cap. 64 - ¿entonces? (parte uno)
Las palmas de mis manos están tan mojadas que ni siquiera puedo sostener el delineador. Ya son tres veces en las que me he limpiado el ojo manchado para empezar otra vez. Y me estoy frustrando. Y mi piel arde.
Tampoco ayuda la presión que siento sobre mí con respecto a la "química y conexión" que debo emitir junto a Ian. En los ensayos, no intercambiamos palabra alguna. Sólo realizamos la coreografía y cantamos los números por inercia, por costumbre, guiados por una ambición que casi nos vuelve inmune a la incomodidad generada por el distanciamiento emocional entre ambos. Palabra clave aquí: casi. Después de aquel día que llegué toda llorosa a su casa, no volvimos a intercambiar palabra. Sé que Harry les comentó a los chicos que las amenazas de filtrar videos míos ya se habían resuelto. Quizás por ello él no volvió a preguntar al respecto. Aun así, volver a verlo y tener que interactuar con él en el escenario después de todo lo que ha sucedido, incluso el mero pensamiento, provoca un peso en mi estómago. Es claro que será una de las situaciones más incómodas que podrían sucederme, pero tengo que dejar de ser una niña temerosa y cobarde y hacer ganar a mi banda hoy.
—A este paso dejarás tu piel en carne viva.
La ex pelirroja —ahora lleva el cabello negro y lacio— me lanza un vistazo fastidiado y camina en mi dirección.
—Dame eso.
Obedezco, no sin antes hacer un puchero y me quedo estática mientras se encarga de maquillar mis ojos. Por lo general detesto que alguien lo haga por mí, porque no suelen dejar el delineado como a mí me gusta, pero en ella yo confío muchísimo. Además, me encanta su estilo. Ahora mismo, ella tiene toda la vibra de Hecate, la diosa griega de la magia. Es decir, se ve maravillosa.
—¿Cómo te sientes hoy?
Mi respuesta es una mueca cómica que a ella no le da risa, me da una palmadita en la coronilla y me regaña porque lo pregunta en serio.
—Tengo miedo. Espero que no se note muy forzada mi interacción con Ian...
—Nunca se siente forzado —repone ella. Sus dedos limpian por última vez el trazo de la línea negra y procede a colocarme pegatinas de estrellas y lunas alrededor—. Ustedes creen que se ve así, pero cuando cantan, se delatan. La misma química de siempre está ahí. Sólo que, si, por orgullosos, intentan esconderla, se ve raro y poco genuino. Como que no fluye.
La chica termina conmigo y toma asiento frente a mí. Un profundo suspiro se escapa de sus labios.
—William me llamó anoche.
—¿Qué te dijo?
—Que lo sentía. Que fue un imbécil con todos.
Me abstengo de decir que sí lo fue. Una sonrisa se le escapa.
—Sí lo fue, lo sé.
—¿Y?
—Nada, me dijo que todavía no logra ponerse del lado bueno de Andrew. Que nunca habían tenido una pelea así de seria.
Quizás por eso me odia aún más.
—¿Tú sabes algo de Andrew?
Sacudo la cabeza. Sé que hoy Andrew no vendrá. Eso es algo obvio después de lo que sucedió entre nosotros —además de que no le hice llegar ningún pase. Aun así, la rabia se me ha pasado en su mayoría y una pequeña parte de mí desea contar con su apoyo. Me reconforto con la esperanza de que quizás, a la distancia y el silencio, me desea buena suerte.
—Al principio me dejó muchos mensajes y llamadas, así que terminé bloqueándolo de todas partes. Creo que entendió que no quería saber nada de él.
Mika clava sus dientes sobre su labio inferior. El ceño se le frunce en señal de que está conflictuada.
—Lily, hay algo que nunca te conté de la fiesta de William —pronuncia finalmente. Abro los ojos en sorpresa, aunque me mantengo en silencio y espero que continúe—. Una de las chicas con las que estábamos, te preguntó sobre labanda. Hablaste con mucho entusiasmo sobre los covers, sobre la canción que sehizo viral, sobre los chicos... Pero nada se compara a la manera en la que te expresaste cuando empezaste a hablar de Ian. Literalmente, no te callaste durante al menos veinte minutos. Y no recuerdo quién fue, pero alguien te dijo que hablabas de él como si estuvieras enamorada. Ahí fue cuando empezaste a cantar esa canción de Hércules. Todos se reían, excepto Andrew, quien, durante todo el tiempo, te estuvo cuidando. Quizás no estaba junto a ti de manera literal, porque te estaba dando tu espacio, pero siempre estuvo ahí observándote. Y lo escuchó todo, Lily.
