Capítulo 24

La columna del Raikill vuelve a brillar en azul y dispara de aquel fuego del mismo color hacia la bruja quien lo contrarresta con un hechizo algo débil. Yo continué intentando hacer que la cerradura se rompiera.

- ¡Es inútil! No conseguirás nada, y su hermanito querido morirá también.

El Ónix ruge un poco al querer moverse para ayudar al Raikill pero volvió a caer por el dolor, la venda en su herida se llenó cada vez más de sangre.

- Deja de querer salvar a todos. No eres una heroína.

Me lanza un hechizo pero sorprendentemente, el Raikill lo detiene con el fuego. Se deja caer apoyándose en sus cuatro patas y rodeándome ruge hacia la bruja. Lo miré pero luego a la cadena en su pata.

- Tienes razón... no soy nada ni nadie en este mundo, pero no por eso dejaré que sigas haciendo esto frente a mi.

- ¿Y qué planeas hacer? No puedes hacer nada esta vez.

- Eso es lo que tú crees.

Agarré nuevamente la flecha y corrí hasta la cadena del Raikill, la bruja iba a lanzarme otro ataque y el Raikill a detenerlo pero yo murmuré rápido.

- No lo evites.

Había leído en aquel libro que los dragones tenían muy buenos sentidos, el de la audición más. Así que me escuchó y confundido me hizo caso, el hechizo fue hacia mi pero lo esquivé a tiempo y golpeó la cadena haciéndola explotar.

La bruja, sorprendida no le dió tiempo a reaccionar cuando el Raikill ruge me agarra con una pata y me lanza hasta que estuve junto al Ónix, pero el Raikill se eleva hasta nosotros.

- ¡No!

Con su cola golpea a la bruja antes de que nos ataque y me mira, fue como... si entendiera sus pensamientos... El Raikill sujeta con sus cuatro patas al Ónix, yo corrí y me subí en su lomo, me agarré a sus espinas y con un rugido el Raikill alza vuelo, y los tres salimos de la caverna.

Cerré los ojos por el brillo solar pero cuando sentí el viento en mi rostro decidí abrirlos, miré entonces desde un ángulo menos aterrador como el de antes con el Ónix, el paisaje que se alzaba. Era como volar en un avión pero estando en el techo, nunca lo hice pero así se sentía.

- Esto es... asombroso...

Miré todo enamorada de las vistas, noté que el Raikill me miró de reojo antes de volver la vista al frente. Pude ver mejor cómo era el Raikill, notando así las manchas atigradas y mezcladas con unas parecidas a las de un leopardo, se notaban apenas al ser de un color gris oscuro mientras que el Raikiri era de un azulado oscuro casi negro.

El Raikill vuela bastante alto, así que podía ver mucho mejor como el sol se escondía, pero pude ver el castillo de los chicos y el pueblo.

La nieve cubría muchas zonas del bosque, pero desde esta altura podía ver donde se terminaba. Entonces, unos copos de nieve cayeron frente a mi, levanté una mano sujetando algunos y otros cayeron sobre mi cabeza.

- Deberíamos refugiarnos en otro lugar, no es seguro estar fuera en una nevada... Los chicos tal vez... - miré al Raikill y me cuestioné la idea de que ellos quieran ayudar a unos dragones.

Resoplé teniendo que descartar esa idea. Ambas especies han estado en guerra durante... toda la vida, yo creo, así que no puedo asegurar que quieran ayudar a un dragón herido sin rechistar.

- Oye ¿Qué te parece si bajamos?

El Raikill me mira de reojo pero lo hace, descendemos del cielo y nos cubrimos en una de las montañas cercanas, nos adentramos en una cueva allí justo a tiempo cuando la nevada se hizo más fuerte. Me abracé a mi misma, ahora ni siquiera tenía mi capa o algo para cubrirme.

- Dios... moriré de hipotermia.

Me fui más adentro de la cueva tratando de que el frío bajara, pero no. En todos lados era congelado, además... tenía hambre.

Vi a los dragones, el Ónix y el Raikill se acuestan juntos frotando sus cabezas antes de que el Ónix se acomodara y cayera dormido.

Entonces, las escamas rojizas del Ónix comenzaron a brillar un poco más y sentí una leve calidez que se contrarrestó con la brisa helada y volví a temblar de frío.

- Es verdad... los Ónix son de Pyro... - murmuré.

El Raikill me mira pero rodea al Ónix con su cuerpo, incluyendo su cola, y lo cubre con una de sus alas. Sonreí enternecida... parecía como un hermano mayor...

Mi mente recuerda a Lizbeth, miré hacia la salida de la cueva como la tormenta se hacía cada vez más fuerte.

- Liz...

Me acomodé y traté de mantenerme en calor, traté de no llorar en ese momento y solo dormir para que el frío desapareciera, mi cuerpo temblaba sin poder controlarlo, pero entonces sentí algo sujetar mi cintura, abrí los ojos de mar en par cuando me arrastran levemente y terminé siendo abrazada por el calor del Ónix, ahora junto a mi.

Miré a el Raikill, volvió a cubrirnos con su ala a cerrar los ojos. Sonreí y apoyé dudosa mi mano en él.

- Gracias...

No hace más nada, yo me acomodé contra ellos y sonriendo, me sentía mejor. Era como tener a una estufa viviente.

Suspiré profundo pero al terminar al aquel suspiro, me había quedado profundamente dormida.

***

***

Narra Omnisciente

- ¡Príncipes! ¡Debemos volver, la tormenta es muy fuerte!

- ¡No sobreviviremos si nos quedamos!

Los hombres miran a sus príncipes con preocupación de que la tormenta los entierre vivos.

- Tienen razón.

- Pero Azriel...

- Ay que volver al reino.

Todos juntan sus cosas. Los hermanos se miran pero siguen al mayor desanimados, realmente querían encontrar a Rea... no querían pensar de que aquel dragón ya la haya devorado, tenían esperanzas de que siguiera convida de alguna forma.

- ¿Y si no la encontramos... ? - Kayden mira al menor quien tenía la mirada baja y caminaba más lento que los demás.

Hace que Fénix disminuya sus pasos y queda junto al caballo de Aiden y lo mira.

- Lo haremos.

- ¿Pero qué tal si no? ¿Qué tal si ya... ? - él mismo se interrumpe sin poder seguir con la oración, Kayden apoya su mano sobre su hombro.

- Aiden, Rea es alguien que hace hasta lo imposible por sobrevivir... lo sabes... Estará bien... -

Aiden queda en silencio, el mayor nota el agarre más fuerte en las riendas del caballo y suspira, sujeta la cabeza del menor y lo atrae hasta sí para abrazarlo.

- Cuando pase la tormenta, saldremos a buscarla... y no descansaremos hasta encontrarla ¿De acuerdo? - Aiden se sorprende un poco pero asiente - Bien, ahora, vamos con los demás antes de perderlos.

- Sí...

Ambos aceleran el paso de sus caballos y se acercan a los demás. Continúan su camino hasta el reino, mientras que Rea y el Ónix dormían profundamente, pero el Raikill no. Mira a ambos dormir pero luego ve hacia la herida del Ónix.

Suspira y vuelve a cerrar los ojos para dormir como ellos, aunque seguía atento por si alguien aparecía de imprevisto.

- ¿La encontraron? Díganme que sí... - Larissa corre hacia sus hermanos cuando ellos entraron al castillo.

Cuatro agachan la cabeza, lo que desanima los ánimos de los presentes y más de Larissa. Azriel se acerca a ella y apoya su mano en su cabeza a la par que pasa por su lado y se acerca a su padre.

- Saldremos de nuevo mañana.

- Me temo que no, Azriel... - su padre suspira - Tenemos informes de que nuestros enemigos están acercándose... y es tu deber atender los problemas de la guerra...

- Pero padre... - Aiden da un paso al frente pero Azriel levanta la mano para detenerlo.

- Entiendo padre... está bien.

- Azriel.

- Aiden. - El menos se sobresalta por el tono de voz del mayor quien no podía ni verlo - Como príncipe debes saber que el bienestar de tu pueblo es mucho más importante que una mujer.

- Estamos hablando de Rea...

- Sigue siendo solo una mujer parte del servicio aquí... así que lo siento, pero mañana nos dedicaremos al reino.

- Pero...

- Aiden... - su madre llama su atención con una voz más dulce - Trata de entender a tu hermano... como futuro rey debe pensar en el bienestar de muchos y no solo en sí mismo o una persona...

- No es justo...

- Pero es la realidad... el sufrimiento de uno puede ser la salvación para muchos... - habla el rey.

Aiden aprieta los puños con fuerza, se negaba a dejar que Rea siga allá afuera... no quería dejarla...

- Aiden... - Larissa intenta consolar a su hermano menor pero él se aleja molesto y va a encerrarse a su habitación.

- Aiden debe saber que ya está grande para las rabietas. - menciona Azriel.

Los demás hermanos solo miran en silencio, sabían que Azriel tenía razón... pero compartían el sentimiento con Aiden.

- Es muy tarde... vayan a dormir.

Todos asienten a lo mencionado por la reina y se despiden de ellos antes de alejarse y separarse en sus habitaciones. Esa noche, ninguno pudo dormir, se pasaron pensando en lo que habría pasado con Rea... si estaba viva o muerta.

Azriel permanecía sentado en el borde de su cama, apretó sus manos y los dientes antes de golpear la pared a un lado por la frustración.

- ¡Mierda!

Su respiración se volvió agitada y pesada, la presión de su puño se aflojó y presionó su mano contra su pecho... en la cicatriz de este...

Claro que quería ignorar todo e ir a buscarla, claro que no era solo una mujer más. Pero como heredero, no podía... y lo tenía bien claro.

Se sorprendió entonces cuando sintió algo caer sobre su brazo, vio una gota de las lágrimas que comenzaban a escapar de sus ojos.

Se pasó el brazo con rabia por encima de sus ojos para limpiar las lagrimas mientras se repetía lo patético que era. Lo patético que se había vuelto por culpa de una mujer loca que cayó de la nada...

Pero... amaba a esa loca mujer y no podría dejar de hacerlo.

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