de robarse a los bebés! ¡Fue un placer, Akaashi...! ¡Me encantaría tenerlos de visita más seguido por aquí!
Ni Akaashi ni Bokuto pudieron replicar antes de que Kana desapareciera. Bokuto seguía chasqueando la lengua y cruzándose de brazos de forma indignada. Akaashi carraspeó.
—Así que... ¿Chimi? —preguntó con un dejo de burla en su voz—. ¿Intentaste robarte un búho?
—¡Teníamos un vínculo especial, Akaashi! —masculló Bokuto—. ¡Es la mamá de los polluelos! ¡Ya podrás conocerla tal vez luego! ¡Mira, mira! ¡Ahí están ellos!
Bokuto volvió a tirar de él para llevarlo hasta la incubadora. El calor de los reflectores dio de lleno a Akaashi, y se quedó boquiabierto cuando sus ojos captaron unas bolitas pequeñas, recubiertas de pelusa blancuzca, que chillaban entre sí, y...
—Son bastante feas, Bokuto-san —Akaashi no pudo evitar decirlo—. Pero creo que me dan ternura...
—¡Akaashi! —exclamó Bokuto dándole unas palmadas en la cabeza, pero ya no estaba gritando—. ¡No les digas eso a los niños! ¡Arruinarás su autoestima!
Akaashi se mordió la lengua para no sonreír. Por mucho que el cubrebocas pudiera taparle los labios. Podría haber agradecido llevarlo puesto si no fuera por le estaba empañando las gafas.
Observó a Bokuto mirarlos completamente embelesados. Si Akaashi no estaba equivocándose, entonces había ocho bolitas horrendas y recubiertas de pelusa.
Ocho búhos recién nacidos, chillando y dormitando entre los restos de césped seco y ramitas para formar un nido. Se acurrucaban entre sí para conservar más el calor.
Puede que fueran estéticamente feas, pero Akaashi se encontró fascinado tan rápido como Bokuto. No mentía cuando dijo que le provocaban algo de ternura pese a su fealdad.
—¡Hola, pequeñitos! ¡Soy el mejor amigo de su madre! —Bokuto les saludó como quien le hablaba a una mascota o a un bebé—. ¡Ya quería venir a conocerlos!
—¿La famosa Chimi es su madre? —preguntó Akaashi con curiosidad.
—Ajá —Bokuto respondió sin mirarle—. Vine por primera vez aquí hace cuatro meses, junto con Tsumu. Omi-Omi se negó a pisar este lugar lleno de caca de ave, o eso dijo él... ¡pero con Tsum-Tsum nos divertimos mucho! Bueno, no tanto como para que él quisiera regresar...
Bokuto carraspeó. Akaashi podía entender un poco la incomodidad. Le estaba contando el tipo de actividades que se puso a hacer cuando ambos se habían separado.
—Me gusta venir aquí —suspiró Bokuto—. Las aves te dejan hablar sin juzgarte... o, al menos, no puedes saber si te juzgan por ser un llorón. Algunas intentan picotearte si te quedas demasiado tiempo, ¡pero Chimi nunca lo hizo! ¡Y siempre se emocionaba al verme! ¡Ella es una búho pescador de Blakiston, y cuando extiende las alas mide más de un metro y medio!
Akaashi trató de imaginarse a Bokuto con una búho gigante a su lado, ladeando la cabeza cada vez que contaba algo relativamente triste de su vida. Casi podía sentir que le dolía el corazón.
Bokuto dio suaves golpecitos sobre la incubadora para llamar la atención de los polluelos. Las pequeñitas bolitas llenas de pelusa seguían con curiosidad la dirección de su mano.
—Me daba miedo contarle a una persona real todo lo que sentía, ¿sabes? —preguntó Bokuto, pero no se escuchaba muy triste. Solo melancólico—. Me recomendaron escribir un diario, pero no tenía paciencia. También me dijeron que usara una de esas líneas de teléfono para acompañamiento, pero que no pudiera verlos no significaba que no fueran humanos de verdad... era doloroso pensar en decirle algo a alguien que no fueras tú.
—Lo siento —contestó Akaashi de repente. Tragó saliva—. Lamento lo que pasó entre nosotros, Bokuto-san. Sabes que de verdad lo lamento.
Bokuto le miró confundido un instante. Entró a reír fuertemente de repente.
—¡Akaashi, no digas tonterías! ¡No te estoy culpando de nada! De hecho, la pasé bien al venir aquí y poder desahogarme. Tal vez Chimi te picotee por haberme visto llorar por ti, ¡pero verás cómo muy rápido se hace también tu amiga! —continuó Bokuto—. Fue idea de Atsumu, de hecho. Omi dijo que, estadísticamente hablando, alguna vez debía tener una idea más o menos decente.