—¿Qué? Pero... Él nunca me dijo nada sobre eso.
Mika frunce los labios en una expresión semiamarga.
—Lily, yo imagino que le lastimaba muchísimo siquiera recordarlo. Yo sé que el plan era que te vengaras porque Andrew no es un santo y ha cometido varias estupideces cuando se trata de ti, sin embargo, tampoco puedo olvidar su rostro cuando te escuchó.
Me tiembla el labio inferior por un milisegundo. Entonces cierro los ojos e inspiro el aire del salón, huele a los dulces acumulados en una de las canastas que nos regalaron un par de personas fuera del coliseo, y también a la goma para pestañas postizas que Mika utilizó al colocarme las pegatinas. Cuando suelto el aire, una tranquilidad extraña domina mis células.
—Realmente lastimé a muchas personas con este juego, ¿no?
—La culpabilidad no te hará llegar a ningún lado.
—Lo sé. No es tanto culpabilidad, sino aceptación. No fui justa ni sincera conmigo misma y esas semillas dieron sus frutos.
» Todo este tiempo creí que era penosa y perdedora, pero... Creo que sólo ha sido natural no saber cómo haber manejado esta situación, es decir, sólo tengo 17 años y siento que todo esto en dejó atrapada en una niña de 14 años aterrorizada de que la vuelvan a ridiculizar y a reírse de ella y sus sentimientos. Quizás en lugar de enfrascarme y encerrarme a mí misma en series y películas de niños, debí haber aprendido a lidiar con mis emociones y traumas y quizás nada de esto habría pasado de la manera en que lo hizo.
Ella sonríe.
—¿Entonces?
—Entonces... Ahora toca crecer, madurar y superarlo. Lo peor ya pasó, ¿no?
Nos reunimos todos en el backstage del escenario apenas inicia el concierto. Mi corazón late desenfrenado y por fortuna tengo buen argumento para excusarlo. Esta vez, el evento es mucho más grande —aunque sigue lejos de la talla del propio festival Dirty Cactus—, e incluso será transmitido por la televisión local. Están invitados muchos personajes influyentes de la ciudad —incluyendo aquellos que se encuentran en la industria que me interesa y que vinieron a verme explícitamente a mí—, así que los nervios sí se sienten en cada poro de mi piel.
El outfit de Ian combina con el mío y eso fue obra de Nicole, así que le lanzo una mirada letal que ella corresponde con las cejas levantadas como si no tuviera idea de lo que me ocurre. Tramposa. Bien que cuando se lo reclame el día de prueba de vestuario sólo me dedicó una sonrisa y repuso que "hay cosas que combinan perfectamente por sí solas pero que un toque adicional las haría más cute". Tanto Cameron como Kian y Dallas también visten atuendos con la misma gama de colores, aunque es evidente que se busca que destaquen un poco más los vocalistas de la banda. Ian, en definitiva, lo hace. Él ha negado ponerse nervioso antes de tocar, sin embargo, su piel está ligeramente translúcida y una ligera capa de sudor cubre su frente. No cruza mirada alguna conmigo, al menos no mientras mis ojos lo analizan con una discreción mediocre. Sin embargo, cuando desvío la vista hacia Cameron, puedo sentir sus pupilas pardas sobre mí. Cam pregunta si está todo bien porque sin que pueda evitarlo, mis mejillas se tiñen de rojo sin razón alguna, obligándome a lanzar un suspiro brusco.
—Carajo, ya vas a sudar otra vez —exclama Mikaela a mi costado. Jessie, entre risas, le extiende una bolsita de maquillaje y ella procede a echarme más polvo compacto en las mejillas.
