cap. 20 - arribaderci
Mi interesante fin de semana ha culminado, y me encuentro de nuevo escuchando la petulante voz del señor Méndez, que se queja por mi poca participación en clase. La verdad es que disfruta ignorándome, pues he levantado mi mano en más de tres ocasiones para pedir la palabra, y en cada una de ellas, pasa de mí. Me cansé de ello así que eventualmente distraje mi atención hacia la ventanilla que da al patio principal del instituto, donde me pierdo en las vidas aburridas de los estudiantes más chicos.
Por fin suena la campana que anuncia el fin de su odiosa hora de clases, salto de mi pupitre, dispuesta a salir de ahí y buscar un lugar tranquilo donde leer uno de mis cómics en paz. No obstante, Méndez me arruina los planes:
—Owen, ¿acaso di la orden de que pueden salir? —escupe con ese detestable tono condescendiente que utiliza siempre conmigo, me congelo sobre mis pies, con la mochila colgando de mi hombro.
Niego con la cabeza.
—No, pero creí que la ley dicta que ese sonido avisa que la clase termina y podemos salir de aquí —me atrevo a replicar. No sé por qué no me detuve, las palabras sólo salieron sin freno de mis labios. Culparé a la frustración de haber sido ignorada durante toda su clase.
Se ríe, incrédulo ante mi "descaro" por responderle. Pero lo que estoy diciendo es cierto. También lo sabe.
—Todos pueden salir, excepto Owen. Recoge toda la basura del piso y podrás irte.
No puedo creerlo.
Mis compañeros comienzan a recoger sus cosas y empiezan a salir ordenadamente de la clase, algunos lanzándome miradas compasivas debido al desagrado evidente del profesor hacia mí; otros van pateando las bolas de papel arrugado en mi dirección. Ahogo un bufido intentando hacer acopio de mi paciencia.
—Cierra la puerta al salir —añade el hombre, con frialdad. Aunque me lanza una miradita que recorre mis piernas y el borde de mi falta, lo cual me hace enfurecer aun más. Entonces se retira también.
Apenas sale, mi frustración me gana y con toda mi fuerza, tiro una bola de papel por la puerta que salió. Y lastimosamente, esta le da en la cabeza a cierta persona, cuyo cabello destaca por ser de un tono de fuego, y evidentemente, difícil de manejar. Mikaela se vuelve hacia mí con cara de pocos amigos, y al verme recoger la basura del salón, dibuja una sonrisa burlona.
—Deja esa mierda ahí —hace un ademán hacia la clase, en general, por lo que no estoy segura a qué se refiere. Así que, con lentitud, las deposito en el basurero—. Hablaba del suelo, pero da igual.
—Qué bien que apareces, hay que empezar a trabajar en el primer borrador de la monografía.
—Pues qué asco. ¿Vamos a la biblioteca?
Me sorprende que esté siendo tan cooperadora. Quizás sea la culpabilidad de haberme retenido en su casa cuando Andrew Huard estaba allí. Agarro mis cosas y emprendemos nuestra salida de la clase, un extraño sentimiento de deja vu me recorre cuando caminamos juntas por el pasillo.
—Andrew me pregunta mucho por ti —exclama en un tono cómplice.
—Agh. Me encontré el otro día con él en la biblioteca —ni siquiera sé por qué se lo cuento pero el chisme fluye fácil como el agua de un río torrentoso.
—Sí me lo comentó, qué coincidencias ¿no?
No puedo evitar lanzarle una mirada asesina.
— ¿Coincidencias? ¿Estás diciendo que no fuiste tú quien decidió que el día de la fiesta, yo debía ir a tu casa?
—Vaya, esa acusación sigue dándome escalofríos —se coloca una mano en el corazón para darle énfasis y drama a sus palabras—. No soy una sádica, ¿sabes?
Entramos a la biblioteca, por ello no puedo contestarle como quisiera. Así que una ojeada incrédula es todo lo que le puedo dedicar. Sin embargo, realizar el trabajo requerirá de cierto nivel de conversación así que nos sentamos en una de las mesas más lejanas a la bibliotecaria, en un salón apartado donde las reglas no son tan estrictas. Enciendo la PC vieja y lenta del instituto mientras ella se acomoda con las piernas sobre la mesa desgastada, sin importarle que puedo ver sus bóxers de calaveras. Algunas cosas nunca cambian.
—Por cierto... —murmura la pelirroja sacando algo de su mochila—. Esto es para ti.
La chica me extiende un pequeño paquete de papel vintage, algo arrugado y con muchas manchas alrededor.
