cap. 64 - ¿entonces? (parte dos)

—¿Va a estar bien?

—Por milésima vez, Lily. ¡Sí!

Mi cuerpo entero se sobresalta ante el eufórico tono de voz que utiliza Harry conmigo. Veo en su rostro que se arrepiente de inmediato, pero Franco se adelanta a hablar.

—Está iniciando un proceso de resfriado, nena —aclara con amabilidad—. Sólo que hoy demandó demasiado a su cuerpo y eso le pasó factura.

—Eso, eso... Lamento gritarte, Lily.

Le ofrezco una sonrisa grande a Harry.

—No te preocupes, sé que fue un día abrumador para ti también.

El hombre se desploma sobre uno de los asientos de la sala de la suite que los organizadores del concurso prepararon para nosotros. No es algo demasiado costoso ni exclusivo, pero el mero hecho de que nuestra estadía ocurra en un hotel privado con bar incluido es lo suficientemente emocionante. Además, hay agua caliente así que nadie se ha quejado. Y en la noche, se organizó un pequeño evento para celebrar el cierre del concurso. Volviendo a Harry, tiene una mano cubriendo su rostro y tanto su dedo índice como pulgar masajean las sienes.

—Creo que a veces soy demasiado duro con ustedes. Dime la verdad Lily, ¿soy un explotador?

No puedo evitar soltar una risita ante ese cuestionamiento.

—Claro que no, si no fuera por ti, no estaríamos aquí hoy.

El gran hombre suspira. Es su hermano mayor quien se ve en obligación de caminar en su dirección y darle dos palmaditas reconfortantes sobre el hombro.

—No es tu culpa, es la de Ian por nunca detenerse cuando sabe que ha hecho demasiado. Es así de necio.

Unos pasos resuenan por el pasillo que conduce a la habitación donde se encuentra el vocalista de TQV. Por el peso de los tacones y la elegancia de los pasos, identifico a una de las personas. Jessie. Su acompañante tiene una manera de caminar más delicada y menos sonora, sólo porque la vi ingresar hace un rato, es que sé que se trata de Keira. La madre de Ian.

—Tiene fiebre y está muy decaído —advierte con un tono de voz gélido—. Debe descansar.

—No podrá atender al evento de cierre del concurso —repone Harry. La mujer sacude la cabeza en negación.

—Como dije, debe descansar. Me quedaré a echarle un ojo mientras todos ustedes hacen acto de presencia.

—Pero Keira, tú estabas emocionada por escuchar a la banda tributo que se presentará.

Ella se encoge de hombros con resignación, su rostro no denota decepción. De hecho, no expresa nada en absoluto.

Me remuevo incómoda sobre mis pies.

—Yo puedo quedarme con él. Me gustaría ayudar.

La mirada letal que me dedica casi logra que me eche hacia atrás. Por fortuna, es Jessie quien interviene.

—Lily, pero no pueden faltar dos de los vocalistas de TQV.

—Estoy preocupada por Ian y no tengo interés en atender el evento si él no estará ahí.

La mujer sacude la cabeza con frenesí.

—Keira —pronuncia Franco—, Lily sólo quiere ayudar. Es más, ella podría ser tu relevo para que bajes a distraerte por un instante.

A ella nada la convence.

—Como dije —replica, la actitud petulante y severa—, me quedaré a echarle un ojo mientras ustedes hacen acto de presencia en el bendito evento.

Y dicho evento es la cosa más aburrida del mundo. Sí, hay mucha comida. Sí, hay música en vivo y mucha socialización. No se me pasa por alto como hombres de traje y bellas mujeres en vestido se acercan a hablar con Harry o con los chicos. Conmigo no, no sé si se debe a mi cara de pocos amigos o a que me encuentro escondida debajo de unas escaleras, devorando los bombones que robé de una de las mesas. Desde aquí, puedo ver a Logan coquetear, a mis padres brindar con una copa de champagne, y al resto de mis amigos reírse entre sí. Todo está bien, pero algo hace falta. Él me hace falta. ¿Cómo es posible disfrutar como banda si no está el eje central de TQV?

Además, en esta noche planeaba hablar con Ian. Quizás es otro motivo para estar tan distraída y frustrada. Puesto que mis padres deben volver a casa para trabajar al día siguiente, yo tampoco me quedaré en el hotel en la noche. Al revisar el móvil, noto que falta menos de una hora para partir. Así que me escurro del evento.

Y son tres golpes los que derriban mi dignidad. Bueno, en realidad son seis porque no me abren en el primer intento. Cuando estoy a punto de dar el séptimo toque sobre la madera, la puerta se abre. El rostro amargo y poco amistoso de Keira me recibe.

—¿Otra vez tú? —escupe con desdén.

—Por favor, déjeme ver a Ian. Necesito hablar con él.

Noto que uno de sus dedos desprende humo ya que sostiene un cigarrillo usual. De los típicos y aburridos. Le da una calada antes de responderme:

—Está muy dormido, no te escuchará.

Plan B. Coloco las palmas de mis manos juntas y hago un puchero.

—Entonces hacerle compañía. Por favorcito, sólo serán unos minutos. Hasta eso usted podría ir a darse una vuelta, abajo hay unos platillos exquisitos y la música está muy buena.

Diablos, su coraza es difícil de destruir. Aun así, me sorprende gratamente que coloque sus ojos en blanco y eche su cabeza hacia atrás. Porque va acompañado de un comentario poco amable, aunque afirmativo.

—Iré a darme un baño en mi habitación, tienes hasta que regrese. Más te vale no molestarlo demasiado.

Asiento un millón de veces en un segundo, ella frunce la nariz con disgusto. Una vez que me deja pasar, asoma su rostro de nuevo antes de salir de la suite. Me quedo estática ante las siguientes palabras que me dedica:

—Y procura no subirte en mi hijo esta vez, por favor.

