cap. 55 - un desastre (parte dos)

x IAN x

La llamada de la amiga de Lily había provocado un doloroso deja vú. De aquellos días en los que papá desaparecía y nadie sabía nada de él. La misma sensación que causó esa llamada el último día antes de que mi vida cambiara por completo.

El uber se detiene frente a la pared de piedra, me abalanzo fuera del mismo incluso cuando todavía no acaba de frenar, sin percatarme de la mirada asesina del conductor. Me detengo en seco, antes de caerme de nariz sobre el cemento de la vereda. Dirigiéndome a él con desesperación y un poco de culpabilidad, le ruego:

—¿Puede esperarme aquí, por favor? No me demoro más de diez minutos.

Su cara de pocos amigos se vuelve menos amistosa, eso me pone aún más ansioso, quiero ver a Lily ya, pero dependo de este hombre para salir de aquí.

—Le pagaré el doble de lo que cobre la carrera —insisto. El hombre suelta un resoplido y se encoge de hombros.

—Sí, lo que sea.

Apenas pronuncia esas palabras, corro hasta la puerta de la casa, está entreabierta porque hay algunas personas fumando en la vereda. Me lanzan una mirada despectiva cuando paso sin importarme que choco con sus cuerpos, creo que uno de ellos incluso me ha insultado, aunque eso no podría importarme menos. Sólo quiero ver a Lily ya. Abro la puerta y entro en el terreno, hay más gente adentro, rostros desconocidos. Aquí casi nadie repara en mí. De inmediato escucho gritos y carcajadas alrededor de la casa, las pocas personas que se encuentran por el jardín delantero, se acercan a las ventanas como si quisieras espiar lo que ocurre dentro.

—¿No es esa la estrellita, novia de Andrew? —pregunta una muchacha de dicho grupo—, vaya escándalo que estaba armando.

—Y te perdiste la pelea con su papá —le responde otra chica—, es la nenita de las cartas. Está loca.

—Yo le dije a Andrew que no se metiera con esa mocosa.

Aprieto la mandíbula al escucharlas.

—Muévete —pronuncio detrás de ellas, las dos se vuelven hacia mí con curiosidad y desprecio cuando les hablo. La que escuché hablar primero da un paso hacia atrás, la otra me mira de arriba abajo sin moverse.

—¿Y tú quién eres?

La puerta se abre de repente a sus espaldas, la chica se tambalea y está a punto de caerse. Ni siquiera me entran ganas de ser caballeroso y sostenerla. Si se cae de nalgas lo tendrá bien merecido.

—Ian, por fin llegaste.

Mikaela me toma del brazo y me jala dentro de la casa.

—¿Y tú qué ves? —reta a la otra muchacha—. Más te vale meterte en tus asuntos, Astrid.

Después de la amenaza, le dedica un portazo que ocurre a apenas dos centímetros de sus narices. Me quedo parado —con los nervios recorriendo mis venas— en la sala, donde no hay absolutamente nadie más que nosotros. Echo un curioso vistazo más allá y observo que hay pocas personas en lo que parece ser la cocina. La mayoría de ellos están en el patio, lo sé porque una puerta ventanal impide su ingreso a la casa y permite verlos bailando sobre el césped.

—¿Lily? —pregunto con impaciencia.

La pelirroja —o más bien debería decir pelinaranja— me guía escaleras arriba. En la base de la misma, hay otro grupo de curioso que susurran entre sí. Aparto a la gente curiosa sin sutileza alguna, recibiendo más insultos murmurados y miradas asesinas. Arriba, resuenan gritos y lamentos. Y la peor parte es que reconozco esa voz.

Mis ojos se cruzan con los de Marina en una esquina de la pequeña sala de estar del segundo piso, tiene un vaso en la mano y musita cosas incomprensibles hacia sí misma... De verdad está loca. Me dedica una fría mirada, disgustada y evidentemente, noto que ha bebido. Tiene los ojos cristalizados y las mejillas coloradas.

Mikaela abre la puerta de la habitación.

Y la escena con la que me encuentro forma un nudo en mi garganta.

—Lily, vamos... Debes calmarte —su novio está de rodillas, intenta hacerla entrar en razón con palabras suaves. Ella está sentada al borde de la cama, con la muchacha de la fiesta de disfraces abrazándola de forma protectora.

Solloza con fuerza, su cara está cubierta de lágrimas y no para de repetir "lo odio, los odio a ambos". Quiero correr a tomarla en mis brazos, pero por respeto al chico y porque verla así me toma de improvisto, me quedo paralizado en el umbral de la puerta.