—Lo siento, se me regó el café en la mochila está mañana. Ojalá por dentro no se haya echado a perder, sino él me matará. Aunque no tiene por qué enterarse si ese es el caso, ¿no?
Además, hay un pedazo de cartulina morado pegado encima, con una nota que me desorienta. Mis ojos repasan la letra de gran tamaño y apenas legible, donde se lee:
Mi corazón empieza a acelerarse cuando me hago la idea de qué va todo esto, o para ser más precisa: de quién. Abro con sumo cuidado —y torpeza, porque mis manos parecen haberse convertido en mantequilla— el papel regalo, encontrándome con un ejemplar de Lo Mejor De Mi de Nicholas Sparks. Dios mío, ni siquiera sé qué cara poner. ¿Realmente es Andrew el de la nota o estoy perdiendo la cordura? No puedo creerlo.
—Entonces ahora haces de Cupido —le recrimino a la muchacha que lo observa todo con diversión. Se encoje de hombros, dejándome más confundida porque no logro comprender porque está haciendo todo esto.
Pero en este instante, ese no es mi principal problema. Me apresuro a abrir el libro en la página mencionada, incapaz de tragar la intriga. La frase resaltada es:
"Sabía que aquella chica siempre constituiría lo mejor de él, una parte que siempre aspiraría a entender y a conocer mejor".
Voy a vomitar. Esto no me pasa muy seguido, y es tan dulce y yo estoy tan confundida, que con mis mejillas sonrosadas y sintiéndome desconcertada, bajo la mirada, dando con un código anotado al pie de la página que parece ser un número celular. Cierro el libro de una sola, lanzándolo sobre la mesa. Ni siquiera me percato del estruendo que provoca, ni que he alzado demasiado la voz cuando exclamo:
—No puedo con esto.
Y me cruzo de brazos, sintiéndome tan desorientada como ligeramente frustrada.
— ¿Eh? ¿No te gustó? ¿Qué acaso no eras una romanticona empedernida, de esas que lloran por chicos lobo inexistentes? —me pregunta confundida. Hago una mueca de indignación.
—No —me inclino hacia ella—. Odio a Nicholas Sparks. Y los hombres lobo me repugnan... Excepto Haru y Ryan, pero eso no viene al caso.
—Dios mío, ¿por qué estás tan molesta? Creí que te derretirías con el detalle. Además, Andrew me dijo que sabías exactamente dónde encontrar los libros de este autor, como si fueses una fanática.
—No lo soy, sólo usé el sentido común de la zona del romance y el cliché de una muerte trágica —ruedo los ojos—. Y si a él le interesara de verdad en lo más mínimo, entonces al menos se abría molestado en preguntar, en conocerme... Agh. De todas formas, es ridículo, ¿de qué va todo esto? ¿Por qué está insistiendo tanto y qué papel juegas tú aquí?
—Vamos Owen, ¿en serio eres tan lenta como pareces? ¿O te haces la tonta?
—Cuida lo que dices, Bower —mascullo perdiendo la paciencia.
—Vale, escucha —levanta ambas manos en son de paz—. No quiero pelear. En realidad, sólo quiero ayudarte,
No respondo de inmediato. Desvío mi mirada a la empalagosa portada del libro, sintiendo un profundo asco por el mismo.
—No te atrevas a negarlo. Por eso mismo estás como una cabra ahora mismo.
Se me escapa un suspiro cuando vuelvo a darle mi atención.
—Y según tú, ¿cómo podría "vengarme"?
—Yo sólo digo que lo ilusiones y luego le digas "hey, lo lamento, socio. ¿Pensaste que estaba interesada? Pues no lo estoy" —la pésima imitación de mi voz casi me hace sonreír— y añades un arribaderci. Y ya. Desapareces. Los puntajes quedarán en 1-1 y no podrán volver a hacer chistes de ti nunca más. A menos que hagan alusión al hecho de que, quien ríe al final, ríe mejor, y que quien se cagó de la risa, serás tú. Sobre Andrew.
—Mikaela, debemos hacer el trabajo —sacudo mi cabeza volviéndome hacia el ordenador.
—No, no, no. Hay que pegarle una llamadita al Romeo para agradecerle el detalle, yo sé que no le atinó en lo más mínimo, pero la intención es lo que cuenta ¿no?
—No —me niego—, no pienso darle mi número.
Se encoge de hombros.
—Tus deseos son órdenes.
Hago caso omiso de sus palabras e inicio el explorador de aquel viejo aparato. Pero ni siquiera me sorprendo cuando la pantalla se congela, sé que le tomará mil años más para que inicie el buscador. El tono de espera de una llamada en altavoz me sobresalta, es Mikaela, marcando el número que estaba en el libro.