—¿Ian? Vine a hacerte compañía... —al principio, sólo asomo mi rostro por el marco de la puerta. Lo veo echado sobre la cama, el rostro pálido y la piel sudorosa. Su precioso cabello ondulado está desordenado y se pega sobre su frente como si no quisiera separarse de él. Se ve acalorado, aun así, está cubierto por el cubrecama. Se ve tan frágil—. ¡Ian!

Y no responde. Sé que respira, sin embargo, parece que sí está más noqueado de lo que pensé. Me escurro en la habitación, casi de puntillas porque no quiero asustarlo si lo despierto, y también porque estoy muy nerviosa. Me atrevo a dar un par de pasos hacia él, aunque no soy capaz de mantener esa distancia y vuelvo a alejarme.

—No lo sabes porque te desmayaste —susurro— y después de ello, te trajeron acá. Pero ganamos. Lo hicimos. Tocaremos en Dirty Cactus.

No obtengo la respuesta que esperaba. Bueno, acepto que era difícil obtener un salto entusiasta acompañado de vitoreo en sus condiciones. Mis ojos viajan por el cuarto y veo las maletas de todos. Nos obligaron a dejarlas en un solo lugar porque cuando llegamos, no hubo tiempo de instalarnos. De todas maneras, yo sólo traje un bolso con mi ropa y maquillaje, y un pequeño estuche viejo que camufla lo que contiene dentro. Lo abro, observando cada dos segundos si desperté al muchacho, y saco el instrumento que me obsequió Andrew. Vuelvo a mi posición de antes, aunque esta vez me siento en el piso al estilo Peter Pan.

—Escucha, sé que te gusta mucho Hombres G y hace poco Kian me enseñó a tocar el ukelele, así que preparé una canción para ti.

Hago una pausa. Ni siquiera sé para qué, ya que él sigue manteniendo el mismo ritmo respiratorio. Es decir, sigue más allá que acá. Carraspeo con suavidad antes de proseguir.

—La volví lenta, no pienses que estoy fuera de tempo. La cambié así apropósito. Es que es un cover, algo así como Lily's versión, ¿entiendes?

Un profundo suspiro se escapa de mi pecho.

—Honestamente, me moriría de la vergüenza al cantártela, quizás por ello sea bueno que estés noqueado ahora.

Toco los primeros acordes, todavía de forma inexperta y ligeramente torpe. Si soy franca, es por eso que enlentecí mi versión —así se disimula. Canto con la voz en el menor volumen posible, intentando que se mantenga melodiosa y afinada, mas sin generar demasiado estruendo dentro de estas cuatro paredes.

"Yo no tengo nada que me haga sonreír

Nadie que me abrace fuerte y me haga feliz...".

La verdad es que me gusta mi versión más, siento que la volví tan mía, que cantarla así es algo muy íntimo.

"Si yo no te tengo a ti, si no estas cerca de mí

Si no me besas ni abrazas, que seré de mi sin ti

Si yo no te tengo a ti, para que quiero vivir

Si yo no te tengo a ti...".

Cuando termino el coro, me atrevo a levantar la mirada. La verdad es que Ian tiene un rostro demasiado hermoso, podría considerarme adicta a admirarlo si eso no sonara un poco extraño y acosador. Sin embargo, lo que no esperaba era ver sus pupilas pardas apenas asomadas entre sus párpados entrecerrados, dirigidas a mí. Casi grito.

—¡Ian, despertaste! Ay no, ¡¿por qué despertaste mientras la cantaba?! —me incorporo con rapidez, dándome cuenta que mis prioridades deberían ser otras—. ¿Te sientes mejor?

Me atrevo a colocar mi mano sobre su frente y no me gusta nada sentir lo caliente y húmeda que está. Él suelta un suspiro quejumbroso e intenta verme bien, aunque sus ojos luchan por cerrarse.

—De verdad estás ardiendo —me parece ver un esbozo de sonrisa en su rostro—. ¡Tonto, no es gracioso!

No transcurren más de un par de segundos antes de que sus ojos se entrecierren un poco más, ya no se ve tan consciente como el fugaz instante que pasó. Me coloco de rodillas junto a la cama, mi rostro casi a la altura de sus pupilas.

—¡Ian! Antes de que te vayas al más allá de nuevo, debo saber algo. ¿Cómo se dice "me gustas mucho" en francés?

Sus cejas se fruncen ligeramente hacia arriba en respuesta. Está batallando el sueño por mí. Agarro una de sus manos y le doy un pequeño apretón sobre los dedos como un estímulo adicional para que reaccione. No sirve demasiado así que saco el sobre que tenía guardado en el estuche del ukelele.

—Mira, te traje esto. Necesito que la leas, por lo que más quieras... Léela.

Ahora sí, estoy perdiendo al chico. Resignada, dejo el sobre debajo de su celular en la mesita de noche. Lo único que me queda es confiar en que lo hará. Escucho que se abre y se cierra la puerta de la suite y sé que mi tiempo se ha terminado. Deposito un pequeño beso sobre su coronilla sudorosa y tomo mis cosas para irme de ahí. En el marco de la puerta, giro sobre mis talones y susurro:

—Te extraño. Demasiado. Tanto... Que físicamente, me duele.

Y procedo a salir de su habitación con un nudo en la garganta.

Te preguntarás ahora: ¿entonces?

Entonces ya hice lo que está en mis manos. Ahora la pelota pasa a su cancha. Y respetaré cual sea la decisión que él tome.


Nota de la autora: Esto fue corto pero lindo <3 nos vemos el viernes para el capítulo final. 

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