—Andrew, creo que es mejor que la dejes estar —entre dientes, con un evidente tono amenazante, habla la que la abraza.

—No te metas, Camille. Lily, mi amor...—con el pulgar, acaricia su mejilla. Ella lo rechaza alejándose del tacto y llora con más fuerza.

—¡No me toques! Sigue dejándome sola —grita entre sollozos—, ándate con ella, sigue dejándome como una estúpida. No te quiero ver a ti. ¡Mikaela, mi celular! ¡Quiero llamar a Ian! ¿Dónde está Ian?

No puedo con esto. Sintiendo una pesadez en el pecho, entro en la habitación, dudoso, miro a Andrew. Sus ojos negros se clavan en los míos, me mira dolido, pero no hace nada para detenerme. En cambio, me abre paso al incorporarse y dar dos pasos hacia un costado. Tomo eso como una luz verde para acercarme a la chica.

—Lily, está bien. Aquí estoy —le digo con dulzura, poniéndome de rodillas para estar a su altura. Me rompe el corazón verla así, tan rota y humillada. Es... un desastre, la cara roja, hinchada y húmeda—. Andrew está aquí, todo está bien. Él sólo te quiere ayudar...

—¡No me quiere ayudar! ¡No sé qué quiere, pero no me quiere ayudar! —vuelve a llorar con tal fuerza que se inclina hacia adelante, confiada de que no la dejaré caer al suelo. La sostengo a pocos centímetros de mi pecho cuando solloza—: Ia-an.

—Ya sáquenla de aquí —una voz dura suena a mis espaldas, sus palabras son bruscas.

—Cálmate, hermano —replica Andrew.

Me levanto dejando a la chica que llamaron Camille reconfortar a Lily, cuyos ojos dan con el muchacho que ha entrado en la habitación, llenos de miedo y resentimiento. Me vuelvo hacia este tipo, empezando a perder mi paciencia.

—¿Qué me calme? Está perra loca está armando un escándalo en mi fiesta, en mi casa —Andrew da un paso hacia él, a punto de perder la cordura.

—William, basta —escucho la voz de Mikaela en el fondo.

—Y tú pareces un imbécil dejando que ese mocoso haga tu jodido trabajo —musita entre dientes sin hacer caso. Andrew hace el ademán de abalanzarse encima de él, escucho los gritos de Camille y Mikaela, pero reacciono rápido y me interpongo entre ambos.

—William, sólo lo estás empeorando. Por favor retírate y déjanos ayudar a Lily —vuelve a hablar Mikaela.

El tipo tiene unas cejas pobladas y la mirada dura, carente de cualquier indicio de empatía. Me clava los ojos con desprecio, luego los vuelve hacia Andrew, e ignorándome, pronuncia:

—Si tan generosos son de compartir la misma chica en la cama, les dejo mi jodido cuarto. A ver si averiguan quién la hace venirse primero.

Sus palabras nublan mi juicio, sin darme cuenta, estampo mi puño contra su cara. Ni siquiera me doy cuenta de lo que hice hasta que él se tambalea hacia atrás. Reacciona de inmediato, sin embargo, Andrew detiene su golpe en la mitad del camino.

—Si no quieres que te rompa la puta cara, sal de aquí ahora —advierte soltando al chico. Este se limpia la sangre de la nariz con el dorso de la mano, lanza una mirada llena de odio hacia mi rostro.

—Te vas a arrepentir de eso, mocoso.

Y sale dando un portazo que hace vibrar hasta las ventanas. Me percato que mis nudillos arden. Internamente, entro en pánico. No soy una persona agresiva, yo ni siquiera pude pensar con claridad...

—Vámonos de aquí —musita Andrew tomando de la mano a Lily.

—¡Ey, suave! —no puedo evitar exclamar al ver la brusquedad con la que la levanta. Sin embargo, ella recoge su mano, encogiéndose.

—¡No me toques! —reclama, alterada.

—¡Lily, basta! Ya estoy harto de esta mierda —repone él restregándose los ojos.

—¡Yo estoy harta de la tuya! —grita ella—. ¿A qué demonios estás jugando? ¿Crees que seguiré siendo el jodido chiste tuyo y de tus amigos? Si sólo vas a hacer daño, a arruinarme otra vez, vete a la mierda. ¡Ya déjame en paz!

No sé de dónde vienen esas palabras, ni por qué las está diciendo. Pero sé que al chico le caen como un balde de agua fría.