— ¡¿Qué estás haciendo?! —exclamo completamente en pánico.
—Así no le darás tu número, me gusta que te hagas la difícil —me guiña el ojo—. Le diremos que no tenías saldo, así te lo pedirá en persona cuando se vean.
— ¿Quién dice que nos veremo...?
— ¡Shh! —me corta. El timbre deja de sonar, ahogo un lamento chocando mi cabeza sobre el teclado sucio y polvoriento de la computadora. Me provoca un estornudo de gatito como consecuencia.
— ¿Hola? —Saluda Andrew en un tono demasiado formal. Sé que es él. Por su voz madura y seria, aunque me da la idea de que quizás está a punto de sonreír al otro lado de la línea. De todas formas, eso no evita que me recorra un estremecimiento por la espalda—. ¿Mika?
—Hey.
— ¡¿Cómo salió?! ¿Ya se lo diste? ¿Le gustó? —esa forma de preguntarlo como si fuese un niño chiquito que le hizo una tarjeta de felicitación a su maestra, me abruma.
—Síp, justo por eso te llamo. Estoy con Lily, quiere hablarte —no, no quiero—, sólo que no tiene saldo.
— ¿Sí? —responde con un tono de voz ilusionado.
—Sí, ya te la pongo.
— ¡No! —pronuncio sin hacer ningún sonido, alejándome del móvil como si quemara. Mikaela pone un gesto severo y lo empuja hacia mí, insistente. No tengo otro remedio más que tomar el celular, rezando para que mi voz no delate mis nervios—. ¿Hola?
No responde al otro lado por lo que frunzo el ceño, pensando que me colgó. Internamente, entro en crisis.
— ¿Andrew?
—Aquí estoy —suelta una pequeña risita fresca—. Casi me he quedado sin palabras al escuchar tu voz.
No puedo evitar rodar los ojos ante su dramatismo, mientras Mikaela se cubre el rostro con la mochila para ahogar sus carcajadas.
—Eh, gracias por el... Detalle —me toca esforzarme para que el desprecio no se note en mis palabras—. Nicholas Sparks ¿eh?
—No es nada, creí que era una pena que salieras de la librería sin ningún libro —contesta con simpleza—. Sólo quiero empezar de nuevo, Lily.
Ahí está, la corriente eléctrica por todo mi cuerpo cuando pronuncia mi nombre. La detesto.
—Quiero demostrarte que no soy el imbécil que probablemente crees que soy... Y que, en efecto, fui.
Dejo que sus palabras calen mis huesos antes de cuestionarlo.
— ¿Puedo preguntar si hay alguna razón en especial detrás de eso? No te lo tomes mal, pero el repentino interés me parece particular.
Andrew suelta un suspiro ligero antes de aclararse.
—Porque a pesar de todo fuiste una de las personas más importantes para mí.
— ¿Eh?
Sorprendida, ahogo la carcajada que trepa por mi garganta, aunque tengo una idea de dónde viene mi cinismo: contrastar lo que está sucediendo ahora con lo que pasó cuando él seguía en el colegio, me resulta muy cómico. Mikaela levanta sus cejas en evidente sorpresa y hace un gesto burlándose de él. Cuando las siguientes palabras salen de mis labios antes de que la llamada cese, una sonrisa incómoda se forma en mi rostro.
—Supongo que podemos ser amigos —repongo con calidez, mi voz sale demasiado amistosa para mi gusto cuando descubro que él parece satisfecho.
— ¿Lo dices en serio? —Responde con dicha—. Me alegra tanto oírlo. Gracias, Lily.
—Oye, Romeo —interrumpe Mikaela sin la mínima intención de pretender que no escuchó toda la conversación—. ¿Qué me dices de llevar a Lily a lo de hoy?
¡¿Qué?! ¡¿Qué de hoy?!
—Es una excelente idea, puedo pasar por ustedes si quieren. ¿A qué hora salen?
—Uhm, agradezco la invitación pero hoy es lunes... —interrumpo antes de que Mikaela responda por mí. Mi comentario provoca que me taladre con los ojos pero no me importa, no puedo salir hoy y además estamos atrasadas con el trabajo de Méndez. Decido defenderme sin especificar ninguna razón potencialmente penosa—. Tengo cosas que hacer.
—Ah, ¿sí? ¿Alimentar al hámster y hacer cupcakes con mamá? —se burla la chica. Estoy a punto de convertirme en asesina, sin embargo, el muchacho nos recuerda su presencia.
—Señorita "no puedo, es lunes" —su sensual voz interrumpe, corre por las curvas de mis oídos, causando un pequeño estremecimiento. Y ahora sí tengo la certeza de que está sonriendo—, ¿sabes que la vida es una sola, no? Y los siete días de la semana no son reales, sino una creación del ser humano.