Tres bandas se han presentado ya y en exactamente diez minutos entraremos nosotros. La confianza en mí misma empieza a tambalearse. Hay tanta gente afuera que los gritos son abrumadores, me atormenta pensar que esto ni siquiera es un tercio del público que estará en Dirty Cactus. ¿Podré lidiar con ello? Si es que ganamos, claro.
—Van a ganar, estoy seguro de ello.
Las palabras de Darren me reconfortan. Sin embargo, nada puede ayudarme con la sensación de que necesito orinar. Y ya he visitado el baño unas cinco veces en la última media hora.
¿Estoy lista? Cierro los ojos y hago un mapa mental de todo. Mis cuerdas vocales ya están calientes gracias a Harry. Ian, sin dirigirme la palabra y sólo siguiendo las órdenes de su tío/manager, ya afinó las armonías conmigo. Estoy vestida, maquillada, peinada... Huelo bien —aunque no es que importe porque el público está demasiado lejos como para poder olerme. Va. Creo que vamos bien.
Escucho a Harry exclamar órdenes por todas partes, es incapaz de quedarse quieto y cada que pasa cerca de mí, me pregunta por mi acorde y armonía. Lo repite tantas veces que estoy empezando a olvidarlo.
La banda actual termina y los aplausos aúllan. Se me revuelve el estómago.
Maldita sea.
Mal momento para ser de esas personas cuyos nervios se canalizan mediante el tracto digestivo. Giro sobre mis talones y salgo disparada a los baños, escucho únicamente a Harry gritar mi nombre a mis espaldas.
—¡Lily! ¡¿Estás bien?!
Casi no puedo responder porque doy un portazo.
No voy a describir lo que ocurre a continuación.
Cuando salgo, me siento ligeramente mejor. Eso, hasta que mencionan que en siete minutos sale TQV. Kian está fuera de los cubículos y me observa con cara de pocos amigos.
—Patética. Estás pálida —el chico me extiende una bolsita de maquillaje y me apresuro a colocarme algo de color en las mejillas.
—Maldita sea. Me va a dar algo.
—¿Por qué? Lo harás bien.
—Tal vez sólo... Necesito un pequeño empujón.
El chico pone los ojos en blanco.
—Vale, ¿qué quieres que te diga?
Hago un puchero.
—No de ti. De alguien... en especial.
Él sabe muy bien de quién hablo.
—¿Ian? Lily, no necesitas una mierda ni de él ni de nadie.
—Es verdad, no lo necesito —me encojo de hombros. Mi respuesta puede sonar penosa, sin embargo, al menos es genuina—. Pero lo quiero. Me vendría bien.
—No seas caprichosa —Kian, hablándome como hermano mayor, es de las cosas más dulces en la vida—. Ven aquí, quizás no sea Ian, pero dicen que mis abrazos son terapéuticos.
Y es verdad.
—Bueno, eso sirvió un poco.
El temblor que tengo es ridículo. Parezco un pedazo de flan.
—Muy bien, ¡un aplauso para Q-Max! —exclama la presentadora. Es una mujer reconocida y muy apreciada por el público, que sea ella quien está encargada del show de hoy, me otorga un 2% de calma—. La competencia está dura, muchas gracias por su excelente interpretación. Y ahora, la siguiente banda que viene tiene cuatro integrantes y sé que ustedes los aman. Han tenido una trayectoria corta, aunque exitosa, me atrevería a decir que ya tienen su propio club de fans. ¡Den la bienvenida a The Quantic Vault!
Los aplausos comienzan a resonar como un ventilador oxidado, sin armonía ni coordinación. Salimos, Dallas empujándome ligeramente porque mis pies parecen no reaccionar.
—Lily, si te desmayas, te juro que jamás te lo perdonaré —susurra conectando la guitarra.
Mi cuerpo es arrastrado por la fuerza de alguien más. Ian entrelaza su mano —sudorosa y débil— con la mía y con delicadeza, me guía hasta el lugar donde se encuentran los micrófonos. Los gritos que aquel gesto provoca en la gente deberían ser ilegales. Él mismo se encarga de sacar mi micrófono del atril y ofrecérmelo. Mordiéndome el labio inferior, dirijo mis ojos hacia él.
—Vamos, ¿por qué tan nerviosa? —susurra—. Si tú sabes dar un buen show.