—Andrew, sal de la habitación por favor —ruega Camille una vez más.

En ese instante, unos toqueteos suenan en la puerta y al segundo, esta se abre con brusquedad. Marina, con los ojos aún más cristalinos y la nariz roja, se asoma:

—Andrew.

—¿Qué ocurre, Rina? —responde él entre dientes. Aun así, se vuelve hacia ella y su gesto se suaviza al verla.

Observo de reojo a Lily y está negando con la cabeza, furiosa e incrédula, mientras más lágrimas caen por sus mejillas. Y a mí me hierve la sangre por el descaro de la rubia para ignorar el estado de su ex mejor amiga. Suelta un par de carcajadas carentes de humor que rápidamente se transforman en sonoros sollozos, antes de hablar:

—Lárgate con ella. Ya dejaré de estorbarles. Váyanse y hagan lo que les da la gana ¾sus reproches están cargadas de ira y de resentimiento, Andrew la observa atónito y sé bien que no sabe cómo reaccionar a continuación.

Marina hace lo suyo: su boca se entreabre y frunce el ceño ante la confusión que provocan las palabras de Lily. En definitiva, la toman desprevenida.

—¿Puedes salir de aquí? ¿No ves que está ocupado? —exclama una Mikaela muy enfadada—, ocupado con su novia. Deja de meterte donde no cabes.

La otra chica se transforma. La agresividad se tiñe en su esclerótica hiperémica y está pronta a responder algo elaborado —o eso parecería—, aunque se limita a levantar un brazo, dedicándole el dedo medio. Y grita:

—Perra loca —luego, le lanza una mirada vacía a Lily y abre la boca para protestar—. Y tú eres una insegura de mierda. Por tu culpa voy a terminar perdiendo a la única persona a la que le importo, a mi único amigo verdadero que no se quiere aprovechar de mí.

—¡¿Eso crees?! ¡Literalmente trabaja para tu papá!

—No intentes meterme basura en la cabeza.

Entonces sale de la habitación dando otro portazo. Me temo que un portazo más y esa pobre puerta va a terminar en el piso.

—Ian, sácame de aquí —solloza otra vez la chica. Se levanta y a duras penas da un paso, se desploma sobre mí. Rodeo su pequeño cuerpo con mis brazos, sintiéndola frágil y al borde del desmayo. No puedo ni imaginar cuánto ha llorado. Ni cuanto ha bebido. Aunque el olor me da una idea.

Andrew pone una mano sobre su hombro y ella se lo quita de encima:

—¡Te dije que no me toques!

—Lily, ¿se puede saber qué demonios te hice?

—¿En serio no te das cuenta? —reprocha Camille—, déjala en paz ahorita. Estoy a punto de lanzarte por las escaleras si la sigues hostigando, Andrew.

Él ignora sus palabras e insiste.

—Lily, por favor. Debemos hablar.

—¡Anda a ver por qué demonios llora Marina y a mí déjame en paz!

—Andrew, deja de ser orgulloso y sal de aquí. Hablarán cuando esté mejor, pero por ahora, —también se altera Mikaela— ¡estás empeorándolo todo!

—¡No pienso salir! Soy su jodido novio, la llevaré a mi casa o qué sé yo. Ya se calmará. Suéltala, Baldwin.

—¿Y qué? ¿Dejo que caiga al piso? —repongo sintiendo mi sangre hervir.

—No la puedes obligar —interviene Mikaela dirigiéndose al otro muchacho—, en este momento tú no la puedes ayudar.

—¡Entonces llevémosla a tu casa! —impone él aún más enojado—, le prometiste eso a su papá.

—Sabes que no puedo ir a mi casa por mi abuela —resopla frustrada—, ¿Camille?

—Maldita sea, en la residencia no me dejarán meterla.

—¿Qué hay de Logan? —pregunta Mika.

—Está fuera de la ciudad —musito.

—Mierda.

—Puede quedarse en mi casa —me atrevo a decir, carraspeando— hasta que se ponga mejor. Harry está de viaje y mi padre se fue con él.

La tensión en el cuarto parece triplicarse. Eso hasta que Mikaela suelta un suspiro apesadumbrado y opina:

—No es mala idea. Es más, es nuestra única opción.

—Ni lo sueñes —musita entre dientes Andrew— se va conmigo. Y te dije que la sueltes.

La vuelve a tomar de la mano, pero una vez más, ella rechaza el contacto. Se vuelve hacia mí, con los ojos llorosos, abrazándome más fuerte. Y con su lengua torpe, se apresura a decir lo siguiente:

—Ian, sácame de aquí. Quiero estar contigo. Me gustas.