Suelto una risita seca ante sus palabras.
—Sí, pero eso no significa que deba vivir en libertinaje.
—No siempre... Quizás sólo hoy —pronuncia juguetonamente—. Además, quiero verte... ¿Qué me dices si paso por ustedes, se relajan un rato, y te llevo a tu casa cuando tú decidas? Incluso si es a los diez minutos de haber llegado.
Me muerdo el labio inferior, mi corazón late desenfrenado y me sudan las manos. ¿Ver el rostro de Andrew de nuevo? Es algo demasiado tentador, pero todavía no me siento tan segura de mí misma como para pasar tiempo con él y no actuar como una tonta que todavía no consigue desarrollar inmunología ante sus encantos. Además, repito: ¡es lunes y hay tarea!
—Tengo deberes —tropiezo con mis palabras. Al demonio con que mis razones no sean penosas, además, estoy diciendo la verdad.
—En realidad, es un trabajo que estamos haciendo juntas, así que podemos aprovechar el tiempo para avanzarlo —exclama Mikaela un poco demasiado alto, ganándose otra mirada letal de mi parte. No creo ni un poquito en sus palabras.
—Si no estás pegada como chicle a tu novio, eso será —le recrimino con los ojos entrecerrados.
—Te prometo que también trabajaré contigo, y cuando extrañe a Will, ya tienes a Andrew para que te acompañe —responde guiñándome el ojo, diría que se ha olvidado que el chico está al otro lado de la línea, pero la verdad es que sé que lo está haciendo precisamente por ello.
LA VOY A MATAR.
—Lily —llama mi atención el muchacho—, ¿acaso te pone nerviosa la idea de volver a verme? —ronronea divertido.
Dios santo. Un calor invade mi rostro. Por fortuna él no me puede ver. Pero Mikaela sí y se rompe en risas.
— ¡No! —respondo en un murmuro avergonzado.
—Vamos, Lily —exclama de una forma tan suave y sexy, como si fuese queso crema bajo en grasas untado sobre una tostada de pan integral—. Dame el gusto de pasar contigo esta tarde ¿sí? Les ayudaré en su tarea, o no molestaré, si así lo deseas. Sólo déjame verte hoy. Aunque sea diez minutos, cumpliré mi palabra de llevarte a tu casa apenas lo ordenes.
Mis ojos se funden con los de Mikaela, ella me mira con ese deje de egocentrismo y desafío. Me muerdo el labio inferior, de hecho, está empezando a dolerme hacerlo con demasiada fuerza. Pero es que es la única manera de deshacerme del manojo de nervios que me posee.
—Está bien —musito rindiéndome—. Salimos a las tres...
— ¡No, no, no! —Me grita ella—, que Andrew pase por nosotras a eso de las dos para no perder tiempo y poder avanzar con el trabajo. Así puedes regresar a tu casa temprano, y no pasarte de tu hora de dormir.
¡Ahora sí la estrangularé! Andrew se ríe al otro lado de la línea antes de contestar:
—Está bien muchachas, a esa hora las veo.
Mikaela cuelga el teléfono antes de que yo pueda añadir algo más.
— ¡Mikaela, la jornada termina a eso de las tres! —la reprendo, ganándome una sonrisa sospechosa de su parte.
—Lo sé, nos vemos entonces —se coloca sus gafas de sol, sus audífonos y comienza a caminar hacia la salida de la biblioteca.
— ¡¿A dónde estás yendo?! ¡Debemos avanzar con este estúpido trabajo!
—Tenemos toda la tarde, además ya sólo quedan quince minutos de receso. Y aquí entre nosotras —se inclina para susurrarme—: hay un cigarrillo que me está esperando.
Se aleja de mí sin darme tiempo a responder. ¿Qué hago yo? Vuelvo a golpear mi cabeza contra el teclado.
NOTA: ¡Aclaro que no tengo nada en contra de Nicholas Sparks! Jajajaja es más, solía leerlo mucho y Lo Mejor de Mí fue uno de los libros más especiales que leí durante una época de mi vida. Sin embargo, después de ello, me decepcioné con el romance en la vida real y me llené de mucha amargura con ciertos libros de romance (siendo los de este escritor, uno de ellos). Luego superé esa fase jajajaj y ahora me pareció divertido proyectarlo en Lily :3
Quiero dedicar este libro a LunMeraki <3 hizo unos frases, memes & reseña maravillosos en su perfil en IG, ¡vayas a echarle un ojo y darle mucho amor a su contenido!
Nos vemos x)
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