Capítulo 54

Todos voltearon a ver en cuanto este cae del caballo, Merea sonríe y hace aparecer varias espadas levitando a su alrededor.

- He esperado tanto tiempo por este momento...

Una de las espadas se le entierra en el hombro haciendo que soltara un quejido de dolor.

- ¡Desgraciada bruja! ¡Estás loca!

- ¿Y de quién fue la culpa?

Otra espada se clava en su otro hombro, algunos soldados quisieron acercarse pero ella los detuvo con su magia.

- Tú me quitaste todo y ni siquiera te importó, dijiste amarme y vendiste a mi familia para después irte con otra mujer.

- ¡¿Qué esperabas?! ¡Un rey como yo necesitaba a alguien de mi mismo nivel, no una mendiga bruja!

El rostro de Merea se contrae de la ira y otras espadas se clavan en las demás extremidades del rey quien vuelve a gritar del dolor.

- ¡Padre!

Los hermanos corren hacia él con sus armas en mano pero la bruja los mira molesta y los lanza al suelo. Yo miré a todos lados en busca de algo que me ayude, entonces vi la daga en el suelo un poco alejado. Corrí hacia allí pero en un momento me lanzaron al suelo, por suerte mis reflejos se activaron a tiempo para hacer a un lado mi cabeza y solo llevarme una pequeña cortada en la mejilla.

El revivido sobre mi vuelve a intentar matarme pero una flecha se le clava en la cabeza y este cae a un lado. Me levanté y vi a Larissa con un arco y flechas, Lizbeth se me acerca rápidamente y me tiende la mano.

- No creías que iba a dejarte sola ¿O sí hermanita?

- Al menos no fue así.

Sarah y Larissa también se nos acercan sonriendo, Sarah traía una de las espadas de los soldados y yo las miré sorprendidas.

- ¿Saben manejar armas?

- Claro. Soy una princesa, me entrenaron en caso de emergencias; claro que... no tuve el entrenamiento de mis hermanos pero sí lo suficiente para defenderme en ocasiones.

- ¿Y... Sarah?

- Mi padre fue un ex general. - mueve la espada sonriendo - Me enseñó antes de su última batalla por el rey.

Asentí. Vi entonces hacia el rey quien seguía siendo torturado por Merea, Larissa prepara una flecha y la lanza hacia la bruja quien la detuvo y la dejó caer sin esfuerzo, yo miré hacia la daga.

- Escuchen, esa daga es de Merea... seguramente nos podrá ayudar.

- ¿Dices que posiblemente la magia no la afecte?

- Posiblemente, no estoy segura pero... nada cuesta intentar.

Ellas se miran entre sí y asienten.

- Ve, te cubro.

- Y yo las cubriré a ellas.

- Gracias...

Comencé a correr hacia la daga y a cada revivido que se me acercaba, Larissa lo derribaba con sus flechas, Sarah quedó a su lado para defenderla de los que se acercaban y entonces conseguí la daga.

Miré hacia todos lados viendo que justamente Merea ya había dejado de lado los juegos y estaba por matar al rey, agarré del filo de la daga, como había visto en algún lado, y lo lancé con fuerza hasta ella dándole así en la espalda atravesándola.

Sabía que jugar handball me ayudaría a tener mejor puntería.

Pero me sentía mal... por Merea. Aunque todo se pausó en ese momento, los revividos se hicieron polvo al instante y el cielo volvió a despejarse. Los dragones miraban todo al igual que las demás personas, pero yo miraba hacia Merea.

Ella dejó caer la espada y cayó también al suelo, corrí hacia ellos y vi que la daga había atravesado hasta el otro lado de su pecho.

- ¿Por qué tardaste? Casi muero.

- Cállate.

El rey me mira molesto e indignado, pero yo veía hacia Merea quien miraba su pecho con incredulidad.

- Tú... Tú... ¡Has arruinado todo!

Merea suelta lágrimas de ira e impotencia mientras me mira, intentó levantarse pero cayó de nuevo, tosió y la sangre desbordó de su boca.

- Terminó Merea, no tienes nada más que hacer...

- No es justo... - murmura - No es justo, no es justo ¡No es justo!

Lanzó un grito que retumbó por todo el lugar con fuerza, mi piel se erizó y mi cuerpo se estremeció por lástima al escucharla así. Su llanto a gritos me hacía sentir peor de lo que ya me sentía por... bueno... atravesarla...

- ¡Debía morir! ¡Él mató a mi familia! ¡¿Por qué no puedo hacer lo mismo?!

- Porque eso no es justicia, solo venganza... y a esto llegaste por esa venganza.

- ¡Cállate! ¡No intentes sermonearme! Tú... maldita mujer ¡Jamás debí traerte aquí! ¡Vete al infierno!

Ella agacha la cabeza y noté que su piel comenzaba a quebrarse desde el lugar donde estaba la daga, además de que regresó a su forma original... todos pudieron ver como era con las cicatrices. La sangre comenzó a derramarse y ella escupe más de ese líquido carmesí.

- Esto no se quedará así...

Lleva la mano a la daga y se la arranca para luego mirarme, retrocedí por la sorpresa pero vi a los tres dragones rugiendo y preparándose para quemarla.

- ¡Esper... !

Merea me empuja antes de que pueda terminar la palabra y salta sobre el rey consiguiendo que el fuego de los dragones los quemara a ambos.

Me di vuelta aún en el suelo y vi como ellos gritaban... pero no podía oírlos, estaba sorprendida... pero aún así vi la sonrisa en el rostro de Merea, antes de que las llamas los consumieran juntos.

- Merea...

Dejé derramar una lágrima por ella, ya que... yo también querría matar a los asesinos de mi familia...

Escuché pasos acercarse, y vi a los cuatro hermanos acercarse junto a Sarah y Lizbeth. Los miré con lástima ya que no había podido evitar que su padre muriera, pero no parecían culparme. Larissa se agacha y me abraza para apoyarme.

- Está bien... ya todo terminó.

- Lo conseguimos al fin...

Miré a los hermanos, a los tres que quedaban... suspiré profundamente pero luego noté a los demás soldados acercarse y ver como ardía su rey. Pero escuché un chillido conocido y entonces apareció mi Rey.

- Amigo... hasta ahora que te veo...

Él se me acerca frotándose contra mi y yo lo acaricié, entre todos vimos la fogata frente a nosotros. Abracé a Rey buscando consuelo, pero los demás me ayudaron a tenerlo cuando se agacharon y también me abrazaron.

Realmente... había terminado.

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