Siento como mi cuerpo se tensa al oír esas palabras. El corazón empieza a retumbarme en los oídos.

—Lily, no... —murmuro temeroso, sin saber qué decir exactamente. Mikaela me observa con la misma expresión de espanto, la mandíbula abierta, y Camille empalidece. Pero ninguna reacciona, a pesar de que mentalmente ruego que me ayuden. Y soy incapaz de mirar a Andrew.

—Me gustas, me gustas, me gustas —repite escondiendo su cabeza en mi cuello— ¿cuántas veces debo repetirlo para que me creas?

El roce de su boca y la punta fría de su nariz me pone la piel de gallina. Maldita sea, voy a terminar desmayándome cuando lo que vine a hacer es ayudar.

—Detente —susurro. Se echa para atrás para verme mejor, pero su rostro queda peligrosamente cerca del mío. Carga una expresión consternada, sus pestañas están húmedas por las lágrimas, así como sus mejillas. Su nariz está roja y sus labios hinchados y húmedos.

—¿No te importa lo que te tengo que decir? —me clava sus ojitos brillantes cuando me lo pregunta. Herida.

El tono de voz afilado de Andrew me impide contestar:

—Baldwin, suelta a mi novia ahora mismo.

Finalmente, Camille parece reaccionar. Agarra a Lily por los hombros y la separa de mí. Sin embargo, la chica no me quita la mirada de encima.

—¡Si no te importan mis sentimientos, entonces dímelo! —se le quiebra la voz al pronunciarlo, y no sé qué demonios hacer.

Mikaela toma a Andrew de un brazo y lo lleva al otro lado de la habitación.

—Sí le importan, cariño —le dice Cami con dulzura, tomándola del rostro—. Por eso vino a ayudarte, todos vinimos a ayudarte.

Lily me sigue mirando con ojos tristes, rompiéndome el corazón. Jamás creí verla de esta manera... Y no sé cómo la enfrentaré después de esto.

—No permitiré que se vaya con él —escucho a Andrew exclamar a mis espaldas.

—Iré yo con ellos, ¿sí? Le pediré a Ian permitirme dormir en su casa y cuidar de Lily... —se inclina hacia él, una mano sobre hombro en un intento de consolar. Dudo que sirva—. Yo sé que estás herido por lo que ella ha dicho, pero está ebria. Y por alguna razón, está molesta contigo... Si quieres ayudar, dale su espacio. Y confía en mí, la cuidaré. Ya te digo, hablarás con ella cuando esté sobria y más calmada.

Él se vuelve hacia mí, intenta intimidarme cuando ruge:

—Como intentes algo con ella, te mato Baldwin, ¿entiendes?

—¿Con quién demonios crees que estás hablando? —le respondo de la misma manera—. Me preocupo por ella.

—Suficiente —interrumpe Mika—. Confío en Ian.

Andrew me observa con odio.

—Vámonos —repongo decidiendo que es mejor dejar de ver su cara o perderé el control sobre mí mismo y estamparé mi puño en la misma—, el auto está esperando afuera.

Camille ayuda a Lily a levantarse, Mikaela la abraza por la cintura y comienza a dirigirla fuera de la habitación.

—Un segundo —las detengo.

Después de haber escuchado a esas chicas hablar esa manera de Lily sin siquiera conocerla, no quiero exhibirla más. Debo protegerla y sacarla de esta casa sin comprometer su integridad ni un poco más o perderé la cabeza y armaré un lío que podría traer más problemas después. Me saco la chaqueta que llevo puesta y la coloco alrededor de los hombros de la chica. Lleva un delicado y corto vestido rojo con un estampado de cerezas y se ve preciosa, sin embargo, no es el mejor momento para resaltar entre la gente. Pongo la capucha sobre su cabeza, recibiendo una mirada curiosa de su parte. Me rompe el corazón ver sus ojos tan rojos e hinchados. No puedo evitar darle una pequeña sonrisa amable, suprimiendo los deseos de depositar un beso inocente sobre su frente. Andrew sigue en la habitación.

—Procuren moverse rápido ¿sí? Y sin llamar mucho la atención —murmuro hacia las chicas.

—¿Acaso no quieres que se dañe la reputación de tu bandita? —protesta el chico.

Trago saliva con fuerza, respirando profundo para no lanzarlo por las escaleras. Toda la situación me tiene tenso, mucho más después del enfrentamiento con William.