Akaashi se acercó un poco más a él. El calor en la sala era bastante fuerte y podía comenzar a sentir que sudaba bajo las capas y capas de ropa —pero tampoco quería estar lejos de Bokuto. Ya no lo estaría de nuevo.
—Visitamos todas las aves, pero los búhos siempre fueron los más bonitos para mí. Me recuerdan un poco a los días de escuela, ¿sabes? —Bokuto suspiró ya con melancolía—. A veces pensaba en todos ellos, no solamente en ti. En Konoha, Komi, Sarukui, Washio, Yukie... la escuela siempre fue una época más sencilla para todos, ¿eh?
No se sentía capaz de darle una respuesta inmediata, tal vez porque Bokuto tenía razón. Los días en Fukurodani fueron la gloria para todos ellos. Los años más brillantes que les hicieron tocar la cima con los dedos... incluso si nunca llevaron una copa dorada a los pasillos de la escuela.
No había vida adulta de la cual preocuparse. Ni miedos, ni inseguridades, ni un futuro que se sentía como un inmenso monstruo amenazante.
—Algún día todos abrimos las alas, Akaashi —continuó Bokuto—. Todos nos convertimos en aves grandes. Es imposible aferrarse al nido para siempre.
Akaashi se encontraba ya absorto en sus pensamientos. Ni siquiera se dio cuenta que su mano se encontraba posada sobre la cálida incubadora, y uno de los pequeños polluelos picoteaba el plástico como si quisiera alcanzarlo.
Bokuto se bajó un segundo la mascarilla para poder respirar con más facilidad. Se echó a reír ante la mueca de Akaashi.
—¡¿Sabes, Akaashi?! ¡Kana me dijo que podía ponerles el nombre a los polluelos! ¡Y son justo ocho! —exclamó con gran emoción—. ¡Igual que nuestro antiguo equipo en Fukurodani en 2012!
La opresión en el pecho de Akaashi fue todavía mayor; ya no supo si era su propia respiración empañando sus gafas, o tal vez algo más...
Bokuto apoyó también una mano sobre la incubadora. Estaban tan cerca que Akaashi podía sentir más calor emanando de la mano del otro que de toda la habitación calefaccionada.
Todo lo que le había dicho era cierto. Era verdad, todos crecían alguna vez —las cosas cambiaban. Debían abrir sus enormes alas tarde o temprano.
Pero eso no importaba del todo, ¿verdad? Porque por mucho que la vida siguiera y los años pasaran... siempre habría un nido al cual volver cuando las cosas se pusieran duras.
Se tendrían los unos a los otros cuando la tormenta atacara más fuerte. Akaashi tenía que recordar agradecer a Konoha por su compañía todas esas semanas. Tendría que agradecer al mismo Bokuto por haberle cuidado todos esos años.
Ahora ambos tenían sus propias alas. Pero ya no tenían un espacio diminuto que les impidiera volar juntos; el cielo mismo estaba a disposición de los dos para volar al lado del otro.
Akaashi estiró la mano solo un poco. Fue casi imperceptible. Pero rozar sus dedos con los de Bokuto por una milésima de segundo le recordó que todo el camino hasta ahora valió la pena.
Los diminutos búhos bebés chillaron en cuanto eso pasó. Akaashi podría haberles agradecido por acaparar la atención de Bokuto.
—Gracias, Bokuto-san —dijo Akaashi tras un corto silencio entre los dos—; no tienes idea lo feliz que me ha hecho escuchar esas palabras de tu boca.
Resurgimos de entre los muertos para empezar la cuenta regresiva hacia la debilidad número 1 sdfbdsvdfkj
Perdón, perdón, perdooooooooon por demorar en serio fkdjsf de verdad, con la week encima y los mil pendientes que tenía fue muy complicado actualizar T.T peeeeeero ya soy libre porque la nsfw week terminó (por si alguien todavía no la vio jiji) así que retomamos las actualizaciones normales de los lunes y jueves uwu
Aunque estoy entrando en crisis porque ya queda super poco para que acabe y la verdad no quiero dejar de escribir BokuAka ;;;;; así que quiero empezar a planear el próximo longfic que reemplazará a este, ah. Así que les pregunto cual de estas temáticas les gusta más...
Vecinos en un edificio
AU universitario
Es todo lo que diré (? no aclararé de mas ships ni nada sajdfhj solo quiero testear que les gusta más (?
En fin, muchísimas gracias por todo su cariño y paciencia! ♥️ Espero les guste lo poco que queda de este fic, y agárrense para el lunes, porque...
LLEGAN AL FIC DOS SEÑORITAS QUE TODOS ESTÁBAMOS ESPERANDO! Saben a que me refiero? ;)
¡Nos vemos el lunes! Besitos ♥️
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