El corazón está a punto de salírseme del pecho cuando me regala una sonrisa tan dulce que consigue relajar los músculos de mis omóplatos. No sé qué hacer con la sensación que se concentra en mi torso así que vuelvo mi vista hacia los chicos. Kian tiene una mueca de "yo no he tenido nada que ver".
Cameron comienza con la cuenta regresiva y los primeros acordes de la canción resuenan. Ian mantiene sus ojos anclados a los míos por unos segundos más antes de volverse hacia el público para cantar. Apenas suena su voz, todo el lugar parece iluminarse. Me atrevo a decir que a muchos les provoca la misma densa sensación que a mí porque los gritos y vitoreo estallan en cada esquina como si buscaran movilizar energía. Eso lo llena de confianza así que se aleja de mí con su propio micrófono en mano. Coquetea con las personas de la primera fila, les canta y les dedica sonrisas que las hace gritar, sobre todo a un grupo de chicas que no dejan de fangirlear. Y entiendo a esas muchachas; Ian suele cantar con el cuerpo, cambiando de expresiones con cada verso que dice y no te voy a mentir, siempre le da un toque sexy a las miradas que dedica mientras canta. Maldita sea, él de verdad nació para esto.
Me doy cuenta que parezco hechizada por su performance, tanto que ni me he movido de mi sitio más que menear mi cuerpo de un lado al otro. Él gira sobre sus talones cuando me toca cantar a mí y por fortuna, reacciono rápido. Cierro los ojos y canto, los abro y camino a primera fila también. La sensación de la libertad me recorre las venas y me dejo llevar. Ahora siento sus ojos sobre mí. Él se acerca a mí, a una distancia prudente, y la primera canción culmina. No son sólo aplausos lo que recibimos, sino incluso gritos y silbidos. Él realiza una reverencia y se hizo vuelve hacia mí. Me ofrece una mano que acepto, y volvemos al sitio original. Ahí, a mi derecha, espera una guitarra eléctrica de aspecto sofisticado.
—Necesito que te sueltes más —murmura cuando le entrego la guitarra eléctrica, la cual casi se me resbala de las manos por lo nerviosa que estoy—. Todavía te estás cohibiendo.
No es un reproche, pero sí lo dejo atravesar mi mente como una observación importante. Lo ayudo a colocarse el instrumento sobre el pecho, ante las miradas entusiastas de todos. Y me quedo estática al notar sus dedos temblorosos.
—Ian, ¿estás bien?
—Ciérrales la boca a todos —ignora mi pregunta—. A todos, incluso a ti.
El pecho se me retuerce internamente ante la pregunta que se eleva dentro de mí. ¿Está nervioso por mí?
Agarro mi micrófono de nuevo. Y no puedo evitarlo, le devuelvo unasonrisa traviesa. Cam cuenta de cuatro y la guitarra de Ian empieza a sonar.Abro la boca y recibo con mucho gusto los gritos de la gente. Puesto que es un cover, todo el mundo conoce esta canción, y lo cantan a gritos junto a mí. Y recuerdo quién soy. Entonces para mí es un gusto anunciarles que la Lily de antes vuelve a la escena.
La última canción es aquella de la coreografía. El público conoce la letra. Parece que el lugar entero estalla en buenas vibras. No tengo más palabras para describirlo. Pero a Ian parece costarle alcanzar algunas notas y le falta aire al acabar el número de baile. Lo disimula a la perfección, mas puedo ver en su cara que está contrariado. Cada vez me convenzo que realmente no es porque yo lo ponga nervioso. Es algo más. Una vez que la canción termina, y todos aplauden, el resto de chicos se acerca para realizar una reverencia grupal. Es así cuando noto que Cameron sostiene con fuerza a Ian. Y es al bajarnos del escenario, lejos del ojo público, que el chico se desploma.
Nota de la autora: A T E N C I Ó N.
LUUB ya está terminada :3 subiré la parte dos de este capítulo el miércoles, el capítulo final el viernes y el epílogo el domingo. Les recomiendo que traigan algo para aplastar (un perro, un peluche, un/a novix) porque sentirán cosas con lo que se viene. No diré si buenas o malas jdfask.
Nos vemooos, lxs quiero <3
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