—No quiero que se dañe la reputación de Lily —me vuelvo hacia él—, como sabes aún es menor de edad y no debería estar ebria en una fiesta con gente mayor.

Eso lo deja sin palabras. Gira sobre sus talones para salir de la habitación, y los demás lo seguimos en silencio. Apenas Andrew abre la puerta, la música a elevado volumen retumba en mis oídos, noto que a Lily la sobresalta, pero de inmediato Camille le susurra algo al oído para calmarla. También suenan muchas risas, hay más gente en los pasillos, las gradas y en el piso de abajo. No me sorprendería que el ardido anfitrión los hiciera entrar a todos.

Noto a Marina sentada en el piso, se para de un salto cuando ve a Andrew y lo rodea con sus brazos. Por suerte Lily no se percata de ello. Observo satisfecho que él se quita los brazos de la chica de encima, y le dice:

—Ahora no, Marina. Mi novia me necesita.

Sus ojos helados se cruzan conmigo cuando se da cuenta de mi atención. Sin decirle nada, desvío mis ojos. Bajamos en grupo, sin hacer contacto visual, en un forzado intento por no llamar más atención de la mínima e inevitable. Pero me percato que, aunque evitemos a toda costa destacar, es imposible que las personas no dirijan sus miradas juzgonas hacia la chica. Empiezan a cuchichear entre sí. Aprieto mis puños intentando no reaccionar ante ello, pero no puedo evitar asesinarlos con la mirada. Una chica de un grupo en específico donde están las muchachas con las que me enfrenté a mi llegada, dibuja una sonrisa estúpida en el rostro cuando ve a Lily y se inclina sobre sus amigas para decir algo, se queda estática cuando mis ojos furiosos dan con ella. Su sonrisa se cae, su cuerpo se encoje. Sus amigos también empalidecen. Y se queda callada.

Finalmente logramos salir de la casa de William. Aparece otra chica desconocida, se presenta como Emilia y me da la mochila de Lily antes de que la olvidemos en esa casa. Se despide de ella con un discurso dulce, pidiéndole perdón por "todo". Le dice, además, que no se olvide de lo que vale, y que es una de las chicas más geniales y genuinas que ha conocido. Luego desaparece ante la mirada atónita de Mikaela.

Andrew se detiene en la vereda y se cruza de brazos. Reconozco el orgullo herido en su expresión, a pesar de esforzarse por ocultar cualquier trazo de emoción que no sea seriedad. Ni siquiera intenta despedirse de Lily, debe estar cansado después de los constantes rechazos de su parte. Abro la puerta del uber para que Mikaela ayude a Lily a entrar, cuando le empieza a colocar el cinturón de seguridad, cierro la puerta y me vuelvo hacia el chico. Sus ojos clavan dagas sobre mí. Aun así, le digo:

—Va a estar bien.

Frunce el ceño ante mis palabras, a pesar de que no responde nada. Tampoco le doy oportunidad de hacerlo. Me meto en el asiento de copiloto y le digo al conductor que nos dirijamos al lugar del que vinimos.

Por el retrovisor, veo que Lily se ha acomodado sobre las piernas de Mikaela. Continúa sollozando, pero poco a poco, parece que se está calmando. Cierra los ojos. Seguramente se quedará dormida. Espero que se quede dormida. Quito mi mirada de ella. Siento que me duele la cabeza, pero no sé si es esa la verdadera fuente del malestar. Cuando recibí sus mensajes no imaginé que mi noche terminaría así...

—¿Qué pasó con su papá?

—Lo mandó a la mierda cuando la vino a retirar. Le dijo que, si se hubiera preocupado por ella, entonces no le hubiese permitido ir a una fiesta llena de gente que se ríe de ella...

Se me escapa un suspiro tembloroso.

—¿Y todo esto empezó porque...?

—Andrew y Marina. Él pasó toda la tarde con esa tipa. Luego escuchamos a unas chicas decir que ellos parecían más pareja que la propia Lily y Andrew, y creo que esa fue la gota que derramó el vaso.

Será imbécil. No digo nada en el resto del trayecto. 

Nota de la autora: DIOS, al editar este capítulo (bueno, la parte dos del capítulo), me di cuenta que tiene 7K palabras D: así queeeeeeee, mejor lo divido en tres jajajajajaja no quiero abrumarlos con tanto texto. Por eso es posible que actualice dos veces la semana que viene <3 

Para los #TeamAndrew: lo siento :( en este capítulo sí torturé al pobre chico. Pidoperdón. 

Nos leemos pronto <